Partida Rol por web

 Gabriel se mueve agilmente. Logra esquivar el sable de uno de los ladrones que le atacan. Pero al moverse se encuentra frente al sable del cuarto ladrón,  tan cerca que le es imposible pararlo y esquivarlo.

 Gabriel recibe el sablazo en la cabeza. La hoja corta la carne y el cuero cabelludo desde la sien, descenciendo al lado del ojo. Apunto estuvo de perderlo. Apunto estuvo de tener mayores problemas, pero la herida es superficial. Empieza a sangre pero no hay de que preocuparse.

 - A tomar por culo... me habeis cabreado.

 Gabriel cambia la maza de mano, sosteniendola con la izquierda. Y como un rayo desenvaina la escopeta de combate. Un arma mortifera a distancias cortas... y ahora está a distancia muy corta. Apunta al ladrón que le rajó la cabeza. El cañón de la escopeta, a apenas centimetros del vientre del ladrón, comienza a vibrar. Un sonido mecánico comienza a surgir del arma, que está metiendo un cartucho en la recámara antes de disparar. El sonido característico de la mejor escopeta que pueda existir. Una mortífera escopeta de combate. Entonces el ruido del tiro ensordece el callejón. El cartucho sale disparado, impactando cruel en el vientre del hombre, en el que seguro abrirá un buen boquete.

El disparo de escopeta suena atronador en mitad de aquella cerrada calle, lo extraño es que nadie acude a las ventanas, nadie se asoma, nadie quiere ver ni quiere oír nada.

El pobre diablo que esta noche pensó que podría hacer un buen negocio, con este extranjero, debió pensarlo dos veces, quizás lo pensaba, mientras sus pies se separaban del suelo y comenzaba a volar los 2 metros que recorrió mientras todos sus órganos fallaban, lacerados por las terribles postas. La sangre salpicó a sus compañeros y esto provocó que uno de ellos (ladrón 2) se despegara del combate, con la cara manchada de sangre y restos de carne, dando arcadas por la impresión.

En ese mismo momento, el ladrón que se encontraba apartado lanzó un nuevo disparo contra el tipo que estaba acabando con sus compañeros de "negocio" apuntando. El proyectil surcó el aire y todo parecía detenerse por un instante, viendo como giraba sobre si misma y como impactó en el pecho y quedó ahí clavada, en el blindaje.

El ladron que antes habia lanzado un barrido con el sable, vuelve a intentarlo y vuelve a falla, fiel a si mismo. Mientras tanto su compañero intenta recomponerse tras ese ataque de asco, y lo consigue, logra evitar que las arcadas acudan de nuevo a su garganta y lanza un ataque a lo loco contra Gabriel, al precipitarse falla por completo.

 Gabriel recibió el impacto, pero ni le movió del sitio. No es el único impacto de bala que recibe en su vida, y esa pistola era particularmente débil. Aún así, perdió la respiración durante un segundo. Segundo que, al disparar, le hizo errar el tiro. La bala surcó el aire, casi rozando el cuello del ladrón que había disparado, e impactando finalmente en la pared de un establecimiento.

 - Mierda... largaos de aqui.... si no quereis que os reviente las tripas. - Entonces Gabriel guardó, junto a su pernera, en la vaina que pendía de su cinturón, la maza conmocionadora... y empuñó la escopeta con ambas manos. Ahora no fallaría... El arma vibraba y sonaba mecánico. Debía tener algún tipo de mecanismo que la hiciera tan mortifera... - No os lo repetiré dos veces. - Gabriel accionó la recamara para sacar el cascillo del cartucho que había lanzado, rebotando éste en el suelo...

El hombre de la pistola parece que a estas alturas de la pelea está terriblemente asustado, no pensaba que la cosa iba a llegar tan lejos, ni se lo imaginaba, jamás pensaba que iba a entrar en juego una escopeta de combate... ese arma... desequilibraba todo. Ahora solo tenían una salida, o lo mataban o morían. Con las dos manos temblorosas el hombre apunta su arma contra el extraño ultra-mundano y aprieta el gatillo. La fuerza de la desesperación hace que el tiro sea perfecto, un disparo a corta distancia, a la cabeza.... Ni el mismo sabe como ha sucedido, pero así ha sido. El proyectil roza el cráneo del guerrero, el cual salpica la pared con la sangre de la herida.

Con renovado valor, los 2 asaltantes restantes vuelven a lanzar tajos contra su agredido. Pero fallan, jamás se habían imaginado que buscar alguien a quien dar el palo esta noche les fuera a costar como mínimo un miembro de la banda y tanto esfuerzo y sufrimiento. La imagen de su colega, tendido y evacuando toda su sangre por los adoquines, recorre sus mentes en un fugaz recordatorio de lo que les espera si no acaban con este tipo.

 Como si fuera vaticinador de la muerte. Un angel oscuro. Un espíritu salido del inframundo para llevarse las almas de los desdichados, el atronador sonido del disparo del líder de la banda ensordeció en callejón. Mas no solo con eso, impactó de lleno en una sien del joven. Durante un momento el joven lo ve todo negro. Alza una mano, temblorosa, para intentar cortar la hemorragia, pero es inutil. Y los ladrones debieron de saltar de alegría. Tal vez sonrieran. Eso Gabriel no lo sabía. Lo que si sabía es que seguia vivo. Seguia vivo después de un tiro que hubiera matado a cualquiera. Aquello era una señal. Y algo así un leal siervo del Emperador no lo desaprovecharía.

 Ante la atenta mirada de los atónitos ladrones, el joven no cayó al suelo. Todo al contrario, se limpió la sangre de la frente con el dorso de la mano y alzó la escopeta en dirección al hombre de la pistola. Entonces sí lo vio. El miedo en los ojos del hombre. Gabriel sonrió como muy escasas veces sonreía. Levantó, con el dedo pulgar, una pestañita rojiza, la que cambiaba el modo de disparo a semi-automático.

 - Espero que hayas pedido perdón por tus pecados... - Murmuró el joven, como si fuera de los que imparten justicia y muerte en nombre del Emperador.

La primera salva de postas voló hacia su objetivo, e impactó en la cabeza del hombre, aquello le hizo echarla hacia atrás, mientras quedaba parcialmente desgarrada, la segunda, que rápidamente precedía a la primera, se estrelló con igual fuerza contra los restos de rostro del hombre, destrozando como si una sandia madura fuera, lo que hasta ahora se mantenía con una estructura encefálica. La tercera salva impactó contra el hombre a la altura del cuello y pecho, y lo elevó con el ya impulso acumulado un metro del suelo lanzándolo sobre la hacer, tras volar cierta distancia... Todo había quedado impregnado de sangre, restos de cráneo, cerebro…

Era un matadero.

Los 2 ladrones que aun se mantenían en sus 13, se quedaron petrificados ante lo que a su líder le había hecho aquel ser, que parecía había salido del inframundo. El primero de ellos se mantuvo con férrea decisión en su sitio, pero el otro ladrón no aguantó aquello y salió huyendo calle arriba al refugio de la taberna.

El hombre que se mantuvo le lanzó otro barrido de sable, al parecer solo había aprendido los ataques básicos de guadaña, pero fue suficiente, o eso parecía.

 Gabriel jadeaba. Sólo se permitió un segundo de descanso cuando el otro ladrón, el que no había huido, le lanzó una estocada con su sable. Desgraciadamente... llegó demasiado tarde. Aunque alzó la escopeta para parar el golpe, el sable impactó de lleno en su cuerpo.

El corte del sable es minimo debido a que las protecciones del guerrero son poderosas, ahora ese pequeño y vulgar atracador, está solo frente al peligro, una mala situacion.

- No debisteis hacer eso.... - Dijo Gabriel antes de apuntar hacia el vientre del hombre, que tenia literalmente encima.

 Entoncea accionó el gatillo del arma. La corredera comenzó a sonar, traqueteando. Pero solo se escuchó un click que hizo al ladrón encojerse. La escopeta se encasquilló. Gabriel se sorprendió... mal momento para encasquillarse. Vio al ladrón sonreir, mirar a Gabriel con ansias. Seguro que iria a clavarle el cuchillo en la garganta. A esta distancia no sería dificil. Entonces la corredera volvió a sonar. Gabriel volvió a sonreir y, uno tras otro, tres cartuchos salieron del cañon destrozando al pobre diablo que había osado intentar robar al regulador.

El otro enemigo corrió la misma suerte que el resto, muerto debido a un tremendo desgarro... Los bajos fondos de esta colmena jamás habían visto semejante atrocidad, o al menos no desde aquel asesino en serie...pero eso no venia al caso. La muerte del hombre fue tan inevitable como el destino al que accedió al nacer en semejante pobreza.

El último de los atracadores, corría hacia el bar mientras grandes chorretones de lagrimas recorrían sus mejillas, no era más que un crio, no debía tener más de 15 años estándar... pero había elegido una mala vida.

 -¡Eh! ¡Chico! ¡Te daré tres tronos si vuelves aqui! No soy de los malos. No mato por la espalda ni a niños indefensos. Soy un miembro del Adeptus Arbites, un siervo leal del emperador. Si vienes no dispararé. Pero si sigues corriendo... correrás la misma suerte que tus compañeros. Y no quieres eso, ¿verdad?

 Y era verdad. Gabriel había alzado la escopeta. Pegado la culata a su axila y estaba apuntando a la espalda del muchacho. Le dio una oportunidad. Solo los asesinos mataban por la espalda, además, el niño había recapacitado. E incluso aún era pronto para él. Todo el mundo merece una segunda oportunidad.

 - Vuelve... No seas tonto... te brindaré una oportunidad de ganarte la vida honradamente. No volverás a pasar hambre, ni necesitarás robar. Pero no des un solo paso más hacia esa cantina. No seas tonto chaval...

 Negociaba como muchas otras veces había hecho. Intentando convencer al delincuente de que soltara el arma, de que no se tirara por el balcón... han sido yo tantas detenciones que apenas recuerda alguna con claridad.

El chaval aterrado llegó justo a la puerta de la cantina, y se detuvo, desde luego parecia reflexionar sobre la posibilidad de salir de la miseria, y en el momento oportuno se dio la vuelta hacia el arbitres y con voz firme dijo:

!!! Así es como un busca muertes MUEREEEE !!

Y sacando una pistola automatica como la de su lider de la chaqueta, abrió fuego contra aquel desconocido que habia desarbolado en 3 minutos la cupula de su humilde organizacion. La reaccion del joven no pilló de improvisto al arbitres, pero tampoco pudo hacer nada por evitarlo, el proyectil salió volando hacia el, e impacto con un sordo ruido. La bala penetró la armadura e infligió gran daño sobre el arbitrador.

Gabriel recibió el impacto de la bala que le atravesó la armadura. Sintió como se quedaba sin respiración. Cómo la bala penetraba en su cuerpo desgarrando y fulminandolo. Pero quien diga que Gabriel es uno más de los millones de humanos desperdigados por toda la galaxia... Miente. Aún estaba en pie... y apretó el gatillo de su escopeta disparando, otra vez, una salva de tres cartuchos que impactaron en el niño... pobre niño. Eligió el camino equivocado.

 - Elegiste mal... chaval.... muy mal..... - Dijo entre dientes el joven arbites. Era la primera vez que se veía tan al borde de la muerte.

El impacto es indescriptible, las postas lanzan a través de la puerta del bar, que se abre y después queda pulverizada por las cientos de postas que persiguen al chaval... Al abrirse la puerta, escapa del tugurio una fuerte música, con razón no han oído nada del exterior, pero la música cesa inmediatamente tras lo ocurrido, un cadáver destrozado ha atravesado el umbral... y de dentro del bar llegan voces:

!!! Pero que cojones!!! !!! MIERDA TIOS!!! ES UN BUSCA MUERTES!!! Algún cabron ha matado a uno de nuestros hermanos, mirad, es un novato, uno de los novatos!! ALGUIEN HA MATADO A SANGRE FRIA A UNO DE NUESTROS HERMANOS NOVATOS!!!

El bullicio aumenta en el bar, sonando ruidos de armas de filo al desembotarse. Para tus adentros piensas que más vale salir de allí volando, antes de que no puedas contener la situación.

 Antes de que el chaval atravesara, totalmente destrozado y convertido en una masa pulposa de sangre, las puertas de la taberna, Gabriel ya se había dado la vuelta. Había encontrado fuerzas, las últimas que le quedaban, para escapar de allí corriendo. ¿Cómo se enteraron? Tal vez fuera en el momento en que el chaval atravesó las puertas de la taberna. O quizás fuese por el grito de una mujer cuando, al atravesar el chaval las puertas de la taberna antes de recibir el segundo cartucho, saltaron sobre ella restos sanguinolentos y pulposos... Pero sea como fuere, el ruido de hombres y mujeres deseosos de venganza le llegó a Gabriel cuando ya estaba alejado lo suficiente de la taberna.

 Por suerte era noche cerrada, y no es que se gastaran mucho en alumbrado público. Eso, junto con lo angosto de callejones y la cantidad de éstos, ofrecieron a Gabriel el escondite perfecto en el que pasar desapercibido. Al lado de unos exportones de basura que hacía mucho tiempo que nadíe se molestaba en vaciar. Su traje se mimetizó perfectamente. Tal y como dijo el vendedor. Eso, sin duda, le salvaría la vida... no solo una vez. Gabriel se acurrucó para cerrar los ojos, abrazado a su arma. Cuando se hubo calmado su cuerpo reaccionó, lo notó. Nunca lo había notado con tanta intensidad. Esta vez casi dolía... Tal vez fuera debido a que los potenciadores sanguíneos, a su manera, luchaban contra los cuerpos extraños que estaban alojados en el cuerpo del joven Regulador.

 Pero hicieron su trabajo. Gabriel sentía que poco a poco dejaba de sangrar. Que la vida no se le iba a escapar, al fin y al cabo. Que era afortunado. Tal vez fuera heredado de familia... o realmente el Emperador había previsto para él un futuro importante y evitaba que el joven muriera antes de cumplir su destino, sea cual fuere. Lo cierto era que se estaba recuperando a marchas forzadas... Pero Gabriel sentía que aún pasaría un tiempo antes de recuperarse completamente. No moriría, eso era un logro. Pero las balas... habían destrozado demasiado como para que, normalmente, un cuerpo lo aguante. Raro era ya que Gabriel continuase con vida.

La noche transcurrió larga e intranquila, había ruidos por todos lados, voces de hombres, de mujeres, ruidos de vehículos, patrullas, patrullas de bandas callejeras, en busca del responsable de aquellas 4 muertes callejeras. Desde tu callejón, solo veías el resplandor de las antorchas que iban y venían, y estabas tan agotado que igual te daba si te encontraban. Por hoy ya había sido suficiente trabajo, así que quedaste profundamente dormido.

A la mañana siguiente todo parecía normal, los ciudadanos abarrotaban las calles, los puestos ambulantes ofrecían sus artículos, y las peligrosas bandas callejeras, que posiblemente serian más nocturnas que diurnas, se habían desmaterializado. Las calles presentaban el típico ajetreo de un domingo de mercado, con todo el mundo vendiendo, ofreciendo, voces altas, gente discutiendo, algún altercado entre señoras que se disputaban alguna tela digna de llevar a casa....

Te despiertas y caminas hasta la boca del callejón, observándolo todo....