Partida Rol por web

Chester ¿Que te ha ocurrido?—preguntó mas con curiosidad que con preocupación, puesto que se veía claramente que la herida no revestía ninguna gravedad y que el muchacho, salvo por una extrema palidez -probablemente por el esfuerzo de subir la última cuesta en bicicleta, meditaba el hombre-  parecía estar bien.

-Una caída con la bici. Estaba con mis nuevos amigos, y unos matones empezaron a perseguir a una de ellas. En la huida me caí, igual que la chica, pero por suerte pude volver a montar en la bici y sacarla de allí-dijo el chico, mientras comía. Sin embargo, era evidente que seguía preocupado. Y con todo lo que había pasado en el día, no era para menos. 

¿Chica?

Los sacerdotes intercambiaron una mirada entre sí con media sonrisa pero no dijeron nada. Estaba claro lo que pensaban... aunque no fuese del todo cierto. Sin embargo no sacaron más el tema puesto que no querían incomodar al chico. Hiciste muy bien ayudandola Chester. El señor protege a los que ayudan a los demás. Por cierto Chester, ¿cuando quieres ir a ver a tu hermano? ¿Mañana?, ¿pasado?...

-Pasado mañana estaría bien, mañana he vuelto a quedar con mis amigos. Pero no todo fue bueno ayer. También supimos más del chico que apareció muerto. Es el hermano pequeño de otro chico de la escuela, amigo nuestro. Era muy pequeño-dijo Chester, algo triste e inquieto al recordar aquello, tanto lo que había dicho, como otras cosas que callaba. 

Sin embargo, procuró seguir comiendo para ocultar todo aquello. Los sacerdotes no le habían creído con lo de la capilla. Podría haber sido cosas de los vapores, pero algo allí no estaba bien, algo allí no acababa de encajar. Aunque sólo fueran las mismas risas al cruzar el puente. 

La cena terminó con la tranquilidad habitual en el monasterio y Chester se fue a la cama. Mientras daba vueltas tratando de coger el sueño -nunca pensó que añoraría los ronquidos de su compañero de cuarto- todo fue convirtiendose en una especie de neblina negra. El niño se removía inquieto pero casí no podía moverse, tal era el dolor del golpetazo que se había dado. Finalmente, la niebla se convirtió en oscuridad...y la oscuridad en silencio. Ni las moscas y mosquitos que acostumbraban a zumbar debido al húmedo ambiente del monasterio parecían dignarse a hacer ruido alguno. Y entonces Chester lo oyó. Quizas fuese un sueño, quizás no, pero oyo con claridad una voz que no podría definirse ni como aguda ni como grave, ni como alta ni como baja...una voz que no tenía forma, una voz que no tenía sonido. La voz denotaba sarcasmo pero también rencor, como si hubiesen hecho algo que no le hubiese hecho ninguna gracia.

"Sereís los siguientes... Nadie me impide alimentarse... sereís los siguientes"

En aquel momento, Chester se vio en un sitio que le era familiar....era los Barrens pero estaba inundado, inundado por un líquido rojo y había algo que se acercaba a él algo serpenteante y reluciente, pero no era ni una serpiente ni un gusano, con alas, pero no parecía un dragon. Era un ser entre serpiente y tigre con alas, sin llegar a ser ningun animal concreto. Un ser informe que se acercaba poco a poco hacia él.

"Ésto no puede estar pasando... Tiene que ser una pesadilla" pensó Chester, mientras su visión se aclaraba, encontrándose en aquel lugar. Y aquello...

"¡No! No es sangre, no es sangre, no es sangre... No lo pienses, por que no lo es..."

Entonces ésa cosa apareció. El chico se quedó paralizado por unos segundos, sin saber muy bien que hacer. Pero cuando pudo recuperar más o menos el control, lo tuvo muy claro: no sabía que era éso, ni que intenciones tenía para con él o cualquier otro. Pero lo que sí sabía es que no tenía intención de quedarse a averiguarlo.

Y empezó a huir, corriendo por los barrens, alejándose de aquella cosa. 

Mientras huía del terror reptante, Chester procuraba no mirar atras. El aleteo de las alas y el sonido del ser reptando entre el liquido rojo -Chester no estaba realmente seguro de que fuese sangre... era un líquido sin ningun tipo de olor, quizás fuese sangre pero de ser así estaría diluido en miles de litros de agua- era realmente estremecedor. Finalmente Chester se atrevió a mirar por encima del hombro y comprobó que el ser le perseguía batiendo las alas en las zonas donde había demasiada agua y deslizando su brillante vientre donde tan solo había barro.

Mientras corría, el niño tropezo con una piedra y cayó a plomo en el suelo, en una zona donde había un gran socavón de forma totamente circular. El niño se levantó y vio que el ser se abalanzaba sobre él. Cuando ya se preparaba para su final, el peculiar ser se vio repelido por una extraña fuerza. Rabiosamente dio vueltas alrededor del circulo  emitiendo un gorjeo que recordaba al de un animal ahogandose.

Robasteís mi presa... Ahora TODOS sois mi presa

El miedo pudo más que la razón y Chester se desvaneció...despertandose en su habitación.

Chester se incorporó en su cama jadeante y sudoroso, con los ojos abiertos como platos. Tardó en darse cuenta de dónde estaba, y aún cuando lo hizo, su corazón tardó un buen rato en volver a latir a un ritmo normal. 

"Qué pesadilla más extraña... Demasiado extraña... Desde hace unos días, pasan demasiadas cosas raras. Espero que todo sea cosa de mi imaginación. Sí, tranquilízate... Sólo puede ser éso. ¿Qué más va a ser? ¿Acaso te está persiguiendo un monstruo que quiere comerte?" pensó Chester, riéndose ante aquel pensamiento. Pero el tono de su risa, más nervioso que confiado, dejaba claro que el niño no tenía tan claro ése razonamiento. Que estaba empezando a pensar que sí ocurría algo malo. 

Sabado

Finalmente, Chester volvió a dormirse, aunque tardó varias horas en lograrlo. Durante la noche se destapó incosncientemente y se volvia a tapar, moviendose incontroladamente a causa de las pesadillas. Varias horas después, al amanecer el chico volvió a despertarse, con el sonido de los cuervos graznando en la ventana. Aquellos animales rondaban muy a menudo por el monasterio ya que estaba cerca de un bosque y no era extraño verlos picotear algun fruto de los árboles.

Chester tardo en terminar de espabilarse al despertar. No había sido una buena noche, y estaba bastante cansado. No era para menos, dado ese sueño tan extraño, que sin duda le había seguido perturbando toda la noche. Pero era hora de ponerse en pie y empezar el día, y más hoy, que había quedado de nuevo con sus amigos. Aunque le costó, el chico consiguió despegarse de las sábanas, y tras estirarse perezosamente, se asomó a la ventana para ver que día hacía, antes de ir a desayunar. 

El día era soleado y tenía pinta de ser uno de los típico veranos de calor insorportable del estado de Maine. Sería mejor ir con ropa fresca y una gorra para protegerse del sol. Y llevar bastante agua, aunque en la ciudad había varias fuentes y seguro que alguno de los chicos llevaba refrescos. Pero más valía prevenir. Chester bajo a la cocina, con el sueño dandole aún vueltas en la cabeza. Por un lado le aterrorizaba pensar siquiera en los Barrens pero...por otra parte, el mnstruo de su sueño parecía repelido por una zona concreta del lugar. Igual daba, el sueño había sido terrorifico y no quería pensar en él. Cuando bajo a desayunar a la ahora polvorienta cocina, debido a las obras, aún quedaban un par de sacerdotes desayunando

¡Buenos días Chester!

-Buenos días-respondió Chester, mientras se servía un cuenco de cereales y terminaba de despejarse, con el sueño aún rondando por la cabeza. Había sido extraño, pero más raro le parecía que no consiguiera olvidarse de él. Claro, que lo mismo era por que prácticamente acababa de despertarse, así que siguió intentando olvidarse del asunto. 

Chester recordó entonces que había quedado pronto, por la mañana y que tendría que hacer un bocadillo para ir al lugar donde había quedado con sus nuevos amigos. El niño miró perezosamente, pues aún estaba cansado a su alrededor y decidió que era hora de preparar algún bocadillo.

Cuando los primeros cereales caían en el bol, Chester recordó que no tenía mucho tiempo. Rápidamente devolvió la caja al armario, y tras comerse sin leche los cereales que habían salido de ésta, se preparó rápidamente un par de bocatas.

-No me acordaba de que había quedado pronto-dijo el chico, como disculpa-no sé donde tengo la cabeza...

Pero sí lo sabía, y muy bien. Cuando los bocatas estuvieron preparados, subió rápidamente a su habitación, se vistió y cogió una mochila con un par de botellas de agua, donde dejó también los dos bocatas. Al volver a bajar, se encaminó fuera a por la bici del padre Angel.

-Me voy ya, volveré luego-dijo, despidiéndose de los sacerdotes, y sonriendo ante la perspectiva de pasar un día con amigos. Pocos minutos después, estaba ya de camino, pedaleando a toda velocidad. 

Aún no había terminado de dar los dos últimos bocados de su plato Chester cuando, el padre Angel se acercó a él con su paso nervioso y rápido. Ciertamente era un hombre con aspecto de necesitar un respiro espiritual o unas vacaciones. En el tiempo que llevaba allí el niño, pocas eran las veces que le había visto tranquilo.

Mañana es el día de visitas a la prisión. Hemos preparado un paquete para que lleves a tu hermano.

-Muchas gracias, padre Angel. ¿A que hora iremos?-preguntó el chico, deseando poder saludar a uno de sus dos hermanos y hablar un rato con él. A pesar de lo que hizo, él sabía que era bueno y que no merecía estar ahí. Pero no podía hacer nada. Nada aparte de rezar por él, e ir a verle todo lo que podía. 

Por la mañana, para que tengas más tiempo de hablar y estar con él. Por cierto, hace mucho que no vas a ver a Albert ¿no? Cuando vayas puedes decirle que se pase. Tenemos algo de trabajo para el con la vieja caldera. 

El chico asintió antes de contestar.

-Claro, me pasaré después a hacerle una visita, y le pediré que se pase por aquí a echar un ojo. Seguro que lo hará encantado, padre Angel. 

Chester no tenía ninguna duda de que así sería. Su hermano no era capaz de mantenerle, y por tanto estaba muy agradecido a los sacerdotes por poder hacerse cargo de él.