Partida Rol por web

Licor y sangre

1. The Green Mill

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14/09/2011, 23:40
Director

3 de octubre de 1923 - 20:31

The Green Mill aún no estaba lleno del todo, pero la atmósfera era pesada y pegajosa. El humo había llenado la sala por completo cual la niebla londinense. Los clientes regulares charlaban y escuchaban la música, los recién llegados observaban el lugar y buscaban un sitio. Las cigarreras iban y venían con su mercancía colgada del cuello, riendo como idiotas las bromas de clientes borrachos que no estaban interesados más que en sobetear algún culo incauto. Mina Camargo estaba al piano. Hoy no cantaba, sino que simplemente tocaba con el resto de la banda. La chica ciega no veía lo que había a su alrededor. Para ella sólo existía el piano. No se percató de la llegada de Matthias, por supuesto. Quien sí lo hizo fue Bobby, el jefe de sala.

Notas de juego

Música

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14/09/2011, 23:56
Bobby

-Señor Galais -saludó el camarero mientras inclinaba la cabeza de forma servil-. El... el señor Whelan ha llegado hace diez minutos. Está en el despacho. Quería verle, señor.

La escalera que llevaba al despacho tenía algo de luz proveniente del piso de arriba. Oteando el local, Matthias descubrió a una mujer que solía ir por allí. A Tommy Whelan, su jefe, no le gustaba demasiado verla alli y solía ponerse de mal humor. Bobby vio que la miraba y asintió.

-Vino a eso de las siete y lleva sentada ahí desde entonces.

La mujer miraba fijamente a la banda. Era rubia, llevaba el pelo cortado a la moda y llevaba un traje de varios cientos de dólares. Iba sola y fumaba con boquilla. Sobre la mesa había una copa de vino rosado a medio llenar. Matthias no sabía cómo se llamaba ni por qué a Whelan le gustaba tan poco, pero era guapa y a los clientes les gustaba intentarlo con ella. A veces los mandaba a paseo, pero otras mantenía largas charlas con ellos. A veces se iba acompañada. Pero lo cierto era que vestía demasiado bien para ser una buscona.

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15/09/2011, 11:02
Matthias Galais

Matthias entró en el local con aire ausente y elegante. Vestía una gabardina beige, y bajo esta un traje de seda hecho a medida, zapatos recién lustrados y un sombrero del que sobresalían algunos rizo oscuros. Oteó el lugar de forma rutinaria, reconociendo algunas caras y saludando a aquellos que se fijaban en él. Por un instante, de camino a la barra, se paró para observar la hermosa figura de Mina recortada por los focos del escenario. Sentada frente a su piano estaba espléndida, y le maravillaba su habilidad para acariciar las teclas a pesar de su ceguera.

-Guárdame esto, por favor, Bobby –dijo ofreciéndole la gabardina y el sombrero mientras vigilaba a la dama de pelo rubio-. E insta a la señorita a que abandone el local dentro de un rato, si es tan amable. No quiero altercados mientras el señor Whelan esté aquí.

Le dio propina y le palmeó el hombro mientras subía las escaleras hacia el despacho desabrochándose la chaqueta. En aquellos lugares atestados de gente se concentraba demasiado calor. Cuando estuvo frente a la puerta, llamó tres veces con los nudillos y esperó a que la voz del interior le diera permiso para entrar.

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15/09/2011, 11:20
Director

Bobby miró a la mujer algo inseguro, pero asintió y cumplió las órdenes de Matthias. Mientras, él ya había subido las escaleras y llamado a la puerta del despacho. Tenía un cristal en la parte superior que había sido tratado para dar intimidad, y un cartel sobrio que indicaba que sólo estaba permitida la entrada a miembros del personal.

La voz de su jefe sonó al otro lado.

-Pasa, Matthias.

Había en ella algo que a Matthias le hacía palpitar el corazón con fuerza.

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15/09/2011, 11:21
Tommy Whelan

Al otro lado del escritorio, Tommy Whelan miraba el libro de cuentas. Estaba recostado sobre la silla cómodamente, pero en sus gestos nunca había paz. Siempre parecía que le crispaba algo.

En los dos años que llevaba Matthias a su servicio había detectado algunas cosas extrañas relacionadas con Whelan. Tommy insistía en que Matthias lo llamase por su nombre de pila, pero al resto de sus allegados no les permitía esa cercanía. Solía buscarse una chica distinta cada noche, pero no se le conocía una amante duradera como al resto de gangsters. Tenía unos veinticuatro o veinticinco años, pero era más inteligente que cualquier chico de esa edad. Y, la más importante, Matthias se había enamorado de él. Era demasiado hombre como para planteárselo abiertamente, incluso en sus pensamientos. Pero Matthias sabía que lo amaba como nunca había sido capaz de amar a Cristen. Cuando Tommy le miraba a los ojos, algo se estremecía en su interior. Tommy nunca lo había hecho, pero si se lo pidiera, Matthias habría mantenido relaciones sexuales con él de buena gana. De hecho, en ocasiones le cruzaba la mente una imagen así, la de Tommy abrazándole con manos frías y tocándole como tocaba a algunas de las chicas del club.

Era un chico guapo, con el pelo rubio corto por los lados y algo más largo en el centro, lo justo para peinárselo hacia atrás con gomina. Tenía los ojos hundidos y la piel muy clara. Se había quitado la chaqueta del traje y la americana permitía que se viese que, a pesar de su delgadez, era bastante fibroso. Estaba fumando, pero al ver a Matthias apagó el cigarrillo en un cenicero y dejó el libro a un lado.

-Matthias. Estaba mirando el libro de cuentas.

El local tenía dos. Uno para las cosas legales, otro para las ilegales. Sólo Matthias y Tommy sabían dónde se guardaba el segundo.

-Todo va bien. ¿Cómo estás? -Sirvió en dos vasos un dedo de un licor marrón y tostado-. Mira, prueba. Brandy de calidad, recién traido de Canadá. Nada de porquería oscurecida con yodo. Delicioso.

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15/09/2011, 15:57
Matthias Galais

Matthias tomó asiento frente a Tommy mientras se aflojaba la corbata con cierto alivio. Cogió el vaso y bebió paladeando el licor para dar su aprobación. El chico no mentía.

-Francamente bueno, sí –dijo. Se acomodó en la silla y frunció el ceño levemente antes de responder-. Cristen ha tenido una buena semana, aunque el doctor ha dicho que sigue sin haber mejoría. Tampoco es una novedad.

Últimamente se le notaba más cansado y hosco que de costumbre. Aparecía poco por el bar, pero era un respiro para sus preocupaciones hacerlo y encontrarse a Tommy allí. Su presencia le gratificaba, le reportaba paz aún cuando todo parecía teñirse de humo gris, y aunque no era muy hablador, con él no tenía reparos en serle sincero. Al menos de forma breve y escueta. Claro que todo eso, la confianza, la admiración, el deseo… eran cosas que jamás admitiría y que estaba dispuesto a llevarse a la tumba. Tommy Whelan era un genio para su edad, un excelente jefe y un buen amigo, nada más. En la vida un hombre tenía que saber comportarse y reconocer su posición. La suya estaba ahora al lado de su mujer, y nada ni nadie cambiaría eso.

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15/09/2011, 16:57
Tommy Whelan

La bebida bajó por la garganta de Matthias, dulce y cálida. Le quemó la garganta y el estómago, y notó que rápidamente se extendía por sus venas, vibrando. Notó que sus músculos volvían a hincharse. No era algo que se pudiese ver a simple vista, pero él lo sabía. Se había puesto muy fuerte en estos últimos años.

-Me alegra saber eso. Envía mis saludos y mis mejores deseos a tu mujer, Matthias.

Tommy apuró el vaso de un trago y sirvió otro a Matthias, esta vez doble.

-Necesito que hagas algo. Hay un hombre al que quiero que sigas. Quiero saber lo que hace a todas horas, con quién se reúne, a qué sitios va... No puedes dejar que te vea ni que sepa que le sigues, ni él ni sus hombres. Y quiero que seas tú y no uno de tus chicos.

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15/09/2011, 23:27
Matthias Galais

No le gustó en absoluto cómo sonaba eso. Ya no por el riego que implicaba el trabajo en sí, sino por la cantidad de tiempo que debería invertir en ello. Tampoco estaba seguro de seguir conservando todas sus habilidades como cuando era joven, aunque no era tarde para comprobarlo. Cambió de postura en el asiento y finalmente se inclinó hacia adelante.

-Tommy, no es un buen momento para tenerme ocupado todo el día –dijo con rudeza, aunque no era una negativa. Le costaba negarle cosas a Tommy-. Durante cuánto tiempo o hasta que encuentre qué.

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16/09/2011, 10:29
Tommy Whelan

-Sé que tienes problemas en casa. Pero sólo confío en ti.

Tommy se inclinó hacia delante. No le estaba pidiendo nada, él no era esa clase de persona. Matthias le había visto siendo extremo: o trataba de motivarte para que hicieras algo por él, tratándote amablemente y ofreciéndote recompensas, o te cogía del cuello y te levantaba en vilo con una sola mano. Tommy tenía una mecha corta, pero con él solía impacientarse menos.

-Mira, ese cabrón me está jodiendo. Si me jode a mí, te jode a ti y jode a Cristen. Y a Bobby, y a Charlie, y a Mina. Y hasta a las cigarreras. Y a la banda. Si me jode a mí, todo esto se va al carajo, Matthias. Por eso quiero saber de qué pie cojea, por dónde se mueve y con quién. Porque si tienes una pistola apuntándote a la sien, te piensas disparar la tuya.

Un escalofrío recorrió la espalda del gangster. Cuando Tommy le hablaba así era capaz de hacer cualquier cosa. Su admiración por él crecía y todo lo que le decía le sonaba bien. El corazón se le había acelerado y tenía la boca seca.

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17/09/2011, 00:23
Mina Camargo

Todo aquel que conociera íntimamente a Mina sabría que a pesar de estar tocando aquella pieza con una habilidad excelente, no estaba poniendo en ella ni la mitad de entusiasmo que ponía en otras. Si por ella fuera solo tocaría clásicos y baladas más acordes a su personalidad, pero los clientes no bebían si estaban demasiado ocupados escuchándola. La música que salía del piano en ese momento le resultaba insoportable, pero parecía incitar a los hombres del bar a reír, fumar y beber más. Aquello quería decir que el dueño estaría contento, lo cual se suponía que a ella también debía causarle el mismo efecto. Cuando tocas para sobrevivir no hay muchas opciones.

Al acabar la pieza respiró hondo y levantó la mano para que una de las camareras le trajera un poco agua. Tanteó el aire hasta encontrar la mano de la muchacha, quien la condujo hasta el vaso, y lo tomó entre sus delicadas manos.

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17/09/2011, 00:41
Director

Mientras bebía el vaso, la voz de la camarera sonó cerca de su oído:

-Mina, hay una mujer que quiere hablar conti... Oh, vaya -Chascó la lengua-. Bobby la está echando. Creo que el jefe le ha dicho algo al respecto. Hum. Mira hacia aquí y me hace un gesto.

La camarera se frenó un momento.

-Parece que quiere que salgas un momento.

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18/09/2011, 15:14
Matthias Galais

Matthias escuchaba con una atención inusitada en él, como si Tommy estuviese lanzando un glorioso discurso antes de lanzarse a la batalla. El griego se sentía plenamente dispuesto a ello, sin duda alguna.
-Tienes razón, tienes razón. Dime quién es y qué coño está haciendo para que te pongas tan alerta, y yo me encargaré de lo demás.

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22/09/2011, 23:23
Tommy Whelan

Tommy le pasó una nota manuscrita que indicaba una dirección y un nombre: "Hugh Anderson".

-Lo único que necesitas saber es que me está dejando mal frente a un pez gordo. No estaría mal saber en dónde mete las manos para tener un seguro... por si acaso. Ya me entiendes. Ah, y no vayas tú solo. Llévate a ese chico, John. Puede que tengáis que tomar turnos.

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23/09/2011, 13:12
Mina Camargo

-Ayudame a cruzar entre las mesas -dijo y cogió su bastón antes de levantarse y rodear el brazo de la camarera con el suyo.

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23/09/2011, 13:57
Director

La camarera la condujo abajo del escenario. Por lo general, Mina podía arreglárselas bien ella sola, pero en el club, con tanto movimiento de camareros, cigarreras y clientes, era más difícil. Una vaharada de humo la recibió al bajar al nivel de los espectadores. La camarera olía a perfume y a detergente, y más adelante pudo olfatear el sudor de los hombres que fumaban y reían en sus mesas.

Después recibió una brisa en el rostro al tiempo que el sonido se amortiguaba. Escuchó el sonido del motor de algún coche que pasaba frente al club.

-Está a tu izquierda -le indicó la camarera-. Sigo trabajando.

La dejó sola otra vez.

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25/09/2011, 01:05
Mina Camargo

Mina esperó en la puerta y se cubrió el cuello estirando el abrigo con la mano con la que no sujetaba el bastón. Por muy ciega que estuviera no era difícil adivinar que se encontraba en la calle: el aire abotargado que le irritaba los ojos y que olía a tabaco y sudor había quedado atrás al igual que el griterío. Allí solo había humedad y frío, y al parecer una sola mujer. Aunque no la veía ni la oía por culpa de su ceguera y del sonido del coche que se alejaba en la distancia, la joven pianista daba por hecho que aquella persona estuviera allí. Con los años había empezado a confiar en que las cosas estuviesen donde le decían que estaban... Al menos si las indicaciones provenían de alguien de confianza.

-¿Hola? -preguntó antes de tomar aire y esperar una respuesta positiva mirando a la infinita oscuridad a través de sus opacas gafas circulares.

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25/09/2011, 01:17
Director

-Ah, hola -dijo una voz femenina con tono afable. Escuchó unos pasos de tacón en su dirección y luego percibió una presencia. Perfume de mujer. Por la voz, debía rondar entre los veinte y los treinta-. Siento haberla hecho salir, señorita Camargo, pero he sido privada del privilegio de escucharla tocar. Parece que a su jefe no le gusta que visite el local.

Escuchó el sonido de un encendedor y luego el de una brasa avivándose. Una bocanada de humo la siguió.

-Disculpe, no me he presentado. Me llamo Verónica Huntington-Baxter.

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25/09/2011, 01:36
Mina Camargo

Mina aspiró el aire cuando la mujer desveló su posición y se giró hacia ella. Olía a perfume caro y a tabaco, al igual que los hombres que abarrotaban el bar todas las noches. A la pianista no le cupo ninguna duda de que debía tratarse de una mujer de cierto nivel.

-No estoy segura de que este lugar sea sitio para una mujer como usted. Quizá por eso mi jefe se niega a dejarla entrar -contestó sin variar su expresión-. Supongo que ya conocerá mi nombre... ¿Qué le trae por aquí, señorita Huntington? ¿Ha pasado junto a la puerta y me ha escuchado?

Si la mujer que decía llamarse Verónica contestaba que sí estaría mintiendo como una bellaca; no era normal que una mujer caminase sola por aquella calle a esas horas de la noche por casualidad. Pero Mina había aprendido que lo mejor que se podía hacer en estos casos era mostrarse ingenua y dejar que la persona contase su historia para después decidir que partes creer.

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25/09/2011, 01:45
Director

-No. Soy una cliente asidua del club -respondió ella, aumentando en afabilidad-. Eso sí, cuando el señor Galais no está en la sala. O, Dios no lo quiera, el señor Whelan.

Tommy Whelan era el jefe de Matthias. Las camareras decían que era joven y guapo, deslumbrante cuando quería... pero que, una vez te llevaba a la cama, nunca volvía a llamarte. Whelan nunca se había parado a hablar con Mina. Matthieu era el jefe y el administrador, y como tal era el intermediario entre ambos.

-Es imposible no admirar su capacidad para tocar el piano. Hacía mucho tiempo que no veía un genio así, señorita Camargo. He tenido que decírselo esta noche porque no puedo seguir abusando de su arte sin transmitirle mi entusiasmo hacia usted.

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27/09/2011, 00:29
Matthias Galais

Matthias asintió. Tomó el vaso que le había servido Tommy antes de comenzar a hablar y lo vació de un solo trago. Parecía serio. Debía serlo para que Tommy se pusiera así.

-De acuerdo -cogió la nota, la miró unos instantes y la guardó en el bolsillo interior de la chaqueta-. Me pondré a ello en cuanto pase por casa y recoja a John.

Se abrochó de nuevo los botones de la chaqueta y se dispuso a marcharse a no ser que tuviera algo más que decir.