Partida Rol por web

Martes, 27 de Enero de 1925. 23:30

El Soho, un barrio de interesantes mezcolanzas, donde se juntan las poblaciones de irlandeses y galeses llegadas del campo en un casi vano intento de prosperar, con la inmigración de todo el área internacional de la Commonwealth, además de ciudadanos de las ex-colonias y una incipiente comunidad china. En adición a esto, la comunidad de artistas menos favorecidos por el mecenazgo ha anidado aquí, junto con, dicen, sus proveeores de sustancias adecuadas para forzar a las musas.

Detenéis vuestro coche frente a la dirección del Blue Pyramid, lo que fuera un antiguo pub inglés, ahora pintado de tonos azul y verde crema por fuera, con añadidos de simbología egipcia muy elemental, destinada a transmitir un mensaje sencillo. Tanto que, sin duda, los londineses no egipcios y los turistas serán bienvenidos. Del interior del local os llega el sonido de una música exótica en consonancia con lo que la fachada parece ofrecer. Un cartel en la entrada aclara que, a disposición del público, hay comida y bebida egipcias, así como "exotic dancers".

http://www.goear.com/listen/b9bb1bc/arabian-arabic-songs

Henric se alisa la desarreglada camisa y carraspea, nervioso. La tentación de sentarse en un lugar oscuro fumando una Hookah y bebiendo alcohol es fuerte. Me llevaría lejos de los problemas aunque, más posiblemente, los problemas vendrían en persona a llevarme lejos. Muy lejos. Hasta esa alternativa merece un segundo de pensamiento por parte del artista, pero solo un segundo.

Bueno dice, su mente volviendo de tan lejos como de costumbre ¿tenemos alguna idea de qué buscamos ahí o cómo vamos a conseguirlo?

Distraido, no ha bajado tanto la voz como debiera, aunque no parece haber nadie extraño para oirle.

Porque sigue, ahora en una voz más parecida a un susurro meterse en la boca del lobo bien tendrá que valer la pena.

Le encantaba el soho, y de haber podido y en otras circunstancias se hubiera detenido en el café Royal, con su deliciosa cocina o en alguno de los muchos locales que infectaban la zona y en los que podías encontrar todo lo que un hombre pueda desear o más bien, costearse.

Caballeros, bien venidos al kilómetro cuadrado de la perdición. Tanto si uno busca diversión como problemas, de bien seguro que aquí los encontrará- luego mirando a Henric y con tono irónico añadió - "buscamos a nuestros amigos"

Esta gente parece haberse extendido por todo el globo y tanto es posible que este local sea una tapadera como que sean unos clientes habituales. propongo que entremos, nos mezclemos con el ambiente del lugar y veamos que podemos descubrir.

Por fin os decidís, tomando la precaución de mirar a ambos lados para aseguraros de no estar siendo vigilados, a entrar en el local. La pesada puerta de madera se abre, dejando salir una humareda de tabaco, vapores etílicos y perfume dulzón. El local no es muy grande, pero su distribución cuadrada ayuda mucho a dejar espacio suficiente en el centro a las bailarinas. 

Sí, en efecto, en el centro del local atraen vuestra atención dos mujeres, vestidas con vaporosos velos que no pretenden tapar en absoluto. Ambas bailan al ritmo de la música, dando caderazos y moviendo los brazos como olas. Parece la danza de los siete velos, la danza del vientre y el cortejo de un pavo real, todo a la vez. Quienes habéis estado en países árabes no veis nada de auténtico en el montaje, pero las chicas se mueven bien y son bastante bonitas. Y jóvenes.

Más desapercibidas pasan las muchas mesas colocadas junto a las paredes del local, hábiles cada una de ellas para hasta cuatro comensales. Solo la mitad de ellas están ocupadas y el público es mayoritariamente de rasgos morenos, aunque algún británico de clase baja y rostro rudo ha veido a beber y contemplar a las chicas. Estos en concreto atraen más la atencón de las bailarinas, pues meten con más frecuencia billetes de seis chelines en las tiras de su exigua ropa.

Archie saco la caja de cerrillas y se encendió un cigarro que se había preparado durante el trayecto en coche. En silencio acompaño a sus compañeros dentro del local mientras contemplaba algo nuevo para él. Como tejano no había visto mucho mundo más allá de las praderas y las montañas que debía atravesar con el ganado para llevarlo al mercado. Era ahora que estaba empezando a ver mundo, y a enamorarse de las maravillas que hasta hace poco desconocía.

El hecho de ver a las mujeres bailando despierta primero una sensación de sobresalto y castidad en archie, poco acostumbrado a estas cosas. Pero tras la sorpresa de los primeros instantes, y una vez habituado a la rutina del lugar, ya empieza a estar más cómodo. Estas chicas no son muy diferentes de las mujeres que bailan en las cantinas de lo que aún queda del salvaje oeste, aunque más ligeras de ropa, mucho más.

Viendo que en la puerta están llamando la atención archie avanza hacía un hueco libre y toma asiento entre los cojines en una postura incómoda que deja claro que no sabe como sentarse correctamente en este lugar. A la espera de descubrir que tipo de bebidas se sirven en este lugar aunque sus ojos van hacía una mesa ocupada donde se puede ver que hay gente fumando de una especie de jarrón del que salen tubos.

Mientras tanto la música se va metiendo en sus oídos con su ritmo incesante que lo mantiene intranquilo.

Archivald paseó su mirda por todo el local, buscando entre los presentes a algún conocido, pero todos ellos se le resentaban como extraños a la vista. Sin embargo, observó que una de las chicas les miraba con atención, con más de la que dedicaba a otros clientes. Quizá buscaba su dinero fresco.

Archie saco un billete de 20 libras esterlinas de su bolsillo, miro la cara de la reina y rápidamente le dio la vuelta mientras levantaba el dinero en dirección a una de las bailarinas en quien se había fijado nada más entrar aquí.
Cuando la bella mujer se acerco le colocó el billete entre las tiras que sujetaban los velos con una sonrisa en el rostro.

Madre mía, si me viera mi madre ahora me estaría zurrando durante una semana, eso sin contar con el lanzamiento de zapatilla directo a la cabeza - pensaba archie mientras disfrutaba de las vistas* del lugar.

Por un segundo se olvidó del motivo de la visita. Aunque le resultó obvio la falta de rigurosidad respecto a los auténticos locales que él conocía de sus viajes, no le importó. La música y el rítmico bamboleo de los sinuosos cuerpos de las chicas atrajo su atención
Quizás sería interesante confraternizar con alguna de las chicas - pensó
Archie fue el primero en avanzar hasta una de las mesas vacías, Louis le siguió de cerca. Una vez en la mesa escogió un asiento que le permitirá controlar bien el local.
Observó con sorpresa como Archie puso un billete de veinte a una de las bailarinas.
Quizás podrías acercarte hasta la mesa cuando acabe tu número - le dijo Louis. Unas vez esta se hubo ido les preguntó a sus compañeros - ¿Que os apetece tomar?
Si querían tener éxito debían pasar por unos parroquianos normales.

Nick se quitó el sombrero conforme entraron en el local e hizo ademán de peinarse toscamente. A pesar de que no se parecía nada de todo aquello a lo que él había visto y había vivido en Egipto años atrás, las caderas sinuosas de las bailarinas eran de lo más hipnótico. De hecho eran el tipo de distracción perfecta para que nadie más en toda la sala mirase a otro lado que no fuesen esos pedacitos de tela semitransparentes que hacía que a uno se le disparase la imaginación y la valentía.

Acto seguido tomó asiento en uno de los pufs y comenzó a escudriñar los rincones oscuros de aquel local; entradas, salidas, personal... quizá fuese deformación profesional pero no habían ido hasta Londres para ver caderas bambolearse. Y aún así, a veces, era imposible evitar que los ojos se fueran a ellas.

Cuando Archie ofreció el billete a aquella bailarina nick torció el gesto y se temió lo peor. ¿Veinte libras? ¿Es que aquel tejano se había vuelto loco? 

- Por ese dinero, amigo mío, esa mujer podrá responderte a todo cuanto le preguntes... eso si es que eres capaz de articular palabra mientras la... interrogas, claro. - apuntó Nick con sorna. - Espero que una cantidad tan elevada no nos traiga problemas.

Y así lo pensaba... si sus exóticos acentos del nuevo mundo no eran lo suficicientemente llamativos... si la gente a la que acechaban no estuviesen suficientemente avisados de su estancia en la capital del Reino Unido... si aquella mano invisible que se cernía sobre sus cuellos no estuviese ya bastante cerrada... aquel billete era casi como pintarse una diana en el pecho y esperar a que alguien hiciese blanco.

Henric se sienta, no del todo extraño a ese ambiente de hedonismo exótico. No es ajeno a las preocupaciones de Nick. Cuanto más lo piensa, peor idea le parece haber venido.

Lo que le recuerda...

El artista escrutina el lugar, buscando puertas que puedan dar a habitaciones privadas y rutas de escape más allá de la obvia (salidas de emergencia, puertas de servicio...).

Henric observó el local y lo encontró bastante cerrado, arquitectónicamente hablando. Tan solo al fondo había un pasillo al final del cual se adivinaba una puerta que debía llevar a la salida trasera del antro.

La joven mostró una esplendorosa sonrisa al recibir el billete de Archivald y asintió levemente, sin dejar de continuar con su actuación, a la propuesta de acercarse luego. Volviendo hacia el centro de la zona de baile, logró provocar, con la propina del tejano bien a la vista, el acercamiento de las otras dos bailarinas, una a una, en busca de pagas semejantes.

A las otras dos les doy calderilla, unos cinco chelines, solo puede haber una elegida.

¿Por que no os acercáis a tomar algo con nosotros cuando acabéis vuestro número? -dijo guiñándoles un ojo. Luego, dirigiéndose a sus compañeros, les dijo: por supuesto es para conseguir informacion, sus curvas no tienen nada que ver- dijo mientras su sonrisa le delataba.

Sheridan, ¿Como se llama esta cosa con tubos que usa la gente para fumar? Nunca había visto nada así, ¡Que exótico! - dice archivald mientras observa la cachimba que tienen delante.

Se la conoce por varios nombres: cachimba, hookha, que en árabe significa jarro o tarro, Shisha que es una palabra persa que significa vaso. Se calcula que este arte a se remonta unos 600 años atrás.
Es una pipa de agua y en ella fuma tabaco, aunque no los pitillos que conocéis, si no otro tipo de tabaco.

¿Que os parece si pedimos una y así la probáis?

Me encantará probar una hookha. Incontables artistas han encontrado a sus musas en los vapores de esas pipas de agua.

Henric se suma a la fiesta y pide también algo de beber.

Pues yo tomaré una cerveza - Les dijo a sus compañeros. ¿Quien decía que trabajar no puede sé divertido? - pensó