Partida Rol por web

Mina pasó suavemente su mano por la tela en su muslo, en un movimiento sutil que no dejó ver a ninguno, y luego la ofreció hacia el teniente, acompañada de una sonrisa suave. Agradecía que el hombre no continuara un interrogatorio que no iba a llegar a ningún lado, y que no había insistido en mantenerlos demasiado tiempo en la habitación del cadáver.

Si se la estrechaba, bien; si no lo hacía, por el motivo que fuere, Mina no iba a mostrarse ofendida. A esas alturas, con el cuerpo del sujeto allí abierto en canal, lo único que faltaba es que pudiera ofenderse porque alguien le negara el saludo. Y luego, volteó al resto de los presentes, pero sus ojos se posaron en una sola figura, su acompañante original.

- Padre - dijo Mina. - ¿Viene?

De todas formas, los que quedaban iban a seguirla. Mina se dio cuenta inmediatamente, se llevó una mano a la frente y, esperando un segundo al padre, salió detrás de Archivald, Brenda y Nathanian rumbo a las escaleras.

El grupo descendió las escaleras en silencio. Lo sucedido en la habitación 410 había supuesto un duro golpe para todos ellos, sin excepción. Sería una noche que no olvidarían en mucho tiempo.

En el hall del hotel las masas de gente seguían con sus vidas, ajenas al drama que se había desarrollado durante la última hora. Fuera la tormenta había perdido fuerza y, aunque seguía cayendo nieve, el aire frío de la noche sirvió para despejar parcialmente las mentes algo saturadas de los presentes.

Uno tras otro fueron saliendo por la puerta giratoria y deteniéndose en la relativamente solitaria acera Neoyorquina, a pocos metros del Chelsea.

Miren, no conozco a muchos de ustedes. Pero Jackson era mi amigo y no voy a detenerme hasta saber porque le ha pasado esto y encontrar al responsable. Nick sacó un cigarrillo, y lo encendió lentamente. Creo que Jackson nos convocó a todos por un motivo, y que creía que cada uno podía ayudarle en algo. Debemos averiguar para qué nos necesitaba. Después distribuye una tarjeta a cada uno. Esta es la dirección de mi despacho. Es un lugar como cualquier otro para reunirnos y charlar sobre lo que ha pasado.

El guía atravesó las puertas del hotel, exponiéndose a las bajas temperaturas que le esperaban en el exterior, donde la nieve continuaba acumulándose en aquellos lugares poco transitados, mientras que allí donde vehículos y peatones la pisaban, se había convertido en una fina capa de peligroso y traicionero hielo, a la espera de que algún incauto lo pisara sin el suficiente cuidado y así provocar que diera con sus huesos en el suelo.

Cerró los ojos e inhaló fuertemente, permitiendo que el frío le invadiera los pulmones...con la esperanza de que le sirviera para contrarrestar el fuego que ardía en su interior desde que había entrado en la habitación de Jackson, pues no podía permitirse el dejarse llevar por pensamientos impulsivos....ahora era el momento de intentar aplacar los ánimos y así discurrir una línea de investigación que le llevara hasta los culpables.

Las palabras de Nick le hicieron abrir los ojos para mirarle, extendiendo el brazo para hacerse con una de las tarjetas que este estaba repartiendo....ese hombre tenía razón, era necesario poner en común sus ideas, y sin duda la calle no era buen lugar para hacerlo.

¿Cuándo? – preguntó tras mirar la dirección que se encontraba escrita en aquel pequeño trozo de papel – ¿Ahora mismo?

En su interior pensaba que cuanto antes mejor, que no debían dejar pasar el tiempo o las posibles pistas podrían enfriarse, pero quería la confirmación de aquel que había ofrecido su propio despacho....y de los demás, naturalmente.
Además, sabía que aquella noche no podría dormir, y tampoco le llamaba la idea de encerrarse en una habitación de hotel para observar las paredes....necesitaba mantenerse en movimiento o se volvería loco.

Nick miró por encima del hombro, a los coches de policía aun aparcados junto a la acera. Sí, no creo conveniente que hablemos... aquí. Se volvió a colocar el sombrero, mientras con la otra mano tomaba el cigarrillo, para alejarlo de su boca. No era una buena noche. Y probablemente, antes de que esto acabase, iva a pasar por muchas más que fuesen incluso peores.

Archivald aún se estaba abrochando el abrigo cuando recogió la tarjeta que le ofrecieron.

- Por mi bien, sería mejor reunirnos en un lugar más cálido y alejado de aquí para poder charlar tranquilamente sobre todo esto. Yo por mi iría ahora mismo, podemos tomar un par de taxis - dijo archivald mientras señalaba una parada de taxis cercana al hotel.

Nathan se alzó el cuello de la gabardina y escondió el mentón bajo ella tratando de entrar en calor. Estaba acostumbrado al clima duro de Inglaterra, pero sólo en parte. Él era del sur de la isla y allí el tiempo generalmente mantenía una porción de la suavidad aspirada del continente y que, de cuando en cuando, arrojaba sobre la costa a su paso.

El viento y la nieve les azotó al salir, no obstante nada pudo contra el calor que ardía en su interior. Los acontecimientos habían sido demasiado impactantes, era mucha la implicación anímica como para que el frío supusiese un inconveniente.

Escuchó un poco alejado la conversación entre Nick y Louis. Sería buena cosa encontrarse en un lugar seco y caldeado. Quizás su mente se aclarase con una taza de té en las manos.

-Vayamos pues - comentó en voz baja con la mirada ausente mientras cogía una de las tarjetas -. Nos encontraremos allí si les parece bien.

Cruzó una mirada con Brenda y esperó por si ella tuviese algo más que añadir antes de que se marchasen en direccióna la parada de taxis.

Henric miró al reloj de la recepción antes de salir para saber la hora que era, habían entrado a las 8 pero con todo aquel siniestro asunto ya había pasado tiempo. Cuando supo la hora salió al exterior con los demás, arrebujado en su gastado abrigo negro que ondeó haciendo un gracioso “flap-flap” en el momento en el que el frío aire le golpeo con toda su dureza Da la sensación de que el tiempo se estaba preparando para lo que ha ocurrido esta noche en el hotel, este clima es muy acorde con el aura de muerte que nos sigue a todos. Pobre Elías, no merecía acabar así.-Pensó-

Cuando se acercó al grupo de gente que había sido concertada para la reunión con Elías vio como su amigo Nick repartía tarjetas de visita con la dirección de su oficina a todo el mundo mientras mencionaba la posibilidad de que todos se reunieran en ella para tratar el asunto, se giró y fue a ofrecerle otra tarjeta a Henric, pero se detuvo al ver quién era. Henric le devolvió una sonrisa de complicidad al mirarse entre ellos y Nick siguió repartiendo las tarjetas saltándose a Henric.

-No veo ningún motivo por el que no acudir a esta reunión cuanto antes, es necesario que nos pongamos de acuerdo sobre lo que vamos a hacer, lo mas rápido posible. –dijo a todo el mundo allí reunido- Pero quizás alguien necesite primero ordenar sus ideas. Podemos quedar en la oficina de Nick dentro de una o dos horas.

Mina se levantó las solapas del abrigo, mientras se lo abrochaba de nuevo, y recibió con una suave sonrisa la tarjeta de Nick. Asistió a la conversación en silencio, con los ojos perdidos entre el suelo, el cielo, y el rostro de sus repentinos acompañantes. Querían reunirse cuanto antes, era un viernes en la noche en ausencia del profesor Landgrave lo que significaba... que ella debía ocuparse de la parte de la universidad que le correspondía. Al fin de cuentas, ella había estado allí para ver, pero no había sido la destinataria del telegrama. Debía averiguar dónde estaba Landgrave, y cómo podía contactarlo.

Por dentro, deseó con todas sus fuerzas tener alguna clase de aparato que pudiera sacar de su bolso en ese momento, para comunicarse mágicamente con el profesor Landgrave y decirle todo lo que había pasado. Pero el hombre estaba demasiado lejos, viajando, y no había forma de comunicarse con él... Ella tampoco podía hacer magia.

- Tengo que volver a la universidad para arreglar unos asuntos pendientes que no puedo dejar, y también ver si puedo contactar al profesor. - dijo Mina, apretándose el cuello del abrigo alrededor de la piel. La nieve hacía que su cabello rojizo pareciera fuego extinguiéndose bajo la fuerza natural. - Pero lo más pronto posible, estaré allí... - terminó, con un inicio de sonrisa, guardando la tarjeta en un lugar seguro.

Si nadie tenía nada que objetarle, nada que agregar, nadie quería ir con ella o tenía la idea de compartir un taxi aunque se desviaran del destino, Mina iba a tomarse uno en la parada e ir directo a la universidad.

Encontremonos allí en una hora. Creo que todos necesitamos un tiempo a solas, después de lo que ha pasado. Nick se vuelve para volver a su oficina. Hasta entonces. Nick tira la colilla de su cigarrillo a la calle, y ve como un coche, pesado, rápido, pasa por encima suyo aplastándolo.

La cara de Jackson aun seguía grabada en su retina. Miró la colilla aplastada un instante, antes de tomar su camino en la noche.

Que apropiado, pensó

Archivald se acercó a mina para hablar directamente con ella. Durante esa breve conversación señalo al señor sheridan fugazmente pero se podía apreciar en sus gestos y sus rasgos faciales una visible preocupación.

- Señorita... ¡Diantres! Perdone, pero no recuerdo su nombre. ¡Que verguenza! :(
Perdone que la moleste pero teniendo en cuenta las circunstancias no creo que lo mejor para su seguridad sea que se marche usted sola. Si mantenían vigilado al señor jackson es muy posible que también nos vigilen a nosotros. Ya que solo conozco al señor sheridan aquí presente y que no se encuentra ahora en su mejor momento me gustaría acompañarla. Yo soy un hombre muy ocioso y no me permitiría que le pasará algo mientras la esperamos. ¿Le importaría permitirme acompañarla?

Mina lo miró con una visible sorpresa en el rostro, que demostraba a todas luces que no estaba acostumbrada a esa clase de gestos: y luego sonrió amplia y cálidamente, relajando el gesto.

- En absoluto. Le agradezco su preocupación, señor Kirkham. Aunque quizás el señor Sheridan necesite más compañía... - lo esperó para caminar junto con él, hasta la parada de taxis, y miró brevemente hacia Sheridan, con preocupación. Luego miró hacia la calle llena de nieve por si se veía alguna mancha que no fuera blanca. - Y soy Mina. Mina Mordaunt. Faltaba más que se acordara de mi nombre luego de todo esto... ¿Conoce la universidad de Columbia?

El brillo había vuelto a sus ojos como el color se había ido de su cara, bajo el frío de la noche de Nueva York.

- Ejem... Yo soy hombre de campo, no de libros. La verdad es que no me apetece quedarme con sheridan ya que se encuentra bastante afectado por lo sucedido arriba. Nuestra relación es únicamente comercial, no de amistad.
Pero si usted considera que no es necesario que la acompañe me quedaré con ellos, aunque rezaré por usted

Mina le dedicó una sonrisa muy cálida, sincera. De las que a cualquiera le haría preguntarse por cómo saca alguien semejante fuerza para ese gesto después de provenir de una habitación con un asesinato, un torbellino de locura, y la completa incertidumbre de un mundo de sucesos extraños.

- ¿Del campo? También mi padre. Él tampoco se llevaba con los libros... - suspiró hondamente. Había pensado que, luego de todo, iba a poder visitarlo. Volvió sus ojos oscuros hacia Archivald, observándolo con profunda simpatía. - Bueno, ahora va a conocerla. - sonrió. - Es un hermoso edificio...

Poco a poco se dispersaban, azotados por sus propios dolorosos sentimientos y por el crudo clima invernal. Encogida dentro de su abrigo, tiritando, Brenda asistió en silencio al reparto de tarjetas, y aceptó la decisión de reunirse en una hora de nuevo. Iba a dirigirse a Mina para que compartiera taxi con Nathan y ella, cuando vió que se retiraba a hablar con el hombre solitario, Kirkham. Así que se volvió de nuevo hacia su amigo.

-¿Qué quieres hacer, es tarde, y hace mucho frío. ¿Y si vamos al Hotel y tomamos algo caliente, una taza de té o algo que caiga bien en el estómago...? Después nos vamos al despacho de Nick, ¿te parece?

Sin esperar respuesta, saludó a los que quedaban, y se encaminó del brazo del británico hacia la parada.

Archivald y mina se alejaron hasta un taxi pero antes de subir al vehículo se despidieron cortesmente del resto del grupo.

-En ese caso, nos encontraremos dentro de una hora en la oficina de Nick, hasta entonces.-dijo Henric.

Tras despedirse de todo el mundo, enfiló la calle sujetándose el abrigo y caminando melancólicamente, ensimismado en sus propios pensamientos y volando mentálmente a ese oculto mundo al que ahora pertenecía, mezclándose con la gente que paseaba por la calle, como otro anónimo ciudadano mas de la gran urbe. Nunca se había sentido a gusto entre la gente, pero empezaba a pensar que dentro de muy poco tiempo acabaría estando muy unido a aquellos desconocidos con los que había compartido la trágica escena del hotel.