Partida Rol por web

Hace 11 años…

Vuestra última misión

Planeta Tamfa, borde exterior Segmentum Pacificus a quince años luz de los planetas Sabbat.

Tamfa – Planeta selvático, mundo letal, conocido coloquialmente como “Catachan secundus”. Es un gigante planetario, teniendo días completos que duran cincuenta y dos horas, siendo treinta de estas noche total. Órbita alrededor de una enana roja. No posee lunas.
No hay vida humana ni asentamientos permanentes únicamente se encuentran dos compañías de catachan, lo demás es una vasta jungla llena de ríos, animales y vegetales poco amistosos. Se apodó con “catachan secundus” debido a las semejanzas en biosfera. Ambos se podían considerar igual de letales, pero no comparten las especies ni vegetales ni animales.
¿Por qué estáis ahí? Porque un brazo de la flota tiranida leviatán se disgrego para asolar los planetas de aquella zona. El plan de batalla era sencillo, ya que la flota enjambre no era excesivamente grande. Cuando el brazo llegara a Tamfa para devorarlo, el Imperio aprovecharía esa parada para lanzar un exterminatus sobre el planeta tratando de diezmar la flota y luego enfrentarla en los mundos siguientes más preparados para una defensa orbital y terrestre.
Pero como siempre, no todo es como se desea. Los catachanes destacados allí avisaron que seria imposible de ejecutar un exterminatus; pero algo así era impensable.

Error.

“Cuando un catachan te hable de flores, escuchale, siempre tendrá razón”
Sartento 1º Coerwel, 2º de blindados, Kriegs de la muerte.

La carga vírica del exterminatus no hizo nada, cuando cayeron estas impulsadas desde la órbita por las naves de la inquisición y liberadas al impactar, el mundo selvático se defendió. Con una velocidad de adaptación muy superior a la de devorar del “virus devora vida”, sintentizaron cadenas proteínicas que reventaban la capacidad infectante del virus. Donde cayeron las bombas si hubo zonas devastadas, pero en cuestión de horas el avance dio una vuelta, donde solo había tierra yerma, pronto hubo verdes plantas creciendo a una velocidad endemoniada.
El plan principal había resultado inútil. Se pasó a la siguiente fase; la lucha en tierra. Los catachanes volvieron a tierra y se solicitó el apoyo de la escuadra del Capitán Benahia y sus miembros de la deathwatch, la elite cazadora de xenos era requerida en aquel planeta.

¿Plan de batalla? Improvisar.

Se necesitaban tres cosas; un tecnomarine que construyera un artefacto de detonación remota y que pulverizara un veneno; un apotecario que sintetizara ese veneno, juntando muestras genéticas de aquella flota enjambre y la potente capacidad de adaptación de la vida selvática de aquel planeta y por ultimo un psíquico que pudiera bloquear la mente enjambre (en la medida de lo posible) el tiempo suficiente como para poder asaltar la nave orgánica insignia de la flota tiranida.
¿Cómo se iba a hacer? No se tenía mucha idea de ello, el Capitán Benahia ideo el plan sobre la marcha tras observar en un combate como los tiranidos muertos eran asimilados y absorbidos por una serie de hongos de pequeño tamaño.
Se asigno a un curtido sargento de catachan con una unidad de diablos de Tamfa.

Paso 1º - Provocar un enfrentamiento, masacrar tiranidos y esperar que aparezcan esos hongos.

Empieza la 1º Fase. Vamos de caza.

Hacía ya tres horas que anocheció ensombreciendo el planeta por completo. Para vosotros no era nada difícil poder ver en la oscuridad, pero lo increíble era como los catachanes, sin mas medios que sus pantalones y botas, eran capaces de desplazarse con extremo sigilo, y sin perderse. En más de una ocasión os rodeaban para "emboscaras"; siempre os pillaban, hasta que Asteron se cansó y los seguía con sus poderes de la disformidad. Algo dijeron en su dialecto la ultima vez que fueron pillados, y no daba la impresión de que fueran palabras de alabanza.

 - Venga, moveos ratas - escupió a sus propios hombres instando a que se desplegaran en silencio. Aferró con fuerza su bolter pesado mientras goterones de sudor le resbalaban por su cabeza y torso desnudo. Se dio la vuelta para miraros y torció un poco el gesto - Me estoy cansando del ruido que hacen con sus servos... son poco practicas... diablos... - su voz era grave y rajada, no le importaba dirigirse así a todos vosotros, marines espaciales, superiores en rango, por que lo que era físicamente había claras dudas - mirad el suelo y no piséis las ramas sueltas diablos, ¿Es que estáis ciegos?... diablos... - apretó la nariz molesto y se giró mirando la vasta jungla que se abría frente a ellos - cuando vuelvan mis ratas sabremos donde habrá alguna concentración de bichos... diablos... - comentó volviéndose a girar pero esta vez con una amplia sonrisa en sus sudorosos labios

Haydn, tras el Capitán negaba con la cabeza - ¿Por qué tenemos que soportar sus insultos? - dijo por el canal de comunicación interna - Es insultante que un misero humano que saldrá corriendo a la primera de cambio nos trate de ese modo - siguió diciendo mientras apretaba con fuerza el cruzius en su diestra - sagrada Terra, valiente mal nacido - gruñó al final sin dejar de mirar al sargento, el cual, miraba fijamente al Capellan con una socarrona sonrisa mientras se apoyaba en un árbol de más de cuarenta metros de altura; daba la sensación de que lo oía todo, y lo que es peor, disfrutaba con ello

Benahia se giró y se puso frente a Haydn poniendo una mano sobre el hombro derecho del capellan - Tranquilízate Haydn, ese hombre es un formidable guerrero, veterano y fiable... ten mas confianza en los soldados del Imperio, muchos te sorprenderían por su coraje y fuerza - le contestó por el canal interno para luego girarse e ir hacía el sargento - además, en un planeta así, sin un guía estaríamos perdidos o muertos en pocas horas ¿O tengo que recordarte el incidente con la planta carnívora? - añadió, con tono divertido en su voz, pero eso hizo que Haydn se avergonzará y mirará a otro lado.

 - Dígame Sargento, ¿Como prepararía una defensa aquí? Me parece tan buen sitio para luchar como cualquier otro, esta selva es igual la mires por donde la mires

¡JA! - se jactó el Catachan - ¿Defensa? Ponga a sus "aguerridos" marines en circulo y que disparen bien... diablos... aquí no hay defensa posible... te escondes, esperas a que lleguen y saltas sobre ellos cuchillo en mano... diablos... pero estos bichos nos olerán antes de saltarles, y más si van con alguno gordo. - se irguió algo molesto - he matado comisarios por mucho menos y este tio me cae bien... y no quiero que me caiga bien - pensó mientras miraba a Benahia fijamente - Lo mejor es cubrirse con el follaje, pero a vosotros os encontraría hasta un niño ciego a un kilómetro de distancia - sonrió lobunamente y señaló el terreno - que se desplieguen, juntos... nada de separarse... diablos...

Escuadra, desplegaos de a dos. No más de cinco metros de separación - ordenó por la comunicación de las servos mientras valoraba el terreno

Con el Cañón de Fusión colgado en un soporte de su mochila de munición, Laocastus avanzaba con su lanzallamas preparado. Los Catachanes preferían el fuego purificador en el denso follaje, y Laocastus nunca desdeñaba un buen consejo. Ya había coincidido en combate con los soldados de jungla de Catachán en algunas escaramuzas durante la Segunda Guerra de Armaggedon. Habían estado escoltando civiles y transportando suministros a través cinturón selvático que separaba  Armaggedon Primus de Armaggedon Secundus. Sabía que eran capaces de poner en apuros incluso a un Astartes si se encontraban en su terreno predilecto.

El casco de Laocastus impedía (afortunadamente) que el Capellán Haydn viese la sonrisa burlona de éste. Los Catachanes  estaban poniendo de los nervios al Capellán, y en consecuencia Laocastus se lo estaba pasando en grande. Consiguió ahogar la risa antes de que brotase cuando el Capitán Benahia mencionó la planta. Sin embargo, en cuanto éste cambió a su tono de mando, Laocastus volvió al estado de mente de la disciplina Astartes, manteniendo la formación cerrada y atento a cualquier posible movimiento en la densa espesura.

     Numaios asintió con un gesto de cabeza al capitán. No hacía falta nada mas. Era una orden y los marines espaciales las cumplen sin dudar. Miró un momento a Castor y se adelantó hacia la vanguardia. En este tiempo lejos del capítulo había conectado bastante con el apotecario y sabía que sólo con eso le entendería. En Ithaka, los apotecarios son reverenciados, pues actúan como consejeros y guían los ritos capitulares de las escuadras. Quizás por eso instintivamente buscaba la compañía del templario negro.

     Se concentró en captar cualquier amenaza para el resto del grupo, aunque temía que ni con los autosentidos de su casco tendría demasiado éxito en este entorno. Demasiadas fuentes de calor, demasiada vegetación, demasiado peligro... su armadura le aislaba del entorno, pero aun así no podía evitar sentirse vulnerable... como si la misma selva quisiera tragárselo y solo estuviese esperando que bajase la guardia.

     Y para hacerlo todo aun mas tedioso, "disfrutaban" de la compañía de los catachanes: hombres malhablados e irrespetuosos, que desprecian la cadena de mando y tan alejados de los protocolos que apenas parecen ciudadanos del imperio. En mas de una ocasión había tenido que apretar los dientes para no decirle un par de verdades a su sargento mayor... pero tenían que demostrar que los marines estaban por encima en todos los sentidos. No parecía un hombre muy equilibrado, siempre murmurando por lo bajo y faltándoles al respeto. Tranquilo pequeño amigo. El Emperador pone con el tiempo a cada cual en su lugar... pensó.

Jaden avanzaba de forma automatica, una parte de  su mente seguia las ordenes pero otra ya estaba dandole vueltas al diseño de la bomba.

Cuando el capitan dio la orden de avanzar de dos en dos se situo al lado de Laocastus. Ninguno de sus hermanos le provocaba antipatia pero el salamandra sabia bastante de tecnologia y le gustaba poder mantener alguna conversacion de vez en cuando.

Se le ocurrio algo y abrio un canal privado en la radio:

-Como armarias la bomba?

Laocastus esbozó de nuevo una sonrisa bajo su casco. La fama de los Salamandras como hábiles herreros había llegado a oídos del tecnomarine, y ambos disfrutaban charlando de forja, construcción y maquinaria mientras Laocastus asistía a Kolis en tareas de mantenimiento del armamento de su escuadra. Kolis claramente le superaba en conocimientos, pero las disciplinas distintas de las que procedían les permitían intercambiar ideas. Medito unos segundos, antes de responder quedamente por el canal cerrado. - Posiblemente me inspiraría en el funcionamiento del sagrado bólter, hermano. Sus proyectiles penetran en el cuerpo del hereje, el traidor y el xeno para estallar desde dentro y purgar su iniquidad de manera más efectiva. Del mismo modo, fabricaría el artefacto de manera que detonase en dos tiempos: Una primera detonación de metralla o prometio para abrir hueco en la carne del bioengrendo, y una segunda detonación inmediatamente después para esparcir el virus. ¿Quizá hacer la metralla a su vez contenedora de la carga vírica, y que la metralla detone una vez inserida? - Se paró un segundo.- Sin saber la distribución y accesibilidad de nuestro objetivo, es difícil decidir si es mejor hacer una detonación expansiva en todo el arco o una detonación dirigida en un sólo sentido que penetre más profundamente.

Compaginándose con Numaios, se aprestó a cubrir con su bolter el avance de este mientras iba probando el amplio espectro de los autosentidos de su casco mejorado discriminando toda la información que recibía, analizándola, buscando algo útil.
- Hermano Numaios, puedes avanzar sin problemas - dice mientras revisa todos los daos que le llegan - no tenemos ningún tipo de amenaza a la vista y mi bolter está vigilante ante la presencia de enemigos del Imperio.
La presencia de los catachanes le perturbaba. Si bien había combatido en otras ocasiones con humanos normales, aunque muy pocas veces en unidades mixtas xomo esta, no podía evitar la sensación de que debía proteger sus frágiles cuerpos y mentes de los peligros de la galaxia. Tal vez su jefe no parase de meterse con los astartes, pero sabía que detrás de sus palabras no había más que bravatas pesadas para motivar a sus tropas que para ridiculizar a los marines. Sin haber nacido en un mondo letal como ellos sabia que podía moverse tan sigilosamente como el mejor de de ellos si así lo pretendía. Esperaba que a la hora de la verdad se comportasen de acuerdo a lo que decían con su bocaza.

Asteron tenía claro que la mayoría de sus compañeros tenían algún tipo de recelo hacia él, ya estaba acostumbrado. Pero Hydan y Castor sentían algo más que simple recelo hacia sus poderes, con el tiempo todos acaban acostumbrándose e incluso apreciando los dones que tenía.
El juego de los Catachanos le entretenía, ponía a prueba sus habilidades, así que les seguía un poco la broma para no bajar la guardia, ni antes ellos ni ante la inminente amenaza. Sabía que una mente de enjambre deambulaba por ahí y ese era su objetivo.
Cuando escucho la orden del Capitán Benahia, simplemente espero a que alguien se acercara a su lado. En su opinión Numaios seria su mejor compañero, ambos era luchadores de combate y además ambos poseían una mochila retro (jump pack), aunque su versatilidad corta media distancia podría hacer que fuera con cualquiera de sus compañeros.
Asteron continuo andando intentando hacer el mejor ruido posible y atento a cualquier indicio del enemigo.

Jaden escucho atentamente la idea de Laocastus asintiendo de vez en cuando:

-Si, mi idea era principalmente parecida: Una explosion que liberaria capsulas que entrarian en la carne xeno y posteriormente estas capsulas detonarian (con una explosion menor) liberando la toxina que contienen. Solo espero que la toxina no sea corrosiva, ya que entonces tendriamos que hacer las capsulas de algun material diferente y llevaria mas tiempo. Ademas es posible que si la corrosion es demasiado agresiva esta modelo sea imposible de utilizar.

El tecnomarine seguia caminando de forma mecanica y intentaba no causar ruido pero le era dificil por lo que casi siempre pisaba alguna rama:

-¿Como quieren que avancemos en sigilo asi?

Asteron escucho la discusión de sus dos compañeros:
-Si va a introducir una carga vírica, la mejor forma de que se expanda es desde el aire y aprovechando el viento. No soy un experto, pero algún dispositivo que se eleve y desde ahí se expanda por el aire, algo que no contenga fuego, ya que este puede matar al mismo virus.

La bomba será un regalo para la nave enjambre de la órbita - aclaró el capitán observando el despliegue - No tan separados Marines, un perímetro de no más de cincuenta metros de radio, no somos tantos

El Bibliotecario iba próximo al capitán, intentando formas equipo con él, en su opinión era de los pocos que no tenias recelos de la fuente de sus poderes.

-Repitiendo sus palabras mi labor es interrumpir la conexión sinaptica, entre la mente de enjambre y sus hordas de gantes. No es un labor fácil Capitán Benahia, son conexiones muy fuertes, fueron creados por y para ello.

Soy plenamente consciente de ello Hermano, pero no tenemos otra, muchas vidas dependerán de esto... Necesitamos tus poderes para entrar a la nave enjambre sin ser percibidos... En otros planetas se intentaron otros métodos, como crear distracciones o una batalla naval, o todo junto, pero nada de ello ha servido... se habló de usar psíquicos, pero la gran mayoría mueren antes de llegar... pero tenemos fe en ti Asteron, hasta Haydn la tiene

-Nunca he fallado en una misión y hoy no sera el día en que fracase, decir que es difícil no significa que sea imposible, solo que necesitare más concentración

Eso es lo que quería oír - le respondió mirando rápidamente hacía el frente - vienen... - dijo en un susurro

Y el tiempo se hizo más lento… a cámara lenta…
Varios catachanes surgieron de entre las sombras de los árboles selváticos corriendo sin sigilo alguno; movían los brazos indicando que se acercaba una fuerza xeno, más gestos de índole militar…

Numero… ochenta mas

¿Grandes? No

Infantería, gantes.

Les separaban unos cien metros mientras corrían campo a traviesa con sus armas listas; no miraban hacia atrás, tenían la certeza de que ahí estaban, rugiendo, corriendo, saltando por los árboles, olfateando su rastro.
Cuando quedaban unos escasos cincuenta metros aparecieron gruñendo con fuerza… una horda de hormagantes apareció y no cesó en su carrera con las garras en alto. Tiranidos. Los xenos más infernales a los que la humanidad se ha enfrentado… viajando durante siglos a través de la galaxia con un único objetivo, devorar. Poco se sabía de ellos, de su mente enjambre, de su fisionomía, solo que era un enemigo voraz que no conocía aliados, un enemigo que avanzaba sin importar cuantas fueran las perdidas… un enemigo letal, un enemigo inteligente, un enemigo peligroso…
Milenios de evolución centrada en arrasar corrían hacía vosotros… no había misericordia, no había razón…