Partida Rol por web

Aug Lamedon 15 de Diciembre de 3004.

Ulrij habiendo vengado su familia decide seguir su propio camino, me marchó hace un par de días. Douervis sigue aún en la ciudad, y mantiene amistad con vosotros. Aunque parece que le han vuelto las ganas de vivir de las actuaciones de habilidad y no de arriesgadas aventuras.

El invierno ya es inminente, por suerte las temperaturas al sur de Gondor son templadas. Aunque en estos días. Mínimas de 10 y máximas de 20 grados. El día es aceptáblemente bueno, nublado, con algo de viento, pero no tiene pinta de que vaya a llover.

Aug Lamedon es un pueblo mediano, a Angainor le recuerda a Mornen, aquel desde el que se partió en busca de Lorn. Con una población de unos mil habitantes, tiene los elementos básicos necesarios de compraventa.

Habéis entregado el oro de los niños. Y por fin disfrutáis de un descanso en la posada de “el establo” y de una rica cerveza, no son como aquellas picantes de las tierras del sur, pero la de Gondor tampoco es mala.

Aug Lamedon 15 de Diciembre de 3004.

El invierno ya es inminente, por suerte las temperaturas al sur de Gondor son templadas. Aunque en estos días. Mínimas de 10 y máximas de 20 grados. El día es aceptáblemente bueno, nublado, con algo de viento, pero no tiene pinta de que vaya a llover.

Aug Lamedon es un pueblo mediano. Con una población de unos mil habitantes, tiene los elementos básicos necesarios de compraventa.

Wyrmir ha entablado amistad con Eruiel. El humano le ha contado que por motivos familiares (sin concretar más esta parte), ha de recuperar una antigua reliquia. La reliquia se trata de un cáliz de plata. Y por lo visto fue depositada por error en un túmulo cercano a esta zona, creyendo que formaba parte de las pertenencias de otra persona. El túmulo era un lugar sagrado, sobre el que se comentaba que en él existía un pequeño lago subterráneo capaz de sanar.

Pero Wyrmir se acaba de enterar de que en los últimos años el lugar ha caído en las sombras. Las últimas personas que han entrado jamás han vuelto a salir. Al lugar sagrado algo malo le ocurre y ya nadie se atreve a internarse dentro.

El humano se ha visto superado por tan gran peligro. Pero se le ha ocurrido una idea. A sus oídos ha llegado que un pequeño grupo ha conseguido limpiar los caminos de la zona sur de bandidos. Tal vez sean la ayuda que este necesita. ¿El problema? Que el pobre está sin blanca, tendrá que convencerlos de algún modo para que le ayuden.

El día ha llegado. Ha estudiado al grupo, tres parecen ser los integrantes principales. Un enano, un humano y un mediano. Curiosa mezcla. Están sentados en una de las mesas en la posada de “el establo”, degustando una cerveza y charlando animadamente.

Wyrmir se sentía muy incómodo en su nueva situación, y se daba mucha vergüenza de ello. Siempre se había considerado un joven de mente abierta, muchísimo más hábil para tratar con desconocidos que sus compatriotas de clan, pero todos esos cambios sobrevenidos le habían sobrepasado un poco.

Los caminos, las plantas, los colores del cielo, todo, absolutamente todo era distinto de cuánto él conocía. Y sí, le gustaba y sentía interés por lo que veía, pero también se notaba fuera de lugar. Se sentía extranjero y lo notaba en la mirada de los demás. Hasta las bestias le huían con tan solo olerlo.

Por suerte la compañía de Eruiel le ayudaba a dar salida a todos esos pensamientos. La joven también era forastera en ese lugar y podían compartir su asombro por todas las maravillas que veían en esas tierras sureñas.

La pareja había andado todo el día, pero Wyrmir se encontraba descansado. El terreno siempre era llano y los caminos eran estupendos, sus pies casi bailaban mientras avanzan. ¡Tan acostumbrado como estaba él en trepar, saltar y subir para llegar cualquier sitio de las montañas!

Ahora era de noche, y en El Establo había multitud de gente.

Bien, creo que ya hemos encontrado a los aventureros a sueldo que buscábamos. ¿Has visto? ¿Es eso un midiano? ¿Se llama así? ¡No me puedo crear que existan unas criaturas tan pequeñas!

Wyrmir estaba preocupado por como afrontarían el trato, pero aun así no podía evitar sentir admiración por todos los fascinantes descubrimientos que hacía.

Miró un momento a su compañera. Era sin duda una criatura también fascinante. ¡Una mujer que viajaba sola! ¡Y que rostro tan diferente y hermoso! ¿Servirían esas orejillas tan gráciles para oír mejor? El montañés aún no había reunido suficiente valor para preguntarle esos detalles, pero estaba muy contento de escuchar todo cuanto ella le explicaba de su gente. A Wyrmir pero, no se le había escapado que Euriel tenía el corazón dividido cuando hablaba de sus orígenes. No todos los rohirrim eran tan “especiales” como ella, eso ya lo sabía él que había conocido a unos cuantos, pero la joven era más silenciosa cuando hablaba de sí misma que cuando le contaba las maravillas de su pueblo.

Aunque el dunlendino no estaba acosumbrado a que una mujer se negase a responder sus preguntas, respetó el silencio de la rohir.

Euriel, poco puedo ofrecerles a estos señores para que me acompañen, pero nada me desagradaría más que no ofrecerte a ti lo que más quieras a cambio de tu ayuda. Yo nada más quiero de esa tumba que el cáliz de plata, pero encantado estaría de darte el resto del ajuar que por fuerza debe de estar allí enterrado si así lo quisieras tú.

Dime, ¿Qué quieres tú de lo que ese lugar pueda albergar? Porque cuando sepa lo que tú deseas del túmulo, entonces sabré lo que puedo ofrecer a esos caballeros mercenarios.

Cerveza fresca y comida decente. No hay nada mejor que descansar en compañía de buenos amigos y sin que falte la cerveza; además el invierno se acerca y con esos las fiestas de Yüle que son mis favoritas aunque las pasaré lejos de La Comarca pero seguramente y si todo se tercia favorablemente disfrutaré de un buen asado en compañía de mis amigos.

- Amigos, las fiestas se acercan y habría que pensar en preparar algo especial para Yüle. Se me ocurrió que podíamos alquilar una sala con una buena chimenea y comprar una buena pieza de venado para celebrar las fiestas...en este pueblo la caza abunda y la cerveza no está mal...aunque para esa noche habría que comprar algo más fuerte... - hago una pausa y sonrío ya que pensar en comida anima mucho a este hobbit.

Bebo un buen sorbo de cerveza y continúo hablando:

- Me pasé por el boticario a reponer suministros. ¿Qué habéis hecho vosotros hoy?

Ulrij había partido ya, luego de poder ver resuelta su venganza, y de la hazaña sólo quedaba ahora un recuerdo por demás fresco que resultaba bueno convertir en anécdota, en risas y choques de jarra, en un buen momento más entre compañeros.

Ni bien regresamos de aquella guarida llena de bandidos dejamos en el orfanato el cofre con el dinero, y no pude más que mirar de reojo en dirección a la misteriosa torre de Minas Anghen. Todavía en mi mente veo la niebla que tras las puertas se oculta y resuenan aún en mis oídos las palabras de la Dama respecto a cuál de esas puertas es prudente atravesar. Tal vez en algún momento regrese a la torre para ver qué guarda.

El pueblo resulta por demás animado. Es pequeño y acogedor como lo era también el poblado del Valle de Erech. Cierro los ojos un momento mientras mi nariz atrapa el aroma dulce de la cerveza y viajo en el tiempo rememorando los rostros de Lorn, del blanquito Alisterel, de Hador y de Eadar. Creo sentir sonar una campana y abro los ojos de par en par para mirar hacia la entrada de la posada, como si Tóridas fuese a entrar nuevamente para avisarnos del secuestro. Al recordar al buen viejo también sonrío al pensar en Ted y me pregunto qué harán todos y cada uno de ellos, qué será del anciano más allá del gran mar.

La voz del mediano llama mi atención a la mesa y le miro mientras bebo un sorbo de la bebida.

"- Pues concuerdo con ambas cosas, tanto con la carne como con el alcohol. No he presenciado nunca la festividad de Yüle, pero conociéndote, maese hobbit, seguro harán de ella un gran momento en el que la comida y la bebida no pueden faltar- comento entre risas-. Algún día tal vez tengamos la suerte de visitar tierras enanas para las festividades de año nuevo... los enanos organizamos grandes reuniones y ninguna otra se compara a las de ese día- agrego mientras levanto en alto la jarra".

Miro hacia los parroquianos de la taberna y me vuelvo nuevamente hacia mis compañeros.

"- Yo necesitaba vender algunas cosas luego de ver los objetos con los que nos hicimos y hacer un recuento de lo que llevo. Además no venía mal hacerme de algunas hierbas y de carne para Samman... la pequeña ya se estaba impacientando- concluyo sonriente".

Aug Lamedon. Un nuevo nombre que añadir al mapa de mis ciudades conocidas. 

"Vagabundear por sus calles es el mejor modo de conocer una ciudad", solía decir mi padre. Desde luego que yo tomé esa máxima por bandera, pues no hacía más que vagabundear de un lugar a otro. Aún así, procuraba sacar provecho y cosas buenas de todos, también de la sabiduría y buen hacer de sus gentes. Siempre es interesante aprender nuevas cosas.

Me ensimismé en algunos puestos de especias y hierbas, preguntando por efectos y propiedades, y tomé nota de algunas interesantes que quizás podrían serme útiles. Hice algunas reposiciones de mi equipo, y me dirigí al lugar donde sabía que podría sin duda encontrar a mis amigos: la posada.

Ahora que una buena cerveza regaba una animada conversación, el tiempo parecía distenderse hasta hacer caer las manecillas de cualquier reloj con prisa.

- Tienes razón, Mut: nada mejor que una buena celebración con buena comida y bebida, sin desmerecer la que estamos disfrutando. Creo que si seguimos así vamos a convertirnos en expertos catadores y comparadores de las cervezas de toda la región, jaja.. -escuché las palabras de Angainor-.. Nunca he asistido a ninguna celebración enana. Sí que tienen buena fama de abundantes y bienhumoradas, ¡me encantará conocer la de Año Nuevo teniéndote a tí como anfitrión, amigo! Yo también repuse algunos remedios que pueden sernos útiles, víveres, y organicé de nuevo mis enseres, que ahora llevo mejor guardados y no me molestarán tanto si tenemos problemas. Mi unca Viento también tiene su comida.. Sí, Angainor, poco a poco se van haciendo mayores. Si tengo ocasión, trataré de entrenar a Viento más intensivamente, y que pueda ser un peligro para nuestros enemigos.

En la antigua lengua de los elfos, quellë o lasselanta era la palabra que se utilizaba para designar el fin del otoño y los comienzos del invierno. Una palabra que, al norte de las Ered Nimrais, evocaba días ventosos y fríos, pero alejados de las torrenciales lluvias de principios de la yávië, la época de la cosecha, el otoño. Por un breve instante, Eruiel imaginó las extensas y glaucas praderas de Eþelþrymm meciéndose al compás del viento, las ovejas pastando y las largas crines de los últimos mearas de la heredad flameando como insignias de un tiempo lejano que quizá no regresaría jamás. ¿Ya los habría vendido Beadohilde? Las muchas deudas acumuladas tras algunos años de sequía y el saqueo de los bandidos habían menguado en mucho las arcas de la hacienda y, más de una vez, Beadohilde había sido tentada con la propuesta de vender la heredad y mudarse a Eldoras, pero siempre se había negado. En Eþelþrymm había formado una familia y en Eþelþrymm concluirían sus días, afirmaba.

Al menos, así era en La Marca. Pero en las australes tierras de Gondor el frío era más suave y gentil y otras cuestiones ocupaban los pensamientos de la joven perendhil…

En su largo periplo había tenido que sortear algunos obstáculos, pero ninguno como aquel. Era sabido que en algunos sitios (y aun regiones enteras) se respiraba un aura maligna, pero la muchacha nunca antes se había enfrentado al atroz influjo del Oscuro. Y por lo que Wyrmir le había contado, el túmulo que buscaba encerraba algún mal. De hacerle caso a las palabras de su abuela, Eruiel estaría en aquel momento alejándose de aquel dunlendino y su escabrosa historia. Pero Wyrmir parecía de otra hechura que sus coterráneos. Más instruido y afable. Quizá por eso, Eruiel escuchó atentamente sus palabras y cada detalle de su relato.

Eruiel echó una fugaz mirada hacia la otra mesa. Luego volteó la vista hacia Wyrmir y sonrió de lado.

—Así los llaman en Gondor: medianos, medio-hombres, aunque ese nombre siempre me supo algo despectivo —y apuntó: —En mi tierra los llamamos kûd-dûkan, o kuduk como se llaman a si mismos, porque construyen sus moradas en agujeros escavados en la tierra. Pero, en verdad, es la primera vez que veo a uno. Es muy raro verlos lejos de sus tierras.

Tras las últimas palabras de Wyrmir, sobre los "caballeros mercenarios", se hizo un breve pero intenso silencio. Eruiel bebió un sorbo de su jarra y miró al variopinto grupo, otra vez.

—Cierto es que si un hombre, un enano y un kuduk pueden reunirse en paz en torno a una mesa, es una buena señal. Pero… ¿mercenarios dices? —inquirió, y chasqueó los labios. —No lo sé, quizá fuera buena idea o quizá no. Tendríamos que indagar un poco antes —susurró.

La idea no terminaba de convencerla. Mercenarios, repitió para si. ¿Qué otros acicates más que el refulgente tintineo del oro podrían tener? ¿Serían fieles a la palabra empeñada? Los enanos tenían fama de honestos y los pequeños kûd-dûkan de confiables. En cuanto al dúnadan… Todo sería cuestión de indagar al respecto. ¿Acaso no se comentaba que aquel grupo había acabado con el azote de unos bandidos camino al sur? Quizá aquella noticia les sirviera como tema de conversación, caviló.

—Escucha, Wyrmir, tú buscas un cáliz que se encuentra allí por error, y que has de restituir a su legítimo dueño. Pero yo… —Eruiel sonrió. —Nada quiero de ese túmulo porque nada me pertenece. Solo deseo encontrar noticias de quien busco, y eso no será en aquella tumba —(y espero que en ninguna otra, pensó.) —Pero eso es muy lejos de aquí, en el puerto Edhellond, donde algunos elfos de Lothlórien se han asentado desde hace varias centurias ya. Ya hablaremos de eso en otra ocasión. Pero ahora…

Se inclinó ligeramente hacia el dunlendino y murmuró:

—Es menester que indagues un poco en torno a estos "caballeros mercenarios" y conocer sus intenciones. Si solo están de paso, si les urge algún cometido. Quizá ni siquiera estén interesados… Pero muévete con cuidado y deja que sean ellos los hablen, así sabrás a qué atenerte. Podemos acercarnos y preguntarles por el camino que lleva al sur. Según me contaste, se dice que ellos acabaron con unos bandidos que merodeaban la zona… Empecemos por ahí —sugirió, con una sonrisa asomando en sus labios

Wyrmir parecía un podo desubicado, pero era algo que venía ocurriéndole desde hace un tiempo. Pero quizá Eruiel podía ser ese bastón o esa confianza que al humano parecía faltarle.

Eruiel se mostró interesada desde el primer momento por la llamativa variedad de razas de los de la otra mesa. La perendhil parecía estar más equilibrada y porque no decirlo… más astuta. Incluso se dejó llevar por las posibles motivaciones según la raza.

Además comentó a su compañero de entablar conversación y así ir analizando de verdad sus motivaciones. En estos casos, bien es sabido que un buen comienzo es lo importante. Unas risas, quizá invitar a una ronda, pues por lo que se veía encima de aquella mesa, parecía gustarles la cerveza. Ahora quedaba dar el paso ¿Quién y como se iba a dar el paso?

El ambiente entre los tres miembros del grupo no puede ser otro que excelente. Lo compartido hasta la fecha no ha hecho más que estrechar los lazos de los que siguen compartiendo camino.

Habéis repuesto víveres y tan importante como las aventuras es festejar entre ellas. Y tal vez sea por eso que en la mente del mediano, y por sus palabras, comienza a formarse la idea o propuesta de hacer algo especial para fin de año

También es momento de hacer balance de lo ocurrido a lo largo del año y la verdad es que han ocurrido muchas cosas. Ya no sois inexpertos y aunque tampoco grandes hombres, enanos o medianos, la experiencia es un grado.

La charla prosigue y el ambiente es agradable.

Siempre es maravilloso el sentirse en plenitud y calma. Como si no hubiera mal en el mundo, pensar que el aquí y el ahora es lo que cuenta. Y nuestro presente abarcaba una buena cena, excelente compañía, y tabaco de indiscutible calidad con el que seguir hablando a la vez que fumamos nuestras pipas.

-Me pregunto qué nos aguarda ahora.. Ya sabéis que nuestra paz pocas veces dura tiempo..

Dí una profunda calada a mi pipa cargada. La cazoleta quemaba levemente, pero el humo hacía que se disipasen mis temores a la vez que lo hacía su consistencia. 

-Eso sí, prefiero pensar ahora en los días venideros que prometen fiestas, ¡eso seguro! 

Buenos consejos, mi compañera Euriel. –Dijo asintiendo con la cabeza- hablaremos con ellos alrededor de su mesa, compartiendo la alegría del descanso y gozando de las vivencias de unos y otros. Y si el destino dispone que nuestros caminos se deben de juntar, así lo hará.

La pareja se acercó tranquilamente hasta la mesa ocupada por el diverso grupo de aventureros. El brillo se acrecentó en los ojos del montañés y el pequeño hogar que alumbraba la sala desde un solitario rincón pareció alzarse levemente para poder escuchar las palabras que en ese comedor se iban a intercambiar.

Buenas noches señores –saludó Wyrmir- Espero que estén disfrutando de una tranquila velada y de un mejor ágape.

El joven que había hablado era un chico alto, que no hacía tanto tiempo debían de haberlo considerarlo un niño aun. Su piel lucía ya todo tipo de heridas, cicatrices y marcas. Muchas de ellas eran de motivo ritual, pero harían falta los ojos de un buen curandero para poder diferenciar las heridas sufridas violentamente de las infringidas voluntariamente por el muchacho.

En su pecho izquierdo, se veía también un gran tatuaje que se perdía hasta el costado, en un baño de tintes que dibujaban las formas de varias hojas que escondían a su vez el batir de las alas de un colibrí.

De su espalda colgaba una lanza, y de su cuello y orejas pendían también abalorios y colgantes de madera, decorados todos ellos con pequeñas plumas de faisán, picos de águila o dientes de serpiente.

A su lado, una joven de mirada tan bella como extraña permanecía atenta.

Mi nombre es Wyrmir, hijo de Grunt y próximo jefe de clan, aunque muchos me llaman Gusanoblanco también.

El chico hablaba con resolución en sus palabras, pero más de uno en la posada se giró para observarle desde el rincón. El montañés no era propio de esa tierra y en su mirada se vislumbraba la duda de quién se sabe forastero.

No hemos podido evitar escuchar algunas buenas hazañas sobre vosotros –comenzó- y es por eso que nos hemos acercado. Los viajeros como nosotros nos felicitamos de la seguridad de los caminos, y justamente esto es lo que hemos oído que habéis logrado. Barrer de los landes más hacia el sur de aquí a un nutrido grupo de bandidos y asaltadores. Muchas gracias y muchas felicidades también. Si en verdad vosotros solos habéis logrado hacer desaparecer ese peligro, vuestras espadas y vuestras palabras deben de valer por las de cien hombres por lo menos.

Dejadnos por favor invitaros a una ronda de cervezas, para poder escuchar en vuestra compañía de las hazañas contadas solo a medias tintas.

"¡Antes lo digo, antes ocurre!", pienso, mientras miro con curiosidad a los desconocidos a través del humo de mi pipa. Tan solo observo y escucho las palabras del joven, que se me antoja de curioso aspecto. Tras tantos viajes poco se me hacía ya extraño en cuanto a razas y costumbres, pero siempre hay sitio para el asombro de la novedad.

Viento, mi unca, se alzó del suelo, atento en silencio a los extraños. Ya sabía distinguir a alguien amenazante, e incorporándome en mi asiento y con una tranquila caricia lo hice tumbarse de nuevo, aunque quedó alerta y me lo hizo saber con un leve gruñido.

-Saludos, Wyrmir, hijo de Grunt. Mi nombre es Lorgan, hijo de Cylion, y éstos son mis buenos amigos Angainor Caranëdol, temible guerrero enano, y Mutfast Lanudo, astuto y valiente hobbit.. Siempre es bueno para el alma escuchar halagos, aun siendo de desconocidos. Si a mis amigos les parece bien, aceptaremos esas cervezas a cambio de que tú y tu acompañante nos contéis también qué os trae por estas tierras, y el habernos buscado para hablarnos.

"- ¡Ja!, ¿halagos? ¡Ha dicho que somos famosos, salud a eso!- exclamo alzando la jarra medio llena, a medias por lo relajado que sienta el momento en la posada, a medias por la bebida que en ligeras aunque continuas dosis ha calentado de a poco mi sangre".

Muevo mi cabeza asintiendo a cada uno de los recién llegados y luego bajo el brazo hasta la altura de mi boca, dando un buen sorbo a la espumosa cerveza.

De entre mis ropas, saco una pequeña bolsa y, junto a ésta, un pipa que comienzo a preparar y dejar a punto. El aroma del tabaco que pasea por el recinto había comenzado a tentarme desde hacía un momento, pero al ver a mi compañero con la suya hace que me decida. Aspiro un poco mientras las hojas se queman en el hornillo y, luego de exhalar el humo, tomo suficiente aire como para llenar mi pecho, haciendo jugar mi lengua de a poco mientras degusto el amargo sabor que ha quedado.

Una vez Lorgan se ha presentado, hago lo propio.

"- Como se ha dicho, mi nombre es Angainor, hijo de Herugond. Acepto con agrado el ofrecimiento, será un gusto compartir el momento con ustedes- expreso señalando los espacios vacíos alrededor de la mesa-. Así que próximo jefe de clan, me sorprende dado lo joven que parece ser, maese Wyrmir... sin embargo, olvido que los tiempo de la carne son más breves que los de la roca, y que se me caiga la barba si no he fallado al juzgar a alguien sólo por la apariencia- comento echando a reír, remojando la garganta un poco-. Por lo que mencionó ya algo saben de nosotros gracias a lo que se dice por estos lugares, así que, como comenta el compañero- digo mirando un instante hacia Lorgan-, nos gustaría saber qué les trae por aquí- concluyo, volviendo a centrarme luego en mi pipa".

Parece que se avecinan aventuras justo antes de las fiestas de Yüle, Lorgan y Angainor deciden presentarse por lo cual yo seré e siguiente:

- Yo como bien indicó mi amigo Lorgan soy Mutfast Lanudo de los Lanudo de la Cuaderna del Norte de La Comarca. Pero para abreviar podéis llamarme Mut; la verdad sólo mi madre y mi abuela me llaman Mutfast y normalmente es para reñirme... - digo sonriendo ya que para los ojos de un humano no soy más que un niño aunque en verdad ya estoy a punto de finalizar la veintena - ...y le agradezco la invitación, no hay nada mejor que una cerveza bien fresquita para romper el hielo con un hobbit; bueno si cabe puede que una tarta de manzana o un buen asado... - empiezo a divagar un poco pero me centro y prosigo - ...acompañadnos y contadnos vuestras aventuras y el motivo de que estéis en esta posada acompañando a este pequeño grupo de aventureros...

La curiosa pareja se había acercado a la mesa de los aventureros, estos se acabaron lo que quedaba de bebida y aceptaron con gratitud la invitación.

La Medio elfa se presentó como Eruiel y prefirió esperar un poco más a presentarse completamente como el resto. De mirada limpia pero astuta por el momento parecía preferir observar a hablar, aunque no parecía haber nada malo en ella.

Todos parecían tener ganas de conocer a los demás, aunque por el momento tampoco es que se hubiese soltado mucha “prenda” por parte de nadie, tal vez pudiese solucionar eso la nueva ronda de cervezas en cuanto Wyrmir la pidiese.