Partida Rol por web

El sarraceno sonríe con suficiencia y lanza un golpe rápido a tu pecho que esquivas con facilidad. Sin embargo, no ha bajado la guardia y cuando llega tu momento apenas le rozas.

Recuperáis vuestra posición resoplando. Las llamas de la ciudad se avivan con una repentina corriente de viento y a lo lejos se oye el entrechocar de las espadas y el crujir de las edificaciones de madera al desmoronarse, comidas por el fuego.

Vuestras sombras se proyectan en el suelo, infinitas.

-A este ritmo nos va a pillar el amanecer,terminos de una vez

Aprovechando una de sus sonrisas de suficiencia, y la más que evidente infravaloración que hace el Gangrel de ti logras pasar al ataque con una furia letal. Apenas puede frenar la fuerza de tus garras, que le alcanzan de lleno el pecho, marcando una línea sangrienta entre su hombro y su cadera. El sarraceno aulla de dolor, y, preso de la cólera, trata de ensayar un contrataque iracundo que esquivas sin mucho problema.

-Ya no sonries tanto

El sarraceno te mira con rabia mientras lanzas un nuevo golpe, que consigue esquivar en el último momento. Tiene el cuerpo echado hacia delante, y de su pecho mana abundante sangre. Su contrataque es débil, y ni siquiera te alcanza. Está herido, pero en sus ojos amarillos brilla un haz de determinación que no presagia nada bueno.

-No cantes victoria tan rápido, cristiano. Yo peleo con la Bestia, tú contra ella.

Intento un ataque directo, pero la herida me molesta y no consigo dar un buen golpe
-No existe ningun Honor en dejarse dominar por la bestia

El sarraceno sonríe enigmáticamente ante tus palabras.

-Eso tendrás que decírselo a ella.

Momentos después, da un paso hacia atrás y pega un aullido ensordecedor. Es evidente que ha dejado que la Bestia se apodere de él.

Lo que viene después es difícil de describir.

Su golpe me produce un profundo corte en el pecho pero no puedo dejar que esto quede asi. Asi que reuno todas mis fuerzas para lanzar un ataque

Los ojos del cainita ya no muestran ninguna inteligencia. Antes, al haberte herido, habría sonreído burlonamente. Ahora es simplemente una máquina de matar, consagrado únicamente a tu eliminación. Por eso ni siquiera se molesta en equivar tu ataque, que aunque impacta en su muslo izquierdo, desgajando buena parte del músculo, no frena el ímpetu rabioso de su contrataque.

Recibo un duro golpe en la pierna, pero no me importa tengo que acabar con el para que vea lo que se puede conseguir controlando a la bestia.
Lanzo un ataque para intentar acabar con el combate lo antes posible ya que se que lo unico que me mantiene en pie es mi honor.

Los movimientos del sarraceno son agresivos y descontrolados, y ataca ignorando por completo la herida de su muslo atravesado, que le debería de haber postrado de dolor, en otras circunstancias.

Aunque logras esquivar su ataque, con mucha dificultad, prevees que no podrás aguantar así durante mucho más tiempo...

Voy notando como la bestia se va apoderando de mi. Pero no puedo dejar que eso ocurra.

La ciudad de Granada, durante siglos bastión inexpugnable, se prepara para su caída. Ves, con gran dificultad, como las lenguas de fuego lamen sus murallas y tratan de elevarse hasta el cielo, y oyes, entreocortados, los ruidos del combate, los alaridos de los agonizantes y el sonido limpio de las espadas al abrirse camino entre la carne enemiga.

El tiempo, como si fluyera con calma por todas las heridas de tu cuerpo, se ha realentizado. Apenas notas el dolor, como si navegaras ya en las tranquilas aguas del letargo.

Pero entonces lo ves. El sarraceno, dominado por la bestia, yergue su inmenso cuerpo y se abalanza sobre ti con sus garras. Intentas apartarte de su trayectoria, pero es inútil: su cuerpo es demasiado grande, y da contigo en el suelo. Fébril, sabes que no puedes hacer nada para evitar lo irremediable, aunque ves nítidamente la garra de tu enemigo aproximarse a tu garganta. En sus ojos no hay triunfo. Sólo la Bestia.

Y, de repente, dolor.

Algo se desploma a tus pies. Tus ojos buscan, enfebrecidos y cansados, comprender qué está sucediendo. Cuando vuelves a mirar a tu verdugo, comprendes que un golpe a su espalda le ha seccionado limpiamente el brazo derecho, a la altura del codo. Otro fuerte mandoble le atraviesa el pecho, pero la espada se detiene firmemente antes de hacerte daño a ti. Los ojos de León de Córdoba, antes dominados por completo por la bestia, vuelven a su naturaleza original.

Se muere.

Y lo comprende, con sorpresa, pero no lees ira en su mirada. Sólo aceptación, y lástima. Cae de costado, y antes de que la espada le seccione el cuello, puedes ver como sus labios se mueven dificultosamente para decirte:

-No... se puede... es...conder... a la... bes...tia...

Tras la espada, la niebla y la sangre. Tras la fiebre y las sombras del dolor, aparece Álvaro Manrique. Aún sostiene en su mano, ennegrecida por la sangre del Gangrel, la espada que ha acabado el trabajo que tú empezaste. Te mira con orgullo cuando no ve en tu cuerpo rastro ninguno de haberte dejado dominar por la Bestia, a pesar de tu grave estado.

-Vamos, hijo. La ciudad ha caído. Buscaremos un lugar para que cures tus heridas.

Intento levantarme, aunque mi cuerpo poco puede hacer por sostenerme.Cuando lo consigo voy con Alvaro, un momento miro hacia el monton de cenizas que era León mientras me digo
Si se puede, es dificil y doloroso pero se puede controlar

Tú preludio ha acabado. Enhorabuena.

Ha sido el primero, y el que más sangre ha costado.

Tienes 15 px, que puedes gastar según la tabla que he colgado en el hilo Creación de Fichas.

Puedes gastarlos todos o guardar algunos, no se perderán y habrá otros repartos de puntos en la partida.

Ponme en un post en creación de fichas cómo los vas a gastar, actualiza tu ficha y seguimos en el hilo Monte Saja.