Partida Rol por web

Si... lo ha dicho ante Jener... y ha invitado a todo su clan... Note como casi me faltaba el aire cuando lo dijo de una manera tan tranquila, me sentia un poco como quien compra un caballo nuevo para su hijo por su cumpleaños y se lo entrega... Pero eso solo era una pequeña parte de lo que sentia, pues ser la mujer del hijo del jefe de las tribus era un honor con el que muchas mujeres fantaseaban pero las de mi clase jamas llegaban a ello.

No sabia muy bien que hacer pero crei conveniente bajar de la yegua pues todos estaban con los pies en la tierra ya, y a mi tambien me iria bien. con la destreza que solo los de mi clan poseian con esos animales acaricie el lomo de este y baje con un pequeño saltito, quedando un paso detras de Manfred. Mirando a su hijo ahora claramente sin saber que decir.

Morded nunca había sido para nada un chico tímido o introvertido, pero al escuchar eso de sopetón se le quedo la expresión de asombro grabada en el rostro. Su mirada se quedo perdida mirando el infinito.

Poco a poco fue volviendo en si, y su mirada fue a parar en su prometida y su padre alternativamente.

-Esto... es... es un honor, que me hallas elegido mujer. -casi no le salían las palabras, aunque parecía que a medida que hablaba iba tomando de nuevo el control de si.- Estoy convencido de que sera una buena esposa.

Ahora con mas calma la observo a conciencia, como si fuese la primera vez que la viese, como si pretendiera memorizar su forma o simplemente cautivado por la belleza de la mujer y saber que ahora la tendría a su lado.

Alli estaba plantada, muerta de vergüenza y con los nervios a la vista, mientras Morded me observaba cosa que me hacia sentirme aun mas avergonzada. Vamos! Di algo! No te quedes ahi quieta! Trague sonoramente intentando centrarme un poco y suspire como queriendo coger fuerzas con la nueva bocanada de aire.

- Como ya le dije a vuestro padre... Sera un honor para mi ser vuestra esposa... - mis palabras salieron suave y lentamente de mi labios, casi como un susurro, pues ahora lo tenia a el observandome con atencion y a Jener, Manfred y los soldados tambien...

A medida que volvía a ser el mismo y salia del shock inicial, le empezaba a hacer gracia la timidez de la chica, pero por la forma de hablar demostraba que haíia sido bien educada.

-No hace falta que cuides tanto tus palabras, vas a ser mi esposa, -dijo con una sonrisa en el rostro.- Jared, mi padre y sus hombres de confianza, son mi familia y tu también lo eres ya, relájate y no pienses tanto en como comportarte simplemente actúa con normalidad, estas entre amigos.

Su miraba no se apartaba de ella, pero esperaba que así al menos se tranquilizara un poco y no se sintiera tan ajena.

Agradeci las palabras del que ya era oficialmente mi prometido, pero aun asi... ¿Como no hiba a estar nerviosa? Era imposible...

- No.. no es cuidar mis palabra mi señor, es que no puedo evitar los nervios o la vergüenza... ayer no hacia mas que ayudar a mi madre a tratar las pieles que nos traian los cazadores y hoy estoy ante tres de los hombres mas importantes de las tribus... - Comente sin olvidarme del joven Jener que aun estaba entre nosotros - Y... siendo la prometida de uno de ellos... las mujeres como yo solo podiamos aspirar a una mirada vuestra... es algo dificil de creer... estoy ante vosotros y aun no me parece real...

Paso su mirada por el resto de hombres, para ver si compartían la misma sensación que el sobre lo encantadoramente tímida que era aquella joven mujer. Se acerco a ella y tomo su mano con delicadeza, en contraste a la suave piel de la chica, la del bárbaro era áspera del tiempo entrenando con armas.

-Pues hazte a la idea de que estas manos no tendrán que volver a trabajar el cuero y de que las mujeres como tu, miran al frente con orgullo -mientras posaba un par de dedos bajo su barbilla y le hacia subir el rostro para mirarla a los ojos.- pues ya no eres de la misma clase de mujer que eras esta mañana, ahora te relacionaras siempre con esta clase de hombres y con sus mujeres.

Podía parecer mas una reprimenda de lo que en realidad era, pero a fin de cuentas Morded era el hijo de líder de lideres y aspiraba a serlo algún día, y también estaba acostumbrado a que sus palabras fueran autoritarias.

Cuando cogio mi mano note como una ola de calor me recorrio de arriba abajo y rece a todos los dioses por no caerme desplomada de los nervios solo te ha cogido la mano respira, no seas estupida, va a ser tu esposo, esta claro que cogera mucho mas que tu mano... Y seguia con mis teatros mentales mientras sus palabras penetraban en mi mente.

Su otra mano acaricio mi barbilla elevando mi mirada a su rostro, mis ojos verdes se clavaron en los suyos cuando hablo y asenti levemente - Si... mi señor... - dije cogiendo aire y manteniendo mi rostro alzado.

Típico de mí, cuando la furia me cegaba olvidaba toda case de modales y era obvio y lógico que a Manfred, líder entre todos los líderes le hubiera molestado mi comportamiento, sin ningún sentido para todos los presentes por otra parte, así que respiré acompasadamente, sintiendo el aire entrando y saliendo.

-Siento mi comportamiento gran líder- Dije entre dientes -Será para toda mi tribu y para mí... un honor acudir a la ceremonia- Las últimas seis palabras salieron algo forzadas, lo peor es que debería ir a la ceremonia tanto para que mi clan como para que el clan Silverfang no se sintieran ofendidos, eran grandes aliados y grandes amigos... no podía dejar llevarme por una furia ciega... además, si había algún culpable al que señalar era a mí mismo ¿Acaso estaba molesto conmigo mismo?

Lo que sí que no estaba dispuesto a ver era como mi mejor amigo se quedaba... coqueteando... sin embargo no podía irme sin más sin antes dar la -...Enhorabuena...- Si las ultimas seis palabras habían sido forzadas esta parecía haber salido de la garganta de un oso.

-Si el clan Silverfang me disculpa, iré a avisar a mi padre y al resto de mi clan la gran noticia que esto supone- Dije con una mirada de respeto a Manfred, pero sólo a Manfred mi mirada no se dirigía a Morded en ningún momento... aunque seguramente si las nuevas obligaciones de mi amigo lo permitían, mañana estaría dispuesto a acabar lo comenzado hoy y seguir como había sido todo hasta ahora.

El joven Bearmaw hablo finalmente y su reaccion me parecio un poco seca, pero claro no los conocia como para saber como era cada uno de ellos, pero si que lo habia visto muchas veces con el que era ahora mi prometido, asi que supuse que serian amigo.

- ¿Porque no veniis con nosotros a refrescaros? Podria curaros esas heridas antes de que marcheis, y asi celebrariais con nosotros la noticia con una copa de vino ¿Que os parece mi señor? - Le pregunte mirando ahora al que era mi prometido y a su padre por si les molestaba mi propuesta.

Para mi desgracia fué Alexandra la que esta ve se dirigió a mí, ofreciéndome celebrar la noticia con ellos, no quería, pero no podía decirlo sin ponerme en evidencia, al igual que sin explicar la "estúpida" razón por la cual denegaría esa invitación.

Al fin y al cabo, Morded es mi mejor amigo.

Y así era, Morded era amigo mío y por mucho que me pesase no podía rechazar abiertamente esa invitación, no sólo por no demostrar mi estupidez. Si no también por la lealtad que un amigo debe a otro. Aún así mi mente buscaba la manera de salir de ese entuerto... aunque no la encontraba de ninguna manera.

-Será un placer- Dije finalmente, intentando parecer más agradable -Si no hay ningún problema...- Añadí mirando a mi amigo y a su padre, con la ínfima esperanza de que prefirieran que avisara ya a mi clan. Seguramente Morded preferiría aceptar la idea de Alexandra... aunque puede que, por el contrario prefiriera estar a solas con ella y eso me salvara.

Si no... aún me quedaba Manfred, que a lo mejor no podía esperar a que la noticia llegara a mi padre... aunque seguramente era muy optimista respecto a la suerte que tenía... hoy no tenía ninguna suerte.

¿Acaso he ofendido a los dioses?

Morded sonreía lleno de orgullo, sin duda los dioses le habían dado su bendición ese día. Estaba dominando en el duelo, cuando normalmente solía ser alrevés y ahora aparecía Alexandra, que si no era la mujer mas hermosa de las 7 tribus se lo podía llevar la dama negra. Y lo mejor sentía que le había colado un buen tanto a su amigo que también era su mayor rival. Los golpes iban y venían pero una mujer así... Ahora era suya.

-Claro que no hay problema, seguro que los Bearmaw pueden esperar un poco a saber la nueva. ¿Como voy a contradecir la primera voluntad de mi prometida? Al menos aseemonos y comamos.

Sonrei ya un poco mas relajada aunque aun notaba como me temblaban las piernas un poco. - Esperad un segundo... - Le pedi acercandome a mi caballo y cogiendo dos de mis pañuelos de tela y la bota de agua me acerque primero a mi prometido y tras mojar un poco la tela de uno de ellos lo pase por su herida en el pecho para limpiarla. Hacia años mi padre paso unas noche febriles por culpa de una herida asi que ahora esas cosas me daban algo de "miedo".

Al finalizar con la de el me acerque a Jener con el otro pañuelo he hice lo mismo empaparlo y limpiar primero la herida de su costado y tras mojarlo de nuevo la de su hombro. Cuando finalice escurri ambas telas y las doble para guardarlas al volver al caballo.

- Podemos partir cuando deseeis mis señores - Sabia que quizas ya no debia tratarlos como mis lideres de forma tan respetuosa pero esa costumbre me costaria mucho quitarla.

Ahora, ya resignado ante las palabras de Morded no me quedaba otra que aceptar la invitación. Ya que suponía que Manfred no se interpondría a los deseos de su hijo ese día...

Asentí a Morded, intentando recordarme que no era culpa suya que hoy todo hubiera salido torcido para mí. Incluso me pregunté si de verdad podría considerarme su amigo, ya que un verdadero amigo se alegraría aunque eso significara que el futuro fuera muy diferente a partir de ahora.

Observé impasible como Alexandra limpiaba la herida de Morded, mas la parté cuando limpiaba las mías. Lo hubiera rechazado, desde mi punto de vista no hacía falta limpiar esas heridas. Pero ¿acaso tenía otra elección más que tragar?

-Como deseéis- Dije a ambos preparándome para el desagradable día que sin duda me esperaba, sin duda alguna estaba fuera de lugar. Sólo esperaba que después de comer algo pudiera volver a con mi clan... donde tendría seguramente otro mal trago.

Agradeció los cuidados de su prometida, pero no pudo evitar observar de reojo mientras curaba a Jener, con cierto recelo. No es era recelo por que estuviese enamorado de la chica la acababa de conocer, el amor ya llegaría con el tiempo, si tenia que llegar. Era mas una cuestión de territorialidad, no le gustaba que empuñaran su espada, no le gustaba que montaran su caballo y ahora no le gustaba que otros hombres estuviesen demasiado cerca de su mujer.
No obstante cuando Jener aceptó la invitación, se alegro y le dio una buena palmada en el hombre.

-Claro que si, hoy es un día grande, ¡beberemos hasta perder la consciencia!

Miro a su padre buscando su aprobación para irse.

-Vayamos a mi casa. Habrá de todo lo que necesitamos.

Noté la mirada de Morded...

¿Qué pasa? ¿Acaso no se fía de mí?

Pensar esa estupidez me hizo gracia, éramos amigos, no iba a desconfiar de mí por esa tontería. Sería el instinto de Morded, él sabía que no tenía nada que temer respecto a mí... le respetaba a él, por lo tanto respetaba a Alexandra.

-Me parece bien- Dije a lo de beber hasta perder el sentido, tal vez fuera eso lo que necesitaba ahora mismo... unas cuantas jarras de cerveza y todo listo, al menos hasta que se pasaran los efectos.

No quería cortarle la felicidad a mi compañero aún así le susurré cuando me golpeó en el hombro -Esto cambiará muchas cosas, espero que no demasiadas- le devolví la palmada con una fuerza que hubiera tumbado a cualquiera pero Morded lo podía aguantar.

-Cuando ambos queráis- Dije aprobando todo eso por fin, era un día para estar alegre, no para pensar en lo que podría pasar más adelante.

Manfred observo todo sin abrir la boca su rostro no reflejo ningun sentimiento, el lider de lideres habia aprendido a hacer esto muchos años atras, mas cuando Jener acepto la invitacion a beber, camino hacia su caballo, monto y lo miro- entonces llevare yo la noticia a vuestro padre, ahora id a mi aldea y disfrutad de la hospitalidad de los Silverfang- entonces salio en direccion opuesta a los jovenes, camino hacia la Aldea Bearmaw, escoltado por sus dos jinetes.

Morded respondió con el mismo tono bajo a su amigo.

-¿Que va a cambiar una mujer entre nosotros? Nuestros aceros seguirán chocando por el día y nuestros cuernos de cerveza chocaran por la noche, el único cambio sera que cuando vuelva a casa tendré quien me caliente el lecho.

Después despidió a su padre, y fue a buscar los caballos que Jener y el solían dejan atados juntos mientras entrenaban. Un vez todos estaban en sus respectivos corceles, se pusieron en marcha hacia el pueblo de los Silverfang. Como un hombre no tenia derecho a casa propia hasta que no se casaba, Morded vivía en la casa de su padre y allí se dirigieron. Una vez alli les invito a tomar asiento.

-Voy a traer comida y bebida. ¿Tu bebes Alexandra? 

Las palabras de Morded me animaron, aún así imaginaba que pasarían unas semanas en las que podía dar gracias a los siete dioses si Morded deseaba... ir a entrenar y si lo hacía a lo mejor estaría demasiado cansado con otros ejercicios más "divertidos"...

Alégrate... alégrate es tu deber...

-Gracias- Dije cuando Morded trajo mi caballo subiendo rápidamente en él, en el viaje me mantuve algo apartado de la pareja, mirando hacia el suelo. No necesitaba levantar la vista, me conocía muy bien el camino a la aldea del clan Silverfang ya que eran los mejores aliados de mi clan y Morded y yo grandes amigos.

Y de eso debes acordarte en momentos como éste.

Me dije a mí mismo mientras bajaba del caballo y lo ataba para después entrar en la casa de Manfred, me senté algo apartado de Alexandra cuando Morded nos indicó que tomáramos asiento. Prefería no interceder entre ambos, aunque ellos me hubieran invitado.

Sigo sintiéndome como un osezno en una camada de lobeznos...

Morded ya sabía lo que yo deseaba beber, me conocía así que esperé pacientemente a que Alexandra contestara a su pregunta mientras me sumía en mis pensamientos.

Iba mirando todo como una niña curiosa mientras recorriamos el recorrido y al llegar a la casa me quite la capa quedandome con una de los vestidos con corset pabjo de cuero, el ultimo regalo que me habia echo mi madre antes de partir, pues queria que estuviera mas bella que nunca para mi prometido, y realmente aquel vestido realzaba mis formas y resaltaba el azul de mis ojos.

Cuando me ofrecio asiento negue con la cabeza - Si no te importa me gustaria ayudarte... supongo que esta sera mi casa los proximos meses y asi voy viendo donde estan las cosas... Y... no suelo beber, solo en las celebraciones, asi que supongo que hoy tendria que ser el dia que mas bebiese aparte del dia de la boda...- Comente aceptando el beber algo mientras me di cuenta de algo ¿Donde dormire? ¡¿CON EL!? ¿Esta noche? Dioses... no estaba preparada para eso... no sabia como actuar con un hombre a solas...

Y de golpe volvi a ponerme roja con un tomate y a bajar la mirada al suelo, no la habia bajado desde que el me la habia levantado pero ahora mismo me habia olvidado de todo y solo pensaba en eso...

Al llegar a la casa, un hombre cojo entrado en años abrio la puerta y con una inclinacion de cabeza os recibio a los tres- mi señor Morded, Jener de los bearmaw, señorita... bienvenidos a la morada de Manfred, en estos momentos sus padres no estan mi señor, pero su madre volvera pronto de la aldea de su abuelo... adelante, pasen, Magda os preparara algo para comer y beber...- y el viejo se retiro cojeando, dejandoos pasar a los tres.

Es sabido que los señores importantes acogen en sus moradas como criados a tullidos por guerras, mujeres sin oficio, y algunos huerfanos.

En la cocina estaba Magda una mujer aun no demasiado mayor, entrada en carnes y con el pelo corto y oscuro, en cuando os vio entrar se puso a cortar algo de carne mientras un jovencito de no mas de 9 años empezaba a servir en dos jarras agua y vino, tras esto, corrio a dejarlas en la mesa donde os ibais a sentar.