Partida Rol por web

-Sí verá, al margen del caso que llevaba entre manos hoy me han llegado informe de una especie de monstruo peludo gigante saltando por los tejados llevando una tela roja, está en mi interés mantener el orden en Agartha de manera que me he pasado las últimas horas preguntando junto a mis dos compañeros y hemos acabado aquí.

-He presentado su proposición de suministro armamentístico al consejo de la ciudad y les ha parecido correcto, aunque a los representantes del ejercito no les terminó de hacer mucha gracia, se ha estado manteniendo alejado de fuegos últimamente Aedalus?

Me pongo a pensar sobre lo que me acaba de decir y concluyo. - Hace poco escuche muchos ruidos fuera. Pensé que sería algún animal desbocado pero no llegué a ver nada. - 

- Siento no serles de más ayuda con el monstruo. - 

A la última frase respondo con una sonrisa. - El ejercito quedará asombrado por estos prototipos. Cuando consiga los derechos de explotación de unas minas en el sur de Prusia que estoy negociando todas las armadas del mundo temerán y adorarán mi nuevo invento. - 

- Cuando pensaba que íbamos a poder hablar tranquilamente... - Comenta Vyktor, tras lo que se levanta (Supongo que en algún punto de la conversación se ha sentado) y vuelve a hacer aparecer una espada negra de la nada. 

Se coloca en una posición estratégica, la gente que entrara en la sala no lo vería a no ser que se asomarán lo suficiente, pero él tenía una buena vista de la situación general. Aún así se apoya en la pared con naturalidad, por si acaso la visita resultaba ser más pacifica de lo que suponía. 

-Espero estar en el bando de la adoración (risas), vive sólo Aedalus?

- Vivo en una casa demasiado grande para cuidarla yo solo aunque a parte de los sirvientes tengo en casa alojados varios artistas, gente con talento que me gusta ayudar a cambio de que me muestren nuevas formas de ver el mundo. - 

- En cualquier caso no tengo una familia. Mi empresas, mi maquinas y mis ideas es lo único por lo que me he preocupado estos últimos años. - 

- Y dígame Freimann. ¿Qué es lo más importante para ti? - Lo digo con una sonrisa pero mirando fijamente a los ojos a Freimann.

-(breve silencio)Tenía una esposa, fue asesinada y di cuenta del culpable, aparte de eso mi familia se limita al cuerpo de policía y mis dos perros, tenía un hermano poeta, le habría caído bien, desgraciadamente murió en la guerra, hoy en día lo importante para mí es mantener la paz en Agartha.

-Aedalus, podría hacerles unas preguntas rápidas a sus inquilinos? No será más de cinco minutos y evidentemente puede estar presente, entenderá que necesito indicios, para más de un caso y estoy interrogando a casi toda la ciudad (vuelvo a reir)

- ¿La paz en Agartha? Desde la noche que se presento el automata de Goullard and Sons todo el mundo está preparandose para una guerra. - Doy un sorbo a la infusión y añado. 

- Tiene un deseo bastante peculiar. Detective Freimann. - Sonrio y me levanto. 

- Mi casa está llena de secretos, detrás de esa puerta. - Señalo una gran puerta de metal en la cual acaba el recibidor. 

- Probablemente vea mucho más de lo que está buscando. Pero pasada esa puerta tendrá que responderme a una pregunta. - 

Con un ademan invito a Freimann a acompañarme. - ¿Quiere seguirme? - 

- Sus acompañantes tendrán que esperar aquí.- 

-Confío en su buena voluntad, esperen aquí porfavor.

señalo el reloj a mis acompañantes, quedan 5 minutos. Aedalus no lo ve.

Toco la puerta, se escuchan unos mecanismos dentro y finalmente se abre. 

Cuando Freimann y yo hemos pasado la puerta esta se cierra con un movimiento seco. 

- Los invitados de esta casa son gente peculiar. A cambio de recibir dones divinos o cumplir sus deseos más oscuros han tenido que poner sus almas como garantía. - 

- Dime Detective. ¿Hasta que punto estás dispuesto a llegar para conseguir la paz en Agartha? - 

- Le puedo prometer que nada del reino de los vivos puede escapar a mi voluntad. - Lo digo mirando a Freimann directamente a los ojos. Con las pupilas encendidas de un rojo intenso. 

Antes de entrar, me dirijo a mis dos hombres.

-Mmm...vosotros volved a comisaria (me rasco la cabeza pensando un momento) no aviséis a nadie que hemos venido aquí, ya os alcanzaré dentro de un rato.

-En cualquier otra ocasión ignoraría tales proclamas, pero no voy a intercambiar mi alma por un par de testimonios Aedalus, es gracioso, normalmente cuando no puedo hacerle preguntas a alguien la gente me dice que no tengo jurisdicción o la persona no está en casa, nunca me habían puesto ante un negocio con mi alma, si no puedo entrar quizás puedas hacer de intermediario en las preguntas? O puedo irme tampoco me conviene estar perdiendo el tiempo, con respeto, aun tengo que interrogar al resto del vecindario.

- Detective, su tiempo dudo que se malgaste conmigo. - 

- Como ya dije el reino de los vivos me pertenece. El licantropo de 3,2 metros, pelo gris, garras demasiado limpias para ser de un lobo normal y vestido con una tela roja borgoña hecha en el norte de Italia tampoco puede escapar a mi. - 

- ¿Sigues creyendo que estás perdiendo el tiempo conmigo? - Lo digo mientras le invito a pasar a una biblioteca que está al lado del recibidor. 

-Licantropo eh, no quise creerlo pero parece que al fin es cierto, entro en la biblioteca.

Se escucha un estruendo tras la puerta y disparos

- Me reitero en mi oferta. - Lo digo mientras me siento en una de las butacas. 

La sala tiene unos libros chamuscados y tiene un olor extraño. 

Después de que se escuchen los disparos puedes ver que pongo mala cara. Empiezo a mover la mano como si estuviera tocando un piano invisible. 

- Veo que ha traído compañía señor Freimann. -

Dentro de la casa empieza a escucharse un montón de mecanismos moverse a la vez. 

Mecanismos se mueven, las tropas se preparan. Empieza una marcha de armaduras que avanza pesadamente desde las entrañas de la casa. 

Me levanto rápidamente de mi asiento.

- ¡Aedalus! ¿Va todo bien?

-He traído algo más que dos inspectores Aedalus, Agartha ya debe conocer tus verdaderos colores a estas alturas, aún estás a tiempo de colaborar y entregar a tus cómplices.

Chasqueo los dedos y un fuego se enciende por la biblioteca.