Partida Rol por web

- ¿Te refieres a esa cosa monstruosa que iba huyendo por los tejados…?Ni idea, ¿deberíamos preocuparnos? Y ya que estamos, - ante el atuendo de Aedalus levanto una ceja de escepticismo - ejem, cuando puedas… Charlotte necesita ayuda médica - intentando no alterarme y haciendo un ademán con la mano - y ya que estamos… ¿qué demonios está pasando? - lo digo con un pequeño deje de enfado y aunque me dirijo a Aedalus, busco con la mirada a Victor.

Cuando veo a Charlotte se puede ver como se iluminan de rojo las lentes de la mascara antigas mientras la miro fijamente. 

Contesto a Vyktor casi sin mirarlo mientras me acerco a Charlotte. - Era Hanna. Se despertó mucho antes de lo que pensaba. - 

- No os preocupeis por Hanna, no se acuerda de nada de lo que le hice. Quizás es por eso que entró en su forma animal y se ha puesto a destrozar cosas. Tarde o temprano volverá a su mansión, allí estoy seguro que los Marseille serán más duros con ella de lo que yo me puedo permitir. - 

Cuando llego a estar delante de Charlotte pregunto con las lentes aún brillando de un rojo intenso. - ¿Estás bien? - 

- También me alegro de verte, Vyktor. - y le dedico una leve sonrisa.

En ese momento me giro hacia Aedalus y doy un ligero paso hacia delante, pero no me muevo más.

- Yo... bueno, siento haberos preocupado. No quería ser una carga, pero parece que solo empeoro las cosas.

Entonces hago un gesto hacia el resto de mi cuerpo.

Una herida en una pierna, un brazo que muevo de una forma sospechosamente cuidadosa, y no muy buen aspecto en general. Ese es mi aspecto actual. Aunque llevo ropas diferentes a las que traje.

Observo detenidamente a Charlotte. - Tienes un brazo dislocado y una herida de 3mm de profundidad. - 

Los ojos se me apagan y me saco la mascara. Tengo el pelo un poco mojado del sudor. 

Digo. - No eres una carga, Charlotte. ¿Qué te ha hecho pensar que podías ser una carga? - Digo mientras voy buscando algo en mi chaqueta. 

- Tengo la sensación de que me rodeo de problemas. Nada más despertarme en aquel fumadero, nos atacaron los matones de Amber. En la mansión me atacó un sujeto desconocido del que aún no sé nada. Os encontrasteis con la señora de Amber, que parece que nos quiere matar a todos. Y además, soy otra persona de la que cuidar, a la que alimentar y de la que preocuparse.

No dudo en decir todo. Parece incluso que estuviera preparado, o que lo haya pensado mucho.

- Y por eso pensé... que quizá mejor estar lejos.

- Los problemas no te rodean a ti, me rodean a mi. ¿No acabas de ver el monstruo que ha salido de mi casa? - 

Me saco unos vendajes que tenia en el traje que llevaba puesto. - Cuidarte, alimentarte y preocuparme por ti es lo menor que puedo hacer por ti a cambio de que puedas aceptar los problemas que me rodean. - 

- Podrías llegar a comprender que quisieras huir ir de mi, puesto que la destrucción y amenazas que escapan al entendimiento humano me persiguen. Pero abandonarme me hace más daño que el que las criaturas del infierno me puedan hacer. - Mientras termino de hablar me arrodillo y  empiezo a vendar la pierna a Charlotte. 

- Lo siento Aedalus... no lo volveré a hacer.

Ahora la voz ya me sale media rota, casi al borde del llanto.

Pero sí, volvería a hacerlo.

Las lágrimas tienen una parte de verdad, pues he temido por mi vida hoy.

Por otra parte, no estoy arrepentida en absoluto. Me sabe mal por Aedalus, que parece algo apegado a mi, pero para mi sigue siendo un desconocido en el fondo. Un desconocido que me convirtió en lo que ahora soy. Ni sé bien qué opinar sobre él.

Acabo de vendar la herida de la pierna de Charlotte. 

Sonrío y digo.  - Tranquila. - 

Le miro el brazo. - Puedo ponerte el brazo en su lugar pero va a doler un poco. ¿Estás lista? - 

- No será lo peor que me haya pasado hoy. Adelante.

Y cierro los ojos a la espera del dolor.

Le cojo el brazo con delicadeza buscando la posición para poner su brazo bien. 

De un movimiento seco pongo en su lugar el hueso dislocado. 

Cuando Charlotte abre lo ojos una de las marionetas ha traído infusiones y pastas. 

La casa Galaliel es una mansión enorme de mármol con cristaleras de colores y una cúpula. El feto te advierte que vayas con cuidado.

Vyktor se mantiene bastante al margen de la "emotiva" conversación, y parece que está impaciente para que termine. Cuando ve un hueco para hablar, se dirige a Charlotte. 

- Lo que importante es que ya estás aquí, y que tú marcha no tenía como objetivo el traicionarnos, cosa que nos evite tramites inecesarios... - Hace un gesto con la mano, quitandole importancia. - Estoy seguro de que a ti te gustaría ponernos al día de tus aventuras y que nosotros te pusiéramos al día de la nuestras. Pero creo que tenemos asuntos más urgentes. - Mira a Aedalus. - Tenemos a un ser enloquecido que conoce nuestra ubicación y nada nos asegura que no vuelva a buscar más problemas y a parte tenemos una misión pendiente. Lo que me recuerda a... ¿Cómo está nuestra invitada?

- ¿A qué ser enloquecido te refieres, Vyktor?

Parece que mi expresión cambia cuando voy a hablar de Hanna. 

- No te preocupes por Hanna, si volviera a la mansión su corazón se pararía y esta vez la enterraría en el sótano hasta que se calmara. - 

- En cuanto a nuestra invitada, sigue durmiendo pero estoy seguro que vendrá para cenar. - 

- Hablando de seres enloquecidos... hoy he conocido a la señora del Doctor Amber. Y si sigue viva, no creo que esté muy contenta.

Me detengo un momento y trago con preocupación antes de continuar.

- Y es como si pudiera adivinar mi paradero, no sé si será igual para el resto de la gente. Pero me encontró en un lugar que... bueno, no podía buscarme ahí específicamente y preguntarme por su marido. Creo que habría que extremar precauciones.

- Dioses, eso me preocupa mil veces más que el hecho de que te sintieras una carga… - me siente - Debiste empezar por ese punto, ¿cómo nos podemos librar de ella?

- ¿Buscamos a un exorcista? - Dice Vyktor, en tono de broma. - Está claro que nosotros no sabemos como desconvocar a ese ser, pero está ciudad está plagada de gente extraña a más no poder, estoy seguro de que alguien debería saber como. Y ahora que está Charlotte con nosotros no necesitamos ni siquiera que quiera colaborar con nosotros.

- No tenemos por qué desconvocarla. Podríamos... ¿convencerla de que se vaya? Puede que sea incluso más fácil.

- No conozco mucho detalles sobre aquello que la gente denomina "amor". Pero tengo entendido que si alguien mata a tu ser amado, tú le pagarás con la misma moneda. - Mira a Charlotte. - A no ser que tengas algo especial en mente.