Partida Rol por web

Solomon ignora el comentario de Carter sobre las armas. “Si un grupo tan numeroso de hombres no son capaces de imponer un poco de respeto con su sola presencia, es que este asunto nos viene demasiado grande” –piensa mientras ve pasar la ciudad de Nueva York por delante de sus ojos.

Pronto salen del gueto negro y la ciudad vuelve a radiar de luz, aunque no de dignidad. Por cada garito que está debidamente cerrado, se intuye la puerta de un speakesay abierto al lado. “En cuanto más reunidos estamos los hombres, más perdemos nuestro sentido de comunidad”.

Después de recoger los enseres de Paulov, el grupo llega al Hotel Cathedral, donde parece que gozarán de un poco de tranquilidad.

“Yo no estoy herido, no se preocupe Sr.Paulov, pero gracias por su atención” –dice Solomon al bajar del taxi robado.

El grupo se dirigió a un hotel y pasó allí la noche. Como era de esperar no tuvieron ninguna visita inoportuna en toda la noche y pudieron recuperarse del susto de la noche anterior. Al bajar a hall principal ven a la gente bastante emocionada y alterada a la vez, los rumores de que Jessica Carley había vuelto eran muy grandes y para colmo el diario publicaba la siguiente noticia.

Lo que los sorprende es que ninguno de estos diarios habla nada sobre asesinatos ni sectas misteriosas, parece que la policía intentó no filtrar nada a los medios y mantenerlo en el mayor hermetismo posible.

Solomon bajó las escaleras relativamente temprano, aunque ya vio alguno de sus compañeros en el comedor.

La noche anterior habían intentado poner las cosas en orden, pero fue imposible. Nada más se sentaron en los sofás que había en una esquina del bar del hotel, un cansancio abrumador les sobrevino a la mayoría y consecuentemente decidieron dejarlo para la mañana siguiente. O sea, ahora.

El religioso saludó amablemente a los empleados del hotel y se fue hacia el hall para realizar un par de llamadas. Primero anuló una visita que tenía programada esa mañana para ver una sala de exposiciones en Nueva Jersey, que sería la siguiente parada de su propia exposición. Luego llamó al hotel donde se había estado alojando desde que llegó a Nueva York y mandó llevar todo su equipaje hasta el Cathedral. Se ofreció para venir él mismo a pagar todo lo que debía por su estancia, pero por suerte la mayoría de gente se fiaba mucho de su palabra, y acordaron que tan pronto pudiera Solomon se pasaría a pagarlo todo.

Volvió al comedor dónde le indicó su almuerzo al camarero: un zumo de naranja, un plátano, frutos secos, una tostada de pan con jamón york y otra con miel y mantequilla.

Luego se sentó en la mesa redonda que iban a ocupar y se tomó un segundo de reposo para hacer una oración interior –“Gracias Señor por poder disfrutar, una mañana más, de esta comida tan importante para poderte servir fielmente durante el resto del día”- pensó con los ojos cerrados.

Finalmente tomó el periódico entre sus manos y al ver la portada se le cayó una loncha de jamón dentro del zumo de naranja.

Tras recoger los enseres del dr. Paulov y pasar la noche en el Hotel Cathedral Peter se levanta y se asea. No puede evitar en pensar en los hechos que habían vivido en las últimas horas, lo cual le había costado algunas de sus horas de sueño.

Este asunto pinta mal, y no sabemos en verdad que está pasando

Tras recoger su mochila bajó a tomar el desayuno. Allí se encontró al señor Solomon, el cual miraba absorto el diario. Peter observó con curiosidad que tenía una loncha de jamón en su zumo de naranja

O es muy despistado o lo que ha leído le ha sorprendido

-Buenos días, ¿disfrutando de las noticias y del desayuno? -pregunta mientras enciende un cigarrillo

Al no obtener respuesta se desplaza para ver mejor el diario. Al ver la portada, el cigarrillo se le cayó de la boca yendo a parar al zumo de naranja del señor Solomon.

El sueño de Lionel había sido inquieto, lleno de sombras, destellos afilados en la oscuridad, miradas llenas de un enfermizo odio y, de fondo, un inexplicable ruido de tambores africanos.

Cuando se despertó, bañado en sudor, entendió que había debido coger algo de frío y que, con toda probabilidad, incubaba algún tipo de gripe, o eso o los nervios no le habían abandonado ni siquiera durante el sueño.

Tras asearse y vestirse recordó entristecido el deceso del señor Jackson, comprobó que las ventanas de su habitación estuviesen firmemente cerradas y bajó al vestíbulo deseando encontrarse con sus camaradas. No resultaba extraño que, en circunstancias del todo fuera de lo común, las personas que han compartido y han sido testigos de hechos inesperados o asombrosos terminasen forjando un fuerte vínculo, aunque únicamente fuese porque los únicos que podrían creer lo ocurrido durante el día anterior eran aquellos que lo habían vivido.

Al descubrir a los señores Carter y Davies en el comedor, se le abrió el apetito. Se acercó a ellos y, a medida que iba reduciendo la distancia que los separaba notó que algo no iba del todo bien, sus rostros evidenciaban preocupación y sorpresa a partes iguales, contagiado por esas sensaciones obvió preguntar porqué salía humo del vaso que tenía enfrente de sí Solomon, pues parecía que había cosas más importantes de las que hablar.

Buenos días caballeros, ¿ocurre algo? Diríase que han visto a un fantasma.

Tras pasar por casa a recoger el maletín, allí mismo decidió Paulov tratas las heridas de sus "compañeros" antes de salir de nuevo de casa, bien surtido y alojarse en un alejado hotel, donde la noche avisaba de la necesidad de descansar de todos. Por lo que no tardaron en ocupar habitaciones y dormir.

Paulov, no tuvo problema alguno en la noche, afortunadamente el hotel tenia la mejor medicina para poder dormir y el pidió una botella de aquello. En la mañana, bajo temprano, para coger un café y un par de tostadas bien empapadas, por supuesto el periódico no podía faltar, tenia curiosidad por lo que podrían contar sobre el incidente de ayer.

Pero al parecer era mas importante la muerte de cinco negros que la muerte de un blanco. Algo que tardo en comprender. Al fondo, como dos mesas mas haya reconoció la voz del arqueólogo y bajo el periódico para ver que empezaban a reunirse, por lo que recogió su café y se acerco con el periódico en la otra mano.

-Buenas días caballeros.-Parece que su voz sonaba mas fuerte esa mañana.-Veo por el desayuno del señor Davies, que ya se han dado cuenta que no han mencionado nada sobre el incidente de anoche. ¿Saben si es lo común en estos casos? Yo... nunca había sido antes testigo de un asesinato.-Susurro esas ultimas palabras por mera precaución.

E dado por supuesto que e intentado curar a los heridos. Pero no he lanzado tirada alguna. Debo hacerlas o las obvio?¿

Mientras el grupo desayuna, notan que algunos comensales los miran con sorpresa. Varios de ustedes tienen algún que otro raspón de su aventura nocturna que gracias a Paulov están sanando rápidamente, pero eso no hace que el resto de las personas no los vean golpeados y magullados.

Salvo esto y que en las noticias no nombraban absolutamente nada de la noche anterior, probablemente porque al haber sido todo en un lugar cerrado los miembros de la secta se las ingeniaron para que no salga nada de información al exterior.

Will está mejor tras unos tragos y el reparador descanso de la noche. No obstante, ciertas pesadillas e imágenes de personas persiguiéndole le dificultan el sueño, aunque al final cae por puro cansancio. A la mañana, mientras desayunan con la ausencia de noticias respecto a lo ocurrido el día anterior.

-Buenos días.- Saluda- Deben estar ocultando información como procedimiento de investigación.- Dice al respecto.

Luego atiende a sus necesidades nutricionales con dedicación exclusiva y opípara. Una vez ahíto, comenta:

-Qué me dicen de esa cajetilla de fósforos. ¿La dirección era de aquí de NY?

Qué noticia tan brutal. Dios se apiade de sus almas, seguro que lo hará.

No sé muy bien en qué lugar nos deja esto a nosotros. Jackson murió sin poder hablar con nosotros, y ahora que la expedición Carlyle ha muerto… no sé si podemos hacer nada para honrar las últimas preocupaciones de Elías.

Todas las pistas que tenemos están fuera de nuestro alcance y tampoco sabemos si nos conducirían a nada. Creo que al menos deberíamos intentar hablar con la Sra. Carlyle y comentarle que el Sr. Elías tenía información sobre la expedición.

No creo que nada de esto le sirva de consuelo, pero la mujer tiene derecho a saberlo.

La gravedad de la situación hizo que Solomon ni pestañeara al ver el vertedero en el que se había convertido su zumo.

Peter encendió un nuevo cigarrillo

-La verdad, creo que estamos en un punto muerto. Las opciones que veo son las siguientes, una, volver a la tienda del señor N'Kwane, pero de día, o sea, ya, y a ver si encotramos algo. La otra a la dirección de la caja de cerillas, el bar del tigre tambaleante -da una calada- otra opción intentar averiguar algo más del asesinato de nuestro amigo.

Mientras tomaba un zumo de naranja y un croisant del buffet del hotel Lionel indicó a sus camaradas:

Caballeros, si no tienen nada que objetar al respecto tengo el propósito de dedicar la mañana a realizar un par de gestiones. Una de ellas será adquirir una escopeta legalmente en alguna de nuestras estupendas armerías y la otra alquilar un coche discreto pero funcional. En cuanto haya concluido ambas me pasaré por el hotel y solicitaré en recepción que me informen de si tengo algún mensaje en caso de no hallarlos aquí.

Mordió hambriento el croissant y miró a sus contertulios por si a alguno tenía algún inconveniente al respecto.

-Buena idea Lionel. Bien caballeros, ¿cual será el siguiente paso?. El tiempo corre y conviene moverse cuanto antes

-¿Acaso piensan seguir con todo esto? -Doblo las hojas de su periódico para mirarlos a todo ellos.

-Pensaba que se alegrarían de esto, los periódicos no nos nombran y los negros no parecen interesados en nosotros, volver a nuestras vidas es lo mas sano, ¿No? -Pregunto un tanto confundido con todos aquellos hombres, aunque aun negándolo, ya sabia la respuesta de todos ellos.

-Creo que Hong Kong queda un tanto lejos Sr.Carter. -Comento sin quererlo, como si hubiera sido un simple resorte. -¿Estoy entrando al trapo? Que clase de presión es esta.

Sí, creo que N’Kwane y sus compañeros son los responsables de la muerte de Elías y del resto de asesinatos en serie que ha habido en Nueva York los últimos días, pero no veo ninguna forma segura de volver a esa tienda. De momento yo descartaría volver allí, al menos hoy.

Lo que podría ayudar es saber quiénes han sido los otros muertos. Si logramos establecer alguna relación de todos ellos con N’Kwane, entonces podríamos dirigirnos a la policía para ver si les interesa nuestra información. No sé.

Como ya he dicho, creo que a la Sra. Erika Carlyle le interesaría mucho saber de las preocupaciones de Elías con su hermano. Buscaré en la prensa a ver si algun diario detalla el puerto de destino y si estuviera cerca de aquí podríamos ir a intentar hablar con ella.

Marlon se tomaba esa clase desayuno que sólo tomabas cuando estabas de resaca o cuando estabas de vacaciones, había pedido de casi todo, y comía con ansiedad, sin saber que comer primero. Todo este asunto lo tenía muy animado y exitado.

-Yo puedo ir por la tienda del negro ese, ya que no me ha visto la cara a mí, ¿Pero que he de buscar?- no sabía si se habían llevado algo de allí o si era sólo por husmear- me puedo llevar mi carnet de inspector y husmear en sus papeles y que no tenga contrabando, pero si sabe de leyes no voy a durar mucho allí, tendría que ir a por algo específico.

Tras una mañana de dudas sobre que hacer en el siguiente punto de la investigación, se dan cuenta que lo más inteligente no es volver a meter la cabeza en la boca del lobo e ir a por los keniatas. Con eso en mente deciden tirar los hilos que les quedan e ir en busca de Erica Carlyle, la hermana de Roger, el líder de la expedición perdida.

La mansión Carlyle se encuentra a dos horas de viaje a las afueras de Nueva York, gracias a que Marlon es taxista no les costó conseguir una forma de llegar y tras un incomodo viaje en el que entre otras cosas pudieron ver la prisión de Sing-Song a lo lejos, lograron llegar a la casa encontraron una enorme mansión en el medio del campo. La finca Carlyle es una elegante mansión de de dos pisos, rodeada de 2 hectareas de terreno soberbiamente cuidado, todo protegido por una verja de 3,60 metros de altura rematada con puntas afiladas.

En la entrada pueden ver a dos hombres armados en la puerta, cada hombre tiene un perro guardián a sus pies. Al ver que se acercan los hombres los miran detenidamente pero de una garita sale un mayordomo.

Buenos días señores, la señorita Carlyle no desea visitas y espera que lo entiendan. No es ninguna noticia lo que le pasó a su querido hermano, ahora la joven debe cargar con una empresa multimillonaria en sus hombros y no es fácil para alguien tan apenado por la perdida de un ser querido.

Un tanto amedrentado ante la exhibición de armas y perros guardianes, me adelanto para contestar al mayordomo.

Buenos días señor. Sabemos de la terrible situación de la familia Carlyle, así que perdone nuestra visita.

Aun así hemos venido porque creemos que tenemos información relevante sobre esa imperdonable masacre. Unas informaciones que estoy seguro que la Sra. Erika querrá conocer.

Sin tener una razón real para seguir con aquellos hombres, al final se vio arrastrado con todo aquello, por lo que espero conseguir algo de provecho de todo aquello aunque fuera solo vivencias que contar a su futura esposa, si es que el llegara a tener algún futuro y no moría en el intento.

Y al llegar a la mansión de aquella mujer que sin duda estaría aun melancólica como toda mujer de bien, apostados en su hacienda un par de guardias y el propio mayordomo es quienes salen a recibirlos. Pero son tan callados como el resto de sus compañeros o implacables ante las amables palabras de Solomon.

-Es cierto, no mentimos. No se preocupen no somos ni periodistas ni curiosos, solo un grupo de personas con un amigo en común con el hermano de la señora, que tal vez ayude a esclarecer o al menos a ordenar los asuntos alrededor del terrible suceso. Solo deseamos ser de ayuda tanto a ella como para nosotros. -Intento el farmacéutico apoyar las escuetas palabras de su socio, incluso les enseño una tarjeta de visita con la marca de su farmacia.

-Aquí tienen mis credenciales, para que vean que no miento, solo deseamos un par de minutos con su señora o al menos díganle que hemos venido. -Acompaño con palabras amables la entrega de su tarjeta de visita.

Will entra en la casa con gesto comprensivo.

-Hable con ella por favor. Yo era amigo personal de Jackson Elías. Pregúntele a la señora. Tenemos información confidencial acerca de lo ocurrido a la expedición. No bromeamos. Este caballero -digo señalando a Carter- es Peter Carter, un conocido arqueólogo, conocido también del hermano de la señora. De un modo u otro todos estamos vinculados con la expedición. Esperaremos.- Afirma categórico.