Partida Rol por web

Las sorpresas nunca fueron agradables

En otros lugares...

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23/04/2011, 19:52
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Escena en la que narraré eventos que pasarán en otros puntos y puede que estén relacionados con la partida, es una herramienta para darle un carácter mas literario a la partida, añadir suspense, etc. No metarol.

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23/04/2011, 23:35
Director

 

Un planeta muerto, desierto por todos lados… todo con tonos ocres y aderezado con una cordillera que partía prácticamente el planeta en dos. No había mucha vida que catalogar, algún tipo de reptil de más de seis metros, plantas simples, un tipo de ave carroñera de gran tamaño y orkos, miles de orkos.

Solo había un clan dominante en aquella roca muerta, se hacían llamar “Loz kometodo”, y originales ellos iban siempre de rojo. Pero aquel clan tenía un par de peculiaridades. Normalmente solo son dirigidos por un kaudillo, y así será hasta que muera o sea destrozado en duelo por otro orko más fuerte (algo difícil la verdad), pero este clan era dirigido por dos Orkos… uno alto y fuerte llamado Godbarg y el otro algo mas encanijado y listo llamado Rikkit.
Ambos se llaman hermanos, algo extraño, pero era así, y no intentes hacerle cambiar de idea a un orko si no quieres ser pulpa bajo su rebanadora. El caso es que esa sin razón era fuerte, y ambos estaban convencidos de que eran hermanos, tanto ellos dos, como los demás orkos, y fue tal esa “unión” un poco más allá de la clásica camaradería orka (por darle un nombre) que el poder psíquico de ellos se hizo prácticamente uno… y eso se tradujo en que cuando se peleaban los dos recibían el mismo daño, el golpeado, obviamente, y el golpeador, al recibir un rayó verde extraño que salía del golpeado… Gorko y Morko, decían ellos dos, que los protegían, Godbarg con Gorko y Rikkit con Morko.

Su campamento, su base, o su chatarrería, según se quiera ver, era enorme, basto. Lleno de pieles verdes, lleno de trozos de metal de dudosa funcionalidad; y construido de tal manera, que el centro del mismo estuviera más elevado que el resto, y claro, ahí era donde moraban los jefez.

Hacía unas semanas que un pecio de otro clan orko cayó sobre el planeta, y se iniciaron las clásicas tomas de contacto entre dos clanes… Dakka dakka por allí, rebanadoras por allá… y muchos muertos, el caso es que vencieron Loz Kometodo, y los orkos derrotados se unieron a ellos.

Una mañana, como otra cualquiera, Rikkit estaba pensativo de más, en su sillón sentado estaba, con el mentón apoyado sobre su mano derecha mientras con la izquierda, cuando se aburría, chamuscaba a algún gretchin que pasará por allí con su lanzallamaz ezpecial.

-          ¿Qué te paza Dikkit? – le preguntó Godbarg – Eztaz en la nubez ¿Eh?

Como todos sabéis, los orkos adoran el rojo, y Rikkit estaba convencido de esa idea había sido suya tiempo atrás y que creó una nueva moda “orkil”; pero el conflicto con el otro clan le demostró que ellos también iban de rojo, y eso, le gusto más bien poco.

-          A partir de ahora, uzaremos el color naranja – dijo Rikkit convencido de ello después de haber quemado otro distraído gretchin que había pasado corriendo tratando de robarle la pistola al anterior cadáver

-         ¿Cómo? ¡NO! Nozotdoz uzamoz el dojo dezde ziempde – bufó algo cabreado mientras movía su rebanadora por encima de su cabeza – Dejate laz tontediaz, que ze te calienta mucho la cabeza pod culpa del zol

-          ¡A mí no ze me calienta la cabeza por el zol! ¡Ez que zoy aztuto! Ya lo zabez – resopló Rikkit en respuesta, el cual no parecía nada dispuesto a cambiar de idea – He dicho que uzaremoz el naranja, miz chicoz quieren naranja y tuz chicoz deberán uzarlo también

La conversación paso a discusión en muy pocos segundos, y los intentos de tortazos por parte de ambos eran repelidos por aquellos rayos verdes. No fue muy difícil para el resto de orkos saber que se estaban dando guantadas el uno al otro… gritos, pequeñas explosiones y el chisporroteo de los rayos. En cuestión de minutos casi todo el clan estaba ahí, gritando y animando a su hermano favorito… los de Godbag agitaban rebanadoras y los de Rikkit disparaban al cielo. Al final solo se oía “¡ROJO ROJO!” y “¡NARANJA NARANJA!”

Al final, cuando ya estaban cansados de pelear, se sentaron en el suelo y ahora tocó la disputa clásica…

-          Tuz chicoz zon unoz enclenquez, zolo zaben dizpadad… ¡Y ENCIMA LO HAZEN MAL! – vociferó al final para luego partirse de risa con sus chicos cerca

-          ¿Y loz tuyoz? ¡El otro dia ze perdieron entre la chatarra! Por no hablar de que ze matan elloz zoloz con laz practicaz de granadaz – y después de sus palabras le siguió un “Uuuuuuh” generalizado

Y la pelea siguió durante horas, sin parar… todos gritando como siempre… pero solo había un orko callado, que trepó hasta colocarse en lo más alto del campamento. Un orko serio, con chistera y mirada un poco “ida”.

Cuando ya empezó a entrar la noche, y el problema no estaba resuelto, sino que cada vez estaban más cabreados, Rikkit tomó una drástica decisión

-          ¡Me largo! Yo y miz chicoz noz vamoz de este planeta para siempre… A partir de ahora zeremoz loz.. loz… ¡KOMEZONROZADOZ! Noz iremoz lejoz y haré un pecio enoooooooooorme y hare la guerra, como todo orko… y ¡ uzaremoz el naranja! – gritó triunfal.

“El zeñor”, el orko de la chistera se limito a asentir y siguió a Rikkit en su éxodo, a cruzar las cordilleras, montar el pecio y largarse de ahí… Y no le quedó otra, el querría que todos se quedaran juntos como siempre, pero Rikkit era el que le salvo con su tecnología cuando estalló su poder psíquico. Y cuando lo salvo, lo hizo tan bien, que si se alejaba de Rikkit moriría rápidamente.

Godbarg, por su parte, mantuvo el rojo, pateo gretchins, y mató a quien quiera que nombrara a Rikkit.

 

Godbarg         Rikkit               El zeñor

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02/05/2011, 13:36
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¡EH! ¡Rachel! Deja de tocarme los huevos por una vez en tu vida y vigila tu pantalla. – gritó, malhumorado y hastiado mirándola de soslayo mientras ella se partía de risa, aunque trataba, vanamente, disimular sus carcajadas tapándose con una mano la boca.

Rachel era una joven realmente bella e inteligente, pelo negro largo, ojos claros y mirada aviesa. Se trataba de la ayudante del Capitán Milo, un hombre en la cuarentena, pelo canoso y porte chulesco, aunque no era su día, bueno, ni su día, ni su semana, ni su mes ni su año. Una mala racha que le perseguía por toda la galaxia, a él y a su nave. Un pequeño carguero destartalado, la Hipix, vio tiempos mejores, ahora necesitaba una revisión desde hace tiempo.
El otro miembro de la tripulación era el navegante Kungel, y como era de esperar de un navegante era alguien reservado, que no decía nada y solo estaba tapado con su capucha roja dejando ver única y exclusivamente su mandíbula fina.

Milo acababa de abandonar una de las estaciones comerciales que orbitaban en Okassis, en el extremo del brazo Saggitarius. Se suponía que haría un negocio redondo, contrabando de armas y algunas drogas sintéticas, eso le había asegurado su informador…

Ahí te lo compran todo – recordó Milo con angustia, una angustia y cabreo que lo reflejo golpeando la consola que tenía frente a él, provocando que saltara una alarma que apago con otro fuerte golpe

Me cago en la hostia – dijo entre dientes

 

El viaje a través de la disformidad prosiguió, palabras mal sonantes, alguna risotada, y el silencio sepulcral del navegante que los guiaba a través de aquella peligrosa dimensión. Milo pensaba que su mayor problema era una bodega cargada de objetos ilegales y de contrabando… pero estaba realmente equivocado.

Al segundo día de viaje, todos en sus puestos en la cabina de la nave, empezaron a tener problemas. Un alarma estridente, seguida de unas cuantas luces rojas indicaron que el campo Geller estaba a punto de desactivarse, y eso implicaba que debían salir al espacio real si querían seguir con vida… pero claro, los problemas nunca vienen solos. Kungel no estaba nada tranquilo, había comentado que la disformidad estaba extraña… algo que supuso miradas escépticas por parte de los otros dos tripulantes, la disformidad siempre era extraña, o eso decían… Kungel se trató de explicar con algo más de profundidad, y no logró hacerlo con claridad, solo pudo decirles que algo iba mal, y no sabía si era esa región de la galaxia y toda ella, pero en el inmaterium no se podía navegar, había una calma muy inquietante… una tempestad se aproxima vaticinó al final, preocupado.

Al final salieron al espacio real, los motores rugieron molestos por la tracción y la parada de emergencia, y ahí estaban, en mitad de la nada.

Milo… - empezó a decir Rachel algo preocupada – detecto… detecto una gran masa están lejos, pero ¡POR ELTRONO! ¡No sé qué es eso, pero una parte se ha separado de la masa principal y se están acercando a gran velocidad!

Nervioso, Milo miró su pantalla y confirmo la información - ¡Kungel! ¿A qué esperas? – impaciente y nervioso, el cogitador no sabía identificar aquellas naves o lo que fuera y eso, sin duda le ponía más nervioso

Llevamos algo de ventaja, pero son mucho más rápidas, nos alcanzaran en unas horas – la angustia se le notaba en la voz, sabía que iban a morir, y ella ni ninguno de los otros dos deseaban hacerlo tan pronto…

Milo                Rachel            Kungel

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19/05/2011, 17:14
Director

 

A bordo de la nave insignia, días antes de subir a la flota la esfera de energía, todos los representantes se reunieron. Fue un rito de ostentación por parte de algunos, los provenientes de Terra… sequitos de servidores, eunucos, vírgenes y demás acompañaban al Alto señor de Terra, que para su mayor ostentación, solo había que mirarle un segundo, una especie de armadura de cuero ceremonial, llena de rebordes dorados, sobrecargada de águilas imperiales y colgando de su cuello el colgante de oro macizo con incrustaciones de rubíes que lo reconocían como un alto señor. Iniciados, psíquicos menores, iban tras Jacob Dorn e Isabella Kraj, iban enfundados en largas túnicas, con las capuchas a la espalda y de color gris perla, no llegaban decoración alguna salvo, en el cinto, el símbolo que los autorizaba como astropatas y psíquicos. Tras el Mariscal Zakkai solo iba un pequeño sequito de oficiales, dos por cada compañía, todos con el uniforme de gala, negro por completo, con ribetes de tonos rojizos y las borlas colgando de las capas en bronce un tanto oscuro, espadas curvas, pero estas no eran ceremoniosas, estaba claro que estaban afiladas y listas para cortar carne.
Por parte de los Marines espaciales, los capitanes vinieron acompañados de sargentos mayores, todos con sus armaduras artesanales, en sus coloraciones típicas de capitulo y portando un pequeño estandarte.
La rama de la inquisición, la Inquisidora acompañada por la Hermana Superiora que lideraba su sequito, ambas iban de negro, trajes ceñidos de cuero y cubiertas con una fina capa de seda de tonos ocres. En el pecho llevaban en relieve los símbolos de la inquisición, en caso de Kathrine y el de las Sororitas en el de Aurelia. El capellán Haydn iba con la armadura de combate puesta, una armadura artesanal de la Deathwatch, negra por completo con los rebordes plateados en las hombreras, la I de la inquisición y por supuesto, su máscara mortuoria en el casco… no se lo quitó, los que lo conocen saben que le encanta atemorizar a los débiles con su sola presencia. Por otro lado, el capitán de los caballeros grises, iba sin armadura de combate, vestía un sencillo mono de entrenamiento de color blanco puro y no llevaba nada más.
Carbey presidia la gran mesa redonda y tras él se encontraban casi todos los capitanes de las naves de la flota con el Magus Johano a su derecha.

La reunión fue larga y tediosa, más de treinta horas deliberando, batallando, gritando, insultando y demás… lo normal, y todo para decidir una sencilla cuestión, que nave cargaría la esfera. Solo durante los largos descansos en los que cientos de servidores entraban cargando la comida del banquete junto con sus bebidas, era cuando no se oía casi ni una palabra. Los que más tranquilos se mostraron eran Zakkai y Haydn, se mantenían más bien al margen, deplorando un poco aquella situación tan infantiloide, pero es que cada nave y representante que transportaba quería el privilegio.
Al final, se llegó a una resolución, la esfera iría en la barcaza de los Ultramarines, así se lo cedió Carbey cuando el capitán Augustus expuso sus motivos. Toda su diatriba se centro en un punto principal, estaban en el territorio de ultramar, y creían estar en la potestad de cargar con tal valioso objeto, amén de que su nave, era una de las mejores de la flota, un grueso blindaje y unas pantallas de vacio resistentes.
Muchos se sintieron decepcionados, en especial Dorn y Zacarias, a Johano le daba igual, por ejemplo, se aseguró un camarote en la nave de los ultramarines para controlar el estado de la esfera y seguir estudiándola a fondo con su equipo de tecnoadeptos.
Tanto Dorn como Zacarias se retiraron teatrales gestos de indignación y sin abrir la boca… sus sequitos los siguieron hasta sus transportes y se fueron a sus naves…

                                          

Zacarias               Zakkai                Isabella              Johano               Dorn                   Kathrine             Carbey               Dierk                 Haydn         Regulus            Augustus           Aurelia

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06/07/2011, 20:19
Director


¡Capitán! – gritó su segundo al mando, un marine veterano, con una armadura tan antigua como él – El Almirante informa de que debemos hacer una parada de emergencia y salir del Empireo – el intercambio de miradas fue veloz, Augustus asintió y se fue a una de las portillas de observación. Aquel universo macabro, aquella dimensión del terror, del pecado, de un sinfín de mentes malvadas, mentes tan antiguas como el mismo universo real. Se obligo a apartarse del ventanuco y agradeció al Emperador de que no tuviera un tercer ojo.


La orden Almirante era la de salir del Empireo a la vez, algo arriesgado pero debería ser así, sino, muchas naves acabarían en cualquier punto de la ruta, separadas y desprotegidas. El capitán ultramarine presionó personalmente el botón de alarma por colisión y se colocó el casco de su servoarmadura; asintió a sus oficiales y todos supieron que hacer.


La barcaza de los Ultramarines se preparó para la eventual parada y se hicieron todos los preparativos de seguridad. En la sala de maquinas, los tecnosacerdotes y el tecnomarine de la nave entonaban canticos de protección para que los motores disformes no sufrieran demasiados daños ya que una parada en seco suponía una gran fricción para nave y para los motores, y aunque se sabía con seguridad de que los blindajes reforzados mantendrían la integridad de las naves con casi toda seguridad, los motores eran otro cantar y mucho peor, sobre todo por ser los que sufrirán gran parte de la sobrecarga de energía al pararlos.


3…
2…
1…
¡PARÉN MAQUINAS!


Ese fue el grito más repetido en un mismo segundo exacto. Los cogitadores se sobrecalentaron, los motores rugieron y rechinaron pero la nave, junto con el resto del a flota salió de la disformidad. Algunas vigas se combaron, algún que otro mamparo se separó de la nave,  pero todo se mantuvo estable.
Una alarma salto en la nave, y posiblemente en alguna otra, en el radar había otra nave, bueno, otro objeto, enorme, dantesco… titánico. La salida se había efectuado cerca de un planeta y con un visitante no deseado, un visitante que se dirigía a gran velocidad directo hacía la nave ultramarine. Los operarios la identificaron rápidamente, un pecio, un pecio enorme pero que llegaba propulsión propia, una propulsión diferente a lo que sería un motor convencional.
Las armas de las naves más cercanas abrieron fuego, las baterías, cañones anti-caza, lanzas… todo, todo lo que tenían abrió fuego contra el pecio, andanada tras otra impactaron pero sin reducir la marcha de la nave abandonada…


- ¡Intensifiquen las baterías de babor! ¡Concentrad los escudos de vacío en babor! ¡A toda máquina, viraje de cuarenta y cinco grados a estribor! ¡Aprisa! – les apremio Augustus con voz firme y dura.
Los tripulantes trataron de cumplir las órdenes, pero el segundo, negó con la cabeza mirando por la ventana de observación viendo como la masa se acercaba – Demasiado tarde
Y así fue, los escudos de vacio poco hicieron, la masa del pecio los atravesó como el papel para luego chocar metal con metal, las naves se empezaron a desmenuzar por la zona de impacto, cubiertas enteras desaparecieron, miles de tripulantes cayeron en el olvido, tanto marines, como personal de marinería, explosiones secundarias sacudieron las zonas que aun tenían bolsas de oxigeno para luego apagarse. Cadáveres flotando en el vacío, marines con sus servos puestas y protegidos del espacio y algún que otro precavido o paranoico tripulante con un traje ambiental.


La mayoría de las naves pudo salir del rumbo de colisión de aquella amalgama de metales y plastiacero, pero la “Orgullo de Maccrage” no cayó sola, la fragata “Indomitus” reaccionó tarde y fue arrastrada y golpeada partiéndola en tres.
Pero ahí no quedo todo, el empuje de los motores de ambas naves, el viraje que ya estaba en marcha, sumado a la fuerza inercial del pecio más la atracción gravitatoria del planeta hicieron el resto, ambas naves destrozadas empezaron a precipitarse hacía el.


En el momento en el que todo estaba fuera de control, de la barcaza saltaron capsulas de desembarco y alguna que otra thunderhawk, supervivientes de una catástrofe… pero la esfera seguía dentro de la nave.
La flota entera se quedó mirando con la sorpresa en sus rostros… la nave había entrado en barrena y tanto pecio como la “Orgullo de Maccrage” cayeron sobre la superficie del planeta.

 

De entro los restos, Augustus, con unos pocos marines supervivientes y tras unos agónicos minutos se prepararon para combatir después de salir de aquel amasijo de hierros tras escalarlos. Sus armaduras daban señales de alerta pero iban suministrando calmantes, anticoagulantes, cerrando heridas y acelerando el metabolismo para una pronta recuperación… espada de energía en mano se preparó junto con los seis supervivientes del puente de mando, bolters, espadas sierras… todo listo para enfrentarse a una marea verde que salía del pecio al grito más escuchado por toda la galaxia…


-¡¡WAAAAAAAAAAAGH!!

Notas de juego

Por si hay dudas, todos lo veis, ya sea por estar en el puente de mando como a través de alguna pantalla holográfica, pero lo veis.

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17/05/2012, 02:43
Director

Los Puños Imperiales lideraban el primer asalto contra los pieles verdes en la superficie del planeta. El Capitán Regulus iba al mando de todo el contingente destacado de los marines espaciales, que en esencia, eran todos los que quedaban.

La primera fase de la operación se centraba en despejar la zona de orkos, establecer una base de operaciones terrestre, fortificarla e ir a por los necrones… Varias divisiones de la Guardia Imperial prestarían apoyo de línea y de blindados a los Puños. Como siempre, sobre el papel, sobre los mapas holográficos todo pintaba bien, un plan perfecto, un plan siguiendo las doctrinas del Codex Astartes aplicadas a la creencia de los hijos de Dorn.

El despliegue inicial iba a ser sencillo, atravesar las densas nubes negras que surgieron con el repentino despertar de los necrones, aterrizar y empezar la refriega… Thunderhawks, capsulas de desembarco, stormbirds, valkyrias, todo un despliegue aéreo digno del Emperador, un despliegue realizado a varios clix de donde se daba la gran batalla naval y mientras los hermanos de la Deathwatch trataba de cumplir su difícil cometido.

La marabunta de naves de transporte descendieron sus morros, activaron los frenos y estabilizaron los aparatos, los hábiles pilotos iniciaron la entrada en la atmosfera a plena potencia y mientras la gravedad iba ejerciendo su trabajo, aprovecharon esa inercia para descender en silencio y con velocidad.

La densa nube que tenía en frente el primer grupo fue atravesada con facilidad, unas pocas turbulencias, soldados rezando al Emperador, soldados vislumbrando fotos de alguna novia dejada atrás en algún espacio puerto… soldados con mandíbulas tensas, pero ahí estaban, la guardia lista, la guardia a la vanguardia, asegurando el terreno para el desembarco orbital de los marines. La lucha estaba cerca y lo sentían en sus enturbiados estómagos.
Pero nada más atravesar la gran nube todos los pilotos gritaron al unísono

- ¡Romped la formación! ¡Romped!

Todos los aparatos iniciaron maniobras evasivas en el acto alzando el vuelo pero dispersándose… algunas alas mantuvieron su formación, pero otros grupos se desperdigaron por el cielo…
Tras el susto inicial, muchos soldados se asomaron por los pequeños ventanales para poder ver, con extremo horror, lo que había ahí abajo…

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La nave de Milo trataba de escapar de aquel enjambre de naves. Kungel se dirigía a una luna cercana tratando de poner tierra de por medio mientras Rachel, observaba angustiada su pantalla…
La tensión en el pequeño puente de mando de la nave de contrabandistas era palpable, pero la maniobra del piloto quizás les daría una oportunidad.

La nave, a gran velocidad y en silencio surcaba el vacío… se acercó hacía la luna trazando un amplio arco parabólico hasta que Kungel pudo notar el influjo de la gravedad del gran satélite rojizo… ajustó la potencia de los motores, viró un poco tratando de mantener la nave dentro del campo gravitatorio pero sin caer en el, unos rápidos segundos y la nave había ganado potencia. Los mamparos crujieron, saltaron algunas alarmas de presión interna mientras Milo maldecía no tener escudos de vacío que aseguraran la integridad de su nave.

La maniobra fue una gran idea, pero inútil, aquel enjambre había acelerado todavía más y se acercaban a gran velocidad, aunque una gran parte se estrelló, en apariencia, contra la luna.

- ¡Detecto algo delante nuestra! ¡Son dos naves! ¡IMPERIALES! – gritó llena de alegría conforme los cogitadores daban el análisis completo - ¡Es un crucero del Imperio y un transporte pesado bien armado!
Un rostro apareció en las comunicaciones…

-Aquí el Capitán Karl Von Schwarz de la Umbra Tigris al transporte imperial no identificado, les sugiero que salgan de la línea de tiro del costado de babor… desvíense rumbo dos cinco cero, ceñida de sesenta grados. Gracias. Diríjanse al hangar de estribor.

Kungel no tardó ni un instante en obedecer, trazando la maniobra indicada para dejar el tiro libre a la gran nave que tenían frente a ellos.

En unos segundos, el espacio se lleno de pesados proyectiles que fueron detonando muy atrás de ellos, el avance enemigo no cesó a pesar de la tremenda potencia de fuego, pero de poco importó… o eso quisieron pensar en el puente de mando de la Umbra Tigris.

Las salvas siguieron hasta cuando Milo, Rachel y Kungel descendieron de su nave atracada en el hangar de estribor, un oficial de cubierta les tomaba nota mientras unos marinos bien armados los custodiaban e inspeccionaban la nave.
Una bella tecnosacerdotisa de Marte inspeccionaba los destrozos sufridos por la maniobra alocada de Kungel, pero se paró en el acto cuando saltaron las alarmas.

La mujer, contrariada miró a Milo y sus tripulantes – Eleanor está siendo abordada…

Milo                 Rachel           Kungel            Skane             Karl Von Schwarz

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07/10/2012, 12:42
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Después de abatir a varios taus con su espada de energía, la inquisidora siguió corriendo, visiblemente fatigada, hacía sus aposentos. La mujer estaba herida, tenía varios cortes por el abdomen y una herida que sangraba con fuerza en su hombro izquierdo. El ataque del Imperio Tau había sido un revés que nadie había logrado prever, y su crucero estaba severamente dañado. Debía localizar a su escolta, se había separado de ellas tratando de contener a los xenos que habían irrumpido en la nave.

Kathrine giró otro recodo, recorrió el último pasillo y abrió la compuerta que daba a su camarote. Estaba tan y como lo recordaba, el camastro sin decorar a un lado, la caja de seguridad que tenía  y la amplía mesa llena de escritos, tinta fresca y libros de investigación.

Fue corriendo a su mesa y recabó los papeles de su investigación, la acusación a uno de los poderosos de la flota de alta traición, de orar a los dioses innombrables era algo muy grave, pero la inquisidora tenía pruebas solidas y pensaba hacer que ardiera en una pira en la superficie del planeta cuando los ejércitos consiguieran el control de la superficie.

Pero entonces la inquisidora, que ordenaba sus papeles sintió un dolor agudo en a espalda, en los riñones... cayó sobre sus codos en la mesa mientras no pudo evitar sentir como un reguero de sangre le abandonaba el cuerpo. Se giró veloz, sintiendo como su vida se acababa y miró confusa a su asesina... a los ojos de aquella máscara negra y ojos oscuros... rojos como la sangre; deseó defenderse con su espada, pero con extrema agilidad, la asesina presionó con su bota la cincha y evitó que desenfundará a la vez que le aguijoneó directamente en el corazón con la cuchilla atada a su mano derecha... Kathrine exhaló por última vez mientras seguía mirando con ojos temblorosos y vidriosos como aquella silenciosa asesina adoradora del templo de Callidus.

Un último parpadeo y todo se acabó en un abrir y cerrar de ojos...

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18/10/2012, 13:34
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El mariscal de la 272 estaba sentado sobre su opulento escritorio observando unos informes de recuperación. Soldados que habían pasado la revisión y estaban listos para volver al combate. Gabriel Zakkai era uno de esos hombres que habían llegado a donde estaba con sudor y lagrimas, sudor y sangre e incluso su brazo derecho. Había luchado desde joven en la guardia Imperial, en otros ejércitos, concretamente en los Hijos Solares, una de las compañías que sirven al Lord General Solar Macharius. Había visto a muchos hombres morir a su lado, algunos los llamó hermanos, a otros amigos... el camino del soldado siempre estaba lleno de cadáveres, pero el del veterano oficial era un mar de ellos.

Durante años se granjeó ascensos de todo tipo por todas sus obras, defensas estoicas, emboscadas heroicas y haber sobrevivido a cientos de heridas; se trataba de un veterano en toda regla, un sargento que llegó a alférez, teniente, capitán, comandante, coronel... hasta que a los cincuenta fue ascendido a Mariscal y por la intervención de Macharius se le destinaron recursos para la creación de un nuevo ejercito...

Gabriel recordaba todas sus vivencias y sentía un dolor punzante y agudo en cada una de sus cicatrices... no podía sino envidiar a sus soldados, esos lazos que se crean, ese olor a carne quemada, los gritos de jubilo... todo resonaba en su cabeza como un perro viejo.
 

Se masajeó las sienes, apretó los ojos y se recostó en su cómodo asiento, se sintió en paz hasta que abrió los ojos. Su camarote estaba oscuro por completo, como si estuviera en mitad de la noche sin ninguna estrella que le ilumine. Confuso se levantó del asiento y echó mano de su pistola de plasma que activo en el acto dejando que el zumbido de carga resonara por toda la estancia... cuando menos se lo esperó apareció una llama intensa, de color rosado frente a el, una llama que brillaba con intensidad cegadora que obligo a cubrirse el rostro hasta que dilucido una figura entre el fuego rosa, una figura encapuchada pero que en lugar de brazos tenia decenas de tentáculos que se agitaban.
Rápidamente le apuntó dispuesto a disparar, pero aquel ser había previsto ese movimiento y tan pronto como levantó el brazo del arma los tentáculos le rodearon estirándose con fuerza y velocidad... el veterano poco pudo hacer más que gimotear para intentar respirar mientras escuchaba una carcajada cruel... una carcajada que reconoció en el acto - ¡Traidor! ¡Eres un traidor!¡Acabaré con tu miserable vida! ¡MALDITO HIJO DE PUTA! - empezó a gritar antes de perder la consciencia...

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Como un destello, Anna se giró veloz estrechando filas con las otras cuatro hermanas supervivientes. Tenía la comunicación abierta con su hermana superiora, y aunque no transmitía solo tenía que pensar para emitir alguna palabra...

Un movimiento a su derecha y disparó con su pistola bolter... otra vez había impactado contra un mamparo hasta que oyó un sonido húmedo y un chasquido, Clarisa se debatía entre la vida y la muerta escupiendo sangre sin parar, aquella maldita asesina le había atravesado la gorguera y ya se había dejado de juegos para empezar una lucha abierta... Sung su se batía con ella en duelo, las espadas hendían el aire. La hermana de batalla había fintado a su derecha para darse de bruces contra la nada hasta que la asesina Callidus dio una pirueta hacía el lado contrario de la finta y le hundió la espada de muñeca en el vientre... ya solo quedaban tres hermanas en pie.

-Hermanas, aquí Anna... una asesina del templo de cal..- no pudo acabar la frase, la asesina escuchó el intento de comunicación y le chamuscó la cara con su pistola lanzallamas... Anna empezó a lanzar alaridos de dolor mientras su pelo y carne se fundían a causa del promethium... - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!! pronto llegó a la carne y la veterana hermana cayó de rodillas sin dejar de gritar... gritos que Aurelia y Eva lograron escuchar.

Las otras dos hermanas, Julia y Neire, las ultimas celestiales de la escolta se lanzaron por la asesina. Neire logró herirla en una pierna, pero pagó cara su osadía y cayó fulminada con una perfecta línea horizontal en su cuello... ni la gorguera logró evitar el tajo y cayó desangrándose. Julia trató de empujarla, pero solo tenía un cuchillo de combate para luchar a melee, y de poco sirvió... su arma fue partida en dos cuando la asesina bloqueó un ataque hasta que le hundió la afilada cuchilla de muñeca hasta el fondo del cráneo después de atravesarle un ojo... el humor vítreo, blanco y viscoso cayó por la herida hasta que la hoja fue retirada y solo cayeron restos de masa encefálica...

La escolta de hermanas de batalla se había visto reducida drásticamente a tan solo cuatro... Eva, Aurelia, Irelia y Sennya...

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01/11/2012, 23:15
Director

Isabella Kraj, una poderosa astropata al servicio del Imperio y al Adeptus Astronomica, una mujer de gran belleza y poder, pero sin duda parecía más una sombra. Sus aportaciones eran pocas y directas, respondía a lo que debía y no se extralimitaba... solo observaba, con sus poderes... y lo que había logrado ver era horrible y desastroso, por culpa de la tormenta de disformidad era incapaz de avisar a fuerzas leales cercanas, su única esperanza era la inquisidora, pero los traidores se habían adelantado y con su poder lograron eliminar a la inquisidora y casi toda su escolta, pero hubo algo de suerte para Isabella, había una pequeña luz, las hermanas superioras Eva y Aurelia, junto con dos novicias no habían fallecido, se encontraban en misión secreta y aquello era algo que los herejes no habían previsto, debía aprovechar esa carta fuere como fuere.

Se había agenciado un comunicador cifrado, conseguido información sobre el piloto de las sororitas y un canal seguro... entabló conversación pero se le adelantaron, su archienemigo se presentó en su escondrijo, un almacén secundario donde nadie miraría, nadie salvo aquellos que buscaran.

No hubo dialogo con su enemigo, solo se miraron, los ojos de ella se posaron en aquellos vidriosas esferas exentas de vida mientras se echaba hacía atrás la capucha con gesto tranquilo... otro psíquico, un hechicero, un ser peligroso que había transgredido las leyes de la realidad y pactado con los innombrables.
Ambos se concentraron, se desataron las hondas psíquicas, las congregaciones de poder más allá de invocaciones ígneas o de sombras... solo dos mentes que entraron en conflicto.

Aquel combate estaba durando horas, y la extenuación afloraba en los rostros de los contendientes... pero el traidor era superior e Isabella lo supo nada más empezar. Mientras le sangraban los lagrimales y orejas con lentitud, la mujer se centró en esconder parte de su mente en un castillo mental, una fortaleza inexpugnable de todo poder psíquico... unos tenían islas, otros montañas e Isabella tenía una amplía fortaleza, un espejo del palacio de terra donde el emperador yace y son sacrificados al día miles de fieles a la causa...

Una habitación, el pensamiento de Isabella volaba siendo perseguida por la inmensidad de la eterna noche...

una caja, color carmesí... introdujo todo allí y se cerró.

Isabella Kraj, la poderosa astropata cayó de espaldas sobre el frío suelo inerte.