Partida Rol por web

-Algo oí, Alejandro. Sin embargo lo considero poco más que habladurías por parte de gente descontenta con él, más que una realidad. Esperemos a que llegue Hans para continuar esta entrañable charla. Hacía tiempo que no me encontraba con alguien como vos, que me odie tan claramente. Normalmente me odian a escondidas, por miedo a que les pueda pasar algo. Tanto valor es entrañable.
Jack nunca deja de sonreir, sobre todo cuando habla del Príncipe. Tranquilamente espera a que llegue hans, preparado para silenciar todos los intentos de continuar con el tema de Alejandro

El hombrecillo regresa al tiempo, portando una palmatoria en su mano.

-Por aquí, oh, ¿no es fantástico este viejo caserón? ¡Hasta las cortinas resultan adecuadas, y son castellanas! ¡Estoy entusiasmado! Seguidme, por favor: he encontrado una habitación vacía en el ala oeste del lugar: ni un alma se pasea por allí, y la señorita Aletheia y yo haremos guardia en la puerta. ¡Así podremos charlar sobre esta maravillosa obra de mampostería durante un largo tiempo! Seguidme, seguidme, os lo ruego...

La habitación, una vieja sala sin muebles y en la que el frío es más patente que en el resto del edificio, parece sin embargo bastante segura. Es evidente que Hans tiene cierto conocimiento acerca de la arquitectura...

-Si no deseáis nada más, hermano Arkwright, Aletheia y yo estaremos justo ahí, en la puerta, parloteando como loros alcoholizados...jijiji...

No puedo evitar mirar a Hans con algo de asco, no sólo por su cada vez más molesta verborrea y mi nerviosismo, sino por mis sospechas más que fundadas hacia él. En cualquier caso, no es ése el asunto que me ocupa ahora, y una vez estamos dentro, me preocupo de cerrar la puerta sin dilación de ningún tipo. Me importan un soberano comino las cortinas, si son castellanas o si fueran de las Indias, y me paro en la mitad de la habitación, mirando aún atentamente a Arkwright.

Bien, me alegra que os sintáis tan halagado por mi sinceridad y permitidme deciros que es recíproco. Pero como iba diciendo antes de venir, es posible que no haya tiempo. Me he propuesto, durante mi estancia en Valladolid, velar por el mantenimiento de la supremacía de la Camarilla, así como investigar acerca de la veracidad o no de esos rumores acerca de Lope de Salazar. Acabo de intentar sacar algo de información de uno de los criados, pero no he podido, o bien mi poder ha fallado, o quizás se deba a que estaba Dominado por alguien superior, seguramente el Príncipe, y creedme, no suelo fallar.

Aprieto los puños, sintiéndome amenazado por todos lados.

Para mí esto es una prueba casi irrefutable de que el Príncipe tiene relaciones con el Sabbat, o de lo contrario no se habría asegurado de que nadie pudiera sacarle información a sus criados. Es probable que ahora se esté dirigiendo a hablar con de Salazar, y lo que os ruego, como fiel defensor de la Camarilla que os supongo, es que intentéis ayudarme a evitar el estrepitoso fracaso que puede arrasar con este incidente a la Camarilla vallisoletana.

-Sabed que contais con toda mi ayuda y toda la de mi Clan. Sé que no empezamos con buen pie, pero estoy dispuesto a ayudarte por el bien de la Camarilla. Mi honor va en ello. Me caeis bien. No sois una serpiente, al fin y al cabo.
Recordando la mirada que Alejandro le echó a Hans, añade unas pocas palabras.
-Disculpad a Hans. Parece harto estúpido, pero en mi Clan no se trepa siendo estúpido. Además, es fiel a nosotros.
Como parece ser su costumbre, la voz de Jack pega subidas y bajadas para evitar que sea cómoda la escucha para cualquiera que itnetne espiarle con los dones de Cain. El criarte entre traicioneros vampiros debe tenr parte positiva.
-¿Teneis alguna idea para evitar las reuniones clandestinas y demás? A mí se me ocurren varias, pero son peligrosas y necesito tiempo para conseguirlas. Mis acompañantes no son fortuitos. Sus habilidades sumadas a mis estrategias son muy útiles. Aunque por una vez necesitaré vuestra ayuda. Incondicional y sin preguntas. Así evitaré dar escalabrosas explicaciones. ¿Qué opinais?

Deberíamos buscar un lugar alternativo para encontrarnos, en ese caso. Y aceptaré vuestra ayuda a cambio de mi apoyo, por supuesto, mientras todo sirva a la Camarilla, no tendré inconveniente. Sin embargo, creo que deberíamos apresurarnos, Maese Arkwright, o ese criado hablará con el Príncipe y la Camarilla, y por ende todos nosotros estaremos perdidos.

A pesar de mi inicial desagrado, me alivia pensar que al menos es una persona razonable capaz de ordenar sus prioridades de manera correcta. Algo nervioso aún por la situación, cruzo los brazos, mirándolo con impaciencia.

-¿Qué criado?¿Hans?
La mirada de Jack se endurece un tanto al ver que Alejandro aun duda de la fidelidad de alguien de su Clan.

¿No habéis entendido nada de lo que os he dicho? He intentado Dominar a un criado para que me diga lo que sabe, pero parece que estaba Dominado por el Príncipe y mis poderes no han surtido efecto. Seguramente ahora esté informando a Salazar. Quizás sea demasiado tarde... -mi semblante se vuelve de pronto más duro, con los dientes apretados, frustrado por ver que no se ha enterado de nada.

-Perdón por mi desliz. Supuse que seríais capaz de usar un poco el subterfugio y de disimular. Marchemonos antes de que avise, pues.
Jack sonrie con pinta de serpiente. Ya hay un punto débil en Alejandro. Demasiado bueno. Eso no favorece a la causa.
-Por cierto, es muy sencillo silenciar a un humano. Tan solo hace falta un poco de mano izquierda y un apresurado contacto con su mentón. Total, los accidentes ocurren a diario.

Apuesto por la sutilidad, mi querido amigo Tremere, y dudo que coleccionar lenguas de criados sea precisamente sutil -le digo, dirigiéndome hacia la puerta y buscando con la mirada al criado.

La puerta de la habitación "segura" se abre silenciosamente. Fuera aguardan, fieles a su palabra, Hans y Aletheia, si bien este último parece estar enfrascado en un aterrador monólogo sobre los frescos de la Catedral de Milán.

Alejandro mira a través del pasillo, pero no ve rastro alguno del mayordomo del príncipe, si bien es cierto que para encontrar la habitación "segura" os habéis alejado de la sala donde se encuentra Lope de Salazar.

-... y por supuesto, es una lástima que la ciudad esté ahora en manos de los Lasombra, porque es como os digo. Parece que una mano divina hubiera plasmado sus huellas sobre esas cúpulas. Oh, qué digo. La brocha de Dios, mi querida hermana. La... la paleta del... del... apoteósico... juicio... final. Aunque sin duda, no hay mejores pintores que los florentinos. Oh, esas cosas que hacen con el pan de oro, sangre de Cristo, qué sutilidad...

La mujer os mira con un gesto de fastidio. Es evidente que no le ha resultado muy placentera la experiencia de estar de guardia junto a Hans.

-¿Y bien...? ¿De qué iba todo esto?

-Perdón por la aterradora experiencia que es aguantar a Hans tanto tiempo. Cada segundo es letal con él. Jack sonrie con malicia a Hans.
-Sencillamente dirimiamos la mejor forma de derrotar al Sabbat sin cansarnos. Lástima que eso implique explotar el propio mundo. Reducirlo a llamas es útil. Luego te explicaré como, querida.
Jack marcha tranquilamente hacia la salida del castillo.
-¿Por donde se sale?

¿Así que os vais? -digo, quedándome en el sitio-. Os entiendo menos cada vez, Jack Arkwright. Dejadlo, ya voy yo a hacer lo que pueda -me doy la vuelta y me pongo en busca del dichoso criado, mirando en las esquinas, fijándome en cada recoveco, murmurando por lo bajo a causa de mi enfado.

Hans se apresta a acompañar a Arkwright a la salida, iniciando otra interminable charla acerca de la inconveniencia de disponer los pasillos en forma perpendicular en las fortalezas, pues eso limita mucho el campo de visión abarcable sólo de un vistazo. Los dos hombres se dirigen en dirección contraria a la sala del príncipe, esto es, hacia la puerta principal de la mansión. Extrañamente, Aletheia se queda rezagada, mirando dubitativamente a Alejandro de Nápoles.