Partida Rol por web

El helicóptero estaba ya dispuesto a la hora señalada, con las aspas en movimiento y esperando a que os subiérais a él. La capitana estaba de pie junto al mismo, con aspecto de impaciente, y a los mandos, los dos pilotos conversaban entre ellos animadamente, como si aquella misión fuese rutinaria para ellos.

A medida que fuisteis llegando, uno tras otro, subisteis al aparato. Dalton se hizo a un lado para dejaros pasar, pero observaba cada uno de vuestros movimientos, igual que si estuviese haciendo un informe y aquel operativo fuese un entrenamiento en lugar de una misión de rescate. Cuando finalmente estuvisteis en el interior, le echó una última mirada hacia Quinn, que lo observaba desde la puerta de la sala de reuniones de la base, con su pose de estatua habitual, manos a la espalda y mirada fija, sin apenas parpadear, entró, cerró la puerta y le hizo la indicación a uno de los pilotos para que se elevase.

Brianne había cogido todo lo que se le había ocurrido, hasta repelente de insectos. La jungla era uno de los peores escenarios posibles para llevar a cabo una misión, porque todo parecía ir en contra tuya. A pesar de ello, para eso estaba allí, para superar lo insuperable, y el hecho de ser destinada a una misión de rescate, todavía lo justificaba más.

Salió pensando que sería la última, porque el helicóptero estaba ya en marcha, pero cuando llegó, solo la capitán Dalton estaba en el interior.

-Señora -le dijo, a modo de saludo, mientras subía a bordo ella y el equipo médico. Tomó asiento, se ajustó el cinturón y después, miró a los dos pilotos.

No me gusta volar, pensó, sin decirlo e intentando no temblar. Pero los nervios parecían traicionarla. Ya fuese por la excitación de estar a punto de salir en una misión, o porque algo en su interior le decía que iba a ser peligroso, el caso es que no podía evitar mostrarlo.

Espero que la capitán no se de cuenta.

Había cogido el equipo necesario, incluso un visor nocturno y un repelente de insectos, además del equipo de comunicaciones y su laptop, imfaltable entre sus cosas. 

Está situación de repitió en muchos entrenamientos, pero ahora no lo era, se trataba de la vida real, y aquí podría morir si no tenía cuidado, completamente vestida con su uniforme verde pixelado y cargando con lo necesario, se colocó frente a su oficial superior.

-Lista capitana- saludó a su oficial superior, y marchó rumbo en dirección al helicoptero, el cual y producía aquel ruido ensordecedor y molesto,  hubiera preferido viajar en un Hércules, antes que en un helicóptero. 

El teniente llegó somnoliento de nuevo..era de los que partía la cama durante 12 horas o más. Sin anestesia. Venía con el equipo que había recomendado a los demás: un poco más de agua, unas pocas más de pastillas potabilizadoras, repelente de insectos, gafas de visión nocturna y el equipo de jungla que el maldito ejército de tierra usaba para llenarse de barro. Se preguntaba porqué lo habían elegido, él, un piloto experimentado haría poco en tierra y sin alas... Por supuesto, no protestó. Ni le salía del alma ni tenía el valor: había otros sufriendo un cautiverio probablemente horrendo ...protestar era inaceptable.

Además tenía una sospecha de porqué lo habían llamado a él.

-Señora- saludo a la capitana antes de montarse en el helicóptero.

Corrí por el helipuerto mientras terminaba de abrocharme el casco por debajo de la mandíbula. Ahora olía a gel de ducha para hombres en vez de a maría, e incluso me había dado tiempo a repasarme la barba de dos días antes de ponerme a preparar mi equipo a toda hostia. 

Fui el último en llegar, pero bueno, tampoco podía ir más rápido cargando con todo el equipo, que supongo que abultaba demasiado para mi escasa estatura. 

Por supuesto no me olvidé del lanzagranadas, mi juguete preferido. Ni de esconder un par de bolsitas de hierba entre el equipo básico de supervivencia: agua, raciones, navaja multiusos, GPS, prismáticos etc etc.

También eché 12 pares de calcetines al acordarme del consejo que el teniente Dan le dio a Forrest. No quería que ninguna bicha me devorara los tobillos. 

- ¡Ya estoy, ya estoy!. A sus órdenes capitana - dije mientras me aupaba dentro del helicóptero.

Dalton miró al último de los miembros del equipo con una mueca.

-Bienvenido a nuestro equipo, sargento -le dijo con sarcasmo. 

Con todos dentro, le hizo una señal al piloto y el helicóptero se elevó, alejandoos del suelo y de la base. Las escasas luces no tardaron demasiado en desaparecer y la capitán se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de volverlas a ver. Sabía que era una misión relativamente sencilla, pero allí sencillo no había nada y en mitad de una jungla y rodeada de terroristas, mucho menos.

Pero era optimista. Tenía un buen equipo y esperaba que todos cumpliesen con su trabajo, al igual que ella lo haría con el suyo.

El helicóptero se elevó por encima de las escasas luces de la base, por lo que no tardasteis mucho tiempo en perderla de vista. Para evitar los radares, debíais viajar a baja altura, lo cual no estaba extento de riesgo, puesto también podíais ser vistos directamente, aunque esto era seguramente lo menos probable.

El paisaje que teníais abajo pronto se transformó en algo muy diferente, en uno yermo y solitario, y un tiempo más tarde, volvió a cambiar, al aparecer una densa jungla cubriendo la superficie, que a cada segundo que pasaba, iba pareciendo ser más tupida y no daba la sensación de que fuese a disminuir en algún momento.

Todo parecía exactamente igual.

Tanta selva, tanto verde, tanto árbol hasta dónde alcanzaba la vista, está vez sería una misión bastante peligrosa, ya que la jungla no era un lugar para bajar la guardia, hasta el más mínimo descuido podría desencadenar una catástrofe, desde la picadura de un insecto, hasta la fractura de una pierna.

-Señora, ¿Cuál es el tiempo estimado de llegada al objetivo? 

Preguntó con calma a su líder de equipo, ni siquiera llegaban a ser un pelotón, pero bueno, un número reducido de gente sí se podría esconder. 

Dalton miró su reloj y después le echó un vistazo al exterior. 

-Deberíamos estar sobre el objetivo dentro de una media hora a lo sumo. Volamos a baja altitud y velocidad para no llamar la atención de los radares. Esperemos que eso sea suficiente.

Dalton parecía distraída, pero en realidad, estaba en tensión. Si el otro helicóptero había caído, no era porque hubiesen hecho algo que no debían o al menos, eso pensaba ella, sino porque no había podido evitarlo. Eso hacía que sobrevivir en aquella misión necesitara tanto de habilidad como de algo de fortuna.

La capitán siempre se había considerado una más del equipo. A pesar de la confianza que Quinn había depositado en ella, no se sentía diferente al resto de miembros con los que trabajaba; solo de mayor rango y experiencia que algunos.

Ene se momento, el helicóptero dio una pequeña sacudida y el piloto se giró hacia ellos con una amplia sonrisa.

-Tranquilos, amigos. Solo estamos atravesando unas cuantas turbulencias. Dentro de poco serviremos el desayuno y repartiremos bolsas de cacahuetes. 

Dalton lo miró y le devolvió la sonrisa.

-Le advierto que si continua hablando de comida y sacudiendo este trasto, se va a encontrar muy pronto con varios desayunos de más en estado semilíquido, sargento.

Había pilotado varias veces estos antiguos blackhawks. Era un viejo conocido del ejército de los EEUU, pero el teniente Lorraine prefería los V22 Osprey, mucho más rápidos y con más autonomía. Y más silenciosos. Y también mejor armados, con contramedidas más eficaces.

Debajo de esos preciosos árboles había una jungla letal y peligrosa. Que extraño era desde el aire ver una imagen tan idílica que difería tanto con la realidad: Dentro de poco estarían abajo y ese paisaje verde ya no sería tan agradable ni tan idílico.

Las turbulencias sacaron de sus pensamientos poéticos al teniente Lorraine quien enfatizó las palabras de la capitana y reprendió al piloto:

-Sargento, tienen capacidad de derribarnos, preste atención y no se quede sin margen de maniobra. Si no se ve capacitado para mantener la velocidad y estabilizarnos al mismo tiempo, informe de ello - no quiso dar detalles del AH-1F Super Cobra abatido, pero si habían podido tumbar esa aeronave... también podrían tirar este Black Hawk 

Y casi como si se tratase de una premonición, todo a vuestro alrededor dio un vuelco. Las alarmas se activaron en todo el helicóptero, un sonido molesto pero sobre todo, muy claro sobre lo que estaba ocurriendo, porque solo podía interpretarse como que alguien os estaba atacando.

-¡NOS ESTÁN ATACANDO! -dijo uno de los pilotos, certificando así lo que estabais pensando.

-¡ES UN MISIL! ¡ACTIVANDO CONTRAMEDIDAS! -indicó el otro, pulsando uno de los botones.

Acompañando al sonido de las contramedidas a medida que eran disparadas, el helicóptero empezó a realizar movimientos bruscos de evasión, llevando casi al límite la resistencia de la estructura.

Los pilotos habían reaccionado con rapidez y a pesar de ser empujados de un lado a otro, todos pudisteis ver, a través de los cristales, como el misil pasaba de largo... pero empezaba a describir una peligrosa curva para regresar hacia vosotros.

-¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! -exclamó el piloto.

Dalton ya había considerado la posibilidad de que a ellos les ocurriese lo mismo que los otros. A pesar de volar a baja altura, no por ello estaban a salvo. Además, aquel misil no iba a perderles de vista así que no tenían mucho donde escoger. Miró hacia abajo y solo vio árboles y una jungla en la cual no podían aterrizar. Después, se fijó en los paracaidas que llevaban, por lo que al final, solo había una posibilidad.

-¡Rápido, suba todo lo deprisa que pueda hasta la altitud de salto ¡Todos, pónganse los paracaídas, ya, joder!

La propia Dalton se acercó hasta donde estaban, desabrochándose el cinturón, y empezó a repartir los paracaidas a cada uno de vosotros.

Sabía que casi con toda seguridad, el helicóptero estaba condenado... y ellos, si no salían de allí

"Oh Dios, oh Dios, oh Dios, esto es una calamidad" 

-A SUS ÓRDENES CAPITAN

Gritó la chica en medio del frenético estado de ánimo, se Desabrochó el cinturón y se puso el paracaídas casi en un pestañeo, debían salir de ahí cuanto antes. 

-¿¡Que esperan!? Vamos, muevan el culo, no debemos morir así-

Dijo consternada al teniente y al sargento fumon, estaba claro que el ímpetu por sobrevivir de la cabo estaba intacto, totalmente enitacto. 

-Lista señora, cuándo ordene-

Cada segundo contaba y era necesario ser precisos en la caída, el Blackhawk estaba condenado. 

No me gusta volar, no me gusta volar, no me gusta volar...

El mantra que Brianne se repetía en su cabeza no era suficiente para aligerar sus ganas de saltar para tocar el suelo, a cualquier precio, aunque fuese a costa de romperse las piernas. Obviamente, no iba a hacerlo, pero aquella idea pasó fugazmente por su mente.

Además, sabía que no tenía por qué ocurrirles nada, aunque su habitual pesimismo estuviese continuamente en juego. Cuando las alarmas sonaron y todo pareció torcerse, miró a la capitán y a Leticia.

¿A sus órdenes? ¿SOLO ESO? -exclamó, asustada, mientras empezaba a buscar como una loca por todas partes el dichoso paracaídas.

El helicóptero no dejaba de moverse y cada vez que se inclinaba y Brianne veía la altura, lo único en lo que podía pensar era en que iba a quedar como un huevo frito si se lanzaba.

No voy a morir, no voy a morir, no voy a morir... -repitió en su cabeza, mientras intentaba colocarse aquel dichoso paracaídas y se aseguraba de tenerlo todo. Después, cerró los ojos y se esforzó en no vomitar. Cuando su estómago se encogió y se estiró, supo que no iba a conseguirlo.

Su cuerpo se dobló para soltar lo poco que había desayunado, un fluido espeso y de un color difícil de identificar, que cayó parte sobre ella misma y otra parte sobre Leticia, pringando su uniforme completamente.

-Yo... l-lo s-siento .... -consiguió decir,mientras escupía lo que le quedaba. El olor a bilis ácida recorrió el interior del transporte y rápidamente, nadie pudo evitar sentir arcadas y unas enormes ganas por acompañarla.

El gesto funesto del teniente entendía que al ganar altura condenaban a los pilotos a morir...sería una muerte heroíca, pero serían fiambres. Durante unos milisegundos estuvo por dar una contraorden, pero en estos momentos con tan poco margen de maniobra mataría a todos una disputa. Cerró los ojos mientras se ponía el paracaídas de forma apresurada, pero estaba claro que el habría tomado otra decisión de estar al mando.

Apretó la última correa cuando el olor a bilis le llegó tras una arcada. Acabó dando instrucciones a los pilotos tras recuperarse del asco inicial, se negaba a dejarlos a su suerte y no parecían muy experimentados:

-Es un MBDA Mistral - con casi toda seguridad, de fabricación francesa, muy popular en la zona- que asco por dios!¡Vas a tener que dejar de pedir esa mierda al KFC!-protestó contra la vomitona mientras se sentía cada vez peor, pero acabó dando a los pilotos unas recomendaciones- cuando saltemos, soltad las contramedidas y el combustible.. ¡todo! y sí, caeréis al instante, pero las ultimas paladas os darán un último vector- y una última oportunidad: era mejor estrellarse que ser impactado por el proyectil con miles de fragmentos de metralla incandescente, tal vez los árboles frenaran el impacto. Tal vez.

-Listo, señora - le dijo a la capitana con muy mala cara: mezcla del olor y de las órdenes que suponían poner en riesgo a dos pilotos como él. Ah, cuando el corporativismo se daba el mal menor no era siempre aceptable.

El helicóptero comenzó a ascender lo más rápidamente que pudiera, intentando alejarse del misil y al mismo tiempo, lograr la altura necesaria para hacer el salto. Mientras os poníais los paracaídas como buenamente podíais, mirabais con terror y esperanza a través de los cristales, para observar el comportamiento del misil, que parecía ahora estar girando y yendo hacia vosotros de nuevo.

-¡Creo que no vamos a poder librarnos de él! -gritó un piloto -. ¡Capitán, será mejor que se lancen, AHORA! 

La altitud a la que estabais rozaba los 2000 metros, por lo que iría bastante ajustado, pero no había más opción. Ambos pilotos se miraron y después, se volvieron hacia Dalton.

Dalton asintió. Aquel maldito misil, o bien estaba dirigido por radar o por el calor, pero en cualquier caso, o se lanzaban ahora... o ya no podrían hacerlo nunca.

Rápidamente, abrió la compuerta y miró a los pilotos. Las recomendaciones de Lorraine eran buenas, pero también había que contar con el factor suerte.

-Buena suerte.  -les dijo, en un tono que dejaba entrever las pocas posibilidades que consideraba tenía el helicóptero de sobrevivir. Después, se volvió hacia todos vosotros -. Está bien. Recuerden abrir el paracaídas en cuanto recuperen la posición y disminuir el contacto juntando brazos y piernas cuando llegue el momento. Espero verles a todos abajo, sanos y salvos. ¡Adelante!

Como Capitán, Dalton iría la última. Si hacía falta darle una patada a alguien, nadie mejor que ella para hacerlo.

La sacudida inicial, las bruscas maniobras de los pilotos para evitar el misil, el miedo y el olor a vómito me pillaron desprevenido, mirando el mar de árboles que casi rozábamos por debajo. En un primer instante me sujeté con fuerza al anclaje de seguridad con los ojos muy abiertos y las pupilas aún muy dilatadas. El corazón me aporreaba el pecho como si quisiera abrirse paso y saltar allí abajo sin pensar en las consecuencias. Algo estúpido pero quizá inconscientemente parecía mejor que estallar en una bola de fuego.

Por suerte en mi primer momento de estrés real la capitana pudo sujetar mi raciocinio con su actitud firme, durante los segundos suficientes para ponerme el paracaídas que me lanzó a las rodillas. 

Sin pensarlo más, sin decir palabra y solo ofreciendo una mirada de espanto a mis compañeros, salté del helicóptero.

El nerviosismo de los pilotos se notaba y Rikey pasó unos segundos de más con ellos. Sólo el notar la mirada de la capitán clavándose en su nuca le hizo precipitarse al vacío sin demasiado convencimiento. Pasó unos segundos mirando el misil que rotaba para volver hacia el blackhawk y se le fue la noción del tiempo.

Tiró de las anillas y ...tardó en abrirse.

Los árboles crecían rápidamente y notó la adrenalina que se extendía por su sistema circulatorio:Iba demasiado rápido. Iba a morir.