Partida Rol por web

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

La sala sólo mantiene la mesa de Lord Falcón y su familia donde han sido reservado asientos para los miembros de su familia de los Ferragut y los miembros de su concejo.

Lord Kevan ocupa su silla ligeramente mas elevada en el centro de esta teniendo a su lado a su heredero Roland y a su suegro Steven Ferragut. Los demás miembros de sus familias se sientan colocados a partir de ellos habían todavía algunos lugares libres, los consejeros se sientan en los dos extremos dependiendo de a que casa pertenecen.

La mayor parte de la sala esta repleta de sirvientes y soldados sin ningún deber que cumplir. Ademas de forma inusual en la pared detrás de la mesa hay dos pelotones de infantería uno de la Casa Falcon y el otro de la Casa Ferragut completamente equipados y colocados alternando los soldados de cada casa.

Si normalmente nadie se le dirige a Lord Kevan con cosas que el pueda considerar insignificantes ahora parece que todos los que puedan lo evitan. El único sitio donde todavía caben mas curiosos es justo delante de él.

Se rumorea entre el público que acaba de mandar soldados y sirvientes a buscar a los miembros de la mesa que faltan así como que ha ordenado que traiga a Fuller a su presencia el inicio del juicio es inminente.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Tu hermano va a buscarte a la muralla donde llevas un buen rato mirando al horizonte como si logradas ver a alguno de los mozos de Fuller que han devido huir del castillo o a la joven Fanny. No has tenido mas éxito que los soldados y sirvientes revisando puerta a puerta todo el castillo.

– Cedric, el juicio esta a punto de comenzar creo que deberías acompañar a Vanesha. Aquí no creo que logre ver a ninguna de esas inmundicias, ¿vamos?

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Tu hermano va a buscarte a tu habitacíón. Sharra lo deja entrar sin problemas y poco a poco despiertas.

– Joana el juicio esta a punto de comenzar. Pensaba que te encontraría allí, ¿vamos?

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Una de las doncellas llama a tus aposentos entrando cuando la autorizas.

– Milady, la señora Anna me ha ordenado que viniera a avisaros. El juicio esta a punto de comenzar.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Unos soldados suben a vuestras habitaciones de la Torre de los Maestres a buscados..

– Maestres, sanadora Peter nos ha ordenado que viniéramos a avisaros y ayudáramos a bajar al Maestre Gilbert. El juicio esta a punto de comenzar.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Unos soldados de vuestra casa llaman a vuestros aposentos donde estas con tu esposa.

– Señores, nos envía vuestro padre el juicio esta a punto de comenzar.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Un soldado de tu casa llaman a tus aposentos para avisarte.

– Señor, nos envía vuestro padre el juicio esta a punto de comenzar.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Sharra llama a la puerta de tus aposentos que continua con dos guardias apostados para protegerte. Una vez dentro me examina preocupada por tus evidentes moratones aunque no te lo menciona.

– Señora Vanesha, me envía la señora Anna el juicio esta a punto de comenzar. Pero me dicho que le ha sugerido a vuestro tío Brazh que fuera a buscar a vuestro padre y así entraríais con ellos a vuestro lado.

Te sonríe conspirativa añadiendo en voz baja. – Puede que sus expresiones disuadan de apoyar a Fuller los que han estado buscando algún motivo que lo justificara.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Estabas intentando hacer la siesta aunque después de lo sucedido a Vanesha te has pasado casi todo el tiempo pensando en ella. Oyes adormecido que alguien llama a la puerta y entra. Cuando se aclara tu vista lo reconoces y esbozas una sonrisa.

– Zane he venido ha avisarte que ya esta a punto de comenzar el juicio. Lord Kevan quiere que asistas a él.

Tarde, 19 del octavo mes del año 298.

Joana parecía haber entrado en la habitación solo unos instantes antes, y se estaba arreglando las ropas. Claramente en algún momento se había quedado dormida con ellas puestas, y la cama así lo atestiguaba.

—Sí, un momento, hermano.— Joana se pasó rápidamente el cepillo por el pelo, mientras iba hacia la entrada. Al terminar lo lanzó sobre la cama.

Se cogió al brazo de su hermano y llamó a Sharra para que les siguiera mientras salían de la habitación.

—Estoy lista. Espero que no lleguemos tarde.—

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha se encontraba ya preparada, de pie dando la espalda a la puerta cuando Sharra entró. Había elegido para la ocasión un vestido de tiro y manga larga, de vuelo cómodo. Sencillo pero sobrio con apenas unos pocos ribetes bordados del mismo color, solo distinguibles a corta distancia. Un verde oscuro que podría confundirse con el negro bajo luz tenue.

Al girarse su expresión era seria y solemne. Focalizada en lo que se avecinaba. Brindó una leve sonrisa tranquilizadora a la chica, al percatarse de su preocupación ante los moratones y golpes. No hizo falta que Sharra preguntase, ni que ella respondiese.

Asintió a lo que la explicó sobre acudir con su tío y padre. El último comentario de la joven, no arrancó ninguna respuesta o complicidad por parte de Vanesha, al menos en el instante posterior e inmediato. No era plato de buen gusto manipular, en cierto modo, de aquella manera a sus seres queridos, aunque sí que era consciente de que era necesario. De la misma manera, también fue consciente de la buena intención de Sharra al tratar de animarla y su excitación por una justicia que por ley y tradición, siempre le habría sido negada. Así que aunque con retraso, trató de tragarse su malestar y hacer de tripas corazón, devolviendo una sonrisa igual de cómplice a la muchacha. -Podéis estar segura de ello...-

Se retiró entonces un poco y poniendo las manos sobre su vestido a la altura de la cadera y deslizándolas hacia abajo un par de veces con intención de disipar posibles arrugas, volvió a mirar a Sharra. -¿Estoy bien así, Sharra?-

En realidad, ya poco importaba. No había tiempo para cambios. Así estaba y así iría. Así que abandonó aquella idea casi al instante de formular la pregunta. Sonrió a Sharra con cierta satisfacción por ella. Realmente casi deseaba más que aquello fuese bien por las chicas que por ella misma. No podía evitar pensar que la única diferencia entre ella y Sharra o cualquiera de las chicas, era simplemente que ella había tenido la suerte de nacer en el seno de una familia mejor posicionada. Pero por el resto...

Satisfacción por ella, al ver que aquel rostro mustio y triste de hace unos días, había cambiado y al menos ahora se concedía el poder sonreir. 

Negó enérgicamente entonces, borrando cualquier duda sobre su vestido. -No los hagamos esperar.- Se colocó a su altura y volvió a sonreir de forma sosegada. -Vámonos...-

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298

Me quedé escudriñando el horizonte sabiendo que no los vería, pero el movimiento de hasta la más fina brizna de hierba en la lejanía me parecía que pudieran ser aquellos demonios disfrazados de muchachos. Es la voz de mi hermano la que me saca de mi ensimismamiento, devolviéndome al lugar en el que estoy. Suelto un suspiro cuando escucho sus palabras.

-No se cómo pudieron escapar, pero debemos revisar nuestras defensas. Quizá tuvieran algo planeado por si les pillaran, algo excavado desde las caballerizas o algo... deberíamos echarle un vistazo luego. -Me giro, mirando a mi hermano a los ojos. -Vamos, vayamos con Vanesha. ¿Crees que sería posible hablar con el maestre antes del juicio?

Continuo hablando con él mientras vamos a buen paso a encontrarnos con mi hija. Una vez esté con ella nos dirigimos al juicio juntos.

Lady Selyse llegó al juicio.  Se sentó junto a su marido, con toda la seriedad y gravedad que ameritaba este juicio.  

Lo miró, mostrando su aprobación y amor.  Hacer justicia en defensa de las mujeres era algo que le era muy importante, y un gobernante justo y templado, claro y con firmeza, es lo que toda baronía, condado y reino necesitaban tener.  Lo admiraba y adoraba.

Selyse, precavida, había mandado poner guardias en entrada y ventanas, no quería alguna tontería de posibles secuaces de Fuller, aunque este hubiera confesado nada al respecto.

La mujer se acordaba de las últimas frases del acusado al salir de entrevistarlo donde lo tenían prisionero.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298

Vanesha se encontraba ya en la puerta dispuesta a abandonar sus aposentos en compañía de Sharra (la sirvienta), y los guardias. Había elegido para la ocasión un vestido de tiro y manga larga, de vuelo cómodo. Sencillo pero sobrio con apenas unos pocos ribetes bordados del mismo color, solo distinguibles a corta distancia. Un verde oscuro que podría confundirse con el negro bajo luz tenue. Llevaba el pelo suelto pero con el rostro despejado gracias a una fina diadema de plata.

Al ver a su padre y tío, esperó a que estuviesen cerca para aproximarse a ellos y saludarlos con un único beso en la mejilla, protocolario pero no carente de afecto. - Padre...tío...- Casi al terminar de saludarlos, pareció recordar algo importante, haciendo que se detuviese en seco con expresión de alarma y ojos muy abiertos. -Uy, disculpadme un instante.- Dijo con premura. -Sharra, acompáñame un momento- Pidió a la sirvienta volviendo con prisa a su habitación. Allí tomó el vestido del día anterior, envolviéndolo en tela de lino blanco el cual entregó a Sharra para que lo llevase. Volvió a salir de la habitación ya dispuesta y preparada.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha entra en la Gran Sala a través de la puerta que comunica esta con el ala de oficiales al lado de su padre Cedric, el maestro de armas, el hermano de este Brazh, y detrás de ella Sharra una de las doncellas de la casa Falcon. Aunque no dicen nada ni lo piden el silencio se extiende desde ese punto como una mancha de aceite al mismo tiempo que se les habré un pasillo humano hasta llegar delante de Lord Falcon.

Lord Falcon en un gesto inusitado para su forma de comportarse se levanta realizando una leve inclinación hacía ella. – Señora Vanesha, celebro que nos pueda acompañar, ¿deseáis un asiento? – Mientras Lord Falcón habla su ordenanza, que aguardaba junto a las puertas de las cocinas entra por ellas.

Al cabo de unos instantes aparece por la puerta el maestre Gilbert acompañado del maestre acólito Stuart y seguidos por la sanadora Berta. Justo después aparecé Fuller escoltado por el cabo Thomas y su escuadra. En lugar del respetuoso silencio con el que fue recibirá Vanesha los murmullos de fondo lo acompañan y los soldados tienen que empujar a algunos de los asistentes para llegar al lado de Vanesha aunque quedan a unos tres metros con dos con dos de sus soldados entre ellos.

Cuando Thomas llega hace un discreta inclinación a Vanesha antes de girar de cara a su señor. – Lord Kevan tal y como habéis ordenado he traído al prisionero a vuestra presencia. – Intentando explicar que tenga las manos y los pies libres. – Después de la visita se ha ido tranquilizando y no ha hecho falta, mis hombres se encargarán de reducirlo si perdiera el control.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha mantuvo el paso a la altura de su tío y padre, tratando de mantener la vista al frente, como si no fuese objetivo de todas aquellas miradas, aunque en algún momento se le pudo desviar de soslayo ante la afluencia de gente.

Había elegido para la ocasión un vestido de tiro y manga larga, de vuelo cómodo. Sencillo pero sobrio con apenas unos pocos ribetes bordados del mismo color, solo distinguibles a corta distancia. Un verde oscuro que podría confundirse con el negro bajo luz tenue. Llevaba el pelo suelto pero con el rostro despejado gracias a una fina diadema de plata.

Al detenerse ante Lord Kevan, realizó una reverencia recogiendo ligeramente su vestido para flexionar las rodillas y agachar la mirada. Asintió a su pregunta, para buscar con la mirada a alguien del servicio o de la tropa que le indicase el asiento que debía ocupar, tomando asiento y bajando ligeramente la mirada, como para permanecer ajena a todo aquello.

Los murmullos no hicieron que atrajese su atención, aunque era evidente que era consciente de lo que estaba ocurriendo. Solo cuando el cabo Thomas se dirigió a Lord Kevan, alzo la vista en su dirección y la del reo unos instantes, volviendo a bajarla finalmente.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Joana llegó a la sala junto a su hermano, sentándose en unos de los asientos cercanos a los de su família, intentando no llamar demasiado la atención. Iba cogida del brazo de su hermano y la gatosombra les seguía de cerca.

Al sentarse contempló al prisionero, incrédula de que este no llevase grilletes en manos y pies. Casi dijo algo, pero su instínto en última instancia la hizo callar y bajar la cabeza. Estaba claramente molesta y así lo astestiguaban su ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Lord Kevan asiente con un gesto al cabo Thomas y seguidamente alarga la mano hacia su ayuda de cámara que inmediatamente le alarga Segadora el mandoble ancestral de la casa Falcon. Lord Kevan lo toma con la mano y dentro de su vaina lo deposita con reverencia delante suyo.

Fuller no puede evitar palidecer al ver que presidirá el juicio, si antes de comenzar hubiera consultado a Raleg, el capitán de los barcos, hubiera podido ser una señal de que hablara de que lo enviara al Muro pero Segadora no podía ser una buena señal par él, no.

Lord Kevan golpea con sus nudillos enérgicamente la mesa y el silencio se impone. Mirando a Fuller con severidad se dirige a él. – Hace años que has vivido y comido en mi casa e incluso te he sentado a mi mesa para comer y hablar como miembro de mi consejo. Tus actos te condenan ante los ojos de los Dioses Antiguos y Nuevos, ademas de los de los hombres.

Antes de que Fuller pueda ni siquiera articular una sola palabra lo fulmina con su mirada. – Ya tendrás tiempo para hablar. Ahora escucharemos todos de que delitos se te acusa.

Girando hacía Vanesha mientras suaviza su mirada. – Señora Vanesha, explicarnos que os sucedió esta mañana en los establos. – Mirándola evaluadoramente, – si os encontráis con fuerza para hacerlo.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Vanesha asintió a la petición de Lord Kevan, mientras se ponía en pie ante su requerimiento. Hizo un saludo sobrio, como dictaba el protocolo en una situación como aquella.- Mi Lord...- Tomo un instante aire antes de comenzar su relato.

-Me dirigí a los establos para solicitar a Fuller un corcel de paseo  para el alba y saber si había disponibilidad. Han sido muchos días convaleciente y estaba deseosa de volver a respirar aire fresco.*- Explicó, aunque rápidamente volvió al tema que les ocupaba, consciente de que aquello no era relevante.

-Él se encontraba en los establos. Nada más verle ya pude sentir su mirada lasciva y enfermiza sobre mí. Me pregunto sobre mi estado. Luego me dijo que si quería aprender a montar, el podría enseñarme y que nadie tendría por qué enterarse. También que nadie había  tenido quejas sobre sus lecciones.-

Vanesha hizo una pausa para que cada uno tuviese un tiempo de percatarse sobre la connotación de las "lecciones" que habían sido ofrecidas, pues era evidente que en su sentido literal, era absurdo mantener algo así en secreto.

- Contesté que había oído que sólo era hombre con niñas que no llegaban ni a su primera luna.- Vanesha bajó ligeramente avergonzada la mirada. -Sé que no es respuesta digna de una dama, pero no puedo entender y aborrezco, que de alguien que se supone un hombre, pueda surgir ese tipo de inclinación. - Pareció justificarse ante la falta de decoro de la respuesta descrita.

- Se enfadó mucho, y preguntó si ponía en entredicho su virilidad, sujetándome por los brazos. Le contesté...-De nuevo las mejillas de Vanesha volvieron a sonrojarse, avergonzada ante lo que iba decir frente a Lord Kevan, su familia y todos los asistentes, pues era sabido que la muchacha cuidaba siempre mucho las formas y probablemente temía que aquel testimonio pudiese dañar aquella imagen de exquisita educación. - ...Le contesté que era demasiado adulta para él y que un eunuco tendría más posibilidades de satisfacerme como mujer que él.- 

Cerró un instante los ojos y tomo nuevamente aire, haciendo acopio de entereza ante los posibles murmullos tras aquellas palabras.

-Fue entonces cuando me empujó y me golpeé la cabeza contra la viga del establo y caí al suelo.  A partir de ahí es todo un poco confuso. Me propinó algunos golpes mientras mientras echaba mano a su pantalón. Grité tan fuerte como pude pidiendo ayuda. No sé cuanto tiempo transcurrió, pero debió ser poco, antes de que  Alia, vuestra espada juramentada, acudiese en mi auxilio y detuviese todo aquello.- Terminó de explicar.

- El resto ya lo conocéis, mi Lord- Concluyó su explicación, pues el propio Lord Kevan se había presenciado poco después de la llegada de Alia y su padre, así como del resto de personas.

Permaneció aún de pie esperando más indicaciones o preguntas del Lord.

Tarde del día 19 del octavo mes del año 298.

Fuller nada mas acabar de hablar siente la necesidad de explicarse y conserva la suficiente calma para recordar que esta delante de Lord Kevan y no le servirá de nada gritar o dar ordenes.

– Milord no la escuchéis es una manipuladora. Es verdad que me ofrecí a darle clases de montar privadas y me lo paga así.

Mirándola con desprecio. – Es culpa miá por ofrecerme, con los años que ya tiene y sin haberse casado tenía que ser por alguna razón. ¿Porque no pensé que por algún motivo no esta con ningún hombre?

Al mirar a su alrededor llega a la conclusión que lo mas sensato por su parte es mantenerse en silencio.