Partida Rol por web

El elfo no solo seguía bailando, sino que ahora encima dejaba caer el arma cual flor delicada, sin duda intentando hacer gala de su supuesta habilidad delante de la chica, que se le había acercado para echar una mano en caso de ser necesario

Hastiado de tanta comedia y tontería, aferro el hacha con las dos manos y, echando el cuerpo hacia atrás tomando impulso, me lanzo hacia adelante con la mirada fija en el hombre bestia

El hacha gira en el aire, una, dos y hasta tres veces hasta dibujar un sangriento surco en el pecho de la criatura y, de paso, salpicar de sangre al engalanado elfo

- A ver si así aprendes a golpear viéndolo de cerca, lame cortezas, y no haciendo estúpidos bailoteos. ¿Podrás con él ahora que está medio muerto o se lo pedimos a la muchacha? Al menos ella sí sabe como acabar con estas molestas criaturas sin perder el arma en el proceso- gruñí molesto mientras separaba las piernas en actitud de combate

En menos de un minuto la emboscada se ha resuelto en una masacre de hombres bestias. El único que queda se mantiene firme y estoico a pesar de sangrar por varias heridas, la más terrible la que le ha inflingido el matador lanzándole el hacha. Pero aún así, sus ojos denotan furia y locura pero se nota que no aguantará mucho. Fârandar, aferrando firmemente su espada se lanza al ataque y...

El elfo realizó una reverencia a la mujer al recuperar el agarre del arma. - Gracias bella dama. Vuestra hermosura obnubila a estos seres. - 

El enano intentó arrebatarle la pieza, pero pegaba como una enana. - ¿Lanzándole un palito quieres matarlo? - le respondió, devolviéndole la pulla. 

Con un corte limpio le cortó la yugular, cayendo el hombre bestia con un surtidor de sangre. 

El elfo estaba igual de impoluto que siempre, a pesar de que al enano le había dado la impresión de que estaba salpicado por la sangre del enemigo. 

- Uno a unouno,  nuestra disputa no ha sido resuelta. - dijo limpiando el arma y envainando.

Solo os cuestan unos rasguños acabar con los cuatro hombres bestia que, realmente, no han supuesto un desafío para vosotros. Los cuerpos de los enemigos vencidos están tirados allá donde vuestros aceros acabaron con sus vidas. Tensos y alertas esperáis unos segundos como esperando una segunda carga que, sin embargo, nunca llega. Los sonidos del bosque se superponen con vuestra agitada respiración; parece que todo ha vuelo a la calma...

Viendo como el elfo remataba a la lastimera criatura e intentaba apuntarse aquel tanto como propio, no pude más que bufar con desprecio

- Pfff ¿A eso lo llamas empatar? Ese ser estaba ya más muerto que vivo gracias a MI hacha. Que la humana haya tenido que venir a distraer al hombre bestia, y que yo lo dejara moribundo, no hace más que poner de manifiesto que YO he sido claramente el vencedor de este lance... pero veo que tu honor es tan obtuso que te impide reconocer la derrota... la historia se repite, un elfo rompiendo su palabra, que novedad... bah!- añadí dándole la espalda y retomando el camino - Harías bien quedándote con los humanos; al menos ellos saben cómo matar bestias, en especial la muchacha - acabé diciendo sin esperar a nadie, hacha al hombro, rumbo hacia donde quiera que llevara aquel camino. Con suerte aparecerían más criaturas hostiles y podría entretenerme antes de llegar a mi destino

mientras el enano y el elfo se peleaban, limpio parte de la sangre de mi espada en la pierna del hombre bestia muerto, no era una limpieza profunda, pero si me valía para gardarla mas limpia y terminar esta noche, por lo que una vez hecho esto y guardado mi arma, voy a recoger mi arco y ver si todavía estaba en buen estado la flecha que había fallado el tiro.

La muchacha sonrió con cierta timidez al adulador elfo, y luego arqueó las cejas con una mueca de desgana al escuchar que volvían a mentar la apuesta. Mientras se daba la vuelta, Lenna esbozó otra sonrisa de satisfacción cuando el avieso enano alabó su desempeño en la lucha.

Viendo que estaban todos enteros, la muchacha aprovechó el tiempo de chanzas para revisar los cuerpos de las criaturas caídas. Con rostro asqueado y veloces manos fue inspeccionando uno a uno los cadáveres. Sabía que le sería muy complicado vender las armas debido al misticismo sobre los poderes oscuros y el rechazo hacia el armamento de los hombres bestia, así que desechó la idea de llevárselas y buscó oro y algún otro objeto de valor.* 

El elfo enarcó las cejas con aire divertido tras comprobar que su entorno era seguro, al escuchar la diatriba del enano. - Oh, por favor, que poco humor tenéis Maese enano. Sea, cierto es que estaba herido, pero arrieros somos... Una curiosa expresión humana que viene ni que pintada. Mi memoria es larga. Uno y medio a medio. Es lo justo. Sus manos, ya libres de la espada, enfundada, pero no del escudo, se movían gesticulando recalcando sus palabras con  suaves movimientos. - La primera ronda la pago yo, para todos. Buen combate. - 

Sonrió de nuevo a la mujer y la ayudó en su quehacer. - Yo no tocaría esas armas a menos que estuviera realmente desesperado. El Caos es insidioso en muchas formas. Por cierto, ¿qué tenemos aquí? - dijo, sacando un trapo rojo de la bandolera del que llevaba el escudo con la punta de la daga que había aparecido en su mano de no se sabe dónde, 

-¿Humor? No soy un maldito saltimbanqui, juglar o bufón. Lo mío es matar, y no necesito humor para eso- espeté airado más, cuando escuchaba que el elfo accedía a cumplir su promesa ante lo acontecido sí que me detuve echando una mirada atrás

- Esto sí que es nuevo ¡ja! - puse entonces cara de asco al ver que la chica rebuscaba entre los muertos - Por una vez estoy de acuerdo con lo que dice el zanquilargo; los siervos de los Poderes Ruinosos rara vez tienen algo de valor y, si lo tienen, seguro está tan corrupto o más que ellos. Es mejor quemarlos, o dejarlos que se pudran donde están... así que vamos, dejad de emular a las aves carroñeras y en marcha. Este pomposo bailarín me debe una cerveza, y por Grugni que será una de las grandes ¡jajaja!- reí, ahora sí, con brutalidad mostrando mi dentadura llena de dientes faltantes mientras mi abultada barriga bailaba al son de la carcajada

una vez todo recogido, me acerco al grupo, "bueno, ya os avise de que podíamos encontrarnos con estos adquerosos seres, ¿hay alguna herida grave?" aunque podía ver que no había nadie herido, por lo menos a primera vista, aunque la pregunta la lance mas por costumbre que realmente fuera necesaria, "Yo propongo que recojamos nuestras cosas y dejemos a estos despojos, me parece raro que cuatro gors* este solos, puede que su manada este cerca, cuanto ante lleguemos a la civilización mejor" le digo al grupo que me había contratado de guia.

El elfo asintió sin decir nada hacia el Enano, y miró hacia Burkhard. - Si hay alguien herido, puedo intentar restañar sus heridas, conozco un truco o dos. Eso sí, espero encontrar algún trabajo o botín pronto, los materiales curativos son caros. Pero por mi parte no debéis preocuparos, al menos de momento. De todas formas, si vos también sabéis curar, os cedo el sitio, lo mío es más como último recurso.* - Miró la herida del enano. - Quizá él os deje coserle. -

-¿Esto? Es un mero rasguño, pero si vais a estar todo el camino incordiando por algo así haz lo que debas, humano, pero nada de magia. Esas supercherías no profanaran el cuerpo de este enano- bufé aguardando las atenciones de Burkhard

Burkhard tras limpiar su espada se dirige a un árbol cercano donde con un poco de maña recupera la flecha perdida incorporándola a su carcaj.

Lenna, rápidamente, realiza un somero registro de los hombres bestia caídos, aguantando las ganas de vomitar entre el nauseabundo olor que despiden sus cuerpos y los extraños contenidos que revelan la apertura de sus faltriqueras, alguna especie de símbolo de madera tallado rudamente con indescifrables y obscenos símbolos que con solo mirarlos producen dolor de cabeza y un zumbido en los oídos, trozos de carne a medio podrir de origen incierto...

Lo único que destaca de semejante botín es un pañuelo rojo que sobresale de una de las cartucheras del que llevaba el escudo y que Fârandar extrae con la punta de la daga. Hay algo escrito en el reverso del pañuelo y al extenderlo en el suelo para observarlo con atención notáis que el idioma empleado es reikspiel. El mensaje, pintado con una suerte de tinta débil, aún es legible con claridad y reza tal que así: ¡¡¡Ayuda!!! He sido secuestrado por los hombres bestia y me retienen en las ruinas del Pabellón Negro justo un poco más allá de la torre de vigilancia. Por favor, que alguien me rescate y os ofreceré una recompensa.

Sabéis por la información recopilada en el último pueblo que de camino a Unterbrock hay una torre de vigilancia guarnecida por soldados imperiales y que debería estar unas horas más de marcha siguiendo el camino.

–Soy consciente de ello, mis señores, pero nunca se sabe a quién pueden haber saqueado estás criaturas antes de toparse con una –dijo la muchacha con tono fastidioso al no encontrar nada de valor.

–Herr Fârandar, déjeme echar un vistazo al pañuelo, creo que... hay algo escrito... 

Al leer el mensaje, la la hochlandesa trató de ocultar la sorpresa que le produjo. Se llevó el pañuelo al pecho para evitar que nadie pudiera leerlo. En un momento barajó las posibilidades que habría de que sus rudos compañeros de viaje entendieran el mensaje, y el beneficio que podría sacar de contar o no lo que había descubierto. 

De ocultarlo podrían llegar antes a su destino, aunque nada impedía que se encontrarán otros escollos en el camino. Por otra parte, de salvar a esa persona es posible que conllevara una recompensa.

Considerando finalmente que los tipos se habían desenvuelto bien con los ungors, la temeridad del enano, el cacareado honor de los elfos y la habilidad del montaraz para guiarse en estos bosques, desequilibró la balanza en pos de la ayuda a esa persona.

Lenna leyó el mensaje al resto, poniendo algo de dramatismo de su cosecha para motivarlos a actuar.

–Si no recuerdo mal, la torre de vigilancia está de camino a Unterbrok. Supongo que herr...¿Grosskopf? Podría guiarnos hacia allá. ¿Se ven mi señores capacitados para ayudar a esa persona en necesidad?

El elfo observó a la mujer con intensidad mientras ésta le arrebataba el pañuelo, que él cedió finalmente con un gracioso movimiento de muñeca. Era bella, salvaje, ruda. No podía evitar sentirse atraído por ella, y por eso mismo era peligrosa en sí. 

El enano era con mucho el peligro más evidente, temerario, vengativo, vocinglero, pero tenía una idea aproximada de cómo reaccionaría a las cosas. El humano con el arco era un misterio, pero había mantenido el tipo. Al menos no era un cobarde, eso sí. 

La muchacha reveló lo que aquellas palabras escritas decían, e inmediatamente al Elfo se le iluminó la cara. - ¿Una recompensa? Suena sospechosamente casual a mis recientes palabras, pero no vamos a dejar pasar la oportunidad, aunque sería de locos ir sin explorar el terreno, por suerte, tenemos un conocedor de cómo moverse por fauna salvaje, ¿correcto? - dijo, gesticulando con claridad hacia Burkhard a la vez que respondía a la pregunta de Lenna. 

-¡¿Ya te quieres escaquear de pagar mi cerveza?! Cómo no, buscando cualquier excusa para desatender tus compromisos, pfff...- berreé mohíno antes de percatarme de lo que se proponía - ¿Que hay que matar más hombres bestia? ¿Dónde está el problema? Vayamos a ese lugar, aplastemos a esos engendros y luego vayamos a Unterbrok. Tengo sed- añadí dando un trago a la botella de licor y soltando un gutural eructo

Aquello era extraño, lo de hombres bestias secuestrando gente, no tanto, sabía que ha veces hacían sacrificios y en esos casos tomaban prisioneros, ¿pero la carta que llevaban los propios hombres bestias?, algo no me olía bien, pero puede que fuera verdad, pero estaba con el elfo, demasiado casual y tentantivo, "Estoy Fârandar, pero me huele a trampa, tengo esa sensacíon, pero si queréis comprobarlo, no voy a decir que no, así que os ayudare" lo que uno tiene que hacer para ganarse unas monedas como guia, "Bien, vamos dirigirnos hacía esa torre, pero antes de entrar, os recomendaría que hicieramos nuestro campamento a cierta distancia de la torre, mientras compruebo los alrededores, y si algunos es mas o menos silencioso, puede ayudarme a comprobar si hay patrulla fuera y la guarnición que tiene la torre".

–Pues si. Ahora que lo mencionáis, es un poco raro... En fin, si todos estamos de acuerdo, pongámonos en camino. Yo también necesito llegar a Unterbrok lo antes posible –dijo antes de soltar un ligero suspiro.

–Yo puedo acompañaros en esa tarea, herr Grosskopf –respondió al cazador con una media sonrisa.

A medida que avanzáis por la carretera podéis alcanzar a ver a una mujer anciana con una gran joroba y a un hombre de aspecto corpulento que van en vuestra dirección. La mujer lleva una mezcla de trapos y de estilos de ropa muy distintos y arrastra un pequeño carro de mano repleto de todo tipo de chatarra. El hombre por otro lado, parece un mercenario ataviado con una cota de mallas, escudo y espada y os mira con ojos suspicaces a medida que os aproximáis. Según llegáis junto a la mujer esta levanta su mirada, sonríe de mala gana, y os dice: Saludos buenos señores y señoras en este agradable día, ¿podría interesarles algunas de mis posesiones más finas?

Por lo que veis a primera vista en el carro no hay gran cosa, salvo un hacha, un rollo de cuerda y un barril de cerveza. El resto son cachivaches que no os llaman la atención en absoluto y que parecen recogidos de váyase usted a saber donde,