Partida Rol por web

Me levanto poco antes del amanecer. Miro el cuerpo tendido en esa zona. Maldita sea, si te querías suicidar haberlo hecho un poco más cerca. Suspiro, me estiro un poco, recojo mi "lanza" y me pongo en marcha. Debería haberme quedado en el templo, supongo. Mientras camino, muerdo con cuidado una ración. Me hubieran venido bien unas razones extras, y ni siquiera sé quien murió. Bueno, quizá en el informe lo averigue.

Con cuidado, voy bordeando la zona para seguir dirigiéndome al río ese que aparece en el mapa. Quizá allí encuentre a algún compañero, o al menos encontraré agua con la que rellenar mis botellas.

El zumbido de mi tablet marca una nueva actualización. Miro las zonas marcadas, mierda, me están rodeando. Tengo que apresurarme. Me pongo la mochila al hombro, guardo mi bate y cojo mi improvisada lanza bastón para seguir mi camino. Voy bordeando con cuidado la zona de peligro, mirando de cuando en cuando el cuerpo allí tendido. Joder, que lástima, que desperdicio...

Sigo bordeando la zona de peligro, pero me doy cuenta de lo cerca que están de juntarse dos zonas de peligro. Vaya asco, al final no vamos a poder movernos. Claro, así haces que acabemos dándonos de hostias, pero... vaya fastidio. Buf...

Finalmente llego otra vez cerca de los acantilados. Bueno, sigamos en camino. Poco a poco, sin prisas...

sabes que en ediciones anteriores siempre van acortando el campo de juego para reducir el espacio y ampliar los encuentros...es mala idea sobrepasar mas o menos por donde van a cerrar porque quedaras seguro de tus compañeros pero cada vez tendras menos espacio para moverte...siempre que sea una zona pequeña y esperar que el resto se mate.

Me quedo pensando en qué hacer. Sé que la zona la cerrarán con toda seguridad, pero no creo tardar más de 6 horas en ir y otras tantas en volver, debería poder escapar antes que me encierren en esta parte de la isla. Así pues, decido seguir adelante, mientras mi corazón bombea acelerado por el nerviosismo de poder llegar un momento en que no pueda escapar. La verdad, no quisiera acabar como ese que no escapó de la zona... sería malo para mi cabeza, susurro con ironía.

Siguiendo el borde de la costa, poco a poco me acerco a la zona donde está el agua. Miro hacia atrás, nervioso, aunque hace tiempo ya que dejé la zona de peligro. Solo espero que me de tiempo a llenar las botellas de agua. Cojo una y bebo un poco, no debe faltar ya mucho para llegar al arroyo que había en esta zona. Seguro que está allí adelante.

Ahí delante parece estar ya la desembocadura del río. Por fin voy a llegar. Casi puedo ya saborear el agua clara correr por mi garganta. No era un camino tan largo, pero tengo que darme prisa.

Tras rellenar las botellas de agua y pegarme un buen trago en el agua del arroyo, decido volver. Miro la hora en mi tablet, parece que voy con tiempo, pero más me vale no dormirme en los laureles: mi vida va en ello. Así pues, empiezo el camino de regreso.

A medida que me acerco a mi objetivo, a salir de aquella parte de la isla, pienso, ¿y si alguno de mis compañeros me está esperando justo en la parte por donde tengo que salir? Eso sí sería algo malo. Acelero un poco el ritmo, sabiendo que ya estoy cerca y que la hora también está cerca. Mierda, tengo que darme prisa.

Parece que voy a llegar. Ya estoy casi donde empecé. Pero sigo pensando que quizá alguno de mis queridos compañeros está esperando que alguien escape de la zona presto para acabar con un rival más. No puedo evitar tener esa sensación. así pues, decido esconderme, moverme sigilosamente, buscando abandonar la zona pero con cautela.

Tengo los nervios a flor de piel. Justo frente a mí está la salida de esta ratonera, pero... ¿habrá algún gato esperando en esta salida?

Con el corazón latiendo a ritmo descontrolado, me decido a avanzar. Ya que el anterior templo estaba algo en ruinas, he decidido acercarme a ver como está el templo del monte tani, que está al norte de mi posición.

Avanzo con cautela, mirando a todas partes. Esperemos no encontrarme ninguna sorpresa... aunque una sorpresa en forma de alguna de mis compañeras no estaría mal.

Parece que mi preocupación era infundada. Respiro aliviado y me encamino hacia el norte, buscando ver si el templo ese de la montaña está mejor que el que dejo atrás. O si hay algo interesante. En cualquier caso, veré que encuentro.

Empiezo a caminar ahora algo más despreocupadamente, sin tanto agobio, aunque manteniéndome atento a cualquier ruido o cosa fuera de lo normal que viera.

Ahí delante veo ya el monte Tani. Una carretera se interpone ante mí, lo que me pone nervioso. Miro a todos lados, preocupado, y finalmente la cruzo corriendo. Luego sigo caminando, apoyándome en mi bastón-lanza para subir la montaña, mientras miro a mi alrededor. Veremos como está este templo, en cualquier caso será un buen punto de observación.