Partida Rol por web

Thognar que avanzaba a la cabeza del grupo agarrando con ambas manos su hacha se adentró en la sala esperando encontrar el origen de aquel sonido que picaba la piedra. Al ver aquellas estatuas no pudo si no sentir nuevamente un profundo desprecio por el uso de la magia para algo que no fuese encantar un arma o armadura.

El encuentro con aquellas criaturas no sorprendió esta vez al enano, aunque si su aspecto, pues esperaba haber alcanzado al grupo que perseguían.

- ¡¿Idiotas?! Estoy demasiado cabrrreado parrra aguantarrr el insulto de una sucia culebrrra - dijo el guerrero mientras alzaba su hacha sobre la cabeza para dejarla caer con gran violencia sobre su enemigo.

Izhan en esta ocasión ni se lo pensó, estaba cansado de ser el muñeco de trapo de todas las criaturas contras las que se habían enfrentado así que sin más miramientos, al igual que hiciera el enano, pero a su estilo, se movió hacia una posición con una línea de visión clara y apuntó con su mano hacia el tipo que a su entender era más peligroso, el ser de túnicas moradas y pronunciando las palabras que desencadenaban su poder - impetum ignis cum dracone - hizo surgir un rayo de fuego en dirección a su enemigo.

Thognar se abalanzó sobre el hombre serpentino, blandiendo su hacha, pero el frenesí hizo que no estuviera muy acertado con el ataque. Su enemigo, más rápido que lo que su débil aspecto aparentaba, pudo evadirlo con dificultades.

Al mismo tiempo, Izhan, que habia reaccionado con rapidez, se colocaba en una posición estratégica para poder lanzar un conjuro. Y estaba bien dirigido, pero una vez más, la rapidez del contrario consiguió hacer lo suficiente para esconderse detrás de Thognar y que no le impactara.

El serpentino dio un paso atrás y lanzó algo que tenia en la mano. Era una figurina, y cuando impactó contra el suelo gritó:
- Eisssht sssiratch kreegaissst - Y al lado de Izhan y de Thognar apareció una criatura horrenda. Tenia largos colmillos, afiladas garras y un aspecto también serpentino.

El reptiliano parecía sonreir. Estaba claro que contabais con un mayor numero de personas en el combate, pero ahora las tornas parecían igualadas y el "hechicero" si es que realmente era eso, parecía satisfecho. En la otra mano sujetaba una varita mágica.

Las enormes garras comenzaron a rajar al enano en una locura y sed de sangre equiparable a la del enano. Izhan suspiró, si eso le hubiera atacado a él estaria muy muerto.

Gerald se ve a venir un combate complicado en el que el enano va a recibir más palos que una estera. Es por ese motivo que se acerca hasta él, pone sus manos sobre su espalda e inmediatamente sus ya poderosos músculos empiezan a hincharse aún más.

Dales caña, Thognar. Demuéstrales de qué estás hecho.

El grupo se preparaba, lanzando conjuros.

Tras soltar la pala y agarrar su hacha, Jeroog dio un paso rápido y atacó con ella a Thognar. El hacha se clavó en su hombro haciendo una fea herida, el osgo sonrió mientras Thognar gemía de dolor.

El hechicero intentó sorprender a sus enemigos conjurando unas llamas que los envolvieran, sin embargo estaba demasiado preocupado por el adversario que tenía adyacente, con lo que en el último momento distrajo su concetración y perdió la energía mágica acumulada. 

Viendo que había fallado su intento, se alejó lo que pudo para evitar ser alcanzado.

Gracias a la fuerza que le habia dado el hechizo, sentía el hacha menos pesada y podía manejarla con mayor facilidad. Con un rápido tajo incrustó la afilada hoja en uno de los muslos del siervo. Tendría que quitarselo de encima antes de llegar al jefe, o eso parecía.

Dejaba a la criatura invocada para los demás, seguro que ellos podían hacerse cargo.

- ¡Tiembla de miedo, enano! - No quería gastar aquel hechizo contra un enano, era el más cabezon de todos y seguramente sería más dificil afectarle, pero aquel hacha le daba miedo, y si se quitaba al enano, el resto serían pan comido con su Nagatha.

La nagatha por su parte avanzó para tener a todos al alcance, y volvió a atacar con todas sus fuerzas a un nuevo objetivo. Sin embargo, parecía que la invocación no era muy fuerte y la imagen de la nagatha comenzó a clarear. (En el siguiente turno desaparece, pero hará un Asalto completo más)

Gerald veía que Thognar estaba malherido, pero no se atrevía a usar sus conjuros de curación mientras tuviera a aquella criatura invocada a su lado, o sea que optó por intentar golpear a la invocación del mago, tratando de liberarse así de un enemigo más.

No tenía mucha  práctica con su espada, y aún menos si se trataba de atacar a criaturas invocadas que apenas habitaban este reino, pero lo intentó de todos modos. Quizás así Malickud podría ayudar al enano contra aquellos terribles enemigos.

El mediano no podía hacer más que seguir con lo que tenía previsto, así que empezó declamar unos versos que con anterioridad había escuchado a un compañero de profesión pero que en aquél momento y con alguna adaptación hacía suyos para elevar el espíritu combativo de sus compañeros

- Sólo nos queda el camino de la guerra
y avanzamos con paso firme al que se nos opone
esquivando los peligros que nos propone 
pues vencer es el único camino que nos queda... -

En la situación en la que se encontraba poco más podía hacer, así que con una pirueta se alejó del la criatura convocada pues tampoco estaba su cuerpo como para recibir un castigo adicional.

Gerald lanzó una fuerte estocada mientras el bardo comenzaba su oda. La espada se clavó en la criatura haciendo una fea herida y provocando su horroroso chillido.

El varag que acompañaba al invocador, ahora con el hacha en la mano, continuó el combate contra Thognar. No obstante, la armadura de Thognar era lo suficientemente fuerte como para resistir algunos ataques de un ser cansado por el trabajo físico.

El enano levantó el hacha alentado por el efecto de la magia y la lanzó violentamente contra aquel esbirro hiriéndole con un profundo tajo en su pecho.

- ¡Acabarrre contigo escorrria! 

El hechicero vio ahora su oportunidad de freir al arcano rival, así que se alejó del combate cuerpo a cuerpo y apuntó a su objetivo mientras conjuraba un nuevo rayo abrasador.

Con un potente hachazo, Thognar acabó con el Varag que le acechaba. Después, salvando la resistencia innata que parecía tener el hechicero enemigo, Izhan lanzó uno de los hechizos en los que estaba especializado haciendo un tremendo daño de fuego.

La Nagatha, antes de desaparecer trató de llevarse consigo a Gerald, el único que seguia enfrentandose a ella cuerpo a cuerpo.

El hechicero se vio completamente solo después de que la invocacion desapareciera y su compañero/esclavo muriera a manos de Thognar. Pero a pesar de verse tan perdido, no cedió en su empeño por acabar con sus enemigos.

- Mucho peor es lo que me harían ssssi volviera con lassss manossss vacíassss a la muerte que podeissss darme vosssotross. Mientrassss me queden fuerzassss lucharé

Sin embargo no tenia mucha suerte, y la flecha que le lanzó al enano falló claramente.

El guerrero enano al ver que el único enemigo en pie era el hechicero, se aproximó a él lanzando un nuevo ataque con su hacha mientras animaba a sus compañeros para que le siguiesen en el combate.

- ¡Acabemos con esto de una vez! !Me apetece una buena jarrra de cerrrveza!

Viendo que solo quedaba un enemigo en pie, Gerald se une alegremente al combate y, espalda con espalda junto a Thognar, empieza a asestar peligrosos mandobles al hechicero.

¡Ha llegado la hora de tu muerte, mago!

Por desgracia, Gerald le puso más pasión que puntería a sus golpes, y el hechicero esquivó su arma con una insultante facilidad.

Izhan quería asegurarse de que su objetivo muriera y a pesar de que confiaba bastante en el Hacha del enano, todavía creía recordar algo del verso del gnomo cuando lucharon contra el rey olvidado sobre la habilidad de Thognar de separar la cabeza de los hombros de sus enemigos, no quería dar ninguna opción, en una batalla dejar un último ataque a tu enemigo podía ser mortal y ya habían muerto bastante de ellos en aquél ajetreado viaje por aquellas odiosas catacumbas.

Así pues dejó que la magia, en esta ocasión, hiciera su dañino trabajo - Magicae proiectum - pronunció mientras sus manos y dedos entretejían los hilos de la urdimbre para conjurar unos proyectiles mágicos.

De igual modo lanzó a su cuervo para que también atacase al enemigo lanzándose este directo hacia él.

El gnomo no podía hacer más que seguir con sus versos, no tenía espacio para meterse cuerpo a cuerpo y apoyar en el combate, aparte, no sabía si les aguardaba todavía alguna sorpresa adicional, así que trató de disfrutar de la caída de su enconado enemigo, mientras trataba de inspirar a sus sus compañeros en el combate.

- Sólo nos queda usar nuestras destrezas
y alzar nuestra alegórica melodía para que entone
del modo en que nuestro dios dispone
para darle gloria en el único camino que nos queda... -