En la puerta vuelven a sonar los mismos golpes y acto seguido una voz pregunta desde detras de la puerta:
-¿Señor Erin, Maese Theodore?, ¿Hay alguien ahi?, su majestad nos envia en su busqueda.
- ¿Puedo preguntar quien es?. - Pregunté cauteloso a la voz, a través de la puerta.
-Somos los hombres designados como su escolta por orden del rey Raynord, su majestad nos ha dado instrucciones de escoltarles hasta su nuevo puesto de trabajo.
Al acercarte a la puerta y hechar un vistazo por el ojo de buey, puedes distinguir una media docena de soldados del rey en una pequeña formación rectangular y a uno de ellos fuera de la misma justo al lado de la puerta, debia de ser el, el que toco a la puerta.
- Un momento, por favor... - Le dije al soldado, antes de acercarme a Theodore. - ... Maestro, parece que vamos a tener escolta...
-Ah, si... debe ser la escolta que le pedi al joven rey por motivos de seguridad. (Dijo mientras se dirigia hacia una silla para sentarse) -Diles que pasen joven, yo de mientras tengo que atender este dichoso lumbago...
Asentí, antes de abrir la puerta y dirigirme al que parecía ser el líder de la escolta:
- Adelante, pueden pasar, el señor Theodore les está esperando...
(El soldado se mantuvo erguido delante de la puerta sin dar un paso adelante y dijo): -De hecho somos nosotros los que estamos esperandoles a ustedes, en cuanto tengan todos los pertrechos listos partiremos de inmediato, si necesitan mover cosas de peso, podemos ofrecerles nuestra ayuda.
Asentí al guardia, antes de dirigirme a mi maestro:
- Señor, ¿que necesita que llevemos?.
-Bueno, pues... (Se quedo un momento pensativo mientras se rascaba la sién con su apoyo) -Todas las notas del estudio que llevamos hasta el momento presente y... todas las plantas con propiedades medicinales que sean posibles. (Miro al soldado) Supongo que el joven rey nos habrá provisto de las herramientas adecuadas, ¿no?.
-Asi es señor Theodore, esta misma mañana hamos terminado de trasladar los ultimos utensilios que les podrian ser de utilidad en su trabajo.
-Bien... bien, pongamonos a ello entonces, ¿Le importarian ayudar al joven a cargar todo lo necesario? (Dijo haciendo un gesto con la mano abierta para referirse a ti).
-En absoluto, aunque tengamos unicamente ordenes de escoltarles, personalmente, no nos importa colaborar un poco mas, todo sea por erradicar el mal que arraiga la salud de los nuestros.
Me apresuré a recoger todo lo que mi maestro me había ordenado coger, con la ayuda del soldado, a quien le agradecí que me echara una mano. En cuanto metimos todo en mi carreta, le dije a Theodore, mientras aseguraba mi yegua al aparato de transporte:
- Todo listo, maestro, podemos irnos cuando desee...
Una vez cargado todo, partís escoltado por los soldados hacia vuestro nuevo puesto de trabajo, despues de una media hora caminando por una de las calles, un grupo bastante grande de gente os bloquea el camino, en cuanto os deteneis, uno de ellos se acercá a uno de los soldados que os hacen de escolta y le dice:
-Por favor señor, ayudadnos estamos hambrientos y nuestras trabajadores no dan a basto a causa de esta epidemia, os lo suplico...
-¡A un lado ciudadano!, estan obstruyendo en el cumplimiento de nuestra misión, si de verdad quereis que estas enfermedades toquen a su fin, dejareis de retrasar a los responsables de curar estas enfermedades.
Mientras el ciudadano seguia con sus penurias y el soldado repitiendole que se apartará, Theodore te miro de lado esperando a que le dieras tu opinión.
Miré angustiado a la gente y luego, recordando mis ejercicios del día anterior, le pregunté a mi maestro, esperanzado:
- Maestro, ¿usted no podría hacer crecer un árbol frutal que diera de comer a esta pobre gente, por favor?. Lo haría yo mismo, pero no creo estar listo para hacer algo así...
El anciano se quedó pensativo un rato con la mirada perdida, de pronto, hizo un gesto con la cara a modo de recordar de que donde estabá ahora mismo, se terminó de girar hacia ti y dijo: -Bueno si... (Señalo hacia un pequeño jardin abandonado de una casa ruinosa y sin puerta ni ventanas) -De hecho es lo que habia pensado, un manzanó o dos estarian bien para ayudar a los necesitados... aunque necesitaré un poco de tu ayuda, acompañame hasta alli ¿Quieres?.
Asentí sonriente, mientras le respondía:
- Por supuesto, maestro...
A continuación me dispuse a seguirle para ayudarle en todo lo que pudiera...
(Una vez llegasteis al pequeño "jardin" delantero, el anciano se agachó con tu ayuda para poder alcanzar el suelo con sus manos.) -Bien muchacho, empieza tu concentrandote, iré ayudandote en la medida de lo posible. (Dicho esto, puso sus palmas para seguir los movimientos de las tuyas, esperando a moverlas conforme tu hacias crecér lo que considerases mas conveniente).
Me concentro y trato de hacer aparecer un enorme manzano, con enormes y sabrosas manzanas...
Motivo: Canalizar
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+9)=18
Empezó a crecer un brote de manzano hasta alcanzar mas o menos medio metro de estatura, cuando veias que comenzaba a cesar en su desarrollo, el anciano siguiendo los movimientos de tus manos, hizo que el pequeño brote siguiera creciendo hasta alcanzar su plenitud, de el comenzaron a crecer manzanas a granel, con un tono rojo muy vivo y de un tamaño considerable, al ver la multitud dicho espectaculo se quedaron asombrados por lo que estaban viendo, manteniendose en silencio y mirando aquel manzano.
Una vez que el trabajo estuviera terminado, me acerqué al manzano y cogí una de las frutas, para probarla y asegurarme de que tuviera buen sabor y que estuviera en condiciones de alimentar a la buena gente que había venido a pedirnos ayuda...
Vamos, que hago de catador para que vean que la fruta es comestible ;P
La manzana era realmente jugosa y su sabor intenso, saludable y de muy buen aspecto, era realmente apetecible para cualquiera que la viese, los ciudadanos se acercaron ante tal hallazgo, pero los guardias que os hacian de escolta les cortaron el paso.
-¡No os acerqueis a estos hombres, estan bajo nuestra protección!
A lo que Theodore irrumpio en la escena diciendo:
-Tranquilo, no se preocupe, deje que se sirvan ellos mismos, asi no tendriamos mas atrasos, y podriamos proseguir con nuestra labor, ¿Me equivoco?.
-Um... tiene razon señor. (El guardia se apartó del paso para dejar via libre a los ciudadanos). -Adelante, pueden continuar.
Mientras los ciudadanos se servian de los frutos del manzano y os daban las gracias, el anciano te esbozaba una sonrisa apreciando tu esfuerzo por semejante tarea.
Mientras seguíamos nuestro camino, yo andaba buena cuenta de la deliciosa y jugosa manzana, pues hubiera sido un pecado mortal tirarla sin terminar semejante manjar, mientras le decía a mi maestro:
- Decididamente la magia es un verdadero don, debería de haber una especia de escuela de magia, para enseñar a gente que luego pudiera ayudar a otros como lo hemos hecho ahora, ¿no creéis?.