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Mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

Una vez Lord Kevan abandonó el gran salón, Zane no tardó mucho en hacer lo mismo. Tomó una de las infusiones que sirvieron las criadas y cuando acabó, se dirigió de vuelta a sus aposentos, despidiendo a los allí presentes con un gesto de cabeza.

Por el camino reflexionó sobre el viaje que le esperaba, recordando los buenos —y malos— momentos que pasó en su primer viaje en la infancia.

Mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

Joana toma un par de sorbos de la infusión, al parecer esta le hace más mal que bien a su ya de por si revuelto estómago. Se levanta de la mesa, haciendo una leve inclinación de cabeza al Señor de la casa al comenzar a retirarse. Antes de alejarse, toca en el hombro a su hermano, a modo de llamada de atención.

—Padre, madre, os veré más tarde.— Tras despedirse de sus padres y del señor de la casa, Joana sale del gran salón acompañada de la gatosombra, en dirección a sus aposentos.

Mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

-Ya vuelvo, espérame aquí, que quiero que sigamos conversando- le dijo a su mujer, para dirigirse hacia donde estaban sus padres, quienes parecían estar retirándose como todos los demás.

-Padre, me gustaría que conversáramos sobre mi papel en la reunión que se avecina, ¿crees que tendrás un tiempo para hacerlo?- le preguntó seriamente.

Normand se tomaba muy en serio su papel, y quería no sólo ser útil, sino también sobresalir en su deber.

Medía mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

Junto a Berta subes las escaleras hacía lo que te informa es la planta reservada para los miembros de la Casa Falcon y sus parientes de la Casa Ferragut cuando están de visita. Delante de la puerta hacía la que os dirigís hay dos guardias, uno de los cuales nada mas veros pica a la puerta. – Lord Kevan ya ha llegado Berta, la sanadora, con su acompañante.

Al cabo de unos segundos abre la puerta indicándoos que entréis. Dentro puedes ver solamente a Lord Kevan al lado de un pequeño mueble. El centro de la sala está ocupado por una mesa para por lo menos una docena de convocados.

– Pasad Berta, pasad. – Mirandote a ti escrutadoramente. – Me han dicho que sois su tío. ¿Podéis indicarme cómo es que habéis tardado tantos años en interesados por ella?

Negando con la cabeza. – Estaba a punto de servirme una copa de vino del Rejo, ¿queréis una?

Mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

Antes de volver a sus aposentos para descansar para el viaje que le esperaba mañana se dirigió al despacho donde esperaba encontrar al capitán Ruttiger, el hombre que mandaba y dirigía a los mercenarios, incluido a Janos.

Su intención era pedirle permiso para llevar a Janos junto a él como hombre de confianza y guardaespaldas, al fin y al cabo iban a salir hacía el nido de águilas y quería tener cerca a alguien en quien podía confiar, ¿y quien mejor que su amigo —y amante— Janos?

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Lord Kevan fue directo al grano, había estado dándole vueltas al asunto sobre qué decirle. Al lanzarle la primera pregunta pensó que quizás Berta ya le había comentado algo de como he dado con ella, realmente no lo sabía. Tenía ahora mismo dos opciones a su parecer, decir la verdad sin saber como se lo tomaría o mentir. El problema de si mentía era que si Berta le había comentado ya algo traicionaría la confianza de una persona importante para ella. Así que decidió decir la verdad pero, al menos de momento sin decirlo todo.

Cuando la ofreció la copa asintió, la saboreó un poco y luego habló Buen vino, gracias por todo Lord Kevan. No solo por el recibimiento si no por como habéis cuidado de Berta todo este tiempo en el que estuve ausente. Hago una pausa. La verdad que desde el incidente en que me separé de Berta pensé que todos mis familiares habían muerto pero, sin embargo, el destino hizo que hace poco me enterase de su existencia. Y cambié todos mis planes para venir a verla. Para mi el hecho de que siga viva es una gran suerte y con más motivo si está bien que es el caso.

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Los soldados después de cerciorarse que no hay oficiales o familiares tuyos cerca se limitan a saludarte de forma informal, como saben que prefieres.

Subes a la primera planta donde se hayan los aposentos del capitán, así como su oficina.

No necesitas llamar a la puerta ya que está completamente abierta. Le ocurre lo contrario que al padre de Janos que encuentra vuestro clima frio, él siempre tiene calor.

Nada más asomar por la puerta te reconoce y se levanta, antes de que puedas indicarle que no hace falta. – Señor Zane, a sus órdenes, ¿en que puedo servirle?

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Lord Kevan te escucha atentamente mirando a Berta de tanto en tanto como para que corrobore lo que le cuentas.

Cuando acabas permanece unos segundos en silencio antes de hablarte. – Señor Oleg, podéis quedaros un tiempo aquí para recordar a vuestros familiares. – Mirándote directamente a los ojos. – También podéis trabajar para mi Casa el tiempo que deseéis. ¿Tenéis alguna profesión que pudierais desarrollar en la Casa Dorman?

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Al preguntarle si tenía una profesión a Oleg le pilló un poco descolocado, tenía habilidades que el consideraba muy útiles pero de ahí a tener una profesión. Eso era otra cosa, era una dedicación plena a ciertos trabajos, y aunque él cuando se ponía a algo solía ser tenaz no consideraba que tuviera una profesión propiamente dicha. Sabía leer y escribir de forma culta, se consideraba inteligente y capaz de coordinar a gente para que fuese más efectiva, tenía buena memoria y era muy sociable, luego claro estaba lo de sus visiones pero los últimos años había sido un simple esclavo. Así que después de una pequeña pausa sin saber qué decir comentó.

A decir verdad no tengo una profesión en sí misma Lord Kevan. Se leer, tengo buena memoria, se me da bien coordinar a la gente para hacer un trabajo, soy sociable. Pero los últimos años estuve de esclavo en un barco. Realmente me gustaría agradecerle como ha tratado a Berta todo este tiempo, y sería un placer para mi trabajar para vos. Me es indiferente el trabajo que me asigne, aunque no sé luchar muy bien. Estoy a su disposición para lo que mande.

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Lord Kevan se queda inmóvil con la copa que dirigía a sus labios a unos centímetros algo desconcertado al pedirle que sea él mismo quien decida en que ocuparte.

Una cosa difícil, si fuera un simple hombre que se hubiera presentado a las puertas del castillo les hubiera pedido a Cedric o a Martha que le hicieran una prueba para evaluar donde destinarlo, pero es el tío de la sanadora. ¡No puede dejar que acabe barriendo las cocinas!

Berta tampoco puede ocultar su asombro, espera unos segundos por si su tío especifica alguna cosa. Finalmente interviene. – Lord Kevan si os parece bien podría ayudar al Maestre Gilbert relatándole cosas sobre los Clanes de las Montañas de la Luna. Cuando yo llegue, una vez me enseño la lengua común, se mostró muy interesado en conocer cosas de nuestras costumbres. Yo era una niña muy pequeña, solamente le pude hablar de canciones infantiles y mis comidas favoritas sin poder decirle, ni siquiera sabía, todos sus ingredientes.

Se queda mirando a los dos por si encuentran aceptable su propuesta.

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Vio la incertidumbre en el rostro de ambos, hasta que Berta habló, lo que le propuso era un trabajo se podría decir de alguien de alta cuna comparado con el trabajo de esclavo que había tenido hasta ahora. Pensó que era un trabajo sencillo y agradable. Le gustó y no tenía más que añadir. Iba a asentir y lo hizo levemente sin darse cuenta, antes quería esperar a ver que decía Lord Kevan para decir que estaba de acuerdo.

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Como de costumbre saludó a los soldados que por ahí pasaban con su característica e informal forma de hablar, pues era bien sabido por ellos que no era de a los que les gustaba las formalidades, sin embargo cuando había familiares u oficiales tenía que comportarte como el hijo del señor de la casa que era.

Cuando llegó al despacho de Ruttiger ni falta le hizo llamar a la puerta, pues estaba abierta de par en par y antes de que pudiera decirle nada al capitán éste ya se había levantado para darle la bienvenida.

— Buenos días, capitán Ruttiger. — Saludó antes que nada. — Mañana partiremos hacía el Nido de Águilas y junto a mí quisiera llevarme a un hombre de confianza. Más concretamente a uno de sus mercenarios, a Janos. ¿Cree que para este viaje podría dejar sus labores para acompañarme y servirme?

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Puedes deducir que tu petición no ha sido ninguna sorpresa para el capitán, desde siempre que te has desplazado fuera del castillo te ha acompañado. Primero de niños para que tuvieras alguien con quién jugar, de jóvenes alguien para compartir los cambios de la adolescencia. Ahora lo sorprendente sería que no pidieras que te acompañará.

Comienza a efectuar una reverencia que interrumpe de seguida al recordar que no te gustan. – Desde luego señor Zane, tenía entendido que en primer lugar viajabais a Puerto Gaviota. Supongo que igualmente queréis que os escolte hasta el Nido de Águilas.

Es evidente que alguien se le ha adelantado diciéndole lo que tu padre os ha dicho en la Gran Sala.

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A Zane le pilló desprevenido que el capitán Ruttiger ya supiera los planeas que tenían, sin embargo tampoco era de extrañar. Quizá algunos de los mercenarios partieran con ellos y quien otro aparte del capitán de los mercenarios debería enterarse en primer lugar del viaje. Lo que sí que no le extrañó fue la facilidad con la que accedió a dar su consentimiento, al fin y al cabo había crecido junto a Janos, así que no era de extrañar que ahora le permitieran escoltarle durante sus viajes.

— Así es, quiero que me acompañe durante todo el viaje. — Sonrió cuando detuvo aquel intento de reverencia, agradecía que le trataran como a uno más en la intimidad, al fin y al cabo él también era hombre y soldado, y pronto también sería caballero, siguiendo los mismos pasos que su hermano.

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La verdad que eso de narrar historias se le daba bien, sin embargo creo que desaprovecharían su potencial así que Oleg se lanzó, lo peor que podía pasar era que le dijese que no y se quedara contando historias sobre los clanes. Perdonad antes de tomar una decisión, me gustaría que supierais que yo iba destinado a ser el sabio de mi clan por lo que aunque el trabajo que propone Berta sería agradable para mi quizá no se aprovechara mi potencial del todo. Podría ser consejero de alguien que Lord Kevan estime oportuno, aunque de estrategia militar no entiendo, sí sobre como se comportan las personas o también puedo ayudar en cualquier misión diplomática. Aquí cayó y espero sin más la respuesta.

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Lord Kevan os mira alternativamente, puede que por esperar alguna indicación por parte de Berta. Bebe un sorbo de su copa antes de responderte. Al estar ligeramente detrás tu sobrina no logras percibir su expresión.

– Como has oído en el almuerzo tengo que reunirme con mi señor de Puerto Gaviota, antes de renovar mis juramentos, y los de mi casa ante el nuevo Lord del Valle en el Nido de Águilas.

Hace una levísima pausa antes de continuar. – Según como os desenvolváis en Puerto Gaviota me acompañaréis al Nido de Águilas, u os quedaréis aquí cuando regresemos de Puerto Gaviota. ¿Os parece adecuado?

Lord Kevan permanece expectante con la copa a media altura.

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Poco más había que añadir a la propuesta de Lord Kevan, sólo esperaba no decepcionar y estar a la altura así que sin más añadí Será un placer mientras asentía.

Mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

Notas la mirada de Lord Kevan y notas que hasta lo ocurrido con Fuller siempre te había tratado como la hija de su maestro de armas, pero ahora sientes que te valora como Vanesha.

No sabes cómo, pero te mira como a una mujer, no como a una niña, aunque sin la lascivia a la que hace años te has acostumbrado sentir de los ojos de los hombres.

Después de unos segundos que se te hacen eternos te responde. – Puedes venir Vanesha, aunque no será el tema principal nunca estará de más mejorar el estado de nuestras arcas…

Cres que ha estado a punto de añadir algo más, aunque no ha considerado conveniente hacerlo.

Media mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

La intención al estirarte en tu lecho había sido simplemente estar cómoda para dejar pasar el malestar y finalmente te has quedado dormida.

Al despertar, con Sharra mirándote acostada a tu lado y tu hermano con cara preocupada zarandeándote del hombro, eres consciente de que estabas peor de lo que pensabas ya que no has cerrado la puerta por dentro. Sabes que Sharra no habría consentido que nadie más aparte de tu hermano o tu madre hubieran podido entrar, puede que la pequeña Catelyn.

Al ver que despiertas ves como Stuart pasa la expresión de preocupación a otra de diversión. – Al fin despiertas me envían nuestros padres. ¿Recuerdas que habías dicho que querías hablar con ellos?

Media mañana del día 20 del octavo mes del mes del año 298 en Highcrow.

El capitán Ruttinger espera a que acabes de hablar como esperando que añadas alguna cosa más, finalmente te responde.

– No habrá ningún problema, mi señor. Pensaba que conocíais las ordenes que me había dado vuestro padre, Lord Kevan, de que os acompañada al mando de una sección de mi compañía como guardia de honor. No hay ningún problema como os he indicado para que Janos os sirva como guardia personal, es evidente que habrá lugares donde no puedan entrar los hombres de armas como tales porque algún noble se sentiría ofendido. En esos casos se aceptan asistentes.

Buscando tu complicidad añade. – Vuestro padre siempre se refiere a los dos soldados que lo acompañan en todo momento como sus asistentes, no como guardias. – Encogiéndose de hombros. – Igualmente hay gente que acaba desplomada sobre las mesas por efecto de los caldos que han degustado nunca por el alcohol, eso nunca.