Partida Rol por web

Caminas lentamente hasta la plaza del pueblo. Las puertas de la iglesia permanecen extrañamente abiertas, pero no atisbas ninguna luz en el interior. Por otro lado, percibes que algunos ojos te observan a través de las ventanas tapiadas. Supones que son los de algunos aldeanos asustados.

Me santiguo y ando lentamente hacia la iglesia,quizas este mi amigo el sacristan y me diga algo mas sobre esos ataques de los lobos.

El interior de la pequeña iglesia está muy oscuro: ninguna de las velas que sostienen gruesos candelabros junto a las ventanas está encendida, y la única fuente de luz es la escasa luna que se transparenta por las vidrieras, tras el altar. Los bancos están desiertos, y el suelo de piedra resuena con tus pasos como si marcara una letanía fúnebre. No parece haber nadie, pero cuando te aproximas al altar encuentras al sacristán desplomado en el suelo, con una herida en la cabeza.

Miro a mi alrededor a ver si veo alguna figura extraña, si no encuentro nada me arrodillo para ver como se encuentra el sacristan y lo intento despertar

Miras a tu alrededor con mucho cuidado, y eso te permite ver una figura embozada escondida tras uno de los pilares de la iglesia. El sacristán se revuelve a tus pies, y eso te hace comprobar con cierto alivio que sólo ha perdido el conocimiento. La figura de detrás de la columna percibe que le has visto en cuanto miras fijamente en su dirección...

Nada mas ver la figuro me llevo la mano a la empuñadura de la espada y me dirijo hacia donde se encuentra
-!Quien vive!,¿Eres el responsable de este acto atroz?-

La sombra de detrás de la columna entiende que ya no tiene sentido esconderse y sale de su parapeto. La oscuridad de la iglesia te impide advertir su figura con nitidez, pero adviertes que está armado.

-¿Y por qué es de vuestra incumbencia lo que le suceda a un animal como ése?

Me paro y me pongo en guardia
-Conozco a este hombre y no me parece ninguna bestia,quien eres tu para decir eso de un hombre de dios-

El hombre sonríe.

-No he dicho que sea una bestia: en realidad es bastante manso. Pero sí es un animal. Ganado. Alimento. Y tú lo sabes, porque eres como yo.

-Así que eres tu el que se ha estado alimentando en el territorio de mi señor sin su permiso-
Me acerco un poco mas a su posición
-Que se supone que debo de hacer ahora contigo, acompáñame y seguro que mi señor será benévolo por esta falta-

-¿¿Tu señor?? -Dice el desconocido, sonriendo con crueldad- Tu señor está muerto, amigo, como toda la escoria de la Camarilla que se atreve a poner el pie en este Reino. Si estoy aquí es para darte la oportunidad de conocer la realidad que tu señor te ha ocultado durante todo este tiempo. ¿Qué te ha dicho? ¿Que ése -señala al sacristán- merece vivir? ¿Que tiene alma? ¿Que hemos de escondernos de él, como si le tuviéramos miedo? Eso no es más que basura: nosotros somos los reyes de esta gente; ellos, nuestro alimento, nuestro ganado. Dios nos creó así para regir sobre ellos, no para evitarlos temerosamente. Eso enseña la Espada de Caín, eso enseña el Sabbat, y ahora te doy la oportunidad de renegar del bando de los perdedores y unirte a nosotros.

-jajaja, Pues siento decirte que no vas a conseguir nada- me acerco un poco mas a el -mas que enseñarme las cosasa me mostro el camino y yo fui caminando por el,esta es la unica manera que tenemos para sobrevivir, gobernarlos desde la oscuridad-
me paro a cinco pasos suyos
-Asi que rindete o vayamos al bosque a luchar,tu decides-

El hombre sonrie mientras acaricia el pomo de su espada.

-¿Al bosque? ¿Acaso tenéis miedo de llamar la atención de los campesinos? Sois un cachorro muy bien domesticado; apuesto a que vuestro amo os ha limado las garras. -Dice, burlón-. Pero basta. He sido enviado aquí para enseñaros, no para que me mostréis los patéticos efectos de vuestra doma. Va a comenzar una guerra, estúpido, y no queréis daros cuenta de que estáis en el bando perdedor...

Y con un golpe seco, a la vez que da un paso atrás, desenvaina su espada.

Por miedo a que se despierte el párroco en cualquier momento decido luchar con la espada. Desenfundo mi arma y le digo
-Aquí tenemos a otro que intenta enseñarme, del último que lo intento solo quedan cenizas-
Seguidamente lanzo un ataque lateral con el arma, a ver si tengo suerte y acabo con esto rápido, aunque el golpe no parece muy hábil va con la fuerza justa para hacer mucho daño, si acierto

El hombre te mira incrédulo mientras te mueves ágilmente para atacarle.

-¡Estúpido! Me habían hablado de tu obstinación, pero aún así la señora quería darte una última oportunidad de recapacitar. Veo que tendré que cortarte un las manos antes de que entres en razón.

Blande su espada hacia su costado y para tu golpe sin demasiado esfuerzo. Luego se encara contigo, dispuesto a atacarte.

Me paro al escuchar estas palabras pero listo para defenderme de cualquier ataque que me pueda realizar.
-¿Quien es esa señora de la que hablas?-

Los ojos del desconocido brillan. Tras de ti, percibes que el sacristán trata de incorporarse, agarrandose pesadamente la cabeza.

-¡Ahora sí os he intrigado! -Sonrie desagradablemente-. Bien. Demostradme que sois digno de conocer a mi señora: matad a ese miserable, y os llevaré ante su presencia.

Aunque no ataca, el vampiro espera tu respuesta sin relajar ningún músculo: aun blande su espada y no parece dispuesto a bajarla.

-No lo hare si el unico motivo que puedo tener para matar a este hombre es conocer a tu señora-
-Aunque aun puede ser que tenga que matar a alguien aquí esta noche-

-No lo harás... Lástima; sacrificar a este pobre infeliz es un pago muy pequeño para tan alta recompensa. Pero si es así, es mi deber informarte que tu lealtad interferirá con nuestros planes, y tendremos que matarte. Y no diré que lo lamente.

El hombre alza nuevamente su espada, dispuesto a golpearte. Tras de ti, el sacristán empieza a balbucear frases inconexas.

Una vez que parece que no voy a conseguir sacarle mas información decido atacar para acabar con esto lo antes posible.
-Si asi lo quieres-
Y le lanzo un ataque lateral