Partida Rol por web

Un sonido desagradable ocupa el lugar del silencio, entre las voces de Eli y Rubí. Los dientes de Fabiano rechinan al rozarse con una violencia insólita, bajo el influjo de algún fantasma habitante en esa sala o en el cerebro del joven.

Sus pasos - más ruidosos de lo necesario - son lo único que indica que Rick sigue presente en la habitación, aunque su mente se encuentre muy lejos.

Intentas rearmar la situación en tu cabeza.

Solo han pasadp unos segundos. De alguna manera consigues templar tus nervios.

No más de 3 metros. Y al caer chocó con varias cosas antes. ¿Una escalera? Tal vez...

Aparentemente más calmado, pienso en lo más lógico: - O hay una escalera fuera que la metan para bajar,, o hay una escalera fija.. Pero algo tiene que haber.

Aún así, no me atrevo a lanzarme a la aventura hacia abajo. Demasiadas posibilidades de que algo o todo salga mal. Aún rondan por mi cabeza las hordas de arácnidos que había en la escalera principal y no es difícil imaginar que en un sótano puede haber muchas más. Necesitamos claramente una luz.

- ¿Alguien tiene un mechero o algo con lo que hacer luz? pregunto a ver si conseguimos volver a unificar esfuerzos. El hecho de haber sido encerrados tiene dos vertientes. La mala es que no podemos salir. La buena que estamos convenientemente solos..

Te tengo, Eli - le digo aún con la voz temblando mientras le cogo la mano como si en ello me fuera la vida.

¿Un mechero? Síii, yo tengo uno.

Y rebuscando entre los bolsillos de la chaqueta consigo localizar el paquete de marlboro casi completo y mi mechero verde de la suerte. Cogiéndolo con firmeza, ya más tranquila de saber que tenemos luz, lo enciendo, iluminando el lugar donde estamos atrapados.

Tan pronto como la luz del mechero ilumina la estancia busco algo que nos pueda servir para mantener una luz encendida: una lámpara de aceite como la que encontré fuera, una antorcha.. una vela..

- Perfecto.. Miremos algo que podamos usar para mantener una luz estable. les digo esperando que tengamos suerte y haya algo en la estancia.

Esta vez la suerte no os sonríe.

Os encontráis en el suelo, al pie de las escaleras que dan acceso al segundo. No hay nada alrededor. Solo un rellano con el pie de escalera y tras ella, donde os encontráis, el agujero que da acceso al subsuelo.

La única opción es bajar a por la linterna. Y rezar porque no se haya roto definitivamente...

Jimmy en mitad de la noche vuelve a sentir una desesperación profunda. El frío hace tiempo que dejó de importarle, pero desde hace un rato un ataque continuado de estornudos le hace convulsionarse cada poco tiempo y la verdad es que salir a la calle no ayuda mucho. Por primera vez en la noche, el joven mira al cielo tal vez por desesperación. La visión de un oscuro manto de nubes intuído entre la oscuridad es aun más desoladora.

Creo que estoy hasta los cojones. Vámonos a la biblioteca, junto al fuego y esperemos sin movernos hasta que sea de día. Da igual lo que ocurra, tanto si aparecen nuestros amigos o la playmate de diciembre con el gorrito de Papa Noel. Os juro que no me pienso mover.

Aprovechando que está en la calle, se dirige a la furgo y por fin coge algo de comida. Ahora tienen todo lo necesario como para no moverse hasta el alba.

Sujeta la mano de Rubí comprobando que está igual de fría que la suya.

- Yo también tengo un mechero - rebusca entre sus cosas y se lo lanza a Mark - Lo necesitarás para bajar

Con el último comentario da por hecho que el arquitecto será el primero en zambullirse en la oscuridad del sótano. Cualquier aficionado al cine de terror sabría que es la peor de las ideas, pero ¿qué puede haber más excitante que vivir tu propia película?

Si, vayamos a la biblioteca a descansar junto al fuego. Necesito entrar en calor. Me duelen todos y cada uno de los huesos del cuerpo, y si no me echo a descansar me va  estallar la cabeza. Y Steve, no les dejes encerrados, no seas cabrón. Se que estás enfadado por lo del pie, pero se te está yendo la situación de las manos. Tienes suerte de que no tenga fuerzas, porque si no te habría dado ya unos azotes- comenta con lo que pretende ser una sonrisa cariñosa para hacer entrar en razón a su hermano, aunque los espasmos de dolor hacen que se convierta en una extraña mueca.

Al volver al exterior volvió a experimentar las rachas de frio aire en su rostro mientras aquella lluvia que no había cesado un segundo seguía haciendo aumentar los charcos que aquí y allá habían ido apoderandose de la zona que rodeaba la entrada al convento.

Por una vez sus hermanos habían dicho algo adecuado, en condiciones...volver a la biblioteca sería la mejor. Allí esperarian a que fuera de día y una vez que el sol se llevara por delante esa maldita noche sería el momento de buscarse la vida o esperar el paso de algún coche por la carretera cercana. A decir verdad no se debían haber movido de allí...¿cómo podía haber sido tan estúpido?....se había dejado llevar por sus emociones, ese grito fémino le había hecho olvidar el peligro, a lo desconocido, al dolor, al descubrimiento...Sin embargo, el quarterback se regocijó en lo rapido que había reaccionado y en cómo había mantenido el control, a pesar de todo no se había equivocado...no mucho...

- Estais los dos hechos unas auténticas mierdas- dice a sus hermanos- menos mal que estoy yo aquí que si no lo habriais pasado aún peor- definitivamente, Diamante se había venido arriba- ¿quien iba a decirnos que tendríamos tanto interes por estar en una biblioteca, eh? Venga, volvamos...- anima a Greg y Jimmy a andar, pero se detiene un instante junto a la puerta, agachándose para apretarse los cordones de la zapatilla correspondiente al pie herido,  dejando el hacha que había cogido para bloquear la puerta en el suelo. Había comprobado como, aumentando la tensión de los cordones tenía el pie más sujeto y le dolía mucho menos al caminar. Después de eso, vuelve a ponerse en pie y, pisando un par de veces la tierra para hacerse una idea del estado de su pie, sigue a sus hermanos, no sin antes cubrirse la cabeza con la capucha de su sudadera de nuevo y lanzar una última mirada hacía la fachada del convento,  murmurando algo entre dientes...

- Qué lástima que hayamos que tenido que acabar el viaje así...- murmura Diamante mientras lanza una última mirada a la fachada del convento,  con esos ojos verdosos enmarcados ahora por un ceño fruncido y unos dientes apretados que no pueden ver sus hermanos al encontrarse estos andando ya hacía la biblioteca. Tampoco habían podido ver ese movimiento, el que había llevado a cabo cuando se había agachado con la excusa de apretarse los cordones de la zapatilla. Había tapado con su cuerpo el hacha que dejó en el suelo y, mientras hacía una lazada con el talón de la otra pierna había empujado el filo del hacha por debajo del quicio de la puerta, apoyándose en ella al levantarse y hundiendo aún más la hoja, atrancando la puerta.

Era una lástima. 

Lo sentía por el empollón aunque él se lo había buscado. ¿Quien le había invitado? Nadie. ¿que pintaba allí? Nada.

Lo sentía por el viejo bibliotecario, aunque por lo menos esa noche su vida, de la que pocos años quedarían, había tenido más acción que nunca.

También sintió pena por la vampirina, por Elizabeth, aunque puede que en ese convento hubiera encontrado por fín su sitio, tétrico y oscuro como ella.

¿y que decir de Rick y Rubi? Su mejor amigo y su amor platónico...Rick le había descubierto, lo supo cuando vió como tallaba aquel corazón en la mesa que ponia Rubí y Steve. Si volvían a verse las caras el grandullón acabaría con él, Diamante lo sabía y si podía evitar esa situación mucho mejor. Rubí...era inutil, jamás estarían juntos, su relación era imposible. La quería pero...no había mujer que rechazara a Diamante y, si existía, jamás lo permitiria...

Cita:

- Jeje, ¡qué graciosa la chica ésta! - No sabía que era yo el suicida del grupo les digo sin mirarles, dado que no hay luz suficiente como para vislumbrar qué tienen en sus ojos.

Rebusco entre mis bolsillos, buscando algo que debería llevar en uno de ellos... Justo en el bolsillo superior de mi chaqueta encuentro lo que busco. - Aquí estás! Una libreta tamaño cuartilla, a la que pretendo darle una finalidad muy diferente a la habitual.

La abro y cojo un par de hojas, haciendo un rollo con las dos. - No durará mucho,, pero lo suficiente para ver un poco.. Menos mal que es un cuaderno casi nuevo.. Acerco el mechero a la punta de mi improvisada antorcha y una vez que ha prendido, la "enfoco" hacia el agujero. Con cuidado de no quemarme y de mantener la llama encendida

- No es mucho, pero dada la oscuridad total, es suficiente Mis pensamientos intentan apenas animarme a mí mismo. Parece que su función sea convencer a la llama de que debe dar todo lo que pueda de sí,, y durar hasta el límite.

Se acerca hasta el agujero arrastrando con ella a Rubí, cuya mano continúa apretando firme pero sin llegar a apretar demasiado. Sonríe irónica al arquitecto y le observa mientras improvisa una antorcha para ver qué hay en el sótano.

- Lánzalo - Se asoma al agujero esperando a que la luz ilume poco a poco la zona - Si tienes miedo, ya bajaré yo. - Vuelve a sonreir con malicia y sin quitar ojo del sótano espera alguna respuesta de Mark

Y así procedéis. Con precaución. Con inteligencia.

Sin piedad.

Decidido. Los dejamos ahí adentro y que la suerte les sonría lo más ampliamente posible. Un atisbo de arrepentimiento pudo haber surgido en vuestros corazones. Pero esa llamita se apagó rápidamente cuando Jimmy apareció desde detrás de la furgoneta con sus brazos llenos de provisiones.

Al mediano de los Skilton se le une el junior de los hermanos. Cojea visiblemente, pero da la impresión de que haber cerrado esa condenada puerta ha contribuído a mantener alejados malos pensamientos. De repente, es como si los tres hermanos hubieran estado solos toda la noche.

¡Seguro que el fin de fiesta mejora!

Un poco más rezagado avanza Greg. Cabizbajo y arrastrando sus pies por el barro. De nuevo empapado y calado hasta el tuétano. Temblando. Cansado. Agotado.

Apenas un minuto más tarde, los tres llegáis a la biblioteca.

El fuego sigue encendido.

Con la llama en la mano, intento ver todo lo que puedo antes de dejarlo caer. Sé que con la caída la luz no durará mucho.. se apagará. Tengo más hojas, sí, pero tampoco es para ir desperdiciándolas..

La maniobra del arquitecto es sutil y resolutiva. El cuaderno...

Usando uno de los mecheros prende una de las hojas del cuarderno a modo de antorcha. El papel arde con facilidad, proyectando una serie de sombras danzantes en un tapiz color anaranjado. Las caras de los presentes adquieren unos rasgos nuevos por arte del fuego. El silencio impera y la tensión se masca en el ambiente.

Spinner introduce cauto su mano un poco por la hendidura del suelo. Cuidado de no quemarte, chico listo...

Las tinieblas retroceden perezosas, lentas y cansinas. El reinado de oscuridad ha llegado a su fin por unos fugaces instantes. La improvisada antorcha no durará demasiado. Y las hojas del cuaderno son finitas. Después todo volverá a su orden natural. La soledad y la negrura.

Busca arañas, trampas, insectos. Vamos Mark, despabílate!

Con facilidad el arquitecto observa la escalera, que arranca justo en el otro borde de la abertura. No hay nada extraño. Ninguna horda de insectos se lanza a por el brazo de Spinner. Ningún dardo envenenado con drogas que obnubilan la mente y empozoñan el alma ha sido disparado. Ningún clavo oxidado aparece a primera vista, cargado de tétanos para parar el diafragma de los compañeros.

Dos segundos más tarde Mark deja caer lo que queda de la hoja al fondo. La antorcha rasga el manto de tinieblas en una caída suave hasta posarse en el suelo, poco más de dos metros más abajo.

La linterna aparece caída y abierta en su parte trasera. Hay una pila justo al lado. Falta otra para que funcione.

Poco después, zzzzzssssss.

Oscuridad.

El arquitecto repite la misma maniobra para observar un poco mejor, encontrando los mismos hallazgos.

Bastante más convencido de que no es un suicidio,, por lo menos a primera vista, incluso me planteo el descender.

- Yo no he visto nada raro.. ¿Y vosotros? les pregunto a los demás dado que, pese a confiar en mis percepciones, sé que es mejor 6 ojos que 2. - La suposición es la madre de los metepatas me digo a mí mismo sabiendo que no debo confiarme demasiado.

- Y ahora, ¿quieres que echemos a suertes quién baja? le pregunto irónicamente a Eli.