Partida Rol por web

Me acerco a la pelea que tenían el mago y el enano, y las dos bandas, aunque a primera vista los del colgante de diente de rata estaban con mis compañeros, le preguntó a Ulric he, una pregunta Ulric ¿estas con alguno de las dos bandas?

Le doy un golpe al calvo pero parece que por mi tamaño no se inmuta demasiado, me empuja y trastabillo hacia atrás. En ese momento veo a Isenbert hablando con Ulric, me alejo un poco y me dirijo a Isenbert:-Mi idea era parar la pelea antes de que empezara por que sus líderes son los que han desaparecido en los muelles, junto a otras personas pero no ha resultado. Ayudanos a parar esto antes de que alguno saque un arma y se convierta en una masacre.-le expliqué al soldado. 

Hola!, grita por encima del ruido de la pelea, para nada, todos esos pelagatos no los conozco de nada. Soy hombre de fiar, no me gusto con esa gente! Relata mientras esquiva un puño que habia salido de la nada y golpea a su contrincante buscando el flanco con el que se habia unido junto a el de la otra banda callejera en la pelea.

me acerco tranquilamente a donde esta Thobrin, miro al tipo con el que se esta enfrentando "oye, no molestes a mis amigos" le digo al tipo a la vez que le regalo un puñetazo en la cara, pero mi puño va en otra dirección, y no es exactamente a donde yo quería darle.

Cuando Adelfried sale de la tienda, sus sospechas se hacen realidad, frente a la taberna el Cerdo en Pie, se encuentran sus compañeros en lo que parece una pelea callejera junto a dos bandas. 

Ulric lanza un puñetazo, pero la distracción de Isenbert hace que falle en su objetivo que se ha movido lo justo para esquivar el ataque. Thobrin parece alejarse de la palea para explicarle la situación a Isenbert, pero su compañero no parece de la misma opinión que él y se lanza a dar un puñetazo, aunque éste solo golpea el aire

Cuando el noble ve el barullo que se está formando en la calle... no le queda más remedio que irse de allí antes de verse mezclado en el percance. Intenta con rostro de disgusto atravesar la calle por el lado menos conflictivo de las bandas con la intención de alejarse del lugar. - Sabe que sus compañeros están ahí metidos en un berenjenal, aunque ignora el porqué, y antes de verse entrometido en una pelea callejera intenta alejarse y dirigirse al Caballo blanco.

Sus vestidos nobles como sus joyas que lleva encima no son lo más adecuado para la situación, y aún sabiendo que tiene dos armas en el cinto para lidiar contra cualquier zagal, opta por no ser él el que empeore la situación que estaba viendo ante sus propios ojos. - Averheim había perdido parte de su seguridad, si se permitía que las bandas acamparan a sus anchas y se enfrentaran en un lugar público.

"Espera, ¿el plan era evitar la pelea?" le digo a Toblin, me acabo de dar cuenta de lo que he liado, así que intento retirarme de la pelea, pero no le quito el ojo de encima al tio al que casi le meto una hostia, por si acaso viene a por mi. 

Adelfried opta por marcharse de allí antes de que le salpiquen las cosas, mientras se marcha consigue ver como el grupo de amigos se alejan unos pasos de la pelea, lo suficiente para que no le lluevan puñetazos por todos lados. Los tres están tan ocupados en la pelea que no se dan cuenta que su otro compañero ha salido de la tienda y se aleja de ellos

La posada del Caballo Blanco es otra de las tabernas que hay en el muelle, aunque no está tan bien equipada como la del Cerdo en Pie. Es evidente que esa posada son para los más humildes. Al entrar puedes ver que no hay gran variedad en lo que ha comida y bebida se refiere, pero si está a muy bajo precio. Los suelos están limpios, se nota que son barridos regularmente. Las almohadillas en el bar se mantienen cargadas con lavanda fresca, pero no acaban de disimular el hedor del estiércol de caballo y la cal de los corrales y curtidurías. Pese a los esfuerzos para mantenerlo limpio, el edificio es un poco ruinoso, lo que lleva a los locales a llamarlo "El Caballo Reventado"

.-SI! Intento que esta panda de mendrugos no se maten antes de descubrir que ha pasado con sus jefes!-grito intentando hacerme escuchar entre el ruido de la pelea. En esas veo cómo Aderfield se aleja de nosotros, como si no nos conociera. No importaba demasiado, si no deteníamos la pelea aquello iría a peor. 

Me abalancé sobre el calvo para propinarle un buen mamporro pero al estar rodeado de oponentes solo llegué a hacerle un rasguño.

 al irme apartando de la pelea, me fijo que Adelfried ha salido de la tienda y se larga sin decir nada, no sabía que quería hacer el solo, y por el otro lado, Thobrin había cargado contra uno de los pandilleros, ante la duda, decido preguntar a Ulric, lo mismo sabía que nos era mas importante ahora "¿ayudo a Thobrin o voy a ver que esta haciendo Von Sol?" le pregunto, antes de saber que podía hacer.

Ulric intenta apartarse y quitarse de encima a su contrincante intenta retroceder para poner en aprieto a su contrincante interponiendo a enemigos de este entre el y Ulric.

Adelfried entró en el Caballo Blanco, y se quedó al lado de la puerta para percatarse de las condiciones del establecimiento.

- Era una mísera posada que intentaba dar un buen aspecto que no conseguía debido al estado ruinoso de algunas partes del local.

Se quedó también observando a los que allí estaban en ese momento... sus ojos increpaban de un extraño fulgor de alarma, y con su mirada inquisidora escudriñaba si aquel bar presentaba la misma gentuza y falta de ley. Sus manos se apoyaron en los mangos de las empuñaduras de sus armas, y su espalda estaba muy próxima a la pared del lado izquierdo de la puerta de entrada.

El pequeño espacio vacío solo permitía que una rata fuera la que pudiera ponerse a su espalda, y su aspecto era confiado, ya que confiaba en sus armas y en su manejo. 

Ulric se alejó de la pelea, interponiendose entre los enemigos, acorralandolos para que les fueran más fácil acabar con ellos, pero eran malos luchadores, no conseguían golpear a sus enemigos. Isenbert dudaba, no sabía si ir tras Adelfried o ayudar a Thobrin, mientras tanto el enano golpeaba al calvo, dandole en su gorro que amortiguó todo el daño

Una chica escuálida, cerca de la veintena se acerca a tu mesa

-Hola señor, os he visto aquí por primera vez. ¡Pocas veces veo una cara no conocida en el Caballo Reventado. Soy Ute. ¿Quiénes sois, si me permitís el atrevimiento?- en sus manos se ve un pequeño organillo

Parecía que no había nada sospechoso en la taberna... es decir que estaba tranquila, y se sentó en una silla arrinconada a una mesa que diera también a un rincón de ésta. Esperó a que se acercase alguien que cuidara de la taberna o que trabajara para el tabernero... pero se acercó una chica escuálida con un organillo y se presentó... preguntándole por su nombre y por quien era. Esta muchacha decía conocer a todos los que residían en el local y le había llamado la atención su presencia. - Mi nombre os lo daré junto a una moneda si conocéis a una tal Olga que tiene un puesto en los muelles, me gustaría hablar con ella, si me hacéis el favor estaré esperándola aquí y me haríais un grato favor. Miró a la muchacha con rostro sereno, quizás en otro momento se hubiera enrojecido por hablarle así a una mujer, pero la guerra le había endurecido, y ahora más que nunca que quería recuperar la honra de su familia había perdido el andarse con remilgos. A no ser que fuese alguien conocido o que tuviera un poder en el muelle. La muchacha no entraba en ninguno de los dos, aunque parecía una hábil informadora. Su indumentaria elegante era suficiente para hacerle ver que no era un petimetre cualquiera, y que su presencia allí debía de ser por un asunto de suma importancia. 

Había sido frío demasiado frío y cortante en la forma de hablar que intentó endulzar con una ligera sonrisa, pero aún así sabía que su respuesta no había sido para nada halagüeña.  

La chica sonríe, sentandose a tu lado

-¿Olga? ¡Claro que la conozco! Su puesto no está muy lejos de aquí. ¿Sabéis que la gente ha estado desapareciendo en los muelles de Averheim? Está el caso del estibador, Rolf Haller. Franz el mendigo no ha sido visto desde el Bezahltag pasado, y la pobre Olga Klinski está en un estado de pánico por lo que puede haberle ocurrido a su marido

- Sí, estoy al corriente, ¿y sabes si hay alguien que quiera protección?, por cierto me llamo Adelfried, - mientras la muchacha le hablaba se le ocurrió en ese corto intervalo hacerse pasar por un mercenario. La muchacha tenía razón necesitaba infiltrarse en el barrio del puerto. Necesitaba un nombre y saber qué hacía allí. Sería muy raro que una persona corriente y extranjera se fuera a vivir al distrito de los muelles sin nada que lo justificara. Pero un mercenario era distinto, eran los perros de guerra que iban allí donde olían los asesinatos, robos, desapariciones para ofrecer sus servicios como hombres de armas. Se vendían al mejor postor y solían frecuentar las zonas en conflicto para ganarse la jornada.

Le habló a la muchacha en el mismo tono que le estaba hablando, por si alguien de la taberna estaba pendiente de la conversación escuchara que era un mercenario. - De esta forma sería menos peligroso para la muchacha que no sabía el riesgo que corría de contarle a alguien de fuera lo que estaba sucediendo. Normalmente los mercenarios eran respetados en las bajas esferas, y la gente estaba acostumbrada a ver como metían el hocico en todo con tal de buscar trabajo, sabían también que al no estar con la ley no había riesgo a que los delataran ya que se vendían al mejor postor y no tenían valores ni señores. Rara vez trabajaban para la ley, y ofrecían sus servicios a particulares sin importarles los negocios turbios que tuvieran o sus inclinaciones políticas.

-¿Quién no necesita protección hoy día?- dijo la joven bufando- Pero nadie va a pagar por eso, la gente de los muelles son gente pobre, no tienen dinero para pagar a nadie

En la posada nadie parecía estar pendiente de vosotros, los pocos aldeanos que habían preferían beber y ahogar sus penas que meterse en más problemas de los que ya tenían

- Comprendo, dijo mientras miraba a la muchacha y por un ligero momento también observó a su alrededor. Las pocas gentes que había en la taberna parecían demasiados absortos en sus conversaciones. Lo que provocó que el noble se relajara, aunque no perdía su posición erguida en la silla, tampoco que sus manos estuvieran esta vez apoyadas en la mesa. - ¿Qué posada me recomiendas?, ¿hay muchas posadas en este distrito?, solo he visto ésta y otra, pero en la otra al parecer hay peleas entre bandas, ¿sabes algo de eso?.

Intentó ser ahora más amable en el tono de su voz, por la razón de que una muchacha se presentara y sonriera ya que no era algo muy común. Que le hablara con confianza tampoco, era algo que solo había visto en los estratos más pobres y le gustaba. Había tenido experiencia que cuando uno iba subiendo de posición social iba encontrando o conociendo a personas cada vez más artificiales, debido a sus argucias, máscaras para aparentar, siendo las conversaciones una pantomima por mantener la compostura falto de todo interés sincero. Conversaciones banales y cuyo único fin era mostrar una parte que no tenía nada que ver con su ser. Sólo eran técnicas de comportamiento social, pero a falta de naturalidad, de verdadero sentimiento y de falta de empatía hacia el otro.

Ahora que veía sus manos enjoyadas notaba la diferencia con la muchacha, él tan bien vestido y con anillos de valor, ella mal vestida y con un instrumento que para nada era los utilizados por la gente que divertían a los nobles. El cuerpo de la muchacha tan delgado le provocaba un poco de vergüenza debido a su posición. Debía de cambiarse en cuanto pudiera y ocultar sus joyas, pues llamaba demasiado la atención en un barrio tan pobre.