Partida Rol por web

Caminamos en silencio un buen rato hasta que, finalmente, el Shosuro decidió darnos una escueta explicación. Imaginé que se debía a que de todos modos lo descubriríamos al llegar a nuestro destino. Pero incluso así suponía una ligerisima mejora respecto del comienzo de la investigación, cuando ni tan siquiera se había dignado a reconocer que se trataba de un asesinato aún siendo algo ya conocido. Asentí levemente con la cabeza, pero me guardé mis pensamientos. También evité sonreir pues sospechaba que el escorpión lo encontraría molesto. 

En lugar de eso centré mi atención en el eta que nos guiaba. Estaba segura de que sabía mucho más de lo que decía. al igual que sospechaba que tampoco el "líder" de los eta nos contaría gran cosa. Fuese como fuese, tampoco merecía la pena intentar adelantar acontecimientos...

Como siempre, la actitud de Sichi era escondernos información. No sabía si lo hacía por los dragones o por mi también. Aunque nada me sorprendería de él. Y su respuesta más reciente no fue de mucha ayuda, ya que tampoco sabía sobre ese eta.

Al no conocer los caminos del distrito no tenía idea hacia donde nos dirigiamos. Solo podía imaginarlo. Por suerte para mi, no necesitaba preguntarle a Sichi. Simplemente me acerqué a nuestro guía. Una vez a su altura lo miré y le susurre, poniendo un énfasis en mis palabras. -¿Dónde vamos exactamente?-

El eta va unos 10 metros delante y caminando a su bola, de modo que tienes que apurar bastante el paso para alcanzarle.

-Eh?+contesta entonces, ligeramente sorprendido cuando te le aproximas+ Pues a ver a Chillon claro. Eso fue lo que me pidieron, sama.

-Nos estan vigilando, sama... +te comenta en voz baja Kazu durante la caminata+ Al menos dos. No creo que nos ataquen, pero por si acaso, mantenga su espada presta.

En eso, divisan al resto acercandose por la calle desde el sur, guiados por Tesoro....

Mientras van caminando, ven del otro lado de la calle avanzar a Kazu y Chumoku, los dos caminando con expresion alerta. Parecen dirigirse a un punto medio en el camino, una casa de dos plantas bastante digna (para lo que es el barrio) frente a la cual hay varios etas, algunos de ellos con bastones bo.

Ellos tambien ven venir del sur a la colorida comitiva formada por el resto, guiados al parecer por Tesoro, junto al cual camina  Hitomi. El resto viene unos metros detras. Al parecer se encontraran casi frente a la casa de Chillon poco mas o menos.

 Camino junto a Kazu-Sama, mientras nos acercamos al grupo, visualizo si alrededor o detrás de ellos pudiesen sorprenderlos, afortunadamente los únicos etas que logro ver son los guardias frente a la casa de Chillón, y a Tesoro, quien junto a la cortesana Hitomi-san lideran el grupo *Curioso, por lo acelerado que estaba Sichi-San estaba seguro de que el encabezaría al grupo, en pos de acelerar la investigación ¿Qué habrá pasado en mi ausencia? ¿cuanta confianza se habrán ganado, o perdido, con los dragones? Con un parpadeo pongo fin a mis pensamientos, ya tendría respuestas a mis dudas, mas temprano que tarde.

 Al estar lo suficientemente cerca, me dirijo a Hitomi-San, con una leve inclinación de cabeza hacia ella -Saludos, espero que hayan encontrado mas respuestas de lo que yo he ganado incógnitas en esta parte de la investigación-

Me sorprendo un poco al ver a Kazu y a Chumoku en nuestro camino. Al acercarme saludo a mi compañero. -Saludos a ti también, Chumoku-san. Desgraciadamente, nosotros tampoco pudimos sacar muchas respuestas de la investigación. Cuando lleguen los demás nos pondremos al corriente ambos grupos. Sin embargo, veo que tus indicios también te trajeron hasta aquí, por lo que puede ser que andemos sobre la pista correcta.-

Luego de eso me aprovecho que los demás todavía no habían llegado hasta nuestra altura para tomar un poco de aire. Mantener el paso de Tesoro fue un poco más duro de lo que pensé.

Caminaba con paso rápido, pero cuidándome de acortar las distancias con el guía. Prefería quedarme a la altura del Shosuro pues me daría unos minutos de precioso silencio. Aunque no fuera esa su intención, su aversión por las cortesías sociales me permitía pretender que este no era tan distinto de los paseos por la montaña y perderme en mis propios pensamientos. Por desgracia, en esta ocasión, mis reflexiones no atañían cuestiones filosóficas o de naturaleza artística, si no que intentaban encajar las piezas de un rompecabezas incompleto. 

La aparición del desaparecido Bayushi Chumoku, así como la velocidad con la que la otra Bayushi se acercó a él, me hizo pensar en que, tal vez, sabían de antemano que se reunirían. Les observé con cierta curiosidad, el comportamiento de los escorpión me resultaba fascinante, completamente distinto de los dragón en las montañas. Claro que, en esencia, esta curiosidad no aportaba mucho a mi investigación. 

Finalmente alcanzamos a los dos Bayushi. Dudé si decir algo, aunque finalmente hice una inclinación ante los dos samurais. 

- Bayushi san, Kazu-sama - dije con voz suave. - ¿Serían tan amables de ponernos al corriente? - pregunté. Después de todo, encontrar las preguntas correctas era incluso más importante que encontrar respuestas que bien podían ser... confusas o falsas. Sonreí ligeramente y esperé para ver cómo reaccionaban. 

 Suspiro por la nariz y bajo los hombros en reacción a la Dragón -Temo que lo que averiguamos, como ya le comenté a Hitomi-san, no pudiese aportar mucho mas de lo que ustedes, seguramente, encontraron- Luego de acomodarme la máscara, y de esperar a que todos estuviesen reunidos, comencé a relatar -Según los residentes y el líder del distrito, Agasha-Sama tenia una relación esporádica con los habitantes del mismo, mas actuaba como médico para los parientes y amigos de su sirvienta, siendo la mayoría de los casos tuberculosis y otro mal que compartía los síntomas leves con la misma enfermedad, aunque asumieron que bien podía tratarse del consumo de un opio fortalecido. También me han comentado que Agasha-Sama comerciaba en 2 lugares, el distrito mercader y el puerto. Me informaron que la hija de Agasha-Sama, conocida por ellos como Agasha-Hime, lo visitaba todos los años, quedándose durante el invierno y extendiendo ayuda y recursos a los mas necesitados, a excepción de este año, que se fue antes de lo previsto, y cual fuese el motivo hizo que Agasha-Sama reaccionara, haciéndose mas activo en los últimos meses-

Pensé en lo que me dijo Chumoku. -Ya veo.- La sirvienta no nos había dicho que el Agasha comerciaba con gente del puerto. Tal vez se le pasó, o tal vez sepa algo más.

Luego de eso procedí a contarle a mi compañero escorpión nuestras investigaciones. -La primera cosa rara que vimos al entrar, además del cuerpo, fue una gran cantidad de sake, harina y avena tirada por el laboratorio. Según la sirvienta, estos productos no eran habituales en la casa. El Agasha había sido asesinado con algún arma contundente. El golpe fue limpio y certero. Mantenía toda su investigación en unos pergaminos cifrados que tuvimos que enviar a la embajada dragón, ya que el difunto era de este clan. Al parecer la víctima no vivía sola. Encontramos ropa de mujer, otra cama y un retrato que posiblemente era de ella. No creo que se trate de la hija, ya que comprobé que la ropa más vieja tiene un mon distinto de la nueva. También recibía visitas a menudo, aunque no sabemos de quien. También conocemos el nombre de una de las tiendas frecuentes de las que el Agasha compraba sus ingredientes: Tesoros Sureños. Luego de eso, Kitsuki-san invocó a los kamis. Este confirmó que la persona que trajo el sake, harina y avena que mencioné antes fue el Agasha, lo cual yo clasificaría como un comportamiento extraño, ya que, como dije antes, la sirviente dijo que no solían comprar esto. También preguntó sobre la persona que golpeo al Agasha. La respuesta fue...- Hice una pausa para recordar las palabras exactas del kami. -Masculino, pelos negros, ropajes purpuras y fuego en la voz-

- Tesoros Sureños pertenece a los Yasuki.*

Indico para dejar claro que no tiene relación con el supuesto Unicornio que acabó con la vida del Dragón si tomábamos como ciertas las indicaciones de Aiko, pero las palabras de Chumoku señalaban que alguien había amenazado al shugenja y que la mujer misteriosa era su aparentemente su hija.

¿Por qué si no iba a marcharse antes de lo habitual?

Me pregunto al tiempo que imagino que todo acabará teniendo relación con el maldito opio y la Kitsuki podría acabar visitando las Pequeñas Tierras Sombrias en vez de las Cuevas Cangrejo, y también la Casa de Izaru, pués no sería de extrañar que el shugenja hubiese quedado aquí con algún samurai para destapar algún tipo de cártel y éste acabara traicionándolo.

- Pero tiene pinta de que el opio es lo que está tras su muerte.

Escuché con atención a los tres escorpiones. No era sólo lo que decían, era cómo lo decían. Las pausas, los silencios, la forma en la que colocaban su máscara, tal vez para aclarar las ideas mientras lo hacían. En cierto modo, la presentación de la información podía decir tanto como lo que se estaba contando. Pero de nuevo, lo que pudiese obtener de ello era algo para otro momento. 

Bayushi Chumoku confirmó mi sospecha de que la sirviente sabía mucho más de lo que contaba y que tenía miedo. Había sido un acierto el que la retuvieran para posteriores interrogatorios. Por lo que parecía, también su familia debía saber cosas. Me resultó especialmente interesante el comentario sobre una afección por la ingestión de algún producto derivado del opio. Si los síntomas eran similares a los de la tuberculosis, no debía ser nada sutil. Empezaría con una tos y acabaría escupiendo sangre... Imposible que pasara desapercibido en un samurai.

 Me mantuve en silencio y dejé que Bayushi Hitomi hiciera el resumen. En cierto modo me resultó útil, pues ayudaba a estructurar las ideas. Aliento de fuego, sake que trajo el Agasha. Daba la impresión de que se conocían. Y si le visitaban pacientes, ¿no sería el asesino uno? Imaginé que alguien que consumía opio de forma... recreativa, adicto hasta el punto de empezar a toser, no querría que se supiese que ese era el motivo. 

Sentí el impulso de comenzar a tomar notas de todo esto. Como una estudiante aplicada. También de revisar los legajos que dejaba tras de sí el Agasha. Si su forma de trabajar se parecía a la que me habían transmitido los maestros, tendría una relación de pacientes, con sus síntomas, tratamientos, dosis de medicinas... Entrecerré los ojos y junté los brazos frente a mi, ocultando las manos en las mangas. 

Entonces Shosuro Sichi hizo un comentario que me hizo girarme. Yasuki y Cuevas cangrejo. Había dos indicios que apuntaban a los cangrejo. Pero por otra parte, Shosuro Sichi parecía creer que tenía que ver con el opio. 

- El opio tiene usos medicinales. Pero por lo que pude ver, el que cultivaba en su jardín junto con el resto de hierbas habría bastado para los tratamientos - comenté con voz suave - Sin embargo... - dudé antes de continuar porque no me gustaba suponer y menos en voz alta - El asesino debía ser fuerte para poder fracturar el cráneo con un solo golpe. Es posible que... también fuera conocido por el Agasha. Puede que incluso un paciente. Deberíamos estar atentos a... personas que tosan.

No era mucho, pero era algo. Miré a Kazu, que permanecía en un discreto segundo plano. Hice una leve inclinación. 

- Nos indicaron que sois quien trata con los samurais que visitan el distrito. - dije a modo de introducción - ¿Hay muchos... visitantes habituales?

Devuelve la inclinacion, y luego responde con tranquilidad, con una mano sobre la empuñadura de su katana. El hombre esta alerta, a pesar del tono en que habla...

-Entre los samurais? No, sama. Algunos ronin, suelen quedarse a pernoctar si soportan el olor y ocasionalmente pasa algun samurai que quiera hablar en persona con los campesinos que le sirven, aunque esos en general dan un rodeo por el norte para evitar andar por aqui. Ah, y la Guardia del Trueno se aventura, muy de vez en vez. Es todo, solo visitas esporadicas. 

 Un recuerdo vuelve a mi, haciéndome girar hacia Tesoro -Disculpa Tesoro, pero necesito que te encuentres con tu padre Chillon, le dije que te enviaría con la información sobre la muerte de Agasha-Sama, procura decirle que el golpe fue certero y único al momento de su muerte- *Mi palabra esta cumplida, además podré advertirles Pienso mientras miro a Tesoro, buscando una respuesta

Asiente con un cabeceo a Chumoku, y haciendo una graciosa reverencia, retrocede, para luego entrar a la casa custodiada por los etas con bastones saltando alegremente. Estos le abren paso sin preguntas, e incluso saludandolo con familiaridad. 

 Sigo con la mirada a Tesoro, esperando a que entre a la casa. Cuando lo pierdo de vista me giro al grupo -Momentos antes de nuestro encuentro, Kazu-Sama me advirtió que estamos siendo seguidos, debemos tener cuidado de ahora en adelante-

Asentí levemente, aunque no dije nada. Se correspondía con lo que había visto junto a la casa de Agasha Iesada. cuando habíamos llegado había etas por todas partes, pero cuando salimos, sólo quedaba el grupo que jugaba a los dados y tesoro. Aquel grupo se había marchado en cuanto salimos. El problema de estar siendo seguidos allí, era de número. No creía que se tratase de una sola persona, si no de varias trabajando de forma coordinada. 

Por otra parte, si como decía Kazu pocos samurais visitaban el distrito, entonces los que lo hicieran llamarían aún más la atención. En realidad, que quien vistiera de púrpura fuese ronin o perteneciente a un clan menor, tampoco habría resultado sorprendente. Incluso podría tratarse de un mercader especialmente rico. Miré a Kazu por un segundo. 

- En ese caso, los que hubieran visitado anoche este distrito llamarían más la atención. - dije en voz baja.

No terminaba de acostumbrarme a tantas intrigas. Los escorpiones estaban habituados a confundir a sus enemigos y, a veces, también a quienes no lo eran. Pero aún cuando hubiese leído sobre el asunto, no era algo con lo que me sintiera cómoda o que fuese a sugerir. Si, sin embargo, concluir la investigación previa en el distrito y regresar a examinar los documentos de Agasha Iesada. 

Me puse tensa al escuchar a Chumoku. En seguida me arrepentí de hablar de nuestras investigaciones aquí en público. Lo único que pude hacer fue cruzarme de brazos y mirar para los costados, intentando ver algo, pero no podía captar nada sospechoso. Intenté mostrarme relajada y prestar atención a lo que había dicho Kazu.

Si no había sido un samurai el asesino, cosa que no se descartaba aún, lo más probable es que fuera alguien que se adineró de otra forma, pues una ropa púrpura no se obtiene de cualquier forma, o un ronin. Lo que Sichi decía tenía sentido. Desde su prohibición, el opio dejó un rastro de muerte y adictos por los barrios bajos de las ciudades. Obviamente Ryoko Owari no era ni cerca la excepción.