Partida Rol por web

—Habíamos prometido a las dríadas que echaríamos a las bestias de su arboleda a cambio de que la Dríada Madre mirara para otro lado y no delatara nuestra presencia exacta —le recordó Mayra a Vika, que no podía dejar una pregunta en el aire sin responder—. Y no, ese no es el Rey de las Bestias, Vika. Es más probable que sea un mago. Si está esperando a alguien, es probable que sean refuerzos. No nos demoremos más. Ataquemos ahora.

No deberían sorprenderme los dones de adivinación de Mayra pero todavía lo hacen cuando Tobías nos informa de que ha visto un hombre-toro. ¡Justo lo que ella predijo que encontraríamos aquí! Y tampoco debería sorprenderme que prefiera la vía de la confrontación al diálogo, pero me apena igualmente. Como me apena que Vika siga sin creer en un poder del que ella misma ha sido testigo en reiteradas ocasiones. El talento de ambas solo es comparable con su propio racismo fanático y su cerrazón.

—No te-te-tenemos por qué matarlos —intento razonar por enésima vez con paternal paciencia—. Si a la gente se la trata como a bestias se con...vierten en bestias. Si se las trata con personas civi-vilizadas, se puede razonar con ellas. Ya lo hemos vi-vi-visto. No son más a... animales que nosotros.

- El diálogo no siempre es la mejor vía para la paz, ni la más rápida. - Le dijo Vika a San Dámasor con tristeza en la mirada, pues bien sabía que la palabra que propagaba aquel hombre era la correcta en un mundo utópico que no existía. - Perder el factor sorpresa puede ser letal para nosotros. - Negó con la cabeza. - Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer... - Concluyó resignada mientras desenvainaba su mandoble. - ¿Estáis preparados? - Les preguntó a todos.

Adoptó entonces una posición de combate bien conocida por ella, el favor de la ley estaría con ella y combatiría hasta la muerte contra aquellos seres si no se rendían antes y deponían las armas. Además pidió a su dios que la iluminase con su favor y la protegiera de toda energía negativa que pudiera causarle daño. Estaba lista para el combate y no retrocedería ante nada. La guerra era en ocasiones, la única manera de obtener la paz.

¿Se fijó en ese hombre encadenado? dijo. El hombre al que habían dejado atrás, encadenado como cuando lo habían encontrado, más asustado de ellos que de los gnolls que lo mantenían preso. Cuando terminaran lo que habían venido a hacer al palacio, tenían que volver, liberarlo y hablar con él. Eso es lo que nos harán si les dejamos.

Tobías tomó aire profundamente y lo expulsó lentamente, tres veces, hasta que sintió cómo se razlentizaban los latidos de su corazón.

Vamos, dijo, y desenfundó la espada.

El grupo se dirigió al templo que Tobías les había descrito. No tomaron demasiadas precauciones por ser discretos, avanzaron hasta que disiviaron la construcción, un templo rodeado de columnas cubiertas de hiedras sobre un montículo. Tal y como el explorador había explicado, un minotauro de grandes dimensiones estaba allí de pie, en el acceso, con una alabarda en la mano y cubierto por una espléndida armadura de acero con el emblema de un cuerno grabado en el pectoral. Sus grandes cuernos estaban cubiertos de anillos y otras joyas, y tenía un aro de oro en las fosas nasales. Divisó al grupo y aprestó la alabarda, y lanzó órdenes.

-(Thracio) ¡Alto ahí! ¡Intrusos!

Del interior del templo emergieron dos gnolls acorazados y el ya mencionado gnoll de grueso cuerpo, entunicado y con un báculo en la mano. En el cuello portaba un colgante con un símbolo, un cuerno, similar al símbolo que llevaba el minotauro en la armadura.

-(Thracio) ¡Por los dioses! ¡Estáis aquí! -exclamó con voz chillona y alzó las manos, con las palmas abiertas, en un gesto que no era hostil sino que quería decir "por favor, no me peguéis todavía-. (Thracio) ¿Cómo habéis...? No importa, no importa. Soy Ginky, sacerdote de Melaz¹, consejero de nuestro señor Stronghoen. ¿Sois vosotros los aventureros que han... ehem... han estado en el templo de las cavernas?

Mayra alzó una mano para detener a sus compañeros a la hora de ejecutar tácticas de combate.

—(Thracio) Somos nosotros. Los aventureros y los intrusos —dijo la maga, chapurreando como podía—. Si lo ordeno, atacamos. Somos mejores y más fuertes.

Rebulló en el sitio un momento, recordando aquella Mayra de la playa que no quería tomar el mando que le correspondía a Inzalenor pese a que, quizá, le correspondía por rango.

—(Thracio) No quiero atacar —aclaró como pudo, y se señaló en el esternón—. Solo quiero recuperar a los esclavos. Humanos, como nosotros.

Señaló en derredor.

—(Thracio) Las dríadas. No las amenacéis. Vosotros fuera de los árboles. Quiero eso también.

—Sa-sa-saludos, Ginky y com...pañía. Mi a-amiga no habla muy bien vuestro idioma y puede que no se haya explicado co... correctamente —intervengo en la conversación, preguntándome de dónde sacará un tartamudo como yo la desfachatez para afirmar algo semejante—. Respetamos vu-vuestra cultura y admiramos vuestro indudable poder. Quisiéramos llegar a conocer mejor vuestra sociedad y tener con ella una relación a... amistosa y provechosa para todos en el futuro. Hemos es-escuchado que habéis tenido tratos con otros humanos que no han sido igualmente fru-fru-fructíferos para ambas partes. Nos gustaría a-ayudaros a arreglar eso si nos decís con quién po... podemos hablar para ello.

Vika no entendía que se estaban diciendo sus compañeros y aquellas bestias, pero parecía que el gnoll de las gafas parecía algo asustado. Nunca hubiera pensado toparse con un gnoll miope, pero allí estaba esa criatura, tan imperfecta como un humano. Verle usar lentes le llevó a una pregunta que quizás sólo ella se había formulado. 

- ¿Tienen estas criaturas tan arcaicas la capacidad de fabricar artefactos tan precisos como unas gafas? - Sinceramente no lo creía, pero. - ¿Y si no es así? ¿Se las habrá robado a alguno de los humanos? - Inmediatamente asoció aquellas gafas al padre de Myra. Posiblemente no fueran suyas, pero siendo un arcano como su hija, era posible que sí y aquel pensamiento fue algo así como una corazonada.

Fuera como fuera, parecía que estaban negociando con las bestias. Si esas negociaciones no llegaban a buen puerto, sellaría la paz a base de filo y sangre. Agarrando con firmeza su mandoble, miró a las criaturas de forma desafiante.

Fue providencial que el camino hacia el templo estuviese tan despejo que no se plantearan acercarse sigilosamente, y anduvieran bien a la vista del minotauro. El gnoll de la túnica al que había visto con anterioridad salió, prácticamente corriendo, para evitar el inicio de las hostilidades, y unos y otros se detuvieron antes de llegar a estar al alcance de las armas que portaban.

Por segunda ocasión en unos minutos, lamentó no conocer el idioma que hablaba la gente bestia de Thracia. No le importaba quedarse en segundo plano, en silencio, pero sentía curiosidad por lo que tuviese que decir el gnoll orondo, y que le habían llevado a evitar la lucha.

Ginky escuchó a una y a otro, sin decidirse sobre con quién debía hablar. Ella hablaba con la determinación de un conquistador, el anciano con la sabiduria de la diplomacia. Al final se encogió de hombros.

-(Thracio) Podemos llegar a un acuerdo, para eso estoy aquí, claro -comentó algo nervioso-. Las driadas no están amenazadas en absoluto, este bosque es suyo, viven aquí en paz, como nosotros.

Se aproximó un poco al grupo, escoltado por los gnolls y por el minotauro, pero sin actitud hostil o amenazante. Vika detectó enseguida la magia divina de Ginky cuando estuvo más cerca¹.

-(Thracio) Señores, si son tan amables de darme sus nombres, los escoltaremos al Palacio. Strongohen, nuestro Rey Soberano, de la Casa del Cuerno de Acero, ha oído de sus hazañas en las cavernas, y desea llegar a un acuerdo. Sí, a un acuerdo, seguro que podemos llegar a un entendimiento mutuo sobre... ehem... los túneles. ¿Qué esclavos desea recuperar, concretamente? Entiendo que su... ehem... facción, no proviene de los Calaveras. Pero, mis ojos contemplan a una Raya Negra -señaló entonces a Eldrid y sacudió la cabeza, a medio camino entre un gesto negativo y uno de disgusto-. (Thracio) ¿Es su prisionera? ¿Desean un intercambio? Bueno, solo soy un humilde intermediario. El mismo Strongohen quiere estar presente en la negociación. ¿Nos acompañan?

—Di-dicen que las dríadas están a salvo y nos invitan a... conocer a su rey —intento traducir simultáneamente a mis compañeros, lo cual resulta extenuante y hace que me pierda algunos detalles de lo que Ginky me responde—. Qui-qui-quiere hablar con nosotros en persona y llegar a un acuerdo. Y qui-quiere conocer nuestros nombres para presentarnos a...decuadamente.

»Yo soy el padre Dámasor, siervo de Rashiel —me presento, llevándome una mano al pecho y haciendo una reverencia tan profunda como mi viaje espalda me permite—. Ellos son Mayra, To-tobías, Vika, Eldric y Trunks. To-to-todos ellos, buena gente que solo desean prosperidad para Thracia. Hemos oído que quizá que los pa-pa-padres de Mayra pueden llevar un tiempo disfrutando de la hospitalidad de vuestro rey. Que-querríamos verlos, si no os importa. Los vínculos fa...miliares son muy importantes en nu-nuestra cultura.

- No podemos acudir a sus dominios sin más Dámasor. - Intervino Vika. - No podemos fiarnos de que si acudimos a sus salones, donde ellos están seguros, conocen cada lugar, tienen sus armas y a sus soldados, no acabemos siendo tan prisioneros como las personas que tratamos de liberar. - Negó con la cabeza mientras sacaba una moneda de cobre y jugueteaba con ella entre los dedos de su mano. Pidió entonces a Lucifer su gracia, para que de alguna manera le fueran revelados los pensamientos más ocultos del gnoll de los lentes. - Pregúntale, si quieres, si es posible reunirnos en algún punto neutral. En un lugar en el que nadie, ni nosotros ni ellos, representemos una amenaza para los otros y que ninguno este en clara ventaja o desventaja con respecto al otro. - Miró al anciano. - Por favor... - Añadió.

Mayra tradujo la conversación hasta ese momento y asintió a las palabras de Vika, que le parecieron muy pertinentes. No estaba segura de que Strogohen tuviera realmente tantas ganas de negociar con ellos y fuera a renunciar tan fácilmente a las obvias ventajas que proporcionaban realizar la entrevista en su castillo. Pero así se las transmitió a Ginky como pudo en su Thracio de andar por casa. No confiaba en que Dámasor fuera a edulcorar sus palabras al traducirlas.

No hizo ademán de ahondar en el tema de sus padres. Había reconocido el Detectar pensamientos de Vika y al haberlos mencionado Dámasor su imagen acudiría a los pensamientos superficiales de los presentes. La inquisidora, pensó Mayra, era a menudo tan sutil como un sacrofante haciendo un vuelo alabeado en el interior de una cacharrería. No negaba que podía ser de utilidad, pero aquella oración había sido pronunciada a destiempo, en mitad de la conversación. A juzgar por su símbolo sagrado su interlocutor, Ginky, también era divino y podía ponerse nervioso al verla conjurar abiertamente.

No esperemos que acepte, adivirtió Tobías. Por qué iba el rey a abandonar su palacio y arriesgar su propia seguridad para aplacar a una pequeña banda de invasores extranjeros. En el palacio estaba seguro y cómodo, mientras eran sus súbditos quienes se jugaban la vida en las cavernas.

Pero si aceptara... ¿El templo de Rhasiel? se pregunt en voz alta. Incluso arriba, en las ruinas. La entrada de las cavernas.

Ginky agradeció hablar con Dámasor y miraba de reojo a Mayra, a la que parecía tener más miedo que a nadie. Era un gnoll acostumbrado a gente grande y tosca como Vika, curtidos exploradores como Tobías, incluso humanos ancianos como Dámasor. Pero Mayra era de otra pasta, su mirada inteligente y que no estuviese armada hasta las cejas como la sacerdotisa extranjera le indicaba al clérigo de Melaz¹ que se trataba de alguien versado en las artes arcanas.

Tosió cuando Vika comenzó a recitar su conjuro, pero al final, lo único que acudió a las mentes de los gnolls fueron esclavos trabajando en el palacio. La imagen más clara en la mente de Ginky fue la de un anciano con aspecto erudito estudiando un mural escrito en una lengua incomprensible y la de una mujer sirviendo comida y bebida a Ginky. Al contrario que el humano que habían encontrado abajo atado y apaleado, las imágenes le mostraron a Vika que esas dos personas, si eran esclavas, estaban bien vestidas y cuidadas. 

- (Thracia) No estoy seguro de si en su cultura es costumbre espiar los pensamientos ajenos -comentó el sacerdote con un carraspeo, aunque no mostró su irritación abiertamente-. (Thracio) No importa, no importa, como he dicho, a nuestro excelso Strongohen le interesa negociar con ustedes. Si los padres de la señorita se encuentran en el palacio, ella misma tendrá que buscarlos, a fin de cuentas yo no conozco a todos los esclavos de mi señor -remató haciendo una reverencia-. (Thracio) Si prefieren negociar en terreno neutral, puedo ofrecerles el pie de este roble.

Señaló el gigantesco árbol. Era tan grande que una de las ramas ofrecía sombra al templo y la zona que señalaba Ginky a más de cien metros de donde se encontraban. Era una zona despejada frente al roble, cuyo tronco estaba rodeado por una valla de hierro.

-(Thracio) Justo ahí. Mi señor es generoso, como podrán comprobar si hablan con él.

Mayra tradujo a sus compañeros lo que había dicho Ginky antes de negar con la cabeza.

—(Thracio) Demasiado cerca de palacio —dijo, y señaló en dirección al portal—. (Thracio) Nos reuniremos en las entradas de las cavernas.

Se mordió el labio y añadió.

—(Thracio) Corvinus. Se llaman Alia y Edder Corvinus. Si están con vosotros, traedlos a las negociaciones.

- He leído en la mente del gnoll la existencia de dos esclavos bien vestidos. Un anciano erudito una mujer... - Le dijo a Mayra. - Puede que los tengan en consideración. Puede que los consideren esclavos más valiosos que el resto de humanos. ¿Y si fueran...? - Miró a la arcana, pero no acabó la frase. 

Entonces la conversación en thracio continuó y cuando Mayra tradujo, Vika asintió con la cabeza. Su postura era la correcta. Si el rey realmente tenía intención de llegar a un acuerdo, tendría que mover el culo y reunirse en un lugar neutral de verdad, como el que Mayra había propuesto.

—Le puedo a-asegurar que no leo sus pensamientos —le garantizo al portavoz gnoll, confundido por su afirmación—. De hecho, no sabía que nadie...

La confesión de Vika interrumpe mis excusas y no puedo evitar mirarla con una mezcla de asombro y silencioso reproche.

—Le... le pido disculpas. Eso no es muy con...siderado. A mis a-a-amigos les preocupa, con buen criterio, abusar de la hospitalidad de... vuestro rey. ¿Po-podríamos encontrarnos con él en el templo de Rashiel? Como se...guidor del ángel del viento, lo consideraría un gran gesto por parte de vuestro se-señor y un augurio muy fa... favorable para nuestro provechoso acuerdo.

El gnoll había aceptado la reunión fuera del palacio, pero todavía cerca. Y si aceptaban también que el rey se desplazara más allá, hasta un lugar que no estuviera bajo su control, qué querría decir. Tobías trató de imaginarse en la piel del señor de las gentes bestia de Thracia. Qué llevaría a un alguien que debía considerarse supremo, y que de hecho lo era, en su territorio, a exponerse de esa forma.

Puede que no sea una trampa. Que quiera hacer un trato con nosotros, especuló. Que los quisiera utilizar. Tal vez, esa era la razón por la que no había dificultado su regreso con guardias y vigilantes en las cavernas superiores. Pero no podemos arriesgarnos.