Partida Rol por web

Lord Wardrieu,

Tengo ganas de escuchar una famosa historia que usted mismo protagonizó. Me refiero a aquella en que consiguió vencer a la flota Turca sin más arma que una cuchara de postre.

- jijiji

El ujier rie a escondidas. Parece ser que también conoce la anécdota de Lord Wardrieu.

Lord Wardrieu cambia de puesto con el Marqués de Barnie, perezosamente sube y se apoya en el atril que Ludovico plantó en su habitación con objeto de ver bien a quien está contando la historia en cada momento.

- Vaya, vaya, - empieza sonriendo - esa si que es una historia vieja; por aquel entonces era muy joven, muy osado... o directamente despreocupado por las posibles consecuencias de mis actos, o incluso por mi propia vida.

Lo que usted quiere hacerme recordar y contar, ocurrió en la batalla de Navarino*. En teoría tropas francesas, rusas y británicas iban a luchar conjuntamente contra Turquía, y sus aliados egipcios.

Pero, como no puede ser de otra manera, con los franceses no se puede contar, y los rusos... vaya, parecen franceses. - ríe.

Llegué antes que las flotas, pues mi misión era infiltrarme e inutilizar el mayor número posible de barcos, antes de la batalla propiamente dicha. Pero, como espía, o simplemente como mentiroso, jamás me pude ganar la vida, osea, que me pillaron. El problema es que se dieron cuenta cuando estabamos en la bodega de uno de los barcos comiendo, e intentaron venir a por mi en ese momento.

Escapé por muy poco, cogiendo lo único que pude de la mesa, un tenedor, un cuchillo, y una cucharilla antes de salir por uno de los ojos de buey y echarme al mar. Por desgracia tube que abrirme paso hasta él, asi que perdí el cuchillo cuando se lo lancé a uno de mis perseguidores, a quien sólamente le dio en una pierna, pero fue suficiente como para frenar su avance. Aun escapando, me dispararon varias veces, y de hecho me acertaron en el brazo izquierdo. - Mientras dice esto se quita la chaqueta, la dobla dejándola en el atril, y dobla sobre si misma la manga del brazo izquierdo para mostrar una pequeña pero fea cicatriz.-  Al ver tanta sangre en el agua, y el correr del tiempo sin que yo saliera a la superficie, me dieron por muerto.

El tenedor lo debí perder al echarme al agua, asi que sólo me quedó la cuchara de postre. Cuando salí del agua, me quité la camiseta mojada, la rasgué y me vendé con ella el brazo herido.

Mientras ésto pasaba, las tropas aliadas estaban empezando a llegar y a ponerse en posición para después entrar en la bahía, en la cual estaban posicionados los turcos en el centro, y los egipcios en las esquinas, asi que me dirigí hacia uno de los barcos que estaban en una de las esquinas de la herradura que habían creado como formación, pensando que la información sobre mi no había podido llegar aún a todos los barcos, pues evidentemente yo pensé que seguirían buscándome. Me equivoqué. Y no, la información no había llegado más que a los capitanes.

Con un egipcio del que por entonces fingí ser amigo, varié el rumbo del barco en cuestión, argumentando que eran órdenes que traía de los jefes, y dejé los cañones apuntando hacia el centro de la formación turca. Después, corrí hacia la otra punta de la bahía para hacer lo mismo con el otro barco, ya que si debilitaba las esquinas de la formación, sería fácil para las tropas aliadas ganar la batalla, pues los barcos más fuertes es donde estaban, en las esquinas.

¿Dónde iba? Ah, si... Corrí por la playa, en la que había marinos descansando, otros comiendo, otros haciendo deporte... al menos así era hasta que llegó uno de los tenientes para mandarles corriendo a los barcos. No me reconoció, pero al verme correr para un barco que en teoría no era el mío, me ordenó que me esperara con él, y le explicara qué estaba haciendo, pero yo no podía perder tiempo asi que aprovechando lo único que podía utilizar como arma, me acerqué a él, y sin que lo viera, se lo puse en la espalda, amenazándole como si de un cuchillo se tratara.

Con él, y por añadidura, con la cuchara, me dirigí al barco al que estaba ya llegando. Y como ya las tropas aliadas estaban entrando a la bahía, le hice ordenar que empezaran los disparos tras variar también la posición de los cañones para apuntar a más barcos turcos. Nadie le llevó la contraria, ya que aunque en teoría los egipcios y los turcos eran aliados, muchos de los marinos egipcios no querían más que largarse a casa, y lo hicieron, a su casa celestial... En fin, que como nadie le llevó la contraria, los primeros barcos en caer fueron los turcos, quedando varios de los egipcios casi ilesos, pero éstos al ver el percal, decidieron sacar la bandera blanca, y rendirse, por lo tanto, no fueron destruidos.

Yo, logré salvarme por muy poco, pues no todos los miembros de la flota británica me conocían, y cuando intenté subirme a uno de nuestros barcos, casi me matan. Por suerte subí utilizando al teniente, que era un estrecho amigo y colaborador de Tahir Pasha. De hecho, fue un prisionero de guerra, hasta que por fin se aceptó el armisticio deseado.

Desde entonces no voy por Turquía, ni por Grecia en realidad... debería concertar un viaje de placer, ¿no creen? - dice dirigiéndose a los atentos oyentes, como final de su historia. Se ata bien la camisa y se pone la chaqueta con un gesto con el que se nota que está destemplado... la edad, que no perdona.

Interesante historia. Pero explicadme como es posible que os descubrieran en una bodega. Por lo que tengo entendido cuando vos llegasteis (a caballo, segun me informaron), no habia barco alguno, ni amigo ni enemigo, por lo que esa supuesta bodega, era en realidad el sótano de un bar de alterne de la zona. Y el ojo de buey por el que escapasteis no existe ni existió jamás.

Podeis responder a esa duda mia?

- Chelín aceptado señor marqués. Mas Lord Wardrieu parece algo dubitativo.

Alteza Lord Wardrieu,

Teneis algun problema con mi pregunta. No era mi intención poneros en tal aprieto, pero cuanto mas callais, mas curiosidad me entra por la respuesta.

Espero no esperar demasiado.

Lord Wardrieu mira al Marqués de Barnie con cara de pocos amigos...

- ¿En un club de alterne? Puedo afirmar sin ninguna duda que he tenido la suerte de nunca necesitar entrar a un lugar de ese tipo para poder encontrar compañia, aunque entiendo que hay hombres que no lo consiguen de otra manera, ¿no Marqués?

De esa pregunta que usted me ha formulado, el único dato real, es que yo llegué a caballo, pues cuando recibí las órdenes de ir hacia la batalla, me encontraba en una pequeña ciudad de Grecia, no en mi tierra natal.

Una vez llegué a Navarino no tube que esperar a ningún barco, pues ya estaban posicionados allí, sólo tube que convencerles de que era aliado suyo, lo que hice sin ningún problema gracias a mi gran conocimiento de idiomas y dialectos, que es la razón de que viajara a Grecia tiempo antes, pues siempre me ha gustado aprender el idioma en su tierra de origen.

¿Alguna otra duda?

Bueno, la verdad que ahora no se si sigue siendo un club de alterne. Pero un edificio portuario sí que era. Y para demostrarlo a vuestras propias palabras me remito...

"Llegué antes que las flotas, pues mi misión era infiltrarme e inutilizar el mayor número posible de barcos, antes de la batalla propiamente dicha. Pero, como espía, o simplemente como mentiroso, jamás me pude ganar la vida, osea, que me pillaron. El problema es que se dieron cuenta cuando estabamos en la bodega de uno de los barcos comiendo, e intentaron venir a por mi en ese momento."

Llegué antes que las flotas nos comenta. Por flotas, entiendo todas. Pero también lo se por la explicación del subalterno Jack, que recordareis, segun el mismo me comentó, por la magnífica partida de cartas que hicieron ustedes dos en dicha carcel improvisada en el sotano de algun negocio portuario local.

Atentos saludos, Marqués de Barnie

- Pido disculpas por no haberme explicado correctamente, Marqués. Cuando digo que llegué antes que las tropas, me refiero a las tropas británicas y la de sus aliados. Por supuesto, turcos y egipcios ya se encontraban allí.  Y si, las partidas jugadas con Jack, son una de las razones por las que aseguro que mentir no se me suele dar bien.

Pero supongo que me dará la razón que entre "club de alterne" y "carcel improvisada en el sotano de algun negocio portuario local" hay bastante diferencia. Aún así, si que era un edificio de un negocio portuario local, pero no era nada tan glamuroso como una carcel; era un simple almacén, aunque no puedo asegurar que todo lo que allí se encontraba fuera con la debida legalidad. Sinceramente, no lo pregunté. Aparte, que por supuesto, antes de mi llegada, desconozco qué servidios podían venderse allí.

Espero haber aclarado sus dudas, de no ser así, estoy por supuesto dispuesto a seguir con esta agradable charla.

Perdon, pero cuando dice "Aún así, si que era un edificio de un negocio portuario local, pero no era nada tan glamuroso como una carcel;", acepta que no estaba en un barco tal como yo comentaba. Creo que debería coger esas monedas en vez de lanzar mas.

fEl marqués se acomoda en la silla mientras bebe de su copa con un delicioso wisky escocés

- Es cierto caballero, ¿en qué estaría yo pensando? - Lord Wardrieu mira a el ujier y le hace una señal de asentimiento para que una vez recogidas las monedas, se las pase.

- A alguna otra persona le ha quedado algúna duda sobre mi relato, o a usted mismo de nuevo, Marqués Barnie?

Oh, señor. Veo que es usted de palabra, y a pesar de este detalle, su historia sigue siendo igual de increible. Yo no tengo mas objeciones.

El nombre consejero feroz baja levemente sus anteojos para observar al marqués.

- Estimado marqués de Barnie. No sé si usted será el finalmente escogido heredero del patrimonio de los Ensenada... lo que si está claro es que apunta maneras para capitán de la guardia. No se le escapa ni una.

Aburrida d que nadie le preste atención la baronesa juega con su tocado, pero cuando de repentese ve reflejada en una tetera de plata y se da cuenta de que lo está destrozando y quedando aún más horrenda de lo normal decide poner fin a su silencio...

"Discúlpeme su distinguida señoría, he seguido con atención su estupendo relato asintiendo a casi cada uno de sus afirmaciones,pero hay algo de lo que usted ha contado que parece no encajar muy bien con lo que yo tenía entendido. ¡Este hecho además entra en clara disputa con las leyes de la termodinámica cuántica! ¿Cómo puede ser que se atacara a la flota turca con cañones y disparos cuando el material del cuál están hechos sus barcos es incoloro, inholoro, intangible e indestructible?"

Lord Wardrieu no puede evitar carcajearse después de la intervención de la Baronesa Úrsula Merclaestraiss...

- Perdóneme Baronesa, jamás pretendería reirme de usted... sino de las intenciones de los turcos por crear sus barcos "diferentes". Usted ha dicho "incoloro, inholoro, intangible e indestructible". Bueno, eso intentaron. - Parce que le va a dar un ataque de risa, pero lo contiene para poder continuar.- Lo más que llegaron a hacer fue invisible, pero refiriéndose a que no se les podía mirar de los feos que eran. - En este momento no puede evitar soltar otra carcajada, mientras mira "a lo lejos" recordando dichos barcos. - El resto... vaya, es imposible que donde hay mucho marinero, sea inholoro. Sobre su intangibilidad... si nadie pudiera tocarlo, ¿para qué serviría? ¿Cómo se montaría la gente en él? ¿Cómo lo arreglaría cuando algo fallara? Y sobre ser invencibles, por suerte, mi querida Baronesa, no fue así.

Indignada ante tales afirmaciones la baronesa se levanta y comienza a parlotear...

"Me sorprende usted Lord Wardrieu con estos comentarios... Estimo que debe estar usted haciendo estas afirmaciones fruto de su mala memoria... En primer lugar es totalmente natural que los barcos sean inholoros a pesar de estar en contacto directo con sucios marineros debido al material no poroso especial con que están fabricados. En segundo lugar, no lo había mencionado antes  porque daba por sentado que todos conocíamos el dato de que los barcos turcos son invisibles e intangibles para el enemigo, pero que pos supuesto son perfectamente vistos y tocados por sus tripulaciones correspondientes. Ahora dígame... excelencia... ¿lo recuerda ya?"

- Claro que recuerdo, honorable dama. A diferencia de usted, que en sus propias palabras "tenía entendido" como si fuera un chismorreo que le hubieran contado, yo estube alli. Y si, intentaron hacer muchas cosas con sus barcos, pero no lo lograron.

Es cierto que debido a la magia negra, crearon un barco en el que nadie más que los marineros que en principio iban a tripular en él permanentemente, pudiera subir a bordo. El problema fue que cuando murieron, desconozco las causas de sus muertes, nadie más pudo subir, asi que para tener un barco inservible... acabaron por hundirle, pues no era invulnerable.

Sobre el crear barcos inholoros, por muy no poroso que sea el especial material con que esté hecho, acabará oliendo, puede que tarde más o menos en impregnarse del olor, pero al final, lo hace.

Y sobre que los enemigos no pueden subir a los barcos... vaya, me hice pasar por un amigo, es cierto, pero subir, pude subir sin problemas.

Siento decirselo así, pero puede que quien tuviera mala memoria fuera quien le informara tan mal... o usted misma, claro.

El gato aparece, de repente, luciendo una aparatosa gorra de contable (con visera translúcida de color verde oscuro), una máquina de calcular con una larguísima tira de papel y, cómo no, con la lengua fuera. Efectua varios cálculos y tras ello anuncia:

- El envite está formado por cuatro monedas, dos de cada uno de ustedes.