Partida Rol por web

Tras la batalla contra los orkos volvéis triunfantes a Averheim. Los cuatro habéis forjado una de esas extrañas amistades que solo se dan en la vida castrense, amistad que de no ser por las vivencias de la campaña y la batalla sería prácticamente imposible que se diera. Un hechicero, un noble, un enano y un soldado, extraña combinación pensarán mas de uno y más de dos pero lo cierto es que os da igual, habéis aprendido por las malas a vigilar el culo de vuestro compañero mientras éste vigila el vuestro.

Quizás, tras la batalla, con el paso del tiempo podría diluirse esa amistad pero vuestras acciones en la batalla llamaron la atención de tres personas importantes e influyentes de Averheim, el capitán Marcus Baerfaust, el graf Friedrich von Kaufman y el Luminario Konrad Mauer.

Es el primero de éstos el que os hace llamar a su despacho en el cuartel de la guarnición de Averheim apenas dos días después de vuestro regreso y aquí estáis, en la antesala al despacho del capitán. Estáis los cuatro pues os han citado a la misma hora.

Hemos sobrevivido a la batalla, victoriosos, pero a un gran coste. Aún con todo, ¿qué guerra no tiene un precio? Al final, lo que importaba, era haber conseguido vencer a los orkos. Y ahora, el prestigio de la victoria nos había proporcionado contactos interesantes. Uno de ellos, el capitán presente en la batalla y que había visto todas nuestras acciones, nos ha hecho llamar para hablar con él.

Estamos en la antesala, juntos, cuatro hombres de distinta procedencia. Los observo con sutileza. Dos de ellos, parecen hombres de armas, y con amplia experiencia. A uno de ellos, de hecho, lo había visto luchando contra un orko enorme. No se le podía negar lo valiente. Por último, el tercero, el cual se distingue como un hechicero (a los que solo conozco de vista), desprendía un aura de intelectualidad y misticismo. Sin ninguna duda, se presentaba como el que más conversación pudiera darme.

Sin embargo, no estoy intentando hacer ninguna clase de favoritismo, ya que estamos los cuatro en el mismo barco, por lo que les ofrezco un apretón de manos a los tres, mientras me presento e intento iniciar una conversación.

- Caballeros, mi nombre es Adelfried von Sol. Es un honor compartir estancia con guerreros tan excelsos. - Pretendo llevarme bien con ellos, especialmente en estos tiempos tan revueltos... donde hay más enemigos que amigos. - Parece que necesitan de nosotros una vez más. No se puede desoír la llamada de los hombres del Emperador.

Todavía me duele el brazo por el ataque del orko, pero aun así me pongo firme, a mi laso esta el señor Von Sol, un buen jinete, como desmostro en el campo de batalla, también estaba a su otro lado Thobrin, un excelente tirador, y el hechicero Ulric Voncasten.

"mi nombre es Isenbert Hencke, un honor conoceros, pero, si es necesario que estemos estos humildes servidores del imperio para la salvar Averland de la ruina, es que esta los tiempos son mas revueltos de lo que pensaba" 

Había realizado disparos certeros a diferentes orkos y había visto a tres humanos destacar en el campo de batalla, así que intercambiando cuatro palabras habíamos dispuesto que yo cubriría a aquellos hombres con mis flechas mientras ellos peleaban cuerpo a cuerpo. Así habíamos sobrevivido a la batalla y habíamos vuelto a Averheim a celebrarlo. 

Mientras estoy con el herrero haciendo puntas de flecha, un emisario viene para comunicarme que el Capitán Baerfaust me había hecho llamar. Acudí para ver qué quería y me presenté en la antesala de su despacho y allí encontré a los tres humanos con los que había combatido hacía apenas unos días.

.-Encantado caballeros, me llamo Thobrin, enano de las Montañas Grises. Me alegra volver a veros después de la batalla contra los orkos.-dije en respuesta a las primeras palabras de ambos humanos:-Respeto vuestro sentido del deber, pero si he de decir algo como eso sería mentir, mis motivos son algo más egoístas. Pero puedo ayudar en lo que sea que nos pidan.-digo en respuesta a aquél alarde de patriotismo. 

Ulric entro en la sala, parecia ser el ultimo....ya decian que un hechicero nunca llega tarde....llega cuando... bueno como fuera el dicho. Saludos compañeros...veo que soy el ultimo o falta alguien mas.?

Esta vez, Vestia una toga limpia y mucho mas nueva que la del campamento. Aunque su avance es lento asumis por la paliza que le habian asestado los orcos, sin duda habia recibido de lo lindo y os preguntabais si habia aprendido la leccion de no meterse por medio.

Alguien tiene idea de que es lo que quieren?

La pregunta de Ulric se queda flotando en el aire un instante y la puerta del despacho del capitán Baerfaust se abre, saliendo dos hombres bien vestidos con pinta de comerciantes que apenas musitan un saludo apresurado al cruzarse con vosotros camino de la salida. Tras ellos la imponente figura del capitán que, tras asegurarse que se han marchado, fija la mirada en vosotros y esboza una leve sonrisa. No hay nada más tedioso que aguantar a dos comerciantes intentando convencerte de la necesidad de bajar los impuestos de atraque en esta época del año... Os hace un gesto con la mano invitándoos a entrar. Por favor, pasen, caballeros.

El despacho del capitán es una mezcla de lo que debería ser el despacho de un militar con el despacho de un burócrata, entremezclándose trofeos de guerra, artilugios o libros sobre la vida castrense con montones de papeles, informes y tomos de derecho, administración y salubridad entre otros. Acerca cuatro sillas a su abarrotada mesa y os invita a sentaros, tras lo cual tomo asiento a su vez. Tras él, pendida sobre la pared, una enorme espada a dos manos descansa en su vaina.

Caballeros, me alegra mucho que hayan acudido a mi llamada. Sus acciones en el campo de batalla en nombre del Emperador denotan la calidad de sus personas y justamente en estos tiempos de mierda, mientras seguimos sin Elector ni nadie que tome las riendas de esta país, es cuando más necesitamos gente como ustedes. Sabrán que la guardia de la ciudad está prácticamente desbordada a la par que sumida en la corrupción y aunque he reforzado algunos distritos con la propia guarnición mis hombres no dan a basto. Pues bien, no se si habrán oído algo sobre ciertas desapariciones en el distrito de los muelles, el caso es que está desapareciendo gente y nadie sabe nada y no puedo desviar hombres allí... Y ahí entran en juego ustedes. Quiero que me ayuden, a mí y a Averheim para descubrir que diablos está pasando en los muelles. 

Está claro que este hombre no se anda por las ramas, os ha soltado el negocio como una descarga de fusilería.

Antes de que se pudiera responder a la pregunta de Ulric, se habré la puerta y entramos al despacho, hago una reverencia militar al entrar, y tomo asiento, cuando oigo el problema de los muelles, pido permiso para tomar la palabra, "Señor, se muy bien lo que sucede en los muelles, pues no se si tiene a su disposición la lista de los desaparecidos, entre ellos figura el nombre de un miembro de la aduana, Helmut Hencke, mi hermano mayor, desapareció en los muelles hace un par meses, desde entonces le he buscado, pero por suerte o desgracia, me he visto atado a cuidar de su esposa y hija, no creo que este vivo para mi desdicha, aunque ingenuamente guarde la esperanza de que sigue vivo." después de estas palabras me callo.

Ulric escucha concentrado las palabras del capitan, finalmente cuando va hablar su compañero se avanza, asi que espera pacientemente repiqueando con sus dedos su rodilla, justo cuando termina lo suelta velozmente, evitando ser cortado por algun otro compañero.

Un mago, logicamente renegado, siempre termina habiendo un renegado detras. Dice con voz segura de si mismo.

El capitán Baerfast nos felicitó por el combate contra los orkos y nos explicó la situación en la ciudad, Isenbert explicó lo que le pasó a su hermano, algo triste para cualquier persona, el mago Ulric comentó que podía tratarse de un mago renegado. El siguiente en hablar fui yo:-Si está desapareciendo gente puede que mis contactos sepan de qué se trata. Aunque no creo que quieran hablar con vosotros. Iré a hablar con ellos y me reuniré con vosotros en el último sitio donde desaparecieron.- 

Los muelles. He estado allí, pero no es un sitio por el que pasearía a diario. No me extraña que desaparezca mucha gente, teniendo en cuenta la cantidad de bandas que operan allí. De hecho, la primera y única vez que fui tuve que defenderme no de uno, sino de tres rateros. Sin embargo y en esta ocasión, no iré solo.

- Por supuesto que le ayudaremos en esta noble misión, capitán. - Era una oportunidad fantástica para adquirir renombre. - Y mientras nuestro más robusto compañero se reúne con sus distinguidos amigos, estoy seguro de que el caballero Hencke y - dudé un momento, ya que este no se había presentado formalmente. - el mago, podremos acudir al lugar de los hechos a ver si encontramos algo. O alguien que sepa algo. ¿Nos proporcionaría la dirección exacta, para que podamos partir?

No esperaba menos de unos leales servidores del Emperador. Vayan a los muelle y averigüen que esta pasando allí y, sobretodo, tengan cuidado, últimamente las cosas están allí un poco tensas.

A pesar de que nadie habló de dinero el capitán deja caer una bolsa de monedas sobre la mesa. Espero que con esto tengan suficiente para posibles gastos relacionados con la investigación.

Al entrar en el abigarrado establecimiento de Mathilda, lleno de todo tipo de objetos de la más diversa procedencia, una campanilla situada sobre el marco de la puerta avisa a la propietaria de potenciales clientes, haciendo que su oronda figura surja del interior de la trastienda.

Ooooooh, vaya sorpresa, mi señor von Sol, hacía tiempo que no disfrutaba de tan excelsa compañía.

Hace una leve genuflexión y se acerca a besaros la mano.

Está claro que el enano sabe por donde se mueve pues va directamente a la posada del Cerdo en Pie, pasa como si nada entre sospechosos grupitos de gente malencarada y en un rincón del establecimiento se sienta en una mesa donde un hombre de impresionantes mostachos degusta una jarra de cerveza local.

Mi buen Thobrin, que alegría ver un rostro amigo por aquí. Enarca una ceja al recabar en la presencia de Ulric. ¿Y tu amigo es...? Nunca lo había visto por aquí.

Antes de entrar en la tienda, de camino, me dirijo hacia Adelfried "Señor, sera mejor que hable usted y yo me quedo a su lado como un simple guardaespaldas", por el resto del camino, observo los muelles, preguntandome como fue el ultimo día de mi hermano, pero me concentro en como salir de allí vivo con mi compañero, al entrar en la tienda, veo toda la mercancía, y me pregunto la procedencia de cada uno, pero desecho esa idea de mi mente.

Oh mis modales... dice con una sonrisa casi sarcastica, Soy Ulric Voncasten Hechicero de la academia. Tenia ganas de decir el nombre de alguna orden....pero aun quedaba mucho camino.

Le encantaba nombrarse como hechicero, las reacciones de la gente eran de lo mas variopintas y ninguna era de seguridad.

Sonrío al ver a Mathilda. Ya la conozco, y si bien no es de las personas con las que me gustaría codearme a diario, sí que lo es de las que quieres tener a tu disposición eventualmente. Cuando se inclina para besarme la mano, la aparto para decir:

- No son necesarios tantos formalismos, lady Mathilda. Aquí no hay nadie que os vaya a juzgar por no cumplir con los protocolos. - le sonrío a Isenbert, esperando a ver si se suelta un poco. Hombres con mucho menos tacto han tratado con esta mujer. - Será mejor que vayamos al grano. A tus oídos llegan muchos nombres. Estoy seguro de que el capitán Marcus entre ellos.

Doy una vuelta por la tienda, observando las baratijas y fijándome en si mi estandarte sigue entre ellas.

- Y ahora él nos solicita, en nombre del Emperador, que investiguemos unas desapariciones en los muelles. ¿Y quién, si no eres tú, va a saber que está pasando? Espero que sepas ayudar a unos buenos servidores al Imperio.

Nos despedimos del resto y le comento a Ulric de ir al Cerdo en Pie, donde posiblemente estaría mi contacto, Frederick Grosz. Una vez allí, rebusco entre los clientes hasta que encuentro a Fred y le indico a Ulric que me siguiera. 

.-Saludos Frederick, éste es Ulric, un hermano de batalla. Le conocí por el hechicero Mauer, por cierto gracias por el aviso, de nuevo. Y participamos en la defensa de Averheim.-empecé diciendo a modo de romper el hielo y le indiqué a Ulric que se sentara, yo hice lo propio en una de las sillas de la mesa.

.-Te he venido a ver, para saber si has escuchado sobre las desapariciones de los muelles y si tienes alguna idea de quién o qué ha podido ser la causa.-ir al grano era lo mejor con Fred y gracias a la relación de camaradería que nos unía podía ser lo mejor que dejar hablar al mago que no conoce de nada.