Partida Rol por web

Le Fin Absolue du Monde

Omnes viae Roma ducunt (Capítulo II)

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10/12/2015, 01:42
Director

Entre Milán y Génova había poco más de una jornada a buen ritmo y sin descansar. Pero el camino más corto, era a su vez el más traicionero, ya que debía pasar por Pavía, ciudad que sabían a ciencia cierta que había caído en manos del Demonio. Por eso, la comitiva se propuso dar un rodeo a través de Acqui Terme, lo que iba a ampliar el viaje a casi tres jornadas.

No eran muchos, pues cuantos menos fueran, más ligeros irían. Cien jinetes, de los cuales solo cuarenta eran gendarmes de caballería pesada, siendo el resto "jinetes ligeros" y sus escuderos, que conducían los caballos y monturas de aquellos a los que habían subido a uno, pero que no tenían nociones de equitación. Para los viajeros, se les proporcionó monturas de camino, unos caballos pequeños pero resistentes, que mantenían un trote sostenido muy cómodo y sin apenas altibajos durante la marcha.

Los soldados, que eran hombres que comunmente blasfemaban y hacían chanzas, se mantuvieron durante el viaje muy callados y atentos. No era para menos. Por doquier, se presentaba una estampa aterradora. La campiña estaba tapizada de muertos en vida que, en pequeños grupos, la recorrían para disponer de la carne de los vivos. Granjas y aldeas yacían quemadas, con los cadáveres insepultos al sol, las moscas zumbando y las criaturas dándose un festín con su carne. No eran los únicos muertos, pues los animales de granja y aún perros y gatos yacían entre las ruinas de las casas y a la vera de los caminos, destripados, desmembrados, muertos.

Pero lo pero era, sin duda alguna, las advertencias. Muchos habían sido empalados, y algunos de ellos todavía conservaban un hilo de vida, y se debatían en una lenta agonía empalados en largos bosques de lanzas, atados a ruedas de carro y con los vientres abiertos, mientras homúnculos y demonios se daban un festín con sus despojos. Había tierras que se habían vuelto baldías como un desierto, sobre las que planeaban sombras de demonios y nubes de un intenso color negro. Se toparon con escenas que dolían al corazón, como una madre muerta que sostenía entre sus brazos a un niño, al que unos perros habían devorado. En una pequeña torre, una atalaya más propia de otros tiempos, la gente había muerto de hambre y desesperación, esperando un rescate que nunca había llegado.

Finalmente, y tras no pocos rodeos, la ciudad de Génova se extendió en el horizonte, y en ellas, las velas de innumerables navíos de la escuadra cristiana, sin embargo luciendo pálidos y demacrados. Allí se había librado una batalla fiera, que todavía no había terminado del todo. Cuerpos de soldados yacían en el suelo, y otros habían vuelto a la vida como no-muertos, mientras una fuerza de esqueletos, compacta y peligrosa, trataba de escalar sus murallas, siendo recibidos a disparos de cañón y tiros de ballesta. Serían no más de cien, pero habían bastado para provocar toda aquella destrucción.

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10/12/2015, 02:04
Pierre Terrail, señor de Bayard

El jinete detuvo el paso de su impresionante montura, un caballo de guerra de los que salían de los establos del rey de Francia, alto como hombre y medio, robusto y provisto de una gran fuerza. Estaban cansados tras tres días de marcha y poco descanso, y se encontraban a su llegada con un panorama muy similar al de la ciudad que habían abandonado.

Miró al suizo, con el que había trabado cierta relación de amistad, esperando su consejo en aquella materia. Francisco de Paula también tendría mucho que decir. Pero, en realidad, aquella era una decisión que todos ellos debían tomar.

-Caballeros, señoras... Tenemos dos opciones. Dar un rodeo y evitar a los muertos, llegando al puerto de Finale. O podemos encomendarnos a la ventura y a Dios mismo, y cargar por detrás, ayudando a ganar lo que resta de ésta batalla.

No ocultó su preocupación.

-Sin embargo, van con nosotros personas desarmadas, mujeres y clérigos, y no desearía exponerlos a la posibilidad de la muerte. Y más teniendo en cuenta que éste no es si no un alto en nuestro camino.

Notas de juego

Mil perdones por la tardanza.

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10/12/2015, 02:14
Vincenzo Tataglia

El viaje había puesto a prueba los palle de toda la comitiva. Escenas desoladoras habían anegado los ojos de lágrimas a muchos de los acompañantes de la comitiva. Pero no a Vincenzo, pues él interiorizaba toda la rabia, la pena y la desolación que sufría al ver los campos destrozados, y las incontables torturas incrustadas en la carne de los fallecidos con violencia y, en definitiva, toda aquella maldad desatada.

Vincenzo estaba bastante cansado, y eso después de dormir todo lo que había podido y mas tras la batalla de Milán.

Miró la ciudad de Génova, no sin cierta pena, pues se parecía en parte a lo sufrido en Milán, y los genoveses no contaban con la ayuda de Dios. No al menos de momento.

El maestro de esgrima desenvainó su espada de mano y media, mirando a los ojos al Francés, aquel bravo al cual ayudó a lanzar el óleo consagrado sobre las tropas de Belcebú.

-Che, señor Terrail, 40 gendarmes pesados, mandados por su experiencia, y auxiliados por la fuerza de Urs y la destreza de un servidor, creo que pueden levantar el asedio de Génova, no podemos perder ni una ciudad más, los jinetes ligeros pueden proteger a los civiles en el trayecto, además, Franciso de Paula los guiará con la buena ventura de Dios-

Miró de nuevo a la ciudad, cada vez en una situación más apremiante. Vincenzo estaba dispuesto a sacrificarlo todo para impedir que las fuerzas malignas conquistasen un palmo de terreno más. ¿Acaso no era lo que Dios demandaba? ¿Sacrificio desinteresado por el prójimo?.

-Si la cosa sale bien, podrían retomar camino a Génova, y si no...- Se encongió de hombros

-La santa Madonna intercederá por nosotros-

-Pero recuerde que Dios nos auxilió en Milán, ahora demanda que nosotros ayudemos en Génova, no podemos rechazar nuestro deber cristiano con el prójimo, no ahora que nos enfrentamos a la prueba más dura, una prueba de fe-

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10/12/2015, 09:09
Fray Pietro Bertoni

Apenas había comido en el camino. Ponía todo su empeño en rezar por los muertos y animar a los vivos. Les decía: “No os dejéis impresionar por el espectáculo de la maldad. Tened piedad de nuestros enemigos, que llevan consigo el Infierno y su fuego les atormenta a cada paso, en cada aliento. Las víctimas están ya fuera de su alcance, lejos, muy lejos de su mal. El sufrimiento que padecieron, por muy grande que fuera en este mundo, no es nada comparado con la Gloria que ahora les consuela en Su regazo”.

En alguna ocasión se le podía sorprender haciendo gestos rayanos con la locura. Pero dadas las circunstancias tampoco eran como para extrañarse. Cosas como farfullar, hablar sólo o a los muertos. Como con un niño empalado al que los cuervos le estaban buscando los sesos por las cuencas de los ojos, al que, tras rezar, le pidió: “Dile a mamá que si Dios quiere pronto volveré a casa”.

Pero por lo general se le veía entero. Le gustaba hablar con los soldados y decía misa cuando se le pedía.

Quiso aportar a las palabras de Vincenzo, que veía sabias y piadosas.

-Permítanme, señores. No se de estrategia en el campo de batalla, pero hay otra estrategia sobre la que observo y puedo aportar mi humilde opinión.

Nuestro Enemigo se nos muestra, poderoso, en su rastro y en sus huestes y nuestra misión requiere evitar el enfrentamiento directo para no menguar nuestras fuerzas en el camino. Y eso es un punto débil nuestro, pues el Enemigo nos tienta y nos tentará con que sacrifiquemos los medios por los fines. Quiere que miremos a otro lado. Y no debemos abandonar a quien creamos que podemos ayudar. Debemos asumir el riesgo de perder.

Si no lo hacemos perderíamos la batalla por no luchar. Y si llegáramos tras haber cometido tamaño pecado, ya no seríamos dignos de la lucha que nos espera, sino un demonio más que ha dejado morir gente inocente pudiendo haberles evitado el martirio.

Y llevaría un clérigo a la batalla. Creo que a estas alturas sabemos que es un arma necesaria para tener éxito. Humildemente os pido que me aceptéis.

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10/12/2015, 09:56
Urs Stoessel

Urs asintió pesadamente, como sopesando las palabras de sus compañeros y esbozando finalmente una sonrisa bonachona.

La estrategia dejó de tener sentido cuando se abrieron los infiernos, pero perder los puertos es perder la guerra, mi señor Terrail. Además, si ahora nos mueve la Fe, que es lo que gana tan singulares batallas, no podemos desestimar las sabias palabras del fraile.

El suizo oteó las murallas y luego se volvió para mirar sobre su hombro al contingente de caballería que los acompañaba.

Como dice Vincenzo, sólo hace falta la caballería pesada para partir por la mitad a ese centenar de esqueletos y el resto de la gente de armas puede proteger la columna y preparar la salida del puerto. No soy buen jinete y puedo entorpecer la carga, por lo que creo que me quedaré para proteger la comitiva, con la infantería que tengamos disponible y los jinetes ligeros.

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10/12/2015, 20:01
Director

El francés reflexionó ante lo que decían. Para él no era difícil, pues era el "caballero sin miedo". Desde tiempos inmemoriales, casi desde los días de Guillermo el Conquistador, los franceses y las cargas de caballería pesada se han llevado muy bien. Quizá por que es una táctica temeraria, que no requiere grandes dósis de ingenio, y que explota a la perfección la valentía personal y la potencia de sus caballos y armaduras.

Las cargas frontales se estaban convirtiendo en un suicidio, si se enfrentaban a los cuadros de picas en la guerra moderna. Sin embargo, bien ejecutadas, podían traer victorias muy sonadas. Los esqueletos no luchaban de una manera muy cohesionada, formando un bloque de picas, así que quizá habrían encontrado su talón de Aquiles.

Los jinetes rogaron a los clérigos que bendijeran sus armas y absolvieran sus pecados con una bendición. Se santificó el agua de un odre, y con ella se mancharon lanzas y espadas. Los civiles quedaron detrás, con la "infantería", mientras la caballería se preparaba para dar la carga.

Era una cosa admirable de ver, casi propia de otros tiempos, con todo aquel metal refulgiendo al sol, los penachos y las heráldicas. Los caballos, fuertemente armados con las bardas, se dispusieron en una de las formaciones más clásicas, que era la cuña, destinada a explotar el éxito de la brecha. En las primeras líneas, los gendarmes. Y detrás, para explotar la brecha, los jinetes que iban más ligeros.

Bayardo se santiguó, y comenzaron a marchar al paso. El enemigo los vió, y dejó de asaltar la brecha. Los genoveses no se podían creer lo que estaban viendo. Del paso pasaron al trote, y el francés levantó su brazo forrado de acero, manteniéndolo así hasta que estuvieron a unos cien pasos del enemigo. Entonces, lo bajó, y con él, la lanza que llevaba.

-Montjoie Saint Denis! -bramaron los caballeros.

Con un estruendo de acero a la carga, los caballeros y sus lanzas impactaron contra la formación de esqueletos, haciendo un gran daño. En el primer embite, de la fuerza de esqueletos, unos ochenta, perecieron la mitad. Eso animó a los venecianos para dar una carga desde dentro de la fortaleza, con su propia caballería, que cogió a los no-muertos en dos frentes.

Ésta fase de la batalla fue más sangrienta, y cayeron hombres en ambos bandos. Pero al final el número se impuso, y tras algunas complicaciones en inicio, los esqueletos fueron derrotados finalmente. Habían caído siete buenos jinetes franceses, y cinco genoveses. Fueron éstos últimos los que llegaron hasta su altura, y se les veía cansados y tiznados de pólvora y sangre.

-Su eminencia el obispo de Filippo de Clèves, gobernador de Génova en nombre de su cristianísima majestad el rey de Francia, os da la bienvenida a Génova. Por favor, acompañadnos.

- Tiradas (3)
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11/12/2015, 19:55
Giulia Zatelli

Milán había quedado atrás. Ante ellos Génova. En medio, un infierno hecho realidad en la tierra de los hombres.

Eran muchas las lágrimas que Giulia había vertido en silencio ante la sucesión de horrores, de muertes y sufrimiento, de pérdidas. La impotencia y la frustración marcaban cada paso dado a lomos de su pequeña montura. Atrás había quedado una vida marcada por algo similar a la inocencia, si tal cosa podía decirse de una cortesana, y una realidad para la que no estaban preparados se imponía frente a cualquier otra cosa. Un fuego que templaba el acero de sus almas, no tornándolas más duras, sino al contrario, volviéndolas más comprensivas, más empáticas, más humanas.

Las torres de marfil en las que se habían erigido sus particulares vidas habían sido demolidas y de entre sus escombros, resurgían nuevas personalidades, nuevas metas, nuevos corazones. Al menos así era en el caso de Giulia Zatelli.

Y ahora, ante las puertas de una Génova que había resistido el último embate de aquel mar demoníaco que anegaba la tierra y se agitaba sobre ella como una tempestad furibunda, un pequeño grupo de soldados genoveses les daban la bienvenida.

Guardó silencio, pues nada tenía que decir. Simplemente, fustigó suavemente la montura dispuesta a seguir junto al resto a los soldados de la ciudad. Contaban con el acceso granjeado por el propio obispo de la ciudad. Cuánto se demorarían allí, lo ignoraba. Qué nuevas les llegarían, tampoco lo sabía. Era una etapa más en su via crucis particular hacia la abadía de Montecasino, en cuyas entrañas hallarían, Dios mediante, el saber necesario para hacer frente a su enemigo y derrotarlo.

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19/12/2015, 03:08
Vincenzo Tataglia

Vincenzo azuzó a su caballo, a la siniestra de Terrail, con su espada de mano y media bien sujeta. No sentía miedo ni fatiga, pues la adrenalina atacaba su cuerpo con violencia, haciendo que todo lo negativo desapareciese de su cansado cuerpo. O a lo mejor era la voluntad de Dios, quien sabe.

La carga fue arrolladora, el corcel del maestro aplastó un par de esqueletos, y el hizo lo propio, triturando un trio de calaveras casi sin esfuerzo.

Pero todo no acabó ahi, imbuidas por el poder de lucifer, aquellas calaveras se reconstruian, o peleaban sin los miembros astillados, lo que parecía una pelea fácil se convirtió en una defensa férrea. Pero los Genoveses no eran tontos, sabían que para salvarse de perder la ciudad, debían de ayudar a aquel centenar de caballeros, y así lo hicieron, cargaron espoleados por las ansias de venganza.

Finalmente, todo terminó, no habían sufrido demasiadas bajas y Génova quedó libre para vivir un dia más. Se santiguó y dio gracias al cielo, aquella decisión había sido la correcta.

.......................................................

 

Vincenzo escuchó al portavoz, y dirigió una seria mirada a Terrail

-Che, se agradece la invitación, señor Terrail, pero creo que deberíamos de proseguir con prontitud nuestro viaje, no nos sobra el tiempo, seguro que su santidad lo entenderá-

No quería ofender a los genoveses, pero su misión era más importante que el decoro oficial.

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19/12/2015, 09:24
Urs Stoessel

Para Urs fue estremadamente complejo quedarse al margen de la batalla. No estaba acostumbrado a observar, como mero espectador, rodeado de mujeres y civiles. Pero la realidad es que conducía su mansa montura a duras penas, como para hacer que esta galopase hacia la batalla y lo más importante, con él encima.

Aguantó la respiración mientras la caballería cargaba y pegó un respingo con el estruendo del choque. Las lanzas empalando a los esqueletos y los guresos cascos de los caballo rompiendo huesos al galope. En muchas ocasiones había sido él el que había aguantado una carga de caballería, rodeado de picas y con la alabradafijada contra el suelo para hacer un muro erizado de holas letales que matasea a caballos y jinetes por igual. Se alegró de que los esqueletos no manejasen aún esas tácticas.

Ahora las puertas de la ciudad estaban abiertas, pero en su opinión el tiempo corría como agua de manantial y cada gota que pasaba era una vida humana que se perdía, o aún peór, se pasaba al otro bando.

Debemos embarcar con premura, cada minuto que perdemos juega en nuestra contra.

No quería insultar a un obispo desdeñando su invitación, pero no sabía que podía aportar su eminencia salvo ordenar el flete inmediato de alguna embarcación que los llevase a su destino.

Notas de juego

Srry, ya vuelvo de viaje y espero postear con normalidad.

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21/12/2015, 10:33
Fray Pietro Bertoni

El enemigo no dejaba de dar pavor, pero la pérdida de su impunidad era motivo de alegría. Por dos veces había sido vencido, y eran dos las ciudades que se resistían con éxito.

Pietro dio su opinión.

-Necesitamos un barco avituallado y consagrado para continuar nuestra misión. Y aunque nuestra prisa es mucha, mientras se hacen los preparativos, si os parece apropiado, celebrar santa misa en la catedral en agradecimiento por esta victoria antes de nuestra partida. Hay prisa, pero unas horas podrían ser suficientes para tomar aliento, en cuerpo y alma, para seguir fuertes en nuestro camino. Que todavía queda mucho, y será duro.

Rogaría yo al Obispo que si en esta ciudad bendita de Génova hay alguien de verdad docto, que conozca a fondo los libros, si lo ven apropiado, se nos una. Pues necesitaremos ojos y mentes claras tanto como armaduras y espadas afiladas.

Notas de juego

Perdón por la brevedad...