Partida Rol por web

No puedo evitar caer al suelo cuando siento la enorme mano del endemoniado apoyándose sobre mi hombro. La irrupción de euforia ajena que me recorre tampoco ayuda demasiado a suavizar mi tono de voz.

-Te agradecería que no volvieses a hacer eso. No es la primera vez que un Atisiv me sondea pero no es agradable. Te has liberado hace poco? A casi nadie le gusta que se entrometan en sus pensamientos.- transmito a través del canal telepático. Parece que hay otra voz... pero sin duda no es Atisiv. Oh, debe ser ese larguirucho de rostro duro.

No puedo evitar reírme acerca de lo del frío, realmente, son como niños.

-Respecto a eso- digo al aire, sin dirigirme a nadie en concreto pero en voz lo suficientemente alta como para que los que estén cerca me escuchen.- Puede que sigamos vivos pero éste sigue siendo el maldito desierto y pronto estaremos tiritando de nuevo. Diría que es hora de encender una hoguera mientras se montan las tiendas...- revuelvo en mi petate y extraigo un envoltorio que contiene una plasta marrón- precisamente tengo aquí éste preparado de estiercol y paja... Atisiv, hazme el favor de ponerte contra el viento... así... listo!- el calor acompañado del olor acre reconforta mi corazón.

Pronto, una tímida hoguera, de estiercol de Jhendrabi a juzgar por su olor acre, ilumina la oscuridad del campamento.

Los haces generados por los filo-estibadores constreñían cada vez más no solo el camino si no tambien el ambiente, se palpaba la opresión, la ansiedad, el peligro de muerte, acompañaba al calor que creaba la energía y a los desagradables olores de la carne humana calcinada. Sulá agachaba cada vez más la cabeza y yo me pegaba a su cuerpo mientras intentaba mantenernos en el centro del camino y no podía evitar pensar que si eso continuaba así, quizás si que tuviera que mirar a la muerte a los ojos, esta vez para acompañarla hasta el regazo del Oscuro.

Una niña pareció perder parte de la razón y la calma, desolada probablemente por la pérdida de su familia, algunos compañeros intentaban calmarla y la acompañaron durante el camino aunque bien sabía yo que solo dependía de ella el seguir luchando y enfrentarse a la vida como hice hace tanto tiempo, o rendirse hasta que la muerte se apiadara de ella y la arrastrara a olvido.

Un enorme Atisivv no paraba de recorrer la caravana de arriba a abajo entre unos haces que lo encajonaban cada vez más seguido de un mago que hacían una pareja de lo más extraña, una mujer con aspecto de guerrera que tuvo la genial idea de querer disparar una flecha a los filo-estibadores y gracias a la mente fría de Ghys, el único de la caravana con quien había tenido trato anterior, se evitó una desgracia. Todos parecían inmersos en conversaciones, empeñados en moverse a lo largo de la caravana en grupos, de molestar al guía... ¿Es que tenían prisa por morir? Si algo me había enseñado la vida es a mantener la calma en situaciones como esta, todos deberían estar en linea recta, ocupando el menor bulto posible, lejos de los haces, en calma...

Al fín la tormenta amainaba y se llegaba a una zona más o menos segura, el tal Artifo avisó de que iba a desconectar los haces y casi no hizo falta ni que me lo pidiera. Tiré de las riendas de Sulá, el muy estúpido puso cara de molesto y se resistió unos segundos, le puse un pie en el lomo y lo obligué a acostarse - Estúpido animal, puede caer el Puño desde los cielos para acabar con el mundo que el muy maldito seguiría pastando - me tiré a su lado y segundos después todo convulsionó, los oídos me pitaron, la garganta se me llenó de arena y el cuerpo entero me tembló con fuerza perdiendo el sentido como si le hubieran dado la vuelta al mundo entero.

- Y se acabó, este paseo por el infierno llegó a su fin - pensé mientras me levantaba junto a Sulá intentando comprender que pasaba a mi alrededor. La gente se estaba desperdigando, el anciano parloteaba sobre los caídos, pasto de las arenas y sus carroñeros en mi opinión... nada más. El mermado grupo se compuso en círculo para descansar y agradecí la parada, si toda esa maldita arena levantada por la tormenta se desperdigaba, podría ver las estrellas... una noche más.

Miré extrañado al muchacho que me ofrecía el pellejo con agua y le di un trago, me incorporé para hablarle.- Soy Setzer y si, estoy vivo, pero si lo analizas como grupo esto ha sido malo, muy malo, no he perdido a nadie por que viajaba solo, pero los demás han sufrido. - Negué con la cabeza. - Me alegro de que estés vivo, pero como persona que trabaja en la seguridad de la caravana esto ha sido una mierda. 

Le devolví el pellejo al muchacho y suspiré acercándome mas a la hoguera, las noches en el desierto eran frías y odiosas, mas valía permanecer unidos.

-Si, visto así no te niego que la situación sea terrible.- concedo al tiempo que tomo asiento. -Pero mira al cielo, bueno, a las nubes. En lo alto el segundo puño prosigue su lenta marcha hacia nosotros y quien sabe cuantos días nos quedan de vida en éstas malas tierras antes de que todo termine...-bebo abundantemente del pellejo sin que rezume una sola gota antes de continuar.-Disfruta la vida mientras puedas aferrarte a ella y cuando te sea arrebatada, déjate llevar. Los sabios cuidarán de ti... bueno, al menos eso decía mi padre.-

El guía toma asiento lejos de la hoguera y se acomoda en la arena, utilizando su recia capa para envolverse y hacer frente a los vientos del sur. Usando sus curtidas y artríticas manos, traza una serie de espirales y círculos lentamente, cuidando con su cuerpo que el viento no los deshaga y comienza a entonar un triste y grave cántico:

Maem, Maem, jridinos saras?

Moari sis Levas...

Maem, Maem, selos hiras cajran?

Moari sis Levas...

Maem, Mudri, lascaros sais calas jridinos saras?

Zahel, Moari sis Levas...

Maem, Mudri, Kafal, jridinos sais saras. Zahel ases moari sas Levas...

Tu padre era un hombre sabio y seguro que sabía divertirse... - suspiré, mientras lo agarraba por el hombro.- Viajas solo? No deberías separarte mucho de los demás. - Dejé de hablar durante unos segundos pues parecía un chico joven y la pregunta que iba a plantearle quizás le sentaría mal. - A caso tu familia... se ha perdido en la tormenta? - Lo solté todo lo suave que pude, pero no sabía que tal le sentaría.

Si es así te puedes quedar cerca de mi, ya que me han pagado por proteger al grupo que menos que cuidar a uno mas del grupo no? - Sonreí sin muchas ganas. Animando al chico a que me hablara un poco mas de él.

Sonrío con afectación, empieza a caerme bien éste hombre.-Viajo solo desde los once años y creo que dadas las circunstancias, debo separarme de los demás lo máximo posible. La muerte flota sobre nosotros, lo presiento.- observo su rostro alarmado y me apresuro a calmarlo-No sobre tini sobre mi... pero alguien va a morir ésta noche, eso seguro.-

Mi sonrisa no me abandona cuando menciona a mi familia -Perdí a mis padres y a mis dos hermanos... pero no aquí, si no a manos de una incursión Novan Darh. No te aflijas, Setzer.-pongo mi mano en su hombro- No podías salvarlos de la ira de los espíritus. No ha sido culpa tuya y... te agradezco la oferta... pero soy de los que viajan mejor solos.- tomo el pellejo de verdagua y me despido con un gesto antes de acercarme a la hoguera.

Hoy dormiré caliente al menos.

Usando la sombra como manto protector, abandonáis silenciosamente la hoguera y emprendéis el descenso a lomos de Sulá. Las pezuñas del animal levantan nubecillas de polvo y a trote rápido alcanzáis la base de la duna tras unos pocos minutos de traqueteo.

Donde hace apenas media campanada avanzabáis casi de rodillas azotados por un viento huracanado, ahora un silencio solo roto por vuestros pasos se ha adueñado del lugar,  aposentado como un siniestro guardián que custodiase un antiguo secreto prohibido para oídos mortales.

Iba delante sobre Sulá y el viento empezó a meter la arena en mi boca y mis ojos. Me tape con el turbante para estar mucho más cómodo y me agazapé sobre el lomo del animal para reducir el impacto del viento sobre mi cuerpo. Las vastas ondulaciones de arena estaban semi ocultas por remolinos de arena y el cielo no me regalaba ahora el brillo de sus estrellas debido a que estábamos en la cola de la pasada tormenta que estaba dejando sus últimas huellas en el tiempo.

El silencio se iba haciendo más patente con cada paso, la arena cedía bajo las patas de Sulá y era lo único que se escuchaba, se hizo tan tenso que casi parecía que no debiéramos estar allí. Intenté conducir sobre nuestros pasos y ver si encontraba los restos dejados por los caídos... - ¿ Ves algo? - dije a Ghys en baja voz - deberíamos estar cerca de algunos de los restos, creo que podemos empezar a caminar, inspeccionaremos mejor el suelo que pisamos - propuse a mi compañero.

Se alejaron del campamento amparados por la oscuridad, Sulá los llevó lo suficientemente lejos. Cuando bajaron del animal el silencio era abosoluto, pero el viento traía consigo un aroma ocre a muerte y desesperanza. Ghys sintió que aquello podía ser una profanación, un sacrilegio para los que guardaban culto a los muertos o un robo para aquellos que anteponían la ley al sentido común. Pero él no pertenecía a ninguno de los dos grupos, y disipó rápidamente las emociones que intentaron retenerlo.

Asav le preguntó sobre lo que observaba, entonces se colocó los lentes. La profunda oscuridad cedió ante lo que podía percibir. Reguló el equipo en el modo termográfico, reconoció a la perfección la silueta de Sulá y la del Dossi, ambas ardiendo en un rojo que desentonaba con la fría arena. Volteo la mirada, si había alguien vivo, aún si estuviese agonizando, podría distinguirse con claridad. Se dio cuenta que priorizaba encontrar un sobreviviente a encontrar un buen botín, se ve que tanta muerte lo había sensibilizado de algún modo. Parado donde estaba giró una vuelta completa para cubrir todos los ángulos, y cuando pasó su vista por dónde estaba el campamento, se formó una imagen de decenas de luces anaranjadas que describían un espectáculo agradable. Una luz intensa titilaba a metros de la hoguera, al mirar en detalle, resultó ser en realidad un par de luces que se movían ritmicamente y cada vez a mayor velocidad. Las observó hasta que se detuvieron - Parece que hay un par que se estan divirtiendo allí- le dijo a Asav tras cambiar las lentes al siguiente modo.

El seteo magnético era lo que hacía que esos lentes le hayan costado parte de su ahorro de años, porque podía percibir cualquier distorsión que la filoma provocaba y cualquier rastro de metal como si estuviese en pleno día, incluso el aura magnética que emanaba hasta una profundidad de un codo. Era justamente lo que el dúo estaba buscando, tecnología y otras cosas de valor. Agarró con fuerza el brazo del dossi - La noche es nuestra, sígueme y haremos que esto haya valido la pena- dijo entusiasmado mientras seguía el rastro de lo que observaba

Seguí nuestro rastro de vuelta, el viento que removía la arena me lo puso difícil aún siendo un experto buscador de las arenas, un carroñero y superviviente adaptado mejor que nadie a este medio, pero sabía de sobra que cuando algo se perdía en el desierto y este lo reclamaba, era imposible encontrarlo de nuevo... y para los muertos quizás sería lo mejor, lo más parecido a la calma. 

- Ves algo con esas lentes? creo que no encuentro el rastro Ghys, la cola de la tormenta ha borrado nuestras huellas de vuelta - le dije a mi acompañante - Y lo tendremos difícil, está oscuro y el viento levanta el polvo, hasta a mí me cuesta distinguir algo por aquí - no dejé de moverme y seguía buscando mientras esperaba que las gafas de Ghys obraran un milagro.