Partida Rol por web

Fuller, pronto será tu juicio.  Tus palabras de ahora sólo te condenan más.  No las uses así.  

Una respuesta tuya, con mucha claridad, es lo único que necesito para recomendarle a Lord Kevan que perdone tu vida.  

Sólo quiero saber si actuaste sólo, impulsado por la locura lujuriosa que te aqueja, combinada con los privilegios que mal recibiste de tu nombramiento, o ¿hubo alguien más que te hizo hacer esto?  ¿Alguien te sugirió o te apoyó en ese tu actuar contra Vanesha? 

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha asintió a las palabras de Berta. En cualquier caso, siempre era una opción el tantear lo que el Maestre podía llegar a intuir de por sí. Fuera como fuese, también tenía ganas de verle, pues hacía tiempo que no charlaba con él. 

Dejar la cuestión del Maestre en el aire, y tan solo acudir a él si las cosas en el juicio se ponían en contra, era algo que que no carecía de sentido, pero también era dejar demasiadas cosas al azar. Saber que llegado el caso, estaría de su parte y que comprendería que Fuller debía ser castigado era algo que a Vanesha le haría conciliar mejor el sueño. Rogaba en su interior porque así fuese. 

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Notáis como Fuller titubea ante las palabras de Lady Selyse perdiendo su seguridad de hace unos instantes como no entendiendo porque no habéis hecho lo que pedía.

Con un tono y actitud que él considera seductora pero Lady repulsiva dice. – Me ofrecí a enseñarla a montar garantizándole mi discreción y me lo paga ¡ASI!

Dando un tremendo puñetazo en una pared llevado por su frustración. – Ninguna ha tenido quejas de mi, ninguna. No tendría que haberme fijado en una con tantos días del nombre ya.

Tus palabras sobre otros le recuerdan alguna cosa que esperaba que hubiera sucedido pero cuando parece dispuesto a decirlo cierra la boca negando con la cabeza.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Lord Kevan es quién acaba rompiendo el silencio que se ha producido después de la intervención del Maestre Gilbert.

– Os agradezco vuestra intervención intentando encontrar una explicación a su forma de actuar. Como nadie mas parecé tener mas que aportar marchar a vuestras ocupaciones y después de la comida se celebrara el juicio.

Mirando la puerta. – Que no nos hayan molestado sólo puede indicar que no han encontrado a ninguno de los otros mozos de cuadra. Sólo puede indicar que tienen miedo de que se descubra lo que nos ha revelado Peter. – Realizando una inclinación de reconocimiento en su dirección. – Si no fueran cosas muy graves habrían optado por intentar conservar el trabajo y no huir.

Mirando hacia Theodor. – Tus cazadores deberán intentar encontrar sus rastros si es posible. Si puede ser traerlos vivos pero no os pongáis en peligro por ello. Si se resisten con armas puedes matarlos en mi nombre por rebelión.

Al salir os encontráis a Berta que parece esperar al Maestre Gilbert marchando juntos. Antes os tranquiliza indicándoos que Vanesaha se encontraba reposando en sus aposentos recuperándose de la agresión.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Al estar atenta oyes como los guardias de la puerta saludan respetuosamente al Maestre Gilbert franqueándole el paso.

Al cabo de un instante oyes picar a la puerta exterior, seguramente uno de los soldados, y la que sin ninguna duda es su voz con un innegable tono de preocupación. – Vanesha, soy el Maestre Gilbert. Berta me ha dicho que deseabas hablar conmigo. Ella esta aquí conmigo también. ¿Podemos pasar?

Lo hecho, hecho está.  Ahora sólo queda la posibilidad de transmutar tu pena, o acabar sin algo valioso para tí: libertad, una mano, la vida.  Depende del Lord que oirá nuestro consejo. 

Ahora bien. Lo que me importa saber, para decidir que recomendar.  ¿Quienes te lo sugirieron? ¿Quienes te ayudaron? 

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha se apresuró a abrir la puerta. Dedicó una sonrisa al Maestre al verlo. La verdad es que se alegraba de compartir con él un momento. Hacía mucho tiempo que no hablaban. Si bien era cierto que de vez en cuando se cruzaban por el castillo, las tareas y obligaciones de ambos, habían convertido esos encuentros en algo fugaz y circunstancial, con apenas un intercambio de saludos y algunas palabras.

-Maestre Gilbert, pasad por favor.- Invitó acompañando con un gesto de la mano.

Como hiciera con anterioridad con Lady Selyse, le ofreció asiento, esperando que lo hiciera antes de hacerlo ella. 

-Gracias por venir a verme, Maestre. Imagino que debéis de andar bastante ocupado y más con las noticias  tan preocupantes que han llegado desde fuera.- Si bien Lord Kevan acabaría haciendo lo que se le antojase, con suerte el consejo del Maestre y su voz en el Consejo podría hacer, aunque solo fuese un poco de eco en su cabeza.

Dejó un instante para que el Maestre contestase si así quería. Realmente aquello fue una forma de romper el hielo, pero por otra parte, su confinamiento la había mantenido desconectada de los últimos sucesos y saber algo nunca estaba de más.

En cualquier caso, la mirada y el tono de voz del Maestre, le darían la primera pista de la predisposición y ánimo con la que el Maestre llegaba. El tema era algo delicado y con suerte, sería él quién diese pie a la conversación sobre lo que realmente la interesaba. Pensó como algo inevitable, que echase un vistazo a sus lesiones. Puede que incluso un examen fugaz, pues parecía bastante evidente, y más por lo que Berta le había contado, que se fiaba de su criterio para dar cualquier diagnóstico.  

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Fuller parece ofenderse por tus palabras recuperando su conocido orgullo. Hace unos minutos estaba un poco encogido y ahora saca pecho respondiendo en tono ofendido.

– Tengo ojos en la cara y no hay ninguna duda que es una joven muy hermosa. ¡Pensaba que podría domar esa yegua!

Encarandose con Lady Selyse haciendo al mismo tiempo que Thomas preparé el brazo en que lleva el hacha de batalla. Podría ser que sino se calma Fuller no llegue al juicio, las hachas no suelen hacer simples moretones.

Señalandose la entrepierna. – Soy todo el hombre no nesecito ayudantes para satisfacer a una mujer.

Carraspeo antes de que se levante la sesión.

-Señor, si me lo permite. Pensando en lo que bien ha apuntado el maestre. Sea o no sea cierto, el mero hecho de jearlo caer causaría una afrenta a todas aquellas muchachas que hayan pasado por las caballerizas. El delito en sí, contra mi hija, ya es lo suficientemente importante como para que lo que haya pasado o podido pasar, salga a la luz. Se me revuelve el estómago, sólo de pensar que haya podido abusar de alguna sin que nos diéramos cuenta y a día de hoy sólo serviría para manchar el destino de unas jóvenes que de haber sido abusadas, no les traería ningún beneficio que saliera su abuso a la luz. Y debo decir que si se ha producido algún intento más o se ha llevado a cabo somos todos responsables por haber sido tan confiados como para no darnos cuenta. Por lo que si no hay nada de bueno en scarlo a la liz y teniendo un delito grace ya en la mesa que no mancha honor ninguno... propongo, por el bien general, no indagar sobre estas posibilidades.

Miro a unos y otros asistentes al consejo del señor.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Le notas una expresión que va alternando su alegría habitual con pena. Detrás suyo estaba Berta que te indico que no le había contado nada. Al ofrecerle rápidamente un asiento notaste de nuevo el cariño en su mirada. – Esta es Vanesha. Siempre atenta con este anciano.

Al recordarle lo sucedido notas como se tensa mientras le caen unas lagrimas. – Mi pequeña, estaba en el patio de armas cuando Alia te saco de los establos. Pero estaba bastante atrás todos empujaban para estar delante y apenas podía ver nada.

Notas como para la facilidad que ha tenido siempre de palabra esta vez le cuesta hablar.

Alarga su mano muy despacio hacia tu cara. – Lo que te ha hecho, ¿pudo socorrerte Alia a tiempo? Sabes que puedes confiar en mi y, – mirando a Berta, – en ella también.

Son evidentes sus lagrimas mientras te habla que ya no intenta disimular.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Al acabar de hablar hay un largo silencio. Simultáneamente Brazh y Peter se intentan hacer los responsables pero son acallados por Lord Kevan golpeando la mesa con su puño.

– El responsable soy yo. – Os mira a todos como si alguien pensara en discutírselo. – No se hará público fuera de esta sala pero es fundamental para juzgar a los han huido del castillo. Y esto explicaría el motivo.

No sería nada bueno para la Casa Falcon que se corriera la voz de lo sucedido. Y si han participado no tendrán la opción del Muro. Todos sabrían lo ocurrido.

El anciano Maestre Gilbert vuelve a intervenir. – El único al que podemos preguntar puede no ser muy fiable en sus declaraciones. Puede dejar de hablarnos de algunas que aceptaron y acusar de haberse mostrado entusiasmadas a otras que lo rechazaron. Deberíamos actuar con discreción.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha asintió con una leve mueca en forma de sonrisa afable mientras tomaba con ambas manos la del Maestre. Una forma de tranquilizarle y de agradecerle aquella preocupación por partes iguales. 

-Sí Maestre, llegó a tiempo. Como agua para sediento.- 

Miró un instante a Berta con cierto gesto compungido. No era de su agrado hacer pasar un mal momento a las personas que quería o por las que sentía aprecio. Pero en esos momentos sólo tenía que pensar en lo que debían haber sentido las muchachas al entregarse a Fuller para poder seguir manteniendo un oficio que les pusiese un trozo de pan en la mesa cada día, para poder mantenerse firme.

Tras ello, volvió a incorporarse con cierto gesto de preocupación. 

-Veréis Maestre, quisiera que también me examinaseis.- Anunció, consciente de que debía continuar con algún tipo de explicación, pues ya lo había hecho Berta, y por lo que sabía, el Maestre confiaba plenamente en su criterio.

-Tengo la sensación...- hizo una pequeña pausa como buscando las palabras adecuadas. -... de que hay personas que  albergan dudas.- Volvió a hacer una pausa. -Como el Maestre Stuart- 

Que Berta era la más capacitada para atender enfermos y heridos en aquel castillo, era sabido por todos. Pero su origen y género rebajaban el valor de su palabra. Por otra parte si ella sabía de la buena relación del Maestre Stuart con Fuller, era evidente que el Maestre Gilbert también estaría al tanto y más compartiendo funciones. Tenía claro que todo aquello no necesitaba explicación alguna para el que fuese su maestro.

Y que Berta tuviese más habilidad o conocimientos respecto a los convalecientes, no quería decir que el Maestre Gilbert no fuese competente. Eso hacía que el examen que le pedía pudiese revelar algo que no le cuadrase. En ese caso estaba segura de que, o bien comentaría algo con Berta a solas, con la cual tenía más confianza, o bien dejaría caer algo delante de Vanesha acto seguido, con lo que las explicaciones tendrían que ser más precisas. Cabía la posibilidad de que no se percatase de nada extraño, que sería lo ideal. Aunque ciertamente lo dudaba. Pero si el Maestre era el tipo de hombre que Berta había dicho, y que sinceramente ella también creía, entonces no debería haber problema en que se  hiciese justicia. Justicia que debería ser servida a las muchachas y lo más que podían conseguir es que fuese servida como para ella. Pero eso era mejor que nada. Era mejor que seguir dejando que Fuller crease su propio feudo de concubinas, bajo la amenaza de no poder tener para comer.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Tus palabras cuando tomas sus manos parecen tranquilizarlo comenzando a ver trazos de su afable rostro. Todo ello se transforma en estupefacción al dar a entender que hay quienes puedan dudar de lo que te ha sucedido y del examen de Berta.

– Pero qu… – la pregunta le es respondida antes de que pueda acabar de formularla. Cuando le nombras a su acolito, el Maestre Stuart.

Su expresión es ahora de furia por un brevisimo instante ya que enseguida logra recuperar su autocontrol. Pero si has visto el fuego en sus viejos ojos.

Tarda un tiempo en contestarte alternando la mirada de una a la otra para finalmente dejarla en ti.

Mueve su brazo indicándole a Berta que se coloco también a tu lado para teneros a la dos a la vista a la vez. Una vez lo ha hecho os habla con su calma acostumbrada aunque notáis su enfado.

– Algo no he hecho bien en todos estos años si mi acolito el Maestre Stuart sigue como el primer día en que llego intentando demostrar que esta mejor capacitado que Berta y yo. – Negando con la cabeza. – No he debido prestarle suficiente atención a sus ansias de ser el Maestre. Muy inseguro debe estar de sus conocimientos si ansiá un titulo para creer en ellos.

Señalando los restos de tu ropa llenos de sangre. – En ese caso no te deshagas todavía de él. Que una de las doncellas lo lleve oculto durante el juicio y si desea quedar en ridículo cualquier mujer, o soldado que haya resultado herido confirmada que es sangre.

Mirándote con el cariño que lo ha hecho siempre. – Entiendo que me lo pides, no porque no confíes en Berta, sino por si esta tarde en el juicio el Maestre Stuart se atreve a poner en duda las palabras de Berta.

– Para poderlo hacer bien necesitaré que me ayudes Berta. Acerca una de las lamparas mi vista no es lo que era.

Mientras Berta se dirige a la pared para descolgar una de ellas te susurra. – Mi pequeña Vanesha, mi pobre pequeña. Tendrás que indicarme todo lo que te hizo para ir buscando las señales en tu cuerpo. Sera doloroso para ti revivirlo y para mi también el volver a pensar en ello.

Mirando a su alrededor como buscando alguna cosa. – Después saca papel y pluma para apuntarlo todo. Una vez esta todo lo firmare. Lo guardare y solamente lo sacaré si Stuart interviene.

Tiene un momento de duda y os pregunta a las dos. – Aparte de mi acolito, ¿hay alguien mas que haya expresado dudas? Por sino lo sabéis aparte de Martin, que se entrego al saber que Lord Kevan había ordenado que se presentaran ante él, los soldados todavía no han dado con ninguno de los otros. Creo que debieron huir en la confusión de los primeros minutos.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Cada palabra que decía el Maestre hacía que se sintiese peor consigo misma por no contarle ahí mismo todo lo ocurrido. Curiosamente, más que con su propio padre. Pero Cedric era un hombre más encerrado en conceptos como el honor y la justicia pero desde una perspectiva patriarcal. Y aunque no dudaba ni le podría culpar por ello, más proclive hacia la creencia de proteger al débil, dando por hecho que la mujer era débil por ser mujer. En ese aspecto, veía al Maestre más abierto de mente. Él la había enseñado las letras y los números, cuando la tradición dictaba que la aguja y el hilo eran más acordes a su género. Pero jamás percibió nada que la discriminase en ese aspecto, siendo tratada como un alumno más.

Miró a Berta un instante como si dudase, casi a punto de soltarlo todo y sincerarse con el Maestre, pero se contuvo e hizo de tripas corazón. 

-Me propinó algunos golpes...- Dijo mientras la palma de su mano daba dibujaba un círculo frente a su rostro, indicando la zona. -También me lanzó, yo creo que al suelo, pero me golpeé con la columna.- Estiró un poco el cuello hacia delante para que el Maestre pudiese observar un instante la frente. -Tengo también algunas rozaduras, arañazos y moratones por las rodillas y alguna parte más. Creo que por la arenilla y astillas del establo, y de la caída.- Dijo levantando ligeramente su vestido hasta poder mostrar las rodillas.

Anticipó de aquella manera un poco las zonas más relevantes. No mencionó intencionadamente las marcas que Berta había reproducido, consciente de que quizás el Maestre podría distinguirlas como alguna argucia si conocía el procedimiento. Esperó al menos tenerle entretenido un rato con aquello, pues aunque su historia no fuese cierta, los golpes y lesiones, sí que lo eran.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Ves como el Maestre Gilbert fuerza la vista intentando ver con sus ancianos ojos las heridas que tienes. Al cabo de un instante te dice. – Despacio mi pequeña, despacio. Mis ojos ya no son lo que eran. – Girándose un instante hacía Berta que esta con la lampara. – Ilumina bien, aunque vigila no la dañes.

Poco a poco ves como su semblante cada vez muestra mas dolor y rabia aunque sigue atento a tus explicaciones.

Cuando subes tu vestido hasta las rodillas te pide que te detengas. – Ya esta bien mi pequeña no tienes porque mostrame nada mas.

Notáis como parece haber envejecido en unos minutos. Finalmente deja caer la cabeza en sus manos sin controlar las lagrimas.

Una vez minimamente recuperado vuelve a mirados a las dos. Sus ojos no parecen ahora tan apagados. – Vanesha, Berta. Debe haber alguien mas aparte de mi acolito el Maestre Stuart poniendo en duda lo ocurrido.

Con la sonrisa que mostraba siempre que te sorprendía molestando a Zane cuando estudiabais juntos. – Me habríais dicho que solamente él las habia expresado. Vuestro silencio evidencia que hay alguien mas que las alberga.

Os mira esperando una respuesta aunque con una actitud resignada. – Estoy dispuesto a ayudaros frente a Stuart pero necesito saber quienes lo apoyan. Podrían indicarme que se había cambiado cuando se efectuara el juicio para evitar que asista. Si no se quienes lo apoyan puedo confiar en quién no debo.

Joana, extenuada tanto fisica como mentalmente, empieza a caminar hacia su alcoba. Paso tras paso que da hacia la habitación el cansacio parece apoderarse más y más de ella. Las caras que de los srvientes de palacio que pasan cerca de ella durante su trayecto le parecen poco más que borrones.

Su mente no parece acostumbrarse a algo tan retorcido como lo que ha pasado hoy y mucho menos al cambio de opinión de su tía en lo relacionado con el castigo y las medidas a tomar.

Abre la puerta a la habitación que le asignaran al llegar, cayendo sobre ella para cerrarla por el interior. —Oh, preciosa, lo siento, casi te dejo fuera— Sharra la había seguido aunque Joana parecía haberse olvidado incluso de su más cercana amiga peluda, esta había entrado mientras se cerraba la puerta, casi quedando aplastada por esta. Joana se deja caer hasta quedar sentada en el frio suelo, con Sharra apoyando la cabeza en su regazo.

Un buen rato despues, Joana reune las suficientes fuerzas para levantarse de la puerta y tumbarse en la cama. Un sueño rápido la ayudaría a serenarse, y si se quedaba dormida alguien vendría a despertarla.

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha miró a Berta, con esa expresión que nada entre la duda y la necesidad de consejo. Volvió a mirar al Maestre mientras colocaba de nuevo su vestido con su caída natural. 

Negó un instante como gesto de desconocimiento, casi como si lo que fuese a decir fuese mera especulación, o una interpretación personal.

-No lo sé con seguridad, Maestre. Tal vez Joana y Lady Selyse...puede que por influencia del Maestre Stuart- Conjeturó.

Volvió a mirar a Berta, casi como esperando su aprobación a lo que había dicho. Que no hubiese sido mucho o poco, incluso que ella pudiera aportar algo, en caso de caer en error o haber percibido algo distinto. 

Mañana del día 19 del octavo mes del año 298.

Berta notas tus miradas pero tiene mucho respeto de las capacidades del Maestre como para responder de alguna mirada y se coloca antes a aun lado vuestro pero ligeramente retrasada respecto a él para quedar fuera de su mirada sino se gira. Quedaría muy casual en cualquiera otra con modales cortesanos pero con Berta no acaba de encajar, de todas maneras todos sabéis que al único que respecta realmente es al Maestre Gilbert.

Notas que duda al nombrar a Joana al contrario del asentimiento al nombrar a Lady Selyse.

Espera a que hable el Maestre pero como la tensión de hoy parece sobreponerlo toma la palabra. – Creo que Joana Ferragut vino aquí forzada por su tía. Ademas en ningún momento la apoyo. Puede que estéis equivocada.

Mirando preocupada al Maestre a los ojos examinandoselos mientras le toma la muñeca. – Maestre Gilbert debéis reposar. Os aseguro que os mandaré aviso a tiempo para que podáis asistir al juicio, os lo aseguro.

El Maestre Gilbert asiente ante las palabras de Berta pero levanta una mano pidiéndole silencio. – Si sigues confiando en mi Vanesha tu y Joana tenéis la misma sed de justicia contra las injusticias. Ella ha decidido enfrentarse a ellas con la espada. Ahora si sería conveniente que le preguntarais sobre lo que pretende su tía… Es su sangre, – encogiéndose de hombros abatido, – no se que aconsejarte.

Levantando la mirada hacía Berta con tono abatido. – Tienes razón como siempre Berta. Lo que te ha sucedido Vanesha, – girando la cabeza hacía ti, – me ha dejado sin fuerzas no creo que pueda llegar a los aposentos de la Torre de los Maestres, descansar y volver a la Gran Sala a tiempo para el juicio. Puede que el Maestre Stuart este mas cerca de obtener lo que siempre ha querido que nunca. – Mientras habla intenta levantarse apoyándose en la mesa sin éxito.