Partida Rol por web

Agobiada por el dolor observo como Sul se dirige hacia los techos para resguardarse del peligro mientras que intento ya perdida en la sensación quitarme la púa que incrustada se encuentra. Ahora mordiendo mis labios para no gritar, poco a poco voy sacando aquello de mi cuerpo y tras finalizar con al ardua tarea, alzo el arco para disparar a esa mujer alada. 

No sabía si por el dolor que atenazaba mis sentidos o la herida en si que ahora sangraba, mi ataque no resultó ser demasiado certero y por ese motivo intento escabullirme siguiendo el rastro de mi lobo. No podía luchar con una herida, al menos necesitaba parar el sangrado y así darle su merecida batalla. 

El choque inicial entre ambos grupos fue contundente, con Riley y Thosk! causando serias heridas a aquellas criaturas con sus ataques, y estas lanzando una especie de púas, una de las cuales hirió de gravedad a Osellë.

¡Osellë!- grité. Por desgracia, ninguno de los conjuros de los que disponía me servía para ayudarla, por lo que lo único que pude hacer para responder a su petición de ayuda fue darle una mano para que pudiese subir al tejado conmigo -¡Sube!- le grité en élfico, centrando mi atención en las criaturas de allí abajo en cuanto subió.

En un primer momento me planteé intentar inmovilizar a la mujer monstruo, pero dado que de momento parecía que no tenía intención de intervenir, decidí no forzarla a que lo hiciese.

Bastante tenemos ya con esos tres monstruos- me dije apuntando con mi ballesta al más alejado de ellos al tiempo que me movía hacía la izquierda con intención de poder atacarles desde el flanco. Quienes nos atacaban eran las criaturas, ya nos preocuparíamos por la mujer monstruo y los huevos cuando nos hubiésemos encargado de ellas.

"Aguanta, Sophie... Si no puedes evitar que lea mi mente, sencillamente no le daré opción a anticipar mis movimientos" le digo, planteándome actuar de forma caótica y completamente impredecible, "pero intenta resistir su influencia".

- ¿Acabado? - respondo mentalmente a la mujer alada. - Hay mucha más vida en este mundo que en el mío y, por lo que puedo ver en el poco tiempo que lleváis aquí, también que en el vuestro. - Sonrío ante sus palabras, de forma sarcástica. - ¿Crees que el poder me motiva? Me alegra saber que tu capacidad para leer mentes no es tan poderosa como crees. Deja tranquilo este lugar y regresa a tu plano - sugiero - pues nada te ata aquí.

Miro la sustancia que cubre el suelo, pensando nuevamente que es un material biológico. "Sophie, ¿sabes si esto es inflamable?" pregunto intentando mantener una idea en lo más profundo de mi subconsicente.

 Un héroe no puede fallar.

 Ángela levantó el bastón por encima de su diadema girándolo con soltura entre sus dedos mientras la luz de su cabezal cambiaba. El extremo del bastón giró como con voluntad propia mientras su color azulado se tornaba verdoso con matices dorados. El brillo del haz que comenzaba a brotar era tan pecualiar como el de los copos de hielo en una mañana soleada.

 - ¡Así me gusta Tosk!

 Animó hasta que su bastón descendió dirigido por sus hábiles manos para señalar, esta vez, a Osellë. Para alguien como Riley aquella posición podría antojarse demasiado parecida a alguien que pretende encañonar con un arma de fuego a un enemigo y disparar. El mecanismo...era similar.

 - ¡Ugh! Eso ha tenido que doler. - su tono activo, positivo, era casi cómico, como si una herida de aquella gravedad no supusiese realmente peligro de muerte o una recuperación lenta y tediosa. Estaba demasiado familiarizada con la guerra como para asustarse con un poquito de sangre, aunque había que reconocer que aquel proyectil inspiraba respeto o incluso temor.

 Ella estaba allí por un motivo.

 Ahora lo veía un poco más claro...

 - ¡Dame un momento preciosa! - sonrió consciente de que la gravedad de la herida ralentizaría con creces el proceso. El bastón no funcionaba tan bien como cabía esperar y eso hacía necesario invertir tiempo en el futuro para arreglarlo. ¡Si es que puedo encontrar algo parecido a un recambio!

 Sacudiendo la cabeza preferí no pensar en el trabajo que quedaría por hacer sino en los obstáculos de la situación actual. Casi parecían un equipo.

 Tendré que trabajar con lo que tengo.

 Sonreí de medio lado, ante la extraña idea de trabajar con personas o seres tan pintorescos.

Osellë debería comenzar a sentir un hormigueo en la herida. La "magia" de Angela estaba llevando a cabo extremas reparaciones en su tejido interno, y no distaba tanto de tener a alguien tejiendo tu propio interior con precisión quirúrgica. El proceso no sería necesariamente doloroso, no más de lo que ya era la propia herida. El hecho de que se hubiese sacado la púa haría mucho más sencillo el trabajo.  

El huevo se sacude más y más, hasta que se rompe. De él surgen dos criaturas pequeñas. Podría pensarse que son versiones 'bebé' de las criaturas con las que están combatiendo, pero no se parecen en nada. Dos han nacido del mismo huevo, son bastante más pequeñas, la mitad, o menos, y son cuadrúpedos en lugar de tener una especie de cola de serpiente. Aún parecen un poco confundidos, sacándose de encima la sustancia viscosa de la que crecieron.

La 'carne' que cubre el suelo empieza a 'consumir' el cascarón del huevo, y éste se comienza a volcar y hundir como si fuese un huevo de mantequilla sobre una piedra caliente.

Otro huevo comienza a sacudirse con una fuerza parecida.

El hidralisco que no luchaba contra nadie, comienza a avanzar hacia Riley. Por fortuna, Varken se encuentra en medio, y tiene un alcance de arma tan grande como la criatura, por llevar una lanza. Ambos se enzarzan en una refriega, Varken consigue darle un puyazo, no demasiado grave, y la criatura lanza una cuchillada con sus extremidades superiores, que el guerrero esquiva por poco.

El hidralisco que lucha contra Thosk empieza a olerse que esa criatura va a ser algo más difícil de tumbar de lo que esperaba. Rabioso, golpea con otra cuchillada, que ésta vez si, atraviesa la quitina de la armadura del gigante y le hace un desgarramiento bastante serio.

La última criatura, que luchaba contra los dos tempurianos, no parece tener demasiado claro cual de los dos es más peligroso, así que opta por la mujer del escudo. Yaril·la consigue detener la cuchillada con el pobre escudo, que ahora tiene una seria raja y pronto empezará a no valer para gran cosa.

La 'mujer' mira a Oselle, que ha clavado una flecha en su hombro. Aunque apenas parece haberse enterado, la mirada indignada no presagia nada bueno para la elfa.

Dejando en paz al huevo, camina hacia ella un par de pasos, e inexplicablemente comienza a levitar, ya que la especie de alas que tiene en la espalda no se agitan, ni tienen membrana de murciélago, o pluma de ave que puedan sustentarla.

Una vez más, invoco mi poder psiónico para acelerarme, pero en vez de moverme más rápidamente, me concentro para volver a conectar con el mundo psiónico, dado que había gastado esa concentración en mi disparo anterior. Dadas las circunstancias, creo que puede ser vital mantener la concentración psiónica mientras esté cerca de esa mujer y el ser que la posee. Tal vez así también pueda ayudar a Sophie de alguna forma.

- ¡Maldita sea, Mór! ¡Párala! - le digo al ver cómo la mujer alada empieza a levitar.

Pero ahora mismo no es mi objetivo principal. Varken se enfrenta a la criatura que se dirigía hacia mí y evidentemente va a necesitar ayuda contra ella. Aprovecho su movimiento para coger carrerilla y lanzarme al combate contra el hidralisco. Alzo el hacha sobre mi cabeza y aprovecho que la criatura se desequilibra ligeramente al fallar su ataque contra Varken para descargarla con todas mis fuerzas. Noto cómo alcanzo la carne y se libera el hechizo del arma, empezando a disolver al extraño ser venido de otro mundo. Sin embargo, probablemente no fuera necesario, porque siento cómo los huesos se parten bajo la fuerza del tremendo hachazo que acabo de lanzar.

Suspiré aliviado al ver como Ángela empezaba a sanar con su extraño bastón a Osellë, no solo porque perder su ayuda complicaría mucho la batalla, que también, sino porque al fin y al cabo, era con quien más me identificaba del grupo… claro que a pesar de la magia curativa de Ángela, las cosas no mejoraban, sino más bien lo contrario, con uno de los huevos, por suerte de los más alejados, eclosionando y surgiendo de él nuevas criaturas, distintas y más pequeñas que las que nos estaban atacando, pero no por ello menos preocupantes. Además, la mujer monstruo que los lideraba había empezado a actuar, avanzando hacia nosotros al tiempo que se elevaba por encima del suelo.

Maldita sea- pensé, maldiciéndome por no haber intentado atraparla antes. Sin embargo aún no era tarde, y al venir de un mundo aparentemente tan distinto, con suerte aquel ser no se esperaría un ataque mágico como el mío.

¡Estoy en ello!- respondí gritando al grito de Riley mientras concentraba el oscuro poder que impregnaba mi alma en el conjuro, con las palabras ardiendo como fuego en mi mente, fuego que se consumía para dar vida al hechizo.

Espero que funcione- me dije al tiempo que hacía que el conjuro tomase la forma de una gruesa y oscura telaraña que se extendió rápidamente entre el carro y uno de los puestos de fruta, extendiendo sus zarcillos para atrapar a a todo el que estuviese en su camino y no se apartase con la suficiente rapidez. Sin esperar siquiera a ver si había funcionado, volvi a cojer mi ballesta y la recargé, listo para disparar de nuevo*.

El dolor atenaza cada centímetro de mi cuerpo y me recordaba el agrio sabor de la batalla, uno que siglos atrás resultó ser devastadora para mi. Ya decidida a seguir, a luchar aún presa de este estado, le dedico una mirada a Mól mientras observo con admiración lo que Ángela comienza a realizar a través de movimientos con su bastón. 

En un principio tuve miedo, hasta que una sensación medianamente agradable inundó mi ser y comprendí finalmente que estaba haciendo magia en ese preciso instante rodeada de tanta belleza, como si de una diosa se tratase. Obnubilada por la situación que habrá durado lo suyo, mis ojos grisáceos se pierden en su celestial mirada y cuando al fin termina ese proceso, regreso a mi comedido cuando noto como aquella extraña mujer me mira mientras va acercándose a mi. 

- Gracias. - no dudé en decirle a Ángela mientras una sonrisa afloraba en mi rostro, posiblemente la primera desde que pisé este horrible lugar. Sin embargo, ya el afán de colaborar por la causa, me impulsa a tomar el arco y disparar directamente a mi enemiga, no sólo que esta vez fue más certero que la anterior vez, sino que atenta al accionar de Riley y Mól. La sorpresa inundó en todo mi ser.

Esto era un verdadero trabajo en equipo, uno que de antaño no veía en mi tierra y en este misterioso lugar lo descubriría. 

¡Grrrr…! ¡Whhhaarrggg! – mascullaba el semi gigante al atizar de nuevo al monstruo de quitina sin importar su herida. Con toda su ira golpeaba y golpeaba al monstruo hasta que uno de los dos cayera.

El espadón bajo nuevamente a toda velocidad trazando un semicírculo para dar en la parte superior del insecto gigante. Apenas si prestaba atención a su alrededor, aunque era consiente medianamente del entorno.

En realidad el bruto estaba acumulando ira para hacer estallar su furia en un momento u otro…

Riley destroza al hidralisco de un hachazo, incrustando fuertemente el hacha en el cráneo de la criatura, que se sacude con estertores reflejos en el suelo durante un par de segundos antes de quedar quieta, y empezar a ser consumida por la materia orgánica del suelo.

Una telaraña oscura circular aparece entre dos puntos, el carro volcado y el puesto de frutas, agarrándose con fuerza al suelo. La parte superior se dobla hacia abajo, dejando una altura mínima de dos metros. Kerrigan levita hacia atrás a tiempo, pero el hidralisco con el que lucha Thosk queda enredado en la telaraña.

Yaril·la y Hoglerruk continúan con su ataque al tercer hidralisco. El ser se protege del hacha de Hoglerruk con eficacia, pero Yaril·la sí consigue colocarse a su lado para poder atacarlo, y le abre un buen tajo en la parte serpentina bajo el... ¿pecho?

Varken, que ha quedado salpicado de sangre roja, mira a Riley con los ojos bien abiertos.
¡Sin duda Tempus está contigo hoy amigo! Miró a las dos criaturas nuevas que habían aparecido del huevo. Yo cubro por aquí Y apuntaló como mejor pudo la lanza en el suelo para recibir la carga de esos seres.

Las dos pequeñas criaturas cargan con una velocidad sorprendente contra Varken, que se había quedado cubriendo el hueco. Empala gravemente a una de ellas, y entre ambas consiguen hacer solo una herida no demasiado grave al guerrero. 

Otras dos rompen el huevo, y otro huevo mucho más cercano a los tiradores del grupo empieza a sacudirse de la misma forma. A este ritmo, pronto estarán saturados de esas pequeñas criaturas.

Kerrigan se aparta de la telaraña sin que haya sido un riesgo para ella. Está tan confundida como Angela, aunque por diferentes motivos. La científica no puede explicarse la aparición 'de la nada' de algo como eso, y a Kerrigan no le encaja no haber sentido ningún tipo de actividad psiónica mientras lo hacía.

Con un bufido molesto, se eleva mucho más allá del alcance de las armas cuerpo a cuerpo del grupo, y se lleva las manos a la frente. Intentará salvar a sus criaturas para que puedan seguir causando daños.

Algo se enrarece en al aire alrededor de Hoglerruk, Yaril·la y el tercer hidralisco, aunque el efecto no daña a este último. Pequeños rayos de un color grisáceo azulado aparecen de la nada y corretean en todas direcciones. Hoglerruk posee unos reflejos dignos de un felino, y apenas le golpean un par de ellos, sin efecto alguno.

Sin embargo, uno de los más gruesos azota la sien de Yaril·la, que cae de lado al suelo, inmediatamente inconsciente, con los ojos abiertos. Se sacude ligeramente sin poder moverse. ¿Paralizada? ¿El shock? Aún es pronto para decirlo, pero indudablemente está indefensa mientras la nube de rayos continúe azotando la zona.

Sin duda, ese era el sonido de truenos que oyeron desde la posada antes de ver todo este espanto de carne y criaturas indescriptibles.

¿¡Qué!? Has sentido eso!?

Era imposible no sentirlo. La tormenta psiónica no te había afectado, pero aquellos rayos los había hecho simplemente con su mente, y todo ello mientras levitaba, y seguía dando órdenes a las criaturas. Sophie parecía muy asustada.

Tal vez deberíamos marcharnos, Riley... Pensó con voz temblorosa.

Curioso ese poder... Pensó para sí misma refiriéndose a Mólor. Al estar comunicándose contínuamente con sus criaturas, sus pensamientos podían ser oídos por Riley. Un planeta peculiar, creo que tengo mucho que aprender aquí. Un poder que no emite energía psi... En fin. Acabaré primero con los menos interesantes.

Entonces fue cuando lanzó su tormenta sobre Yaril·la y Hoglerruk

 La emisión de aquel haz de luz no cedió, pero a medida que Osellë se recuperaba aumentaba la gravedad en la situación del resto del grupo. Tenía un ojo en Tosk! que se estaba empezando a enfrentar a lesiones importantes, no había podido recuperar a la elfa por completo y sus problemas tecnológicos no estaban ayudando.

 Comprobé que el escáner funcionase cuando comprobé que algo no iba bien con Yaril-la. Mientras me asombraba con la forma de actuar de sus contrincantes. Se comportaban como un ejército invasor, como una plaga...y su matriarca..

 - ¿¡Qué demonios es eso!? - espeté no con temor, aunque sería fácil, sino con fastidio. Aquello los estaba poniendo en riesgo.

 El HUD trabajaba sobre presión, como la mente de Angela y no estaba segura de poder fiarse de sus resultados. Aún así, necesitaba que todos intentasen evitar esa clase de ataque, un ataque al cerebro.

 - ¡Es una clase de...

 quiero decir...

 ¡está afectando a la química del cerebro! - era la única explicación factible y resumida que podía entregarles.

 El haz de luz saltó difuminándose hasta Yaril-la, apretando la mandíbula traté de infundirle ánimos.

 - ¡Aguanta!

 No podían verse, pero mis nudillos estaban completamente blancos aferrando mi bastón como una lanza que disparaba. Para ella, era como disparar esperanza. Necesitaba sacarlos de allí sanos y salvos, fuese ganando una batalla o retirándose a tiempo.

 Pero, ¿cuánto podrían aguantar a ese ritmo?

 Angela no podía estar al 100% y eso le fastidiaba aún más si cabe. Fruncí el ceño.

 Vamos, vamos. No falles otra vez.

 Se exigió, con unas palabras muy duras, palabras que pocas veces se dedicaba.

Las cosas no estaban mejorando, ya pesar de que pude atrapar con mi telaraña a una de las criaturas y a uno de los huevos, la mujer monstruo que lideraba aquellos seres había conseguido esquivar las hebras retrocediendo un poco y elevándose aún más del suelo.

¡Mierda!- pensé al no conseguir mi objetivo, y aunque al menos la telaraña actuaba de barrera contra las criaturas que salían de los huevos, estas eran cada vez más y no tardaríamos en vernos superados. Y por si eso no fuera poco, la mujer monstruo empezó a demostrar por qué lideraba a aquellos seres al crear alrededor de uno de ellos una especie de tormenta eléctrica, cuyos rayos impactaron a la sacerdotisa, que estaba luchando con la criatura, dejándola inconsciente -Hay acabar con ese ser antes de que sea demasiado tarde- me dije, y dado que cada vez se alejaba más de las armas de con quienes iba, el arco de Osellë y mi propia magia parecían las únicas cosas capaces de derribarla.

¡Osellë, tenemos que derribarla!- le grité al tiempo que enfocaba mi magia en ella* para elevar al máximo su capacidad -¡Sube y acabemos con ella entre los dos!- añadí.

Asiento dándole la razón a Sophie. Sí, deberíamos... pero no podemos dejarla aquí - le contesto con mis pensamientos mirando a Yaril·la. Es la única que nos ha ayudado hasta el momento y, por lo que sabemos, la única que nos puede llevar hasta el lugar donde los sabios de esta tierra puedan devolvernos a casa.

Si nos vamos, estoy seguro de que esta mujer y sus criaturas arrasarán el pueblo. No estoy acostumbrado a preocuparme por nadie más que por mi gente, por Iowa, pero algo me dice que dejar a estas criaturas a sus anchas servirá para destruir completamente el equilibrio en este mundo, y no tengo muy claro cómo puede afectar eso al nuestro.

Sea como sea, huir dejando aquí a Yaril·la sería como condenarla a muerte. He gastado el poder ácido tanto de mi arco como del hacha, y la mujer está fuera del alcance de mis ataques cuerpo a cuerpo. Por tercera vez desde que aparecieron estas criaturas, vuelvo a cambiar mi arma. Pero esta vez no agarro mi arco de poleas, sino que saco el largo tubo de metal que llevo a la espalda. Con un movimiento rápido, desplazo una pequeña pestaña metálica en el lateral y lo subo hasta apoyarlo en el hombro, mirando por otro tubo de menor tamaño que termina en una pequeña lente de vidrio.

Apunto a la mujer voladora y, cuando la mujer aparece en el centro de la mira de mi rifle aprieto el gatillo. La detonación resuena en toda la plaza y siento cómo el arma glpea mi hombro con retroceso del disparo. "Maldita sea", pienso al ver que no he alcanzado mi objetivo. "Debería haberme tomado mi tiempo para apoyar el arma y apuntar con cuidado. No estoy acostumbrado a disparar con el rifle al aire y armándolo en tan poco tiempo", pienso tratando de adivinar qué arma utilizaré ahora, porque no voy a desperdiciar más balas de esta manera.

El monstruo ha quedado preso por la telaraña mágica pero eso no importa a Thosk!, que continua atacando a su enemigo hasta que sea partido en dos o el muera primero.

Quizás en otro momento el semi gigante hubiera buscado barriles de aceite y con ello provocado un gigantesco incendio que destruyera a las criaturas y a su creadora, tal vez con ello quemaría varias casas pero no importaría.

Y eso haría en otro momento pero no ahora, porque la furia de sangre ha ganado su razón, dejando solo un objetivo: el insectoide frente a él.

Sin otra razón por el momento el enorme espadón sube para bajar con fuerza otra vez mientras el rostro del bárbaro dibuja una mueca asesina…

Thosk destroza al hidralisco enmarañado con un potente golpe, y sin detenerse, se acerca un paso a la otra criatura que combatía con Yaril·la y Hoglerruk, rematando el trabajo de los tempurianos con un segundo mandoblazo.

Oselle dispara otras dos flechas contra la mujer, clavándose una de ellas en la quitina y fallando la segunda.