Partida Rol por web

Legado Oscuro I: Vitae

Capítulo I: La Fiesta de la Cosecha

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24/03/2016, 14:12
Narrador

Sérézin. Es difícil describirla para alguien que no haya estado allí. Aunque no es vuestro caso, ¿verdad? No, ni el mío. Recuerdo bien el sol del verano tardío, inundando los campos y los bosques. Los árboles, mecidos por la cálida brisa. La risa de los niños del pueblo, correteando. Casi éramos todos como una gran familia.

Toda la villa estaba emocionada, expectante, ante la inminente llegada de la gran fiesta de la cosecha. Aquel año Dios había sido especialmente benevolente y generoso con los frutos de la tierra, y, gracias al sudor de nuestro trabajo, los graneros y almacenes estaban llenos, rebosantes.

Las mujeres habían cosido pendones de vivos colores, que los muchachos se afanaban por colgar aquí y allí, en una pequeña y poco densa arboleda, cerca de la entrada al pueblo, al otro lado del Ozon.

El padre Claudio, el molinero y el alcalde estaban también allí, coordinando y organizando, pendientes de los últimos preparativos antes de que llegase el ocaso, cuando la fiesta daría comienzo.

El párroco, incluso, había autorizado que se sacaran los bancos de la iglesia para que todo el mundo pudiera sentarse a las mesas, largas, que el propio molinero había mandado hacer a toda prisa al carpintero local. Incluso había donado una barrica del vino de misa, con la condición de que aquel pequeño gesto no saliese de allí.

En el pueblo, el aroma de la comida inundaba las calles. Todas las familias aportarían algo, a fin de que el banquete fuera suficiente para todos. La actividad era frenética, para tratarse de una villa tan pequeña, y la gente iba de aquí para allá, emocionada, sonriente. Al fin y al cabo, no siempre se tenía una excusa para una celebración como aquella.

Y vosotros… sí, vosotros también estabais allí. ¿Lo recordáis? Sí, debéis hacerlo…

Notas de juego

Próximo turno de Narración: Jueves 31/03/2016

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29/03/2016, 14:35
Justine Lesauvage

Miré a aquel anciano con curiosidad. ¿Cómo era posible que nos conociese? ¿Cómo sabía de dónde veníamos realmente? ¿Quien era? ¿Qué era? Esas y cientos de preguntas más sugían en mi cabeza según el vagabundo nos hablaba.

Sérézin... Murmuré. Hacía siglos de aquello, mi mente tenía bloqueados muchísimos recuerdos de aquel lugar, de aquellos años, pues fueron los más dolorosos y terribles, hasta que me acostumbré a mi nuevo estado... Si es que alguna vez lo logré.

Me dejé llevar por las palabras de aquel hombre, las cuales me transportaron a aquel pequeño pueblo guardado en algún lugar de mi mente y de mi corazón. Inspiré hondo, recordando cada rostro según el viejo los iba nombrando. Dejándome envolver por sus palabras, las cuales comenzaban a despertar aquellos recuerdos en mi.

Recuerdo ese día. El mejor día para Sérézin y sus habitantes. Habíamos dispuesto unas cuantas hogueras para poder cocinar allí mismo. Los posaderos... Tavernier continué tratando de recordar. Habían cedido para ese día sus enormes ollas. Es más, en esa festividad, llegaron a cerrar la posada durante horas. Sonreí con nostalgia al recordarlo. Yo estaba allí, cocinando. Pero no era la única, todas colaboraban conmigo, haciendo de aquel día algo especial.

Miré al anciano, por su mirada juraría que estaba complacido con mi pequeña narración.

Todas nos reíamos pues Eric Tavernier andaba corriendo detrás de las hijas del molinero, como siempre. Reí recordando aquello. Eric tenía buen corazón, pero la líbido muy alta también. Estábamos todos, se respiraba felicidad. Yo no sólo celebraba la fiesta de la Cosecha.

Jean Paul, una lágrima rojiza brotó de su ojos al mencionale, se había recuperado milagrosamente de sus mortales heridas y nos acompañaba, aun cansado y dolorido, permanecía sentado pero vivo. Que aquel soldado se recuperase, fue mi segundo motivo de celebración aquel día. Recuerdo el olor del asado que estaba preparando...

De pronto, no se como ni cuando, me sentí transportada a aquel lugar. Sérézin. El anciano tenía razón. Allí comenzó todo.

Estaba removiendo el contenido de la olla, absorta en mis pensamientos, cuando alguien me sacó de ellos.

Notas de juego

Espero no haberme pasado. No sabía como "trasladarme" y creo que esta era la mejor manera.

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29/03/2016, 20:22
Elouan Leclair

La Fiesta de la Cosecha. Probablemente, el día más ruidoso en nuestra -normalmente- tranquila Aldea. La gente bebiendo y hablando a voces, los niños corriendo de aquí para allí, riendo y destruyendo todo a su paso como monstruos desbocados en miniatura... Hmm, definitivamente, qué bien se está en las profundidades del Bosque. Tan silencioso, tan tranquilo, tan... Bostezo sonoramente, acurrucándome en el suelo, entre raíces y troncos de los árboles. Ya, ya sé qué vas a decir. "Es una locura, ¿cómo puedes dormir con un brazo sobre una rama, el cuello torcido y medio en pelotas? ¿¡Y los animales qué!?". Pues mira... me gusta el fresquito del Bosque entre las pelot... ¡Epa! ¿Quién hay ahí?

¿Alguna vez habéis visto a Dios? Pues si ese ser no es su hija, debe ser algún tipo de descendiente directo. Melena brillante al viento, ojos del color del cielo, piernas largas que se mueven con fluidez entre la maleza, un busto totalmente perceptible a través de esa fina tela blanca que lleva... y ese aura que desprenden los seres superiores, paralizando a cualquiera que tenga la dicha de observarlos.

El ser se acerca, pero yo no puedo hacer nada. Me siento como si los mismos árboles estuviesen enredando sus raíces a mi alrededor para evitar mi huida. Cada vez está más cerca. Mi corazón palpita. Ya está ante mí, puedo olerla... y qué bien huele, no como otras. Clava su mirada en mí y ríe. Y qué risa. No es estridente ni molesta, como otras. ¿Qué debo decir? ¿Qué puedo hacer, sino levantarme y tomar entre mis manos a aquella mujer? Sin mediar palabra, nos besamos. Pero ella quiere más. Parece no tener suficiente con el contacto entre nuestros labios, ahora son nuestras lenguas. Luego, su lengua lame mi cara.

- ¡¡Baldoin!! -Ladro, sacándome al perro de encima. Me levanto y cojo el arco y una flecha, pero la Bestia ya ha huido entre los árboles. Me limpio la cara de babas y escupo repetidamente al suelo. ¡Qué asco! ¡Y qué desperdicio de sueño, maldito chucho! Miro hacia abajo y bufo. -...así no puedo volver a la Aldea...

Mientras la sangre me vuelve a la cabeza, me visto y recojo los dos conejos capturados para mi contribución a la Cosecha. Ato sus cuerpos al zurrón y silbo para llamar a Baldoin, aunque no le espero.

Por lo menos, la Fiesta de la Cosecha siempre resulta interesante. Los hombres acostumbran a beber tanto que luego pierden la facultad de vigilar la ventana de sus hijas, lo cual, es realmente... ehm... uhm... ¿cómo se dice...? Bueno, pues eso, que es algo bueno.

Notas de juego

Yo he decidido "ignorar" lo del tiempo presente, ya que nunca se sabe si mi PJ morirá y será otro el que esté ahí x'D

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30/03/2016, 22:47
Daphné Sabineau

Aquel día, cualquier habitante de Sérézin al que hubiesen preguntado habría asegurado que el sol era más grande y lucía más brillante que nunca, que los frondosos árboles bailaban alegres mecidos por la brisa más agradable que jamás hubiese acariciado su piel, y que el río, fuente de vida, latía con más fuerza, impulsando sus aguas cristalinas purificando todo a su paso. Y era cierto, porque el mismísimo corazón de la aldea palpitaba de júbilo. Sérézin había sido bendecida con una cosecha excelente, que no sólo prometía un invierno próspero sino también una buena siembra para el siguiente año.

Al alba, sus padres y Fabien salieron de casa: los dos hombres transportando los barriles de cerveza para la fiesta, y Élise con algunos pendones que había cosido. Luego, junto a las otras mujeres, ayudaría a cocinar y disponer las viandas sobre las mesas. Daphné abrió los portones de la ventana y preparó el desayuno de sus hermanos pequeños. Mientras ellos comían, se vistió y colocó en su cabello algunas flores que había recogido el día anterior con Olivie. Cruzó la puerta con varias coronas florales a lo largo de los brazos y al final de ellos, en sendas manos, sus dos hermanos. Ronan estaba tranquilo, observando, pero Claudette tiraba con insistencia, queriendo escapar a correr con los otros niños, contagiada por ese ambiente de intensa alegría. Daphné no había tenido tiempo siquiera de cerrar la puerta. -Anda, ve! -sonrió a su hermana- y recuerda dar los buenos días a madre... Claudette no escuchó esto último a pesar de que su hermana había subido progresivamente la intensidad de su voz, porque rápidamente había echado a correr llamando a sus amigos, con una mano sujetándose la corona que adornaba su cabecita y la otra agarrando su vestido para no tropezar.

Daphné rió y cerró la puerta de casa. Permaneció un momento inmóvil, de pie, contemplando todo cuanto su vista alcanzaba. Sérézin vestía colores de fiesta, risas espontáneas, cordialidad... Cerró un instante los ojos e inspiró profundamente deseando empaparse bien de ese espíritu alegre que bañaba la aldea en armonía y felicidad. Sí, sin duda ése era un día especial. Y ella no quería desperdiciarlo con pensamientos tristes ni añoranzas inmerecidas, al menos... ese día. Aunque era difícil no recordar a Roland... porque también había sido en verano cuando... ¡No! Este día sería el comienzo de una nueva etapa en su vida. Una etapa feliz. Se hizo esa promesa a sí misma y estaba decidida a cumplirla.

Ronan tiró de su falda y ella le miró sonriendo. ¡Tenía razón!, debía ponerse en marcha. -¿Qué quieres hacer? -le preguntó con dulzura. Sentía devoción por su hermano pequeño y eso se reflejaba en cada detalle. Él siguió aferrado a su mano y la acompañó paseando hasta una mesa. Allí Daphné saludó a las mujeres, especialmente a su hermana Sophie, y extendió los brazos por los que resbalaron las coronas, mientras su madre enarcaba una ceja, pensando con ironía si no habría otro modo más delicado de hacerlo. Olivie vio a su amiga y se acercó para sumar las suyas al montón, para que quien quisiera se adornase con ellas.

-No me libraré de cocinar, pero aprenderé algún truco de Justine -dijo guiñando un ojo a Daphné, quien lo encontró divertido, ya que sabía de sobra el propósito de su intención.

-Quién sabe... tal vez podría decirte cuál es su plato favorito para que se lo puedas preparar... a cambio de algún favor -rió provocando a Olivie.

Ronan volvió a tirar del vestido de Daphné. Deseaba ir a algún otro lado, seguramente . Ésta se agachó y tras remover su cabello, le dio un beso en la mejilla. Supuso que Elouan no debía andar lejos, y en cuanto apareciese Baldoin su hermano se acercaría a saludarle. 

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31/03/2016, 17:48
Narrador

Conforme el día avanzaba, la excitación concentrada de la gente iba en aumento, a medida que se aproximaba la hora del comienzo oficial de la festividad. El Padre Claudio, en concreto, parecía el más atareado, pues se había comprometido a celebrar una misa al ocaso, para agradecer a Dios Nuestro Señor en lo Alto los frutos de la tierra que tan generosamente había concedido a las gentes de Sérézin.

Los jóvenes más fuertes de la aldea, entre ellos los hermanos Chastel y Reynaud, llevaban, bajo la supervisión del antiguo monje, grandes piedras del río y las estaba amontonando para formar una suerte de altar improvisado.

Algunas de las jóvenes se habían acercado al Ozon para coger agua, lavar los utensilios y refrescarse un poco los pies, chapoteando de vez en cuando, risueñas. Aunque a la mayoría de los hombres de la villa se les escapaban los ojos hacia aquella escena, y sonreían, rápidamente apartaban la mirada y seguían con sus quehaceres. Todos menos Eric. El muchacho de los Tavernier se había unido al corro de jovencitas y correteaba risueño ente ellas, intentando darles caza, mientras las muchachas huían riéndose, fingiéndose ofendidas.

Al menos, hasta que vieron al Padre Claudio seguido de Gina Tavernier acercarse. El padre mantenía la expresión calmada y serena que lo caracterizaba, pero la tabernera parecía echar fuego por los ojos, fijos en su hijo, que era el único que seguía correteando con una sonrisa bobalicona en la cara, sin ser consciente del peligro que le acechaba.

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31/03/2016, 17:50
Gina Tavernier

- ¡Eric Tavernier! ¡Ven aquí ahora mismo! – su expresión, reforzada por el gesto enérgico de su mano, dejó poco margen de maniobra al muchacho.

Eric se dirigió inmediatamente hacia su madre. Se le había borrado toda sonrisa de la cara y ahora parecía esgrimir una expresión entre compungida y atemorizada.

- ¡Te parecerá bonito! ¡Persiguiendo así a las mozas!

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31/03/2016, 17:50
Padre Claudio

El Padre extendió las manos, en gesto apaciguador, y se dirigió a la rechoncha mujer.

- Vamos, vamos, Gina. No seas tan dura con el pobre muchacho. No es pecado sentir la tentación, si no sucumbir a ella.

El clérigo se giró hacia el muchacho y le puso una mano sobre el hombro, componiendo una sonrisa serena y sincera.

- Hoy tengo una misión para ti, Eric. Serás mi monaguillo. Corre, ve al pueblo, a la Iglesia, y trae el Cáliz de la comunión y las velas. ¡Corre!

Tras sonreír de nuevo y soltar un “sí, padre” que sonó algo bobalicón, salió disparado por el sendero que iba a la villa.

Notas de juego

Próximo turno de Narración: Domingo 03/04/2016

Podéis postear libremente, no hace falta que os limitéis a un post si os apetece escribir más. También podéis interactuar entre vosotros y con quien queráis. Si hace falta, postearé antes para responderos. Pero eso si, el Domingo postearé para avanzar la escena ;)

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01/04/2016, 00:04
Justine Lesauvage

El codazo que me propinó Annette me sacó de aquel estado de letargo en el cual me había enfrascado sin recordar por qué. Tan a tiempo fue que pude ver como Gina llamaba la atención a Eric abochornada por la actitud del mismo, mientras el padre Claudio mostraba nuevamente lo benevolente que era.
Tenía mucha suerte de estar allí. De conocerles a todos ellos. El pesar era el precio que había tenido que pagar para conocerles. Perder a toda mi familia y mi hogar, así como la Fe en el Señor, fue un precio demasiado alto. Pero el tiempo pone todo en su lugar, y eso mismo pasó conmigo.
Annette volvió a propinarme otro codazo, la miré, pues no sabía que quería y sonriente me hizo un gesto con la cabeza, indicándome la dirección hacia la cual debía mirar. Jean Paul, aquel soldado moribundo que llegó al pueblo hace menos de un mes, el cual milagrosamente se recuperó después de estar doce días dormido, con fiebres altas, cuyo estado logró hacerme rezar al Señor de nuevo y su recuperación volver a tener Fe, no apartaba la vista de mi mientras sonreía en la distancia. Su mirada penetrante junto su sonrisa me provocaron un leve rubor el cual me hizo agachar la cabeza y dejar de mirarle durante unos instantes. A Annette no se le escapó ese detalle, seguramente me tocaría pagarlo más adelante.
Alcé la vista y volví a mirarle. Estaba llamando a un grupo de chicos que jugaban cerca suyo. Seguí con el guiso, mientras le lanzaba alguna mirada furtiva. Vi como los chicos se acercaban a él y como Jean Paul les hablaba, señalando esta zona. No me sorprendía que quisiera venir a mi lado, pues desde que despertó, prácticamente pasé todo mi tiempo libre junto a él. Me había convertido en su mejor amiga, siempre juntos, ya fuese cosiendo y bordando mientras dormía, como aprendiendo a leer bajo su tutela.
Lo cierto era que no estaba bien visto que las mujeres supiésemos leer o escribir, pero a Jean Paul si le gustaba y decidió enseñarme. Al principio me costó lo mío, pero enseguida empecé a soltarme, cosa que a Jean Paul le divertía pues era cuando más me trababa y él se burlaba de mi por ello, siempre bromeando.
Continué con el guiso, estaba casi listo. Tan sólo me tocaba añadirle algunas especias y dejarlo cocer. En breve podría dedicarme a otro plato. Miré de pasada y vi a Daphné junto a su hermano pequeño, el cual no paraba de tirarla del vestido y su amiga Olivie. Me sorprendió que aún no hubiese venido a ayudar con la cocina, siempre tan entusiasta cuando me ve cocinar en la taberna y ahora que la puedo dedicar tiempo y enseñarla algo… Hace lo que una chica de su edad ha de hacer, disfrutar.
Annette, esto ya está, sólo es cuestión de tiempo. dije a la mujer que me estaba ayudando desde que empezamos a hacer el guiso. En cuanto las patatas y la carne queden blandas, se podrá comer. Pasemos a otro plato, ¿quieres?
Volví mi cabeza nuevamente hacia Jean Paul. Había logrado convencer a los chicos para que le ayudasen a acercarse. Se había incorporado y venía caminando, apoyándose en los dos chicos más robustos, mientras otros dos portaban la silla donde había estado sentado Jean Paul todo este tiempo. Annette me dedicó una sonrisita traviesa. Para ser la muda de la aldea sabía expresarse muy bien con la mirada y los gestos.
¿Estás segura de que quieres que vaya? Annette asintió. Está bien, pero sólo un rato. La dije tratando de ocultar mis ganas de acercarme a Jean Paul y pasar un rato con él. ¡Y no se os ocurra empezar a hacer el asado sin mi! añadí con una amplia sonrisa mientras me lavaba las manos en el cubo dispuesto para ello y me secaba en el mandil.
Me acerqué a Jean Paul y a los chicos, déjame a mí, que veo que te va a dar algo. Le dije al chico más sofocado mientras Jean Paul tendía el brazo para agarrarse a mí y me dedicaba una sonrisa. A la sombra de ese árbol, estará bien. Indiqué al muchacho que aun le sostenía. No tardamos en llegar, los chicos se portaron de maravilla, ayudando a Jean Paul a sentarse.
¿Veis a aquella mujer? Annette, la chica muda. Decidla que os envio yo, que quiero que os premie por vuestra ayuda. Venga. ¡Corred! Luego me giré hacia Jean Paul. ¿No pudiste decirles que viniesen a buscarme? Tenías que venir tu también. le medio regañé por esa actitud, aunque la realidad era que me encantaba que estuviese allí.

Notas de juego

Siento la parrafada. Desde el móvil no controlo bien y creo que se me ha ido la mano escribiendo.

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01/04/2016, 15:54
Elouan Leclair

Vuelvo corriendo al pueblo, me gustaría decir que con mi flamante corcel al lado, pero el maldito chucho sigue renqueante por ahí atrás, bufando y con la lengua fuera de lo mucho que le pesan los cuartos traseros. JA, y eso que va a cuatro patas, vergüenza me daría a mí.

Inhalo con fuerza, apreciando un exquisito olor proveniente de una gran olla de guiso, con varios niños a su alrededor. Me acerco corriendo y me pongo el primero frente al caldero, aprovechando que soy mayor.

- ¡Qué bien huele! ¿Me das a probar un poco? -Le pregunto a Annette, manteniendo a los críos lejos con una mano y sin entender nada de lo que la cocinera quiere expresar. - ¿Qué? Espera, ¿cómo? No entiendo... ¿Qué significa esa sacudida de cabeza? Aaah, ¿que me sirva sólo y tú te encargas de cocinar los conejos que he traído? ¡Perfecto, puedo hacerlo!

Sin más demoras, le pongo los conejos en la mano y me relamo los labios mientras me sirvo un poco de guiso en un cuenco. Satisfecho, me voy acercando a esa especie de altar que el IDIOTA de Reynaud está ayudando a montar. Sonrío.

- Je, te viene muy bien el oficio de animal de carga. Tonto. -Le provoco, siguiendo mi camino por el pueblo, chafardeando lo que hacen todos.

Veo a la cocinera de la Taberna y al soldado herido acaramelados en un lado, por lo que me acerco para interrumpir y molestar un poco.

- Vaya, vaya. Parece que los cuidados de la señora Lesauvage reaniman algo más que a un soldado moribundo, ¿eh? -Bromeo. - Aah, qué suerte tienes, ya que es la cocinera de la Aldea y sabe hacer muy buenos guisos... Pero los rumores dicen que si no la mantienes contenta, pone una especie de veneno de fuego en la comida. Luego te pasas los días con ardor en la lengua y el estómago. Y al ir a hacer necesidades... -Sacudo la mano como diciendo: "mueres".

Miro a Justine con cierta sonrisilla malvada. ¿Qué? Soy un cazador, cuando no estoy solo, habrá que entretenerse con algo o alguien, ¿no?

- Aunque debes ser un tipo duro si has sobrevivido a sus cuidados. Hace un par de años casi pierdo mi pierna cuando intentó curarme una torcedura sin importancia. Casi la quemamos por bruja, pero entonces vimos que sus guisos sabían bien y la perdonamos. -Miento con total descaro, como si comentase que el cielo es azul o que el Sol gira alrededor de la Tierra. Y durante un rato, no callo, sigo hablando y hablando: - ...¿y qué harás cuando te recuperes? ¿Te irás? He pensado que ya que hay un soldado del reino por nuestras Tierras, estaría bien hacer una pequeña competición para probar tus habilidades aprendidas en la corte contra las nuestras.

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01/04/2016, 22:43
Justine Lesauvage

Paul no me había contestado aun, cuando una voz irrumpió en el lugar. Elouan susurre. Debí haberte olido, pero ese estupendo olor a guiso tapó tu olor a excrementos de animales le respondí sonriente tras su interrupción tan inoportuna. Luego le guiñé un ojo a Paul, él no conocía a ese muchacho como yo y podrían sentarle mal alguno de sus comentarios.
Elouan siguió hablando sin parar. Tratando de incordiarme y divertirse a mi costa. ¿Cogiste guiso de la olla donde estaba Annette? ¿No te avisó? Señor! Mira que la dije que no lo tocara nadie! Dejé caer sin querer veneno de fuego en él! replique ante su absurda afirmación sin perder la sonrisa en mi rostro.
Como no, Elouan no callaba ni tenía intención de hacerlo, a pesar deque me coloqué junto a Paul y le puse mi mano en el hombro, acariciando su cuello con mis dedos con disimulo.
Sí. Recuerdo perfectamente aquel día. Tenías que haberle visto Paul. Lo trajeron en volandas. Se oían sus llantos desde la otra punta de la aldea. Reí mirando a Elouan. Es lo que diferencia a un hombre de un niño. Le guiñé un ojo y le sonreí con malicia. Lejos de marcharse, continuó con su cháchara.
Lo cierto es que no sabía si lo había dicho para devolverme mi comentario anterior o si simplemente lo hizo por simpatía hacia Paul, el caso es que al preguntarle si se iría al curarse, me hizo sentir como si una enorme losa hubiese caído sobre mi. Sabía que tarde o temprano se recuperaría y al ritmo que iba sería más bien pronto, pero me dolía pensar en su marcha y Elouan me hizo recordarlo. Miré hacia otro lado, tratando de disimular el mal estar generado por esa desafortunada pregunta.

Notas de juego

1100 años juntos.... En este plan?
Tenias razon con eso de no postear recordando... No llegarás a 50 años de vampiro a mi lado. Te mato antes xD
En serio: no sabes lo que me he reido.
Al pobre Jean Paul le vamos a asustar entre los dos xD

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02/04/2016, 14:52
Daphné Sabineau

Vieron a Justine alejarse del fuego hacia donde se hallaba Jean Paul. Las dos muchachas la siguieron con la mirada y sonrieron con complicidad cuando les vieron juntos.

-¡Parece que no es el fuego lo que más calienta! -dijo Olivie empujando levemente a Daphné y ambas rieron. Desde luego se notaba la atracción que había entre ellos, aunque poca intimidad iba a tener ese encuentro, porque Elouan avanzaba hacia ellos con paso decidido.

Ellas se acercaron a Annette atraídas por el aroma cuando la mayoría de los satélites que orbitaban alrededor del caldero se alejaron raudos y hambrientos con un plato caliente entre sus manos. Daphné asomó la cabeza para averiguar qué flotaba en aquella salsa mientras Annette cogía el cazo y les ofrecía amablemente dos platos de comida.

-¡Tiene muy buena pinta! Carne, patatas... hierbas...
-Déjame adivinar... ¿ajo?
-¡Ajo nunca falta! Si incluso come a menudo dientes de ajo crudos, sin más...
-¿Sí? pues... ¡apuesto a que al guardia no le desagradan! 
-concluyó Olivie alegremente.

Se sentaron en un banco a comer con tranquilidad, charlando animadamente y degustando el guiso. Realmente Justine tenía buena mano para la cocina. A lo lejos, Daphné vio a su hermano Fabien y alzó su vaso lleno de cerveza a modo de brindis, seguido de un gesto invitándole a acercarse.

-¡Qué haces! -le reprochó Olivie nerviosa, abriendo los ojos exageradamente.

-Ya me lo agradecerás... -respondió Daphné convencida, sonriendo con picardía sin dejar de mirar a su hermano- algún día tendrás que hablar con él, y mejor día que éste no habrá. Aprovecha que Elouan está ocupado con Justine -añadió entre risas. Fabien llegó tras coger un plato de comida y un vaso de cerveza y se sentó frente a ellas.

-¿Cómo estás, hermano? ¿Cómo va el día? -preguntó divertida mientras recibía unos ligeros puntapiés bajo la mesa, que, aún sabiendo bien qué significaban, pensaba ignorar. Se mordió el labio inferior para no reír al ver la regañina de Gina a su hijo. Sentía cierta lástima por él pero siempre se le pasaba cuando le veía incordiar a las mujeres haciendo gala de unas manos y dedos que se movían más largos y ágiles que los de un titiritero. -Si me disculpáis voy un rato al río -anunció tras acabar el plato más rápido que de costumbre. Había estado suficiente tiempo con ellos y era momento de dejarles a solas. Además, ahora que el padre Claudio había rescatado la orilla del Ozon, podría relajarse un rato junto a sus aguas. 

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03/04/2016, 03:28
Elouan Leclair

- Pues es gracias a ese olor que tú y toda la Aldea come carne. -Replico. Me huelo las axilas de manera exagerada. - Y además, no te pases, tampoco huelo tan mal, que me lavé hace una semana. Si hubieras visto hace un mes, cuando tuve que meter la mano en unos excrementos así de grande...

Me quedo observando la atmosfera de tensión mientras me termino el guiso. Luego, me río despreocupadamente.

- Parece que alguien no quiere que te marches. ¿Por qué no hacéis una apuesta? Si él pierde, se queda. Si él gana, os vais los dos. Bueno, supongo que eso son asuntos vuestros y no tengo que meterme, pero yo aprovecharía para darlo todo en una buena competición, si es para hacer que se quede.

Me empiezo a alejar de ellos, despidiéndome con la mano.

- Aunque tampoco es como si supiéramos si Paul tiene esposa en el lugar de donde viene.

Buscando algo con lo que entretenerme, me acerco a Daphné, que está sola en el río. Al verla de espaldas, con la guardia tan baja, me dan ganas de empujarla al agua. Me contengo. Por esta vez.

- Eh. Tu hermano ha secuestrado a mi perro otra vez, ¿verdad? -Me siento al lado, metiendo los pies en el agua. - ¿Qué haces aquí sola?

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03/04/2016, 15:00
Justine Lesauvage

Jean Paul se divertía con las contestaciones que nos dábamos Elouan y yo. Si te lo tomabas con buen humor, llegaba a ser un juego muy divertido, aunque no todos podían permitirse el lujo de jugarlo. No sería la primera vez que se empieza de esta manera y se acaba a puñetazos.

Tras el pequeño momento de tensión, Elouan rompió el silencio, supongo que tratando de ayudar en tan delicada situación. Tras escuchar sus palabras, retiré mi mano del cuello de Paul. 

¿Asuntos nuestros? pregunté sonrojandome. No... no entiendo porqué dices eso, Elouan. Mi voz sonaba temblorosa. Era cierto que disfrutaba enormemente de la compañía de Jean Paul, que en este tiempo me había apegado mucho a él y que se habían despertado sentimientos muy fuertes hacia Paul. Durante la noche, en la soledad de mi cama, me abrazaba a la almohada pensando que le tenía entre mis brazos. Pero ya está. No había nada más. Faltaba un paso por dar, sólo uno, pero aun no lo habíamos dado.

Jean Paul rió ante la propuesta de Elouan.

[color=#000080]Veo que te gusta mucho competir, muchacho. Eso es bueno. Pero lamento decepcionarte. Aun no sabemos si me quedará alguna secuela de todo lo que me hizo ese malnacido en el bosque. Además, yo tengo mi destino claro. El soldado que trajo la guardia, murió en la iglesia de la aldea y uno hombre nuevo y libre, renació en la taberna. Adoro este lugar, lleno de paz y alegría. [/color]Sonrió señalando a los aldeanos corriendo de un lado a otro ultimando los preparativos. [color=#000080]Y mi mayor deseo ahora mismo sería recuperarme, asentarme en Sérézin, conseguir un trabajo y desposar a la mejor y más hermosa mujer que haya conocido nunca. [/color]Agarró mi mano, me sonrió y la besó, acariciándola luego con su dedo pulgar. 

Volví a ruborizarme y agaché la cabeza, no sin antes ver que Annette no perdía detalle de todo lo que ocurria. Si esto hubiese ocurrido en otro lugar, con más intimidad, seguramente no hubiese terminado así. Pero ese no era lugar para mostrar mucho más. 

[color=#000080]Ya que estamos.... ¿Sabríais decirme quienes son las hijas solteras del molinero?[/color] Me miró con gesto travieso y rompió a reir. Elouan se comenzó a alejar de nosotros, diciéndonos adios con la mano. Al fondo vi al Padre Claudio, quien seguramente se habría percatado también de la situación.

Lo cierto es que era un buen hombre, bastante permisivo con muchas cosas, aunque todos sabíamos que tenía un límite, sobre todo para los temas carnales y las relacciones entre hombres y mujeres. Pero por ejemplo, no me puso pegas ni impedimentos el día que me acerqué a la iglesia y le pedí un libro para leerle a Jean Paul, anunciándole que me estaba enseñando a leer. A pesar de ser algo reservado para el hombre y sólo en ciertos grupos sociales, el Padre Claudio me animó a ello dejándome algún libro de su biblioteca particular.

Me giré hacia Jean Paul. ¿Tienes hambre? ¿Te traigo un poco de guiso? ¿O prefieres que te lo traiga una de las hijas del molinero? En mis palabras se entreveían como asomaban los celos y mientras las pronunciaba, me iba alejando andando hacia atrás para que Paul no pudiese agarrarme. Luego le saqué la lengua y le sonreí, para luego ir hacia la gran olla y servirle un buen plato de guiso.

Annette estaba allí y como me imaginaba, se fijó en todo. Cuando me vió venir me sonrió, luego se acercó a mi y comenzó a darme codazos, mientras asentía con la cabeza y reía por lo bajo. Si... si.. ya se... Maldito Elouan! No tuvo otro momento para venir a molestar. No se si fue aposta o si no se dió cuenta de que molestaba, pero fue de lo más inoportuno. La dije mientras cogía un cuenco para Paul.

Mientras iba llenando el cuenco, Annette buscó una cuchara para Paul. Al traerla, comenzó a hacerme señas. Ya, que es para él. La dije al coger la cuchara que me daba ¿No?... Espera, más despacio.... Me hablas de Paul, verdad? Annette asintió. Se señaló los ojos, luego hizo un gesto con las manos, como cuando alguien camina y me señaló. Vale... Jean Paul me miraba mientras anda.... Annette sonrió. Luego se volvió a señalar los ojos y después el suelo. No necesitaba más detalle. Levanté la vista un poco por encima del hombro de Annette. Parecía que no había nadie más en la aldea para Paul que yo.

Annette, debes guardar el secreto. No puedes decírselo a nadie. La sonreí mientras ella asentía con la cabeza. Luego me encaminé nuevamente hacia Jean Paul, con el cuenco con guiso en mis manos.

Ten cuidado, quema. Le dije al entregárselo. Y no te preocupes, no le puse veneno de fuego... aún. Le sonreí.

Instantes después, escuché las risas de los niños detrás mía. Parecían que se acercaban. Me dí la vuelta y vi a los mismos chicos que ayudaron a Jean Paul que traían una silla y otro cuenco con guiso. Soprendida, vi como ponían la silla junto a Paul y me hacían sentarme entre risas. Luego el muchacho que traía el guiso me lo entregó sonriente y todos salieron corriendo entre risitas. Miré a Annette por inercia. Ella se encogió de hombros. ¿Quien podría...?

Miré a Jean Paul, sonreía entre divertido y sorprendido por lo que había pasado. No.. no es cosa mía. Le indiqué mientras comenzaba a buscar con la vista al artífice de todo esto. No estaba enfadada para nada, pero quería saber a quien debía darle las gracias.

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03/04/2016, 17:39
Daphné Sabineau

Tuvo un pequeño sobresalto al escuchar tras de sí la voz de Elouan. Posiblemente él no se daba cuenta, pero solía ser muy sigiloso aun cuando no lo pretendía. Era algo lógico teniendo en cuenta su profesión.

-¡Sí! Apuesto a que Ronan está con él -rió moviendo ligeramente los pies en el agua mientras Elouan se sentaba al lado- ya le conoces, le gusta la compañía de Baldoin y creo que es recíproco.

-Estaba distraída, relajándome después de comer y refrescándome un poco -sonrió respondiendo a su otra pregunta-. Por cierto, me preguntaba si la próxima vez que vayas a Lyon podría acompañarte. No te molestaría, ¡palabra! -prometió levantando las manos y con mirada de no haber roto un plato en su vida.

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03/04/2016, 18:39
Elouan Leclair

Me rasco la cabeza, bostezo y me desperezo estirando los brazos y piernas. Luego me tumbo y cierro los ojos, aún con los pies en el agua.

- Mientras luego el chucho no olvide cómo cazar... supongo que está bien. -Respondo perezosamente, arrastrando las palabras. Bufo cuando me pide venir conmigo. - Supongo que si no acepto tendré que escuchar tu molesta voz suplicando durante días y días, ¿no? Bueno, siempre puedo venderte por el camino si te pones demasiado pesada... así que supongo que sí, aunque no tengo planeado ir demasiado pronto. Antes tengo que cazar algo para vender.

Vuelvo a bostezar, me quito la lagrimilla producida por el sueño y me giro hacia un lado, colocándome en posición fetal.

- ¿Vas a visitar tu... antigua casa? -Pregunto al cabo de un buen rato.

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03/04/2016, 19:35
Justine Lesauvage

Ese rato de paz junto a Jean Paul en un día tan especial, fue el mejor regalo que, quien quiera que fuese, me había hecho en secreto. Disfruté con él como siempre. Si voz, quizás un poco ronca debido a las heridas que recibió en el cuello, sonaba agradable y dulce a mis oidos. Terminamos de comer el guiso y nos dimos un poco de tiempo más de risas y bromas.

Luego alcé la cabeza. Annette me hacía señas. He de irme, Paul. Ha sido un rato muy agradable, como todos los que paso a tu lado. Me atreví a decirle tímidamente. Tendí mi mano para coger el cuenco vacío que aún mantenía Paul en su regazo. Este me lo entregó, aprovechando para acariciarme la mano con disimulo mientras me regalaba una sonrisa.

Seguramente los hombres ya hayan montado la zona de asar. He de preparar el ya tradicional asado y guiar a las mujeres con el resto de platos. Guardame un sitio en la mesa para la cena, pues en cuanto esté lista, me liberan de mis obligaciones. Le dije sonriente mientras me alejaba de Jean Paul a toda prisa.

Esta vez no me esperaba solo Annette. Todas las mujeres que estaban encargadas de la cocina, habían parado a comer... sentadas todas y cada una de ellas de frente a donde estábamos Jean Paul y yo. Así pues, ya éramos oficialmente la comidilla de la aldea, al menos hasta que se iniciase el festejo. Tampoco iba a engañarme, durante y después del mismo, seríamos el centro de atención de las miradas indiscretas y seríamos los protagonistas de los chismes del lugar, hasta que se cansasen o surgiese un tema más jugoso de conversación.

¡Vamos señoras! Veamos si alguna recuerda como se hacía el asado. Habeis tenido tiempo suficiente para prepararlo en casa... Dije según llegué, tratando de desviar la atención a la cocina y evitar preguntas sobre Paul y yo. ¿Ninguna? Muy bien, comencemos.... recordad, empezamos picando ajo mientras se va preparando el fuego donde cocinaremos...

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03/04/2016, 20:00
Daphné Sabineau

No había pensado en ello, pero asintió cuando él le dijo que de no acceder a su petición, ella le incomodaría insistiendo durante días. Luego se encogió de hombros mirándole como si pensase "¿Y qué esperas? No me dejarías otra opción".

Abrió los ojos de par en par cuando mencionó el venderla. Le dio un pequeño empujón en el brazo. ¡No tenía remedio! Aunque por supuesto sabía que no lo decía en serio. Rió y luego le miró con cara de circunstancias. ¿Pesada ella? Siendo honestos, no conocía a NADIE en el pueblo al que le gustase más hablar que al propio Elouan. Claro que a él no debía parecérselo. No en vano tenía fama de cazar aburriendo a los animales con su charla interminable. Rió pensando en esa tontería. 

-¡Gracias! -exclamó entusiasmada. Iba a darle un ligero achuchón pero el cazador se tumbó de lado, bostezando.

-No tienes que preocuparte, ¡Elouan! Si quieres incluso podemos ir sin hablar -dijo en tono alegre, sabiendo que eso le iba a suponer un reto imposible de superar.- Quería echar un vistazo a los puestos de los comerciantes... -explicó. Sí, había prometido no pensar, pero ésto no era pensar, solo era sopesar la posibilidad de ir a Lyon -supongo que una visita al señor Bachelard no está de más, aunque es probable que le encuentre en la plaza o que se halle de viaje. 

No tenía inconveniente con esperar lo necesario, así tendría tiempo para conseguir que su padre consintiera. Sabía que pondría cara de disgusto y hallaría innumerables pegas a que fuese con el "salvaje de su amigo". Alexandre sentía simpatía por el muchacho, pero no le creía lo suficientemente responsable para confiar en que no olvidaría a su hija por el camino. 

Y el ronquido llegará en 3... 2... 1... 

Daphné estiró el cuello, asomándose para averiguar si Elouan ya se había quedado dormido. 

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03/04/2016, 20:36
Narrador

El tiempo pasa ligero cuando el corazón está alegre. La tarde se presentaba calurosa, con el sol cayendo a plomo, y, después de comer, muchos se acercaron al río para refrescarse un poco, Saludando alegremente a Daphné y Eluan… al menos la mayoría, excepto Raynaud.

El fornido joven se acercó, furibundo, hacia la pareja. Parecía dispuesto a empezar una nueva pelea con Elouan. Sólo le separaban ya unos pasos cuando se paró en seco, con expresión dubitativa. Miró a ambos un segundo y después sonrió, con una expresión extraña dominando su rostro. Volvió a ponerse en marcha, pero esta vez cambiando de dirección, hacia el río, para reunirse con los demás, sin dirigirles la palabra.

Justine, por su parte, se mantenía atareada con la mayoría de las mujeres de la aldea, preparando el asado de la noche, lo que podía llegar a ser una tarea ardua: había que deshuesar la carne, condimentarla, prepararla, enrollarla con hierbas y hojas, preparar los hornos, excavados aquella misma mañana por los hombres, y enterrar el asado para que se cocinara lentamente durante horas, al calor de las brasas. La mujer se afanaba en dejarlo todo listo, con toda su cohorte de ayudantes a su alrededor y bajo la atenta mirada de Jean Paul, que vigilaba cada uno de sus movimientos, sonriente. Sólo una vez pareció observar algo diferente, allá en el horizonte, y su expresión cambió a un gesto algo más sombrío; pero en seguida volvió a ensimismarse con la mujer que le había salvado la vida.

Al menos, hasta que Jacques y Ève Candau se acercaron a él, situándose entre la línea de visión de ambos, y empezaron a hablar animadamente con el soldado herido. La mujer del alcalde parecía particularmente risueña ante los comentarios de Jean Paul, aunque su marido, conocido por su sentido del humor, tampoco se quedaba atrás.

[…]

Poco a poco las sombras alargaban, y la luz parecía adquirir el tono acaramelado del atardecer estival, aunque el calor no cedía terreno. Poco a poco todos los detalles iban estando listos: los pendones de vivos colores estaban ya colgados, adornando el lugar de la fiesta yendo y viniendo entre las gruesas ramas de los árboles. Las hogueras estaban preparadas, con pilas de leña a su alrededor, listas para alimentar los fuegos. Las mesas estaban preparadas y los hermanos Chastel se había despojado ya de las pesadas espadas y cotas de malla, que descansaban a su lado, para afinar sus instrumentos musicales, para horror y consternación de la mayoría: de todos era sabido su buena disposición a la música, pero su nulo talento.

El Padre Claudio y Fiacre, el molinero, se mantenían un poco más apartados del resto, bajo la sombre de los árboles, hablando con gesto severo.

Notas de juego

Todos: Tirada de Percepción + Alerta, dif 8

Si se me ha pasado algo, decidmelo y lo añado, que había mucho que leer y es probable que algo se haya escapado xDDD.

Próximo turno de Narración: Martes 5/04/2016, aunque en cuanto me pongáis la tirada os contesto con vuestros respectivos resultados ;).

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03/04/2016, 20:44
Justine Lesauvage
- Tiradas (1)

Motivo: Alerta

Dificultad: 8

Tirada (4 dados): 9, 1, 5, 5

Éxitos: 0 Fallo

Notas de juego

Vamos.. que se me quema el asado... (maldito 1) :/

Si es que eso de que esten hablando con Jean Paul... y no me dejen verle, me distrae xDDD

Por mi parte anda todo bien, estoy disfrutando mucho con esto ^^.

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03/04/2016, 20:46
Elouan Leclair
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Percepción + Alerta

Dificultad: 8

Tirada (7 dados): 4, 5, 5, 8, 7, 4, 8

Éxitos: 2