Partida Rol por web

El joven se desangraba en el suelo junto a unos desconocidos que ni siquiera sabían su nombre, un terrible final para el imberbe, seguramente pensando en el sufrimiento de su familia cuando recibiesen la noticia.

El mendigo miraba con su único ojo al norse algo confundido, buscando una complicidad para acabar con aquellos goblins y agarrarse a la vida que ahora valora mucho más que hace unos días cuando fue detenido por algo que ya ni recuerda, no tiene tiempo para arrepentirse de encontrarse en aquella situación.

Einar “El Caminante” quizás resignado a combatir una vez más, en esta ocasión contra pieles verdes,  en una guerra que no era la suya, en una tierra que no era la suya, bajo una bandera que le había castigado con una particular ejecución, debían verle morir para que su amada Qalidia fuese libre… ¿Acaso había otra forma de que ella se salvase?

Tres pequeñas criaturas blandiendo espadas de mano mientras dan saltitos y se burlan de sus enemigos sacándoles la lengua, cerrando el cerco paso a paso, más atrás un cuarto, el que hirió al joven de un flechazo.

 La pareja de humanos lo veía complicado de superar, pero allí se encontraban un expectador que no había sido percibido, sus ojos veían la escena con mucha más claridad, su nombre era Elladân Elensär y la resolución del combate podría estar en sus manos y en su arco…

En el medio de la nada y con este inútil junto a mi...

- ¡Detrás mío si quieres vivir, YA!- gritó en idioma común con gran acento nórdico. Ya se había quitado de en medio unos cuantos verdes, pero quedaban mas, y el no estaba dispuesto a morir. No sin culminar su venganza.

Después de ese instante recuperando el aliento, el nómada del norte se dispuso a encarar de nuevo el combate con el objetivo de acabarlo, para bien, o para mal.

- ¡VENID A MI, CRIATURAS DEL INFIERNO!

Dicho esto apretó mas aún, si cabía su espada y se preparó para el final del combate.

Los pieles verdes rodeaban a los humanos con claras intenciones, cansándoles y burlándose de ellos sabiéndose vencedores de aquel lance que tenían claramente a favor. Solo eran goblins pero aquellas viles criaturas se crecían si estaban en ventaja, sus enemigos heridos o no había opción de sorpresas que pudieran echar al traste sus expectativas de botín y diversión.. y en aquel todo apuntaba a un cúmulo de aquellos tres factores

Olvidé por completo mis roces con mi padre, el asunto de mi hermano y todo lo relacionado con mi partida... o tal vez lo recordé aún con más fuerza viendo como la situación era idéntica a la vivida por mi hermano, salvando las diferencias, permitiéndome dar un cambio a mi vida y dejar atrás los turbios asuntos de mi propia gente, de mi comunidad, demasiado arraigada a las viejas tradiciones

En completo silencio, tal y como siempre me habían enseñado y había aprendido, alcé el arco con presteza pero sin apresuramiento, notando como la madera se combaba y la cuerda se tensaba. Tiré de la saeta hacia atrás colocando la nívea pluma detrás de mi oreja y acompasé la respiración a mis propios latidos.

Relajado, en calma, tal y como estaba una nube antes de descargar un rayo, inspiré y dejé ir el proyectil contra el goblin armado con el arco... era el más retrasado, el más cercano a mi posición y el que más posible era que me detectara, por no mencionar que era el único capaz de atacar sin necesidad de ponerse al alcance de la hoja enemiga. Además, entre la cacofonía del humano chillando y los goblins haciendo idioteces era posible que no se dieran siquiera cuenta de que había muerto antes de que el siguiente de ellos lo hiciera

El tuerto que acompañaba a Einar, ciertamente asustado pero con la intención de pagar caras su vida si alguno de aquellos "bichos" se acercaban e hizo caso al instante. Se puso detrás de él haciendo caso omiso de los quejidos del moribundo, que ponía los pelos de punta.

De entre la maleza un proyectil salió volando, impactando a uno de los goblins. Este en un primer momento miró como atónito la flecha, de su boca comenzó a manar sangre, mientras poco a poco se iba ahogando, cuando murió su cuerpo aun se resistía a dejar la posición horizontal pero la traicionera gravedad hizo lo suyo.

El mendigo veía la situación de una manera poco optimista, y aunque uno de los goblins, parecía haber muerto de una flecha salida de la nada, que pasó rozando haciendo daño a Einar y en cierta manera cabreándolo e hiriéndolo a partes iguales.

En ese momento los dos goblins armados se pusieron a andar dando saltitos cómicos, hacia aquellos dos humanos, seguramente algo se les podría robar o si no serian una suculenta cena, ¿qué más daba?

Parecía que estaban solos cuando de repente : ¡ZAS!, una flecha atravesó el pequeño campo de batalla para atravesar el cuerpo de uno de los pequeños y débiles seres.

Ahora es mi momento...

Einar, soltó con todo un golpe dirigido al cuerpo de uno de los goblins con muy mala intención.

- ¡Quédate detrás mío si quieres vivir, mantente a la defensiva y si quieres golpear da golpes de oportunidad, no arriesgues!

No sabía porque, pero no quería que ese hombre, aun siendo un pobre mendigo muriera. Quizás fuera porque compartía suerte con el, y se sentía identificado con su situación.

La primera flecha habia dado en el blanco sin, causando una muerte rapida y silenciosa sin revelar mi ubicacion. Entre tanto el humano se habia lanzado sobre los confiados goblins sin esperar un segundo proyectil por mi parte para aliviar algo de presion en el combate... El mismo
Volvi a cargar una flecha en la cuerda y, aun desde mi escondi apunte a uno de los arqueros goblin esperando poder darle un final igual al de su congenere

El apuesto Einar no se dejó vacilar ni un segundo y cargó contra la criatura como una bestia, la criatura estaba preparada para recibirlo pero el impacto fue tremendo haciéndole un daño mucho mayor del que él mismo esperaba. El goblin lo miró con cara de odio mientras perdía sangre, pero no perdió el tiempo tanto él como su compañero atacaron al unísono al desprotegido y blanco humano. Einar apenas tuvo que moverse, pues los ataques fueron realmente torpes, interpuso su arma en la trayectoria de las dos espadas haciéndolas rebotar. En este caso los dos goblins miraron con cara de odio a aquel humano que les estaban dando problemas. Y sus pequeños y puntiagudos dientes, con saliva que les caía y sus rojos y pequeños ojos desprendían una ocurrente maldad.

El goblin con el arco se disponía a disparar nuevamente, cuando fue herido de gravedad por otro proyectil que no sabía muy bien de donde salía, así que decidió en vez de disparar moverse a un sitio que le ofreciera cobertura, y de paso ver el daño real que tenia.

El mendigo valiente como él sólo, se quedó donde estaba viendo la situación y solo se le ocurrió en su escasa mente vitorear al solitario joven -muy bien así se hace!!- mientras echaba de reojo miradas al moribundo, quizás con intención de robarle lo poco que tuviera.

El maldito bichejo verde había resistido la flecha que a su congénere había enviado a la tumba, escabulléndose en busca de una cobertura que le resguardara de mis proyectiles. Torcí el gesto y me colgué el arco a la espalda; mi labor como arquero había finalizado, tocaba intentar algo más

Sopesé la opción de salir a lo loco, dejándome llevar por los alaridos del humano que luchaba como un león... aunque contra goblins tampoco es que fuera un gran logro, pese a todo.

Miré con detenimiento, intentando descubrir la nueva ubicación del goblin escondido pero desistí nada más ver como los goblins atacaban a la par al humano...

Una ayuda no le vendrá mal... pero antes pongamos las cosas a nuestro favor- pensé mientras recordaba las aburridas enseñanzas de Imräldis

Me centré en el goblin más próximo al humano equipado con una espada, si acaso aquel hierro oxidado podía llamarse espada, intentando hacer que lo soltara. Primero parecía que todo iba bien, notando como los vientos arcanos se moldeaban a mi antojo, pero uno de los saltitos de aquellos seres aborrecibles o tal vez sus risotadas histéricas, me hicieron perder la concentración y noté como la magia se desbocaba dentro de mí

Soporté apretando los dientes el fuerte dolor de cabeza que, por fortuna, fue transitario y poco a poco se mitigó dejándome algo mareado y desubicado... hasta que vi a los pieles verdes nuevamente. Había pasado el momento del subterfugio, tocaba sacar las armas

Alguien acecha en los bosques... ¿Será amigo o enemigo? Lo comprobaremos pronto.

El combate iba mejor de lo que se podía esperar. Esas criaturas del infierno no eran nada en comparación con lo que te podías encontrar en el frío norte. La amenaza continua de trolls, gigantes, hombres bestia, mutantes... curtían hasta al mas débil de los hombres de Norsca.

Tocaba golpear con toda la furia que pudiera esperarse de un guerrero como el. Pronto se arrepentirían de haber atacado a Einar, hijo de Vindex, el caminante.

Así que apretó su vieja hoja y apuntando a uno de esos goblins que reía lanzó un ataque con toda la mala intención del mundo a su torso, acompañado de maldiciones en su idioma natal.

Aquellos dos pequeñajos, parecían aguantar el envite, y no solo eso mientras uno de ellos pareció hacer un golpe por lo bajo el otro lo hizo por lo alto, consiguiendo impactar los dos y viendo caer entre risillas al largo Einar. Aquel golpe lo cogió ciertamente desprevenido, perdiendo el sino durante lo que le pareció unos largos segundos. El mendigo al ver esto perdió toda sin razón y el poco valor que tenía, si llego a tener alguno, hizo que corriera como nunca había corrido esforzándose mucho en mantener su único ojo sano mirando al frente para no tropezar, y dejando parte de su equipo en la huida. El compañero que quedaba, moría irremediablemente solo y sin una mano a la que sujetar y ya parecía caminar por los jardines de Morr.

Ante aquella situación, el elfo vio desde la sombra como los goblins entre risitas comenzaban a tirar de la nariz y de las orejas del aparentemente muerto humano, y uno de ellos comenzaba a perder sus pequeñas y escurridizas manos entre la ropa, buscando algun colgante valioso o una bolsa con monedas aunque estuviera escasa.

El humano había caído, muerto o inconsciente, a los pies de los dos pequeños goblins que ahora reían y cloqueaban mientras registraban a consciencia el cuerpo de aquel guerrero anónimo. Aquello cambiaba radicalmente las cosas; cierto era que quería intentar salvar al humano pero no me iba a lanzar a lo loco a por los dos goblins, más teniendo en cuenta que había un tercero desparecido y seguramente al acecho con su pequeño pero letal arco.

No, no podía sacar la espada y cargar ciegamente, tenía que recordar las viejas enseñanzas. Atacar sin ser visto, matar sin ser detectado... la muerte silenciosa, la flecha mortal. Ese era yo.

Deseché la espada, y la magia dado el nefasto resultado anterior, y cargué una flecha en el arco apuntando a uno de los goblins. Respiré con tranquilidad, cerré los ojos un segundo e inspiré con calma. Tenía que deshacerme de al menos uno de los pieles verdes o el humano, y puede que incluso yo, no lo contáramos

Tensé la cuerda y disparé ... pero el dolor de cabeza aun se dejaba notar y la flecha pasó lejos de su objetivo, echando a perder una ocasión de oro

Y otro golpe que asestaba el noble nórdico a esos pieles verdes. La cosa marchaba bien, muy bien hasta que de repente se vio con la cabeza reposando contra el suelo...

Se sentía mareado, algo le había golpeado dejándolo sin sentido.

Se acabo..., nunca mas regresaré a casa... No vengaré tu muerte, padre... pensó nuestro héroe anónimo, iba a morir sin gloria, en un bosque alejado de su tierra natal a manos de una banda de pequeños seres repugnantes.

Era el fin.

Una vez registrado el cuerpo de Einar los goblins se marchan en busca del tuerto con ganas de encontrar algo que mereciese la pena.

La escena iluminada por los rayos de sol que se colaban entre las ramas de los árboles presentaba el cadáver aún caliente de un joven humano, el del asqueroso piel verde y quizás pronto el de Einar "El Caminante".

Aquel bosque de un momento a otro iba a presenciar una lucha encarnizada entre orcos, goblins y humanos llegados de Vardanos. Elladân Elënsar tenía en su mano la vida de aquel moribundo norteño y la decisión no podía demorarse o la de ambos correría un grave peligro.

Los goblins se habían marchado llevándose todo lo que podían del humano caído; me aseguré durante unos segundos que no hubieran más enemigos rondando la zona y entonces lo escuché. Había más de aquellos seres en las cercanías luchando con algún otro desventurado o entre ellos

Salí a toda prisa de entre los setos y me acerqué al humano para ver si aun respiraba, intentando reanimarlo o, en caso de no poder arrastrarlo hasta la cobertura más cercana

¡Humano!¡Humano despierta! ¡Tenemos que salir de aquí, ahora!- insté al que se había convertido, sin quererlo ni saberlo, en el único asidero a una nueva vida que se abría ante mí del modo más brutal posible... me pregunté entonces, y no por vez primera, si mi hermano también había tenido aquella sensación de amargor al abandonar la comunidad ¡Vamos, arriba!

Aquel humano estaba malherido, era necesario hacer algo urgente... evocando nuevamente los consejos sobre canalizar los vientos me arriesgué a atraer la atención de seres oscuros de los Desiertos del Caos. La magia volvió a fluir fuera de mi alcance, aunque en aquella ocasión noté como casi podía acariciar las hebras arcanas para darles forma. Estaba cerca de lograrlo... y fue necesario combinar mis conocimientos con uno de los ingredientes que llevaba en mi zurrón para evitar que las místicas energías se escabulleran entre mis dedos.

Notando como el poder bullía en mí lo canalicé hacia el cuerpo del humano herido, esperando que con aquello fuera necesario para ponerlo nuevamente en pie

Los gritos del elfo azotaban el silencio del bosque en aquel momento, ni un sólo pájaro se dejaba ver por las ramas, la respiración del joven asustado cesó hace rato y Elladân acudió al auxilio de aquel desamparado nórdico. Los escurridizos goblins le habían hecho una jugada sucia y aprovechando la superioridad numérica le provocaron unos feos cortes que no paraban de sangrar, los vientos de la magia empezaban a fluir y sus efectos brotaban de las manos del elfo, las heridas empezaban a cicatrizar poco a poco, y cuando el aura mágico desapareció Einar abrió los ojos.

Alabados sean los Dioses- musité al ver como el humano abría los ojos, pero entonces reparé en el silencio reinante en el bosque... justo el silencio que precede a un ataque, o eso me había enseñado la observación de la naturaleza desde siempre

-Rápido arriba, hay que moverse. Si no salimos de aquí YA estamos muertos- le insté tirando de uno de sus brazos para intentar alzarlo mirando alrededor pretendiendo no ser sorprendidos por nada ni nadie

La luz... La luz me llama...

En ese momento ésta le abordó para verse en brazos de un ser con parecido a los que habían acabado con su padre y muchos de los suyos... Malditas criaturas... 

De un salto saltó hacia atrás asiendo la espada en una de sus manos y localizando el escudo con la vista. La mano le temblaba débil como se encontraba, acababa de saltar de la sartén para caer en el fuego... 

Malditas criaturas... Corsarios del infierno...

Y es que en verdad se parecían sobremanera, dado que los nórdicos también practicaban el arte del pillaje desde hacía mucho tiempo, llegando a ser casi tan crueles como los corsarios oscuros en muchos casos.

- ¡Alejate de mí criatura!, ¡ya os llevasteis a mi padre, ahora venís a por mi para acabar con mi estirpe, ven a por mi, criatura oscura! ¡Servidor del mal, venderé cara mi vida!

La espada le temblaba hasta tal punto que se le cayó, si ese ser quería acabar con el lo haría fácilmente. Estaba muerto.

Me quedé perplejo ante la reacción del humano, llegando incluso a mirar entorno a mi posición en busca de esa supuesta "criatura oscura" a la que había pasado por alto antes de reparar en que era yo el foco de su animadversión. Alcé una ceja mientras me incorporaba lentamente, alzando las manos con las palmas hacia él en señal de paz

No se qué mosca te ha picado pero ni soy un servidor del mal, como pregonas, ni me he llevado a tu padre a ningún sitio. Y los míos tampoco ya que no salen de su hogar por nada ni nadie... y no tengo conocimiento de ningún humano apresado desde hace más de un siglo. Sea como sea me voy a ir porque la zona está plagada de enemigos; pretendo ayudarte pero antes tendrás que confiar en mí. Si no te parece justo me iré por donde he venido y te dejaré a tu suerte... veamos como te las apañas con orcos después de que unos tristes goblins te hayan pateado el culo- dije de modo claro y conciso mientras, sin darle la espalda, me agachaba junto al cadáver del goblin muerto y le extraía la flecha, limpiando las níveas plumas, antes de guardarlo en el carcaj

Estoy demasiado débil como para quedarme solo... Maldita sea...

- Sácame de aquí y hablaremos después. Aún así no me des razones para desconfiar, maldita sea, en que problema estamos metidos...

Recogió el poco equipo del que disponía y miró a su alrededor por si veía entre los cadáveres alguna pieza de armadura que pudiera utilizar.