Partida Rol por web

Las cavernas de Thracia

1. - La ciudad perdida

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15/02/2020, 23:33
Narrador

Cuando despertaron, los primeros minutos fueron los más difíciles. Sobrevino la tos, el sabor salado en la garganta, dolor en el pecho, y en la cabeza, fragmentos de una catástrofe que ninguno quería asimilar. A su manera, todos abrieron los ojos y escupieron el agua de mar que habían tragado, sintiendo el cuerpo entumecido, cubierto de costras de sal y arena, y la mente todavía atrapada en la negrura del océano que se había tragado el barco en el que navegaban.

Su destino era Thracia, una antigua civilización perdida en la memoria del tiempo, de la que poco o nada sabían. Unos cuantos habían escuchado las historias que se contaban de ella, de un poderoso reino que había existido mucho antes que el Imperio que todos conocían. Otros ni siquiera habían oído hablar de todo eso y se habían alistado porque la expedición estaba financiada exclusivamente por la Torre de la Espiral Negra; los arcanos pagaban muy bien por estas investigaciones, si bien solían ser misiones de un solo viaje. Por qué se habían embarcado en aquella misión, cada uno tenía sus motivos, pero todos acudieron a la misma hora a la Torre.

Allí fueron conducidos a través de un portal hasta la zona más alejada del centro del Imperio, en territorio que todavía no había sido conquistado y resultaba peligroso porque estaba bajo control de las razas libres. Los arcanos no podían llevarles directamente a la isla en la que, supuestamente, se alzaba Thracia, así que embarcaron en la Golondrina Plateada y se dirigieron hacia el norte. Era una ruta sin escalas, directamente al continente situado al noroeste, a miles de kilómetros de cualquier ciudad o territorio imperial.

La Golondrina Plateada estaba preparada para un viaje de semanas, su experto capitán era un arcano que navegaba por las duras aguas de un océano que llamaban el Etéreo por la aparente tranquilidad de su superficie y por el rumor apacible de las olas. Muchos de los expedicionarios no habían visto nunca el océano y estaban fascinados con su belleza, durante los primeros días todo era entusiasmo y camaraderia. Pero a medida que pasaba el tiempo y no llegaban a tierra firme, cierta desesperación flotaba en el ambiente. Tras dos semanas de viaje, el mar comenzó a embravecerse y una durísima tormenta los alcanzó.

Era de noche. La luna iluminaba la playa en la que habían despertado, pedazos de madera estaban esparcidos por la arena, así como buena parte de la carga del barco. Solo había cinco personas con vida, del resto no había quedado ni los cuerpos, a saber qué había sido de ellos.

Mayra tenía el pelo lleno de tierra y solo sentía ganas de vómitar, había tragado tanta agua de mar que se sentía muy mal. Ni su magia ni su intelecto habían podido hacer nada contra la fuerza de la naturaleza. Vika estaba en peores circunstancias, era una mujer de tierra firme, no estaba acostumbrada a la navegación y todavía estaba mareada. El anciano Dámasor estaba en mejores condiciones que cualquiera, bajo la protección de Rashiel no había sufrido daño alguno. Tobías, en cambio, se encontraba en un serio aprieto, pues nada más despertar, se puso de rodillas y al levantar la cabeza, se encontró cara a cara con una mujer de aspecto feral que lo miraba como si estuviera a punto de atacar.

Llevaba una argolla de hierro alrededor del cuello, pero la cadena que la sujetaba se había roto. Vestía una túnica rota, su piel era de color anaranjado con franjas negras, tenía colmillos y los ojos eran de un intenso color ámbar. Estaba cubierta de arena como todos los demás, lo que indicaba que había estado en el barco.

Sin embargo, ninguno recordaba haberla visto.

Notas de juego

- Estáis en una playa, es de noche y solo hay luz de la luna llena. Estáis bien, no habéis perdido pg, pero habéis tragado mucha agua y estáis un poco mareados todavía.
- Vuestras pertenencias (todas), están esparcidas por la playa. Podéis buscar xD

¡A jugar!

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16/02/2020, 01:44
San Dámasor

Con el paso de los años, mi memoria ha comenzado a jugarme malas pasadas; o tal vez siempre fue mala y simplemente no va a mejor con la edad. O puede, por supuesto, que lo que le ocurre a mi memoria no sean más que los efectos secundarios del accidentado viaje marítimo que ha terminado en tragedia. Resulta muy difícil saberlo a ciencia cierta.

Salvo por la arena de mi despeluchada barba, no parece que el naufragio me haya dejado secuelas físicas graves. ¡Alabado sea Rashiel! Ensayo algunas tosecillas impostadas tratando de comprobar si me duele el pecho o hay agua en mis pulmones pero lo único que tengo que lamentar son los achaques de mi avanzada edad.

Miro a mi alrededor en busca de supervivientes que puedan necesitar mi ayuda y descubro a cuatro pasajeros de La Gaviota Plateada. No, no se llamaba así, era otro pájaro... ¿El pelícano? Bah, da igual.

—¿Es... es... estáis to-todos bien? —pregunto con voz enronquecida y genuina preocupación, mientras intento llegar hasta ellos sin tropezar con las cosas que la marea ha traído hasta la playa.

Al menos a tres de los presentes los recuerdo del barco. Creo. Tengo sus nombres en la punta de la lengua, aunque a lo mejor de los estoy inventando también. Y luego está la chica morenita con tatuajes como de tigre; a ella no la recuerdo pero debe ser culpa mía más que suya, porque tampoco recuerdo a toda la tripulación de la nave.

—¿Pue-puedo a... yudaros?

Entonces me doy cuenta de que, aunque yo puedo ver razonablemente bien, tal vez a mis compañeros les asuste escuchar una voz de origen desconocido que les interpela después del accidente marítimo. En respuesta a este pensamiento, mi cuerpo reacciona de manera involuntaria desprendiendo una suave luz dorada que no calienta pero que tal vez les ofrezca algún consuelo en estos momentos de desconcierto iniciales.

Aunque no sirva para otra cosa, tal vez la luz les ayude al menos para reunir sus pertenencias dispersas por la playa. Afortunadamente para mí, lo único que necesito encontrar es mi bastón o cualquier palo que haya tirado por aquí y que me ayude a caminar por la arena.

Notas de juego

Activo mi aura protectora para rodearme de un halo luminoso de 20' de radio.

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16/02/2020, 04:27
Vika

No era del todo consciente de lo que le rodeaba. Estaba como dormida, aunque tampoco lo estaba del todo. Era una sensación extraña de terrible fatiga que le impedía abrir los ojos. Sentía el sabor salado del agua marina en la boca y aunque recordaba el naufragio, no sabía como había llegado a aquel lecho de arena mojada.

Y entonces escuchó una voz. Era una voz anciana. Una voz que hablaba de forma entrecortada. Sin duda se trataba de un anciano y ese anciano parecía estar ofreciendo su ayuda. Vika abrió los ojos tras realizar un soberano esfuerzo.

Miró a su alrededor encontrando otras cuatro figuras. Un anciano que se apoyaba en un cayado era el propietario de aquella molesta voz entrecortada. Le recordaba del barco. San Dámasor le llamaban algunos. Un tipo extraño con el que no había cruzado palabra alguna hasta la fecha.

Otros dos rostros conocidos empezaban a desperezarse, como si de un sueño, nada reparador hubieran sido despertados. Y luego estaba aquella chica. Si San Dámasor le parecía extraño, aquella chica debía ser para Vika, un ser salido del más profundo agujero del mundo onírico.

Era como una bestia. Medio humana, medio felina. Uno de aquellos engendros de la naturaleza que debían ser controlados por los dignos seguidores de la Tríada. Seres que estaban mejor encarcelados, para que a nadie, a ningún hijo del Imperio, pudiera dañar. Su comportamiento agresivo así lo atestiguaba. Y más lo debía sentir el joven Tobías, pues parecía que iba a ser el objeto de su ira.

- ¡Tenga cuidado, anciano! - Le advirtió la sacerdotisa tras recuperar su mandoble e interponerse entre éste y la agresiva fiera. - ¡Por la Tríada, cesa inmediatamente en tu hostil comportamiento! - Le ordenó a aquella mujer felina. - ¡No te queremos mal alguno! - Le habló con sinceridad. - No nos obligues a hacer algo que no querremos... - Le dijo con un tono más pausado.

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16/02/2020, 10:13
Mayra

Mayra se despertó cuando un cangrejo le pellizcó en la mejilla. El súbito dolor hizo que rodara por el suelo, y empezara a toser, tratando de expulsar el agua que se había acumulado en sus pulmones. Estaba completamente empapada pero, afortunadamente, la temperatura en Thracia era templada y no tendría que lamentar una pulmonía. Estaba magullada y aturdida por el golpe, confusa y asustada por el naufragio y sus consecuencias, pero dadas las circunstancias, había salido bien parada.

Se levantó trabajosamente del suelo llevándose una mano allí donde el cangrejo la había pellizcado. Además de húmedas, tenía las ropas llenas de algas y arena, y parecía una vagabunda más que una maga de la Torre de la Espiral Negra en misión oficial.

—Ast berjudi sihir —pronunció dando un paso mágico con la mano.

Sus ropas se secaron y se limpiaron en un abrir y cerrar de ojos por efecto de la magia. Eso estaba mejor. Y de pronto cayó en la cuenta: ¡su libro! Buscó frenéticamente a su alrededor y sólo suspiró de alivio cuando comprobó que su grimorio estaba a salvo, y que no había sufrido daños por el agua.

Sólo entonces empezó a mirar en su derredor. La expedición había sido un desastre, y parecía haber habido numerosas muertes. ¿Se habría salvado el Magistrado Inzalenor? ¿Y aquel anciano tan amable? ¿Y aquél chico que...?

Los ladridos de Vika la sacaron de su ataque de introspección. Mayra corrió por la playa, anadeando como un pato entre la arena pues sus botas de tacón bajo no eran lo más adecuado para ello.

—¡Quietos, quietos! ¡Todo el mundo tranquilo! ¡Ella viaja con nosotros! —dijo tratando de evitar el desastre—. ¡Tranquila, Eldrid!

La maga de la Torre corrió a situarse entre Eldrid y Tobías, tratando de tranquilizar a la mujer-bestia.

—Sólo está nerviosa y asustada, como todos —dijo dirigiéndole una mirada de reproche a la mujerona que servía a la Tríada—. No es peligrosa, Vika, de verdad.

Lanzó un hondo suspiro al sentir el aura del anciano a su alrededor.

—Estoy... todo lo bien que puedo estar dadas las circunstancias. Gracias San Dámasor. ¿Estás bien, Tobías?

Por supuesto, Mayra había memorizado el nombre de todos los pasajeros (y esclavos) de la Golondrina Plateada.

Notas de juego

Mayra lanza Prestidigitación para secar y adecentar su indumentaria.

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16/02/2020, 13:14
Tobías

Tobías había pasado buena parte de los últimos siete años, de un modo u otro, en las profundidades de la tierra. En las cavernas, murallas de roca erizada de estalacticas y estalagmitas lo rodeaban a uno por todas partes. A menudo, de forma tan íntima como incómoda para cualquiera que no fuera un enano. En las viejas ciudadelas, la mano de los masones enanos sustituía a la de las de la naturaleza y el discurrir de las eras, pero el efecto no era tan diferente.

Una vez el brillo de la novedad se disipó, a Tobías solo le quedó, encajada en los sentidos como una astilla de madera en la yema del dedo, la inquietud de la vasta extensión de agua en reposo, el calmado discurrir de la nave por su superficie, y la nada que se extendía hacia todo horizonte.

Dedicó las dos semanas de viaje, antes de que se precipitaran los sucesos que le habían llevado a despertar vomitando agua salada por la boca y la nariz, a jugar a los dados con marineros y expedicionarios hasta que le dolía la muñeca o, lo que sucediera antes, el aburrimiento fuera tan intenso que dedicar unas horas a revisar su equipo fuera una alternativa atractiva. Por supuesto, tan solo su arma y armadura requerían cuidados, para retirarles las sales adheridas por la evaporación del agua. Todo lo que guardaba en su saquillo mágico estaba fuera del alcance de la inclemente humedad.

La tormenta, tan repentina y brutal, había sido aterradora. Al menos, se había dicho cuando un bandazo lo arrojó por la borda, entre tablones rotos que lo golpeaban y arañaban, arcones vomitando nubes de prendas, lienzos desgarrados que trataban de atraparlo y arrástralo hasta el fondo del mar, barriles que devolvían los cadáveres de los peces a reposar en su elemento, era una muerte más emocionante que la le hubiera sobrevenido de no participar en la expedición. Una muerte, además, contra la que podía luchar.

Estaba vivo, así que no solo había luchado, sino que había ganado. Una vez las arcadas subsistieron y pudo levantar la mirada, se encontró frente a frente con un rostro femeino entre lo felino y lo humano, y unos ojos ámbar que lo observaban con hostilidad. Había tratado con enanos, y algunos elfos, pero lo que fuera esa mujer, le era por completo ajeno.

Antes de que pudiera tratar de calmarla con palabras y gestos, o de adoptar una postura apropiada para defenderse, una voz ajada y un resplandor en el rabillo del ojo llamaron su atención. ¿Estaba brillando el anciano? Una sombra  y un brillo metálico, procedentes de otra parte, se interpuso entre la mujer felina y Tobías, con el arma desenvainada. Era una de las participantes de la expedición, la sacerdotisa guerrera —¿cómo demonios se llamaba?—. Y otra más, tras ella, la más joven de las magas de la Torre, tratando de poner paz antes de que se iniciara la guerra. El mejor momento, a juicio del joven.

Estoy vivo, respondió. Se pasó el dorso de la mano por la cara para quitarse las costras de arena y sal reseca. Lo único que consiguió fue arañarse la frente y extender la suciedad. Cuando perdí la conciencia, creí que era el final. Espera a que me ponga en pie y verás cómo me pongo a dar saltos de alegría.

Lo cierto es que la emoción de los que había creído sus últimos momentos había regresado, y el corazón le latía vibrante, como la cuerda de un laúd. La amenaza de la mujer felina, esa Eldrid, no parecía ya inmediata, así que tuvo tiempo de pensar, recordar y atar cabos.

Así que los arcanos han encontrado a uno de los legendarios hombres, o más bien mujer, bestia de Thracia, aventuró. Había escuchado las historias que los expedicionarios contaban sobre el legendario lugar al que se dirigían. Se lo tenían bien callado.

Por mi parte no tienes nada que temer, Eldrid, añadió, asomándose entre las piernas de las dos mujeres. Ni siquiera estoy armado.

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17/02/2020, 10:05
Eldrid

Los primeros segundos fueron demasiado tensos, todavía no habían superado el impacto del naufragio y la presencia de la mujer bestia alteró bastante los ánimos. Aunque su mirada y sus intenciones daban a entender que atacaría, los gritos de Vika la pusieron más tensa y los ojos le centellearon con furia. Se puso en pie, las manos como garras, la boca abierta enseñando los dientes y un gruñido sordo reverberando en su pecho. Su presencia era magnífica, se alzaba más de metro ochenta de puro músculo, piel atigrada y gestos salvajes, pero la inteligencia de su mirada consiguió que más de uno se preguntara si cuatro serían suficientes para mantenerla bajo control.

Mayra se dio cuenta de la situación y pidió calma. Eldrid la miró a los ojos, estaba dolida, asustada y atacaría, porque ella solo atacaba lo que no entendía y la maga lo sabía. Con ella no había sido violenta, al principio se había comportado con la indiferencia de un gato, pero después de hablar con ella, había descubierto que aunque su origen fuese bestial, en todos los sentidos era una humana más, o al menos una persona con sentimientos humanos. Mayra había calculado que tenía alrededor de veinte años, pero a veces se comportaba como si tuviera diez; no había recibido educación alguna, sabía leer y escribir unas pocas palabras, pero tenía cierto interés en aprender. Además, había pasado muchos años encerrada y tenerla en espacios pequeños la volvía salvaje.

-¿Qué ha pasado? -preguntó. Su idioma era perfecto, aunque su voz ligeramente más brusca que la de una mujer joven y en el fondo, destacaba una nota de terror que se esforzaba por ocultar-. ¿Dónde estamos?

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17/02/2020, 10:30
Vika

Aquella tal Eldrid tan solo era un ser híbrido, con instintos animales que estaba asustada. Parecía que la arcana podía controlar su agresividad con unas meras palabras, pues tras escuchar su proposición de paz, la mujer gato se tranquilizó y pareció cesar en su hostilidad. Por ello Vika le dio una oportunidad y envainó su enorme mandoble dando un par de pasos atrás y dejando que el problema se solucionara mediante la diplomacia.

Hemos naufragado, evidentemente. - Le respondió a la mujer felina. - Suerte tenemos de estar vivos...

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17/02/2020, 10:41
Mayra

Lo cierto es que habían tenido mucha suerte. Mayra miró instintivamente a Dámasor: había leído que no era sólo un sacerdote de los Antiguos Dioses, sino que era más que eso: un profeta, un santo varón. ¿Había sido él, o tal vez su dios, el que los había salvado de la catástrofe? No creía que la Tríada fuera a proteger a alguien como Vika salvo que fuera para arrojarse al combate blandiendo esa espada enorme que tan rápido había sacado de la vaina. 

—Hemos llegado a la isla de Thracia —informó Mayra, tras echar un vistazo en derredor—. Ese no es realmente su nombre: nadie se lo ha dado aún, pero el Magistrado Inzalenor y yo nos referimos a ella así. Es más práctico que la Isla sin Nombre. 

Esperaba que Inzalenor estuviera vivo. Ella le había ayudado en todos los preparativos, y estaba al tanto de cada pormenor, pero no se sentía capacitada para liderar la expedición. Era demasiado joven y carecía de experiencia alguna en aquellos menesteres. Estaba segura de que Caín se reiría de ella desde su prisión, en lo profundo de las mazmorras de la Torre, si aquella responsabilidad cayera sobre sus hombros.

—Deberíamos buscar más supervivientes, recoger todo aquello con lo que podamos cargar y alcanzar el campamento base —dijo con un tono que no era de mandato, sino de sugerencia, como si esperara que los demás le ratificaran que era el mejor camino a tomar—. Se encuentra a la entrada de la jungla, debería estar a no más de cinco kilómetros en aquella dirección. 

Suspiró.

Cuando llegaran, tendría que informar a casa que la expedición se había malogrado antes siquiera de empezar. 

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17/02/2020, 11:27
Tobías

En cuanto Tobías sintió su corazón relajarse, se levantó con movimientos cautelosos y comprobó, con alivio, que se mantenía en pie sin dificultades, no tenía dolores reseñables y su cuerpo estaba, aparte de unos cuantos rasguños y hematomas que asomaban entre los desgarros de sus ropas, en buena condición.

La sacerdotista, entretanto, había enfundado su espada y parecía haberse relajado. Sin embargo, la mujer bestia todavía estaba confusa. Si no la habían visto durante el viaje, y a juzgar por esas cadenas, debía haberlo pasado encerrada en la bodega del navío, en un lugar oscuro, pequeño, sucio e incómodo. De hecho, a saber dónde la habían tenido escondida durante las semanas de preparativos antes de la expedición. Y los años anteriores, si cabe. No le costaba mucho esfuerzo empatizar con su situación.

Igual es mejor dejarle espacio a la muchacha, dijo, colocándose junto a la sacerdotisa del mandoble. Vika, ¿verdad? Al menos, así la había llamado la maga. ¿Por qué no nos ocupamos nosotros de revisar el resto de la playa, como ha sugerido ella, por si hubiera supervivientes?

Más allá, el anciano luminoso estaba rebuscando algo entre la arena. Parecía en buenas condiciones. Algunos, en el barco, susurraban que era un hereje. Otros decían que era un hombre santo. Fuera como fuere, debía contar con ayuda divina, porque la supervivencia de alguien de su edad, y en buenas condiciones, era casi un milagro.

¿Nos acompaña usted también? le llamó. Vamos a buscar supervivientes y recopilar provisiones.

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17/02/2020, 11:56
Vika

Si, será lo mejor... - Le respondió Vika a Tobías.

Aunque había dejado mucho tiempo atrás el camino de la sanación, Vika seguía siendo una sacerdotisa y tenía ciertos poderes curativos otorgados por la Tríada. Aunque tuviera que valerse de una varita para sanar a los necesitados, podía hacerlo. Su compromiso con ellos, no obstante era férreo. Vika ayudaría siempre que le fuera posible al herido y al necesitado y podía ser que en esa playa hubiera tanto unos como otros. Al fin y al cabo, si ellos habían sobrevivido, podía haber otros que también.

- ¿San Dámasor, verdad? - Le preguntó al anciano. - Acompáñenos, sus habilidades pueden ser de utilidad.

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17/02/2020, 19:02
San Dámasor

Resulta reconfortante e inspirador estar rodeado de tantos y tan capacitados jóvenes. Su sola cercanía tiene en mis viejos huesos un efecto vivificador y contagioso que me anima a sumarme a sus iniciativas.

—Si vais a buscar su-su-supervivientes, entonces po... déis contar co-con... migo, por supuesto. Aunque no soy... no soy ningún sa-santo, solo un vi... solo un viejo.

Me siento halagado de que me pidan mi ayuda y un poco avergonzado de que se sepan mi nombre cuando a mí me cuesta mucho recordar los suyos.

—Bonitos ta... tuajes, sí, muy bo-bonitos —le digo a la muchacha de aspecto felino con una sonrisa a la que le faltan algunas piezas— Se-seguro que eres muy... muy valiente, yo nunca me he a-a-atrevido. ¿Po-podrías a... ayudarme a caminar por la arena? Tienes cara de ser buena chi... buena chica, sí.

Le tiendo mi mano para que la tome si quiere hacerlo. Estoy convencido de que es una chica muy valiente pero ahora mismo parece un poquito asustada y no es para menos después del naufragio. Yo creo que todos debemos estarlo aunque unos lo exterioricemos más que otros. Quizá un poco de contacto físico y de afecto le ayude a superar estos primeros momentos de impresión. No hay nada como sentirse útil y facilitar la vida a otros para relegar los problemas personales.

—Tú pu-puedes ayudarme a buscar su-su-supervivientes con esos ojos tan bo... nitos y yo me encargo de que se re... se recuperen pronto, ¿te pa-parece bien?

- Tiradas (2)
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18/02/2020, 00:40
Tobías

El anciano santo, o hereje, o tan solo un viejo, como él mismo se describía, pasó de largo para admirar los ojos y la piel de la mujer bestia. Y con él se fue, también, la luz. Tobías miró al hombre, después a Vika y se encogió de hombros.

Al menos, el cielo estaba despejado y la luna brillaba entre las estrellas como si estuviera hecha de fuego blanco. Lo suficiente para navegar entre los pedazos del navío sin tropezar, algo harto importante para quien había perdido una bota y arriesgaba con cada paso la integridad de los dedos de sus pies. Lo justo para no distinguir los detalles íntimos de los cuerpos que hubiese entre los restos. Si es que los hay, se dijo. Podía ver, a su alrededor, fragmentos rotos del casco, barriles desfondados, arcones abiertos y sus contenidos desparramados, pero los únicos cuerpos parecían ser los de ellos cinco.

Se dedicó, a pesar de la escasa esperanza, a caminar entre los vestigios del barco, con los ojos bien abiertos y el resto de sentidos alerta. Y si no había más supervivientes, tal vez la fortuna sí había tenido a bien arrastrar sus posesiones hasta la playa, en lugar de enviarlas a reposar en el fondo del mar.

Notas de juego

Entiendo, por lo comentado en el primer mensaje, que no hay más cuerpos en la playa, vivos o muertos, y que no es necesario tirar para encontrar el equipo.

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18/02/2020, 08:43
Narrador

La mujer tigre lanzó un gruñido bajo hacia Vika, dejando claro que no le gustaba su actitud, además de no entender qué era un naufragio. Había tragado agua de mar y estaba llena de arena, a su alrededor solo había desolación y una playa cubierta de escombros y efectos personales. Cuando el anciano Dámasor se aproximó a ella, el brillo causó cierto recelo en Eldrid, pero la actitud del hombre santo hizo que ella cambiara también de actitud. Se enderezó, sosteniéndose sobre las dos piernas, y sus "tatuajes" desaparecieron. El color de su piel se tornó rosado, pálido, y su aspecto híbrido cambió radicalmente a uno completamente humano. Sin garras, sin dientes, sin tatuajes. Solo el color ámbar evidenciaba lo que era.

Cogió la mano del viejo con mucha fuerza, tanta que casi estuvo a punto de romperle los dedos, pero se dio cuenta del error y aflojó el agarre. Sin decir nada, lanzó una mirada de reproche a Mayra, otra a Vika y una de indiferencia hacia Tobías. Dócil como un gatito, Eldrid ayudó a Dámasor a buscar supervivientes.

Recorrieron la playa en completo silencio. Sus pertenencias estaban desperdigadas por la arena, semienterradas, llenas de algas o mojadas. Pasó una hora hasta que Eldrid encontró al primero de los fallecidos, uno de los marineros de la Golondrina Plateada que el agua había traído a la costa. Había muerto ahogado, como otro de los tripulantes. No encontraron nada más, ni siquiera algún pedazo del barco más grande que un tablón o pertenencias de otros tripulantes o miembros de la expedición.

Notas de juego

-Tenéis todas vuestras pertenencias
-No hay más supervivientes

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18/02/2020, 10:13
Mayra

Tras asegurarse de que Eldrid estaba en buenas manos, y las del anciano sanador sin duda lo eran, se concentró en la tarea de recuperar sus efectos personales y todo aquello que pudiera ser útil. Tan concentraba estaba que ni siquiera se percató de la mirada de reproche de la mujer bestia. Desenterró de la arena, triunfal, un cetro tallado en madera broncínea con flejes de cobre inscritos con runas. Inmediatamente, envió parte de su poder al artefacto y el cristal que había montado en su extremo se inundó de luz azulada.

—Ast menciptakan kendala tak'kelihatan keliling mayat —dijo pellizcando entre sus dedos un retal de cuero endurecido. Sintiéndose más segura, alcanzó a Tobías y a Vika y les ayudó en la tarea.

La visión del cadáver del marinero, hinchado como el velamen del barco en mitad de la tempestad, hizo que tuviera que darse la vuelta y vomitar sonoramente en la arena. Por suerte, se había recogido la larga cabellera negra en un cola alta de caballo. Apenas recuperada, se limpió la comisura de los labios y con la garganta ardiendo por el esfuerzo del vómito, se dirigió al anciano preguntando:

—¿Podemos hacer algo por ellos? —le preguntó, suponiendo que el sabía de estas cuestiones, pues no le gustaba la idea de dejarlos allí tirados antes de llegar al campamento base y que enviaran ayuda. De lo contrario, tendrían que seguir caminando hasta que encontraran el puesto avanzado.

Notas de juego

Mayra lanza Armadura de Mago, prolongada con su cetro metamágico de prolongación menor. +4 CA por armadura, 12 horas. 

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18/02/2020, 12:37
Vika

Podemos rezar por sus almas y darles sepultura. - Dijo Vika muy seriamente. Sin ápice de duda en su voz. - Poco o nada más podemos hacer por sus cuerpos, pero sus almas lo agradecerán eternamente.

Vika se arrodilló frente al marinero muerto, posando una rodilla sobra la arena. Juntó sus manos frente al difunto y entonces comenzó a murmurar algo en tono muy bajo. Poco a poco fue subiendo el nivel de su voz hasta que lo que estaba diciendo fue audible para todos.

...velará por su alma. En lo más alto de A’Grian existe Neam, el Paraíso, lugar que habitan los dioses y seres celestiales, hogar de Mathâir. Gobernado por Athâir, quien es el que debe acoger el alma del hermano que hoy a abandonado el  Dannan, el mundo que conocemos, el hogar que Athâir concedió a sus hijos, el hogar de los hombres. ¡Te imploro Athâir, que si nada hay contrario a que éste hermano regrese a tu lado, lo acojas entre los tuyos y que tenga un camino rápido y nada turbulento y que si no debe vivir eternamente a tu lado, porque sus actos en vida fueron contrarios a tus designios, que sea Lucifer quien le acoja y castigue eternamente en Ifrinn!

Dicho aquello se puso en pie y observó la zona. Señaló entonces un punto no demasiado alejado. 

Cavemos allí su tumba... - Les dijo a sus compañeros. - ¿Una pala? - Preguntó. Desde luego ella no había visto ninguna y cavar una tumba no era tan fácil como parecía. Menos sin las herramientas adecuadas. 

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18/02/2020, 15:31
Tobías

Eran numerosos, pero no tanto como imaginaba, los restos del barco que habían acabado en la playa. A saber qué había sido del resto del navío. Tal vez la mayor parte del velero seguía a flote gracias a la magia del capitán, y ellos, que se habían encontrado en partes del barco que fueron destruidas, o que fueron arrojados por la borda, eran las únicas víctimas del naufragio.

Por fortuna, no se encontraba en esa isla desnudo y desarmado. Encajado entre dos rocas se encontraba un fardo de lona enrollada y bien atada. Tan bien atada que, cuando deshizo el paquete, comprobó que su contenido estaba húmedo, pero intacto. No tardó en enfundarse la armadura, atarse los cinturones, fundas y bolsas, y armarse adecuadamente.

No era el único, al parecer, que había tenido tanta suerte.

¿No os parece extraño que hayan llegado hasta aquí nuestras cosas? preguntó a nadie en particular. Cierto era que, cuando se desató la tormenta, estaba sentado sobre el hato que contenía todas sus posesiones, pero que le fulminara un rayo furtivo si no era una siniestra —aunque conveniente— coincidencia.

Cuando estaba dispuesto a proponer la retirada, Eldrid, que había perdido en algún momento su aspecto bestial y podía haberse hecho pasar por una humana corriente, aunque con ojos inusuales, y Dámasor encontraron al primero de los que habían sido menos afortunados que ellos.

Se llamaba Rory, dijo Tobías, al reconocer el rostro del marinero a pesar de la lividez y la hinchazón. Había jugado a los dados con él. Decía que tenía doce amantes repartidas en siete puertos, que un día, cuando la llama de pasión por el océano que ardía en sus entrañas se consumiera, se retiraría con una de ellas, compraría un pequeño barco y se dedicaría a la pesca en aguas tranquilas. Brindaré por ti cuando encuentre algo que beber.

Tan solo otro más hallaron antes de concluir la búsqueda. Otro tripulante, cuyo nombre, esta vez, desconocía.

Qué casualidad, replicó, cuando Vika pidió una pala. Metió la mano en su morral y sacó de su interior una pala de mango largo Se la echó al hombro y se encaminó hacia el lugar que había señalado la sacerdotisa para cavar el agujero de los dos marineros.

No estaba seguro de que terminar con sus restos bajo tierra fuera el destino que hubiesen elegido los marineros, pero no podían devolverlos al mar, y hacer una hoguera cuando desconocían quién, o qué, podían alertar, era una idea terrible.

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18/02/2020, 20:30
San Dámasor

Experimento una profunda tristeza cuando descubrimos en la playa los cadáveres de una pareja de navegantes. No por ellos, que ya no sufren, sino por sus familiares y amigos que ya nunca más volverán a verlos.

Al menos me queda la esperanza de que aquellos que no hemos encontrado sigan con vida. Tal vez lograran subirse a los esquifes y ahora estén a salvo en algún lugar de esta isla. Es lo que escojo creer y la fe es libre.

La jovencita morena carácter dulce parece sentirse indispuesta y no puedo evitar preocuparme por su salud. Tal vez esté enferma y es posible que haya cogido un resfriado, aunque sus ropas sean curiosamente las únicas que no están pingando. Estoy a punto de ofrecerme a examinarla cuando su pregunta me hace olvidar mi iniciativa.

—Po-po-podría... —comienzo a responder.

«Podría preparar sus cuerpos y encomendarlos debidamente a los dioses» —hubiera comentado de haber tenido la ocasión de hacerlo.

Sin embargo, su compañera rubia no tiene tiempo que perder con los tartamudeos de este pobre viejo, ni tampoco con mis laboriosos preparativos. Ella está llena de la resolución de la juventud y eso resulta admirable. Su oración es muy hermosa, aunque me suena un poco amarga. Yo estoy convencido de que no les aguarda ningún sufrimiento a aquellos que se han ido, sino únicamente a los que nos quedamos atrás, pero parece una mujer de carácter y no pretendo ofender sus creencias. En esto uno de los dos se equivoca y seguramente ese sea yo, soy muy dado a equivocarme.

Oración recitada y cadáveres despachados. Una pala... ¡Ah, la eficacia desapasionada de los que tienen toda la vida por delante! Pero no todos son así, cada joven es único y maravilloso.

—Un detalle muy bo... muy bonito ese —le reconozco al chico al que llaman Tobías, por sus sencillas y sentidas palabras—. Eres un buen mu-muchacho, sí. Se nota que lo... lo eres. Todos los sois, os lo ve-veo en los ojos.

Me arrodillo en el suelo y mis viejos huesos crujen cuando lo hago. La muchachita con ojos de gata que todavía sujeta mi mano parece preocuparse cuando lo hago, así que trato de calmarla.

—Ven, que-querida, siéntatate aquí en la arena conmigo y ca... vemos juntos, ¿sí? —le dedico una sonrisa amable y uso mi mano libre para hacer un pequeño en la tierra húmeda, mostrándole que no tiene nada que temer y que puede resultar hasta divertido—. Con herramientas o sin ellas, to-todos podemos ayudar cuando nos ne... cesitan y eso es pre-pre-precioso.

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19/02/2020, 08:58
Eldrid

Eldrid volvió a adquirir su forma híbrida cuando Dámasor le pidió ayuda para cavar. En verdad se sentía útil, se comportaba de una forma mucho más dócil de lo que Mayra había visto en la Torre y asentía a todo lo que el sacerdote de los Primeros decía. Tobías estaba cavando cuando la mujer tigre contribuyó con sus propias manos, sacando pedazos de tierra casi con la misma facilidad con la que él lo hacía con la pala. Acabó cubierta de arena por todas partes.

Mientras ellos daban sepultura a los marineros caídos, Eldrid se dirigió al mar para quitarse la tierra y acabó arrancando lo poco que le quedaba de ropa porque le picaba y le molestaba. Caminó por la playa en su forma híbrida sin tener en cuenta que estaba desnuda, agarró la argolla del cuello con ambas manos y estuvo peleando con ella durante un buen rato, rebozándose en la arena otra vez, usando manos y pies para intentar arrancarla, sin éxito. La argolla era del mismo tipo que mantenía a Caín encerrado en su celda, impidiendo en este caso que Eldrid adquiriera su forma animal. Cuando se cansó de intentar quitársela, levantó la cabeza cuando el grupo decidió dirigirse al norte siguiendo las instrucciones que Mayra tenía en un mapa que estaba un poco mojado, emborronado y arrugado. Se lanzó a correr en aquella dirección. Mayra pensó que huiría y la perderían de vista, pero a los pocos metros se detuvo en seco, regresó sobre sus pasos y se puso al lado de Dámasor para ayudarle a caminar.

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19/02/2020, 09:22
Narrador

Recogieron todas sus pertenencias y se dirigieron hacia el norte, hacia la jungla. Según el mapa de Mayra, que había estudiado la isla, las notas, la cartografía y todo lo posible para orientarse en aquel lugar, en aquella dirección encontrarían un campamento en el que poder dar aviso del naufragio, descasar y prepararse para la expedición. El mapa estaba en muy mal estado, pero todavía se podía leer, solo había que tener cuidado para que no se desprendiera ningún pedazo importante. Una X marcaba el destino del campamento, más allá había dibujado un dragón alado y las palabras "Hic sunt dracones". Más allá era territorio inexplorado.

Tardaron un par de horas en atravesar la playa. Caminar por la arena era muy difícil para alguien como Dámasor, sus viejos huesos no podían mantener el ritmo de los demás ni los costosos desniveles, pero Eldrid estuvo con él todo el tiempo y parecía que en cualquier comento acabaría cargando con él en brazos si alguien se lo pedía. A Vika también le costaba caminar con la armadura, era una tarea entre imposible y desquiciante, retrasaba la marcha del mismo modo que Dámasor. Exhaustos, alcanzaron la primera línea de los árboles.

La noche tenía sonidos diferentes a los del día y aunque Dámasor iluminaba con un brillo cálido algunos metros, la oscuridad del bosque salvaje imponía demasiado como para dar el primer paso. Eldrid se adelantó a los demás, miró hacia el interior de la jungla, evaluando peligros, olisqueando el aire, vigilando. Nadie sabía muy bien qué estaba haciendo, pero estuvo varios minutos tocando los troncos, arrancando hojas, buscando por las raíces y, al final, trepó uno de los árboles y desapareció. 

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19/02/2020, 11:48
Vika

- ¡Ia lumo fariga! - Exclamó Vika y surgió una brillante luz en el cayado con el que se había hecho para ayudarse a caminar. - Creo que es mejor llegar cuanto antes al campamento. No puede estar muy lejos, pero atravesar la selva sin luz y de noche, no es para nada una buena idea.

Dicho aquello, Vika se dispuso a seguir avanzando. Adentrarse en la selva no era algo que le hiciera mucha gracia, pero llegar al campamento era para ella algo prioritario. Mojados como estaban, tampoco le hacía gracia pasar la noche a la intemperie. No quería que una pulmonía la matara, habiendo sobrevivido a un naufragio. Si nadie se oponía, ella iría al frente de la expedición junto con Mayra y la felina, pues una llevaba el mapa y la otra sin duda la orientación. Aunque para ello, la felina tenía que regresar. Igual había encontrado algo con lo que entretenerse en la cima del árbol, una rama o un pajarito que desplumar...

¿Seguimos? - Les preguntó al resto. - Quiero llegar y ponerme algo seco...

No obstante, si la mujer gato no regresaba o la joven del mapa no se ponían al frente y marcaban el rumbo, casi sería mejor que montaran campamento allí. Pues Vika no lograba orientarse. La playa le había parecido demasiado larga y la selva, le parecía como un laberinto lleno de peligros. Pero estaba dispuesta a enfrentarse a ellos si al final le esperaba la recompensa de una cama caliente.


 

 
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