Partida Rol por web

A la mañana siguiente continuaron su marcha, era bastante duro el camino y porque no decirlo, la culpa era la profunda capa de nieve por lo cual el avance se reducía y la nieve desde luego no dejaba de caer.

Casi todo el día hubo pasado, habían estado cerca de doce horas caminando casi sin parar más que para comer, era cerca del atardecer cuando Erin visualizacó un pequeño recinto cuadrado, una verja metálica encajada flanqueba el paso al recinto, el recinto era un muro de piedra de cantero, desde la verja hasta el final del espacio sería de unos cinco metros aproximadamente, a lado y lado había dos espacios cubiertos con dos estatuas ambas parecían sacerdotisas con hábito y cabello muy corto realizadas en marmol con expresión serena e impersonal; al final del espacio había un pequeño testero con tierra y allí una de las deseadas flores, dos nada menos pues de un mismo tallo habían brotado ambas.

Señalé sonriente a mi compañero:

- ¡Allí hay dos flores nada menos!. ¿Pero que construcción es esa?. No querría entrar en la propiedad de nadie sin su permiso...

- Bueno...la verdad es que no me suena haber visto este lugar antes, quiero decir, parece un recinto de algunos religiosos o similar, parece un jardín privado aunque por el estado en el que está todo, que las puertas esten abiertas y con oxido además de que solo este esa flor sembrada...quizás se marcharon hace algún tiempo o la actividad de su organización ceso...en este aspecto no sabria decirle....

- Bien, avancemos con precaución y sigilo. Si vemos la menor señal de vida, nos damos media vuelta y nos vamos... - Indiqué, mientras señalaba en dirección a la flores. Confiaba en que nadie se enfadase por unas flores silvestres, en caso de que alguien viviese allí, pero había que tener cuidado.

Ambos dos entran a través de la verja que al estar entre-abierta no da ninguna dificultad, la mirada de las estatuas era la única vigilancia que tenían, sus almendrados ojos en blanco no resultaban especialmente tranquilizadores...a medio camino de la estructura era notorio que tan solo era un pasillo hacia una zona rectangular donde había un espacio de cultivo que no tenía demasiado uso...no obstante, Erin hizo lo propio y tomó las flores que como era costumbre se fundieron en los pequeños depositos...admiró un momento la cajita con los seis...en esa pequeña caja estaba quizás la clave para salvar a miles de personas...incluso más; no obstante la sensación cambio...de pronto Erin cayó en algo extraño...si estaba nevando...¿ por qué no hay nieve aquí si está al descubierto?...Erin miró a la lejanía y seguía nevando, pero aquí no había ni un solo copo, de pronto escucho el fuerte sonido de la verja cerrándose, se giro sobresaltado...la puerta había desaparecido era solo un muro...y el hombre que lo acompañaba también lo había hecho.
 

- Oh, porras... - Susurré, nervioso, al darme cuenta de que había caído en algún tipo de trampa mágica. Guardé la caja a buen recaudo en mi mochila y empuñé el arma mágica que me regaló mi maestro, esperando que sirviera para lo que me esperase, mientras buscaba una manera de escapar de aquí...

Viendo mi opciones, trato de escalar el muro, para ver el otro lado...

Conseguiste saltar con facilidad el muro, era más que evidente que Erin no era una prueba de vigor...ni buen escalador...o mejor dicho que cualquier faceta física era mala para él en general, sin embargo, el muro no era especialmente alto y que las piedras que lo componían estuvisen pulidas y sin protuberancias que dificultaran la subida...tras saltar el muro llegó al exterior...o eso pensaba...pues para su sorpresa ante él aparecía un amplio cementerio; tierra removida, lapidas de piedra en la tierra, cruces de diversas formas...y al mirar a su espalda no había muro...de pronto era un valla de pinchos alta...no había ni rastro de la nieve...y del mediodía nublado había pasado a una noche clara...parecía medianoche dada la altura de la luna.

A lo lejos divisó un pequeño pateón...simple, dos columnas con capitel dórico, fuste pulido y cuatro escalones para acceder a la puerta...en ellos había sentada una mujer, parecía joven...vestía con una túnica roja carmesí...parecía estar llorando, su cabello era de color azabache y su piel era muy blanquecina (propia tez de los norteños).

Traté de ver si había algo no natural en la joven o en los alrededores...