Partida Rol por web

El golpe fue brutal para ella, quitándole todo el aire del cuerpo y dejándola de rodillas. Inmiscuirse en la lucha no fue la idea más brillante del mundo, pero a pesar del dolor sonrió satisfecha al ver al tipo caer al fin. Se levantó y le dio una muy débil patada al cuerpo, aspirando todo el aire que podía.

-Estoy bien- dijo antes de que alguno preguntara. Se agachó sobre el cuerpo y palpó sus bolsillos, esperando encontrar algo de utilidad.

Luego, con extrema precaución de parte de ella, ingresaron al fin al lugar. Todo estaba sumido en un inquietante silencio y no tardaron en llegar a donde sería el ritual. Al menos tuvieron la decencia de dejar un cartel indicativo. De no estar tan nerviosa habría soltado algún comentario.

-Bloody Hell- gruñó al ver que la puerta estaba cerrada con llave. Quizás alguno de sus compañeros pudiera forzarla o simplemente romperla. Aguzó el oído, tratando de captar canticos, voces o lo que fuera. Nada-. No vamos encontrar la llave a tiempo…- señaló la cerradura con la cabeza, indicando lo obvio.

Habían pasado a duras penas el primer guardia, un tipo “normal y corriente” que podía haberles ganado perfectamente aunque estuviera en desventaja numérica. Los chupasangres van a hacernos papilla. Esperaba que en un próximo encuentro tuvieran más suerte, eso o sacaría directamente su pistola y empezaría a pegar tiros, recordando que todavía tenía la bala especial que le había regalado Naomi.

Y al pensar en la maga, comprobó que estaba bien echándole un rápido vistazo y escuchando sus palabras, asintiendo sin preguntar para no retrasarlos más.

- Tal vez pueda reventar la cerradura, pero si hemos intentado guardar silencio hasta ahora no creo que sea buena idea.- Un plan B, disparar a la puerta y esperar a que se abriera.- Tiene que haber una llave cerca.- Se acercó al tipo que habían noqueado para rebuscar entre sus bolsillos, sino directamente buscaría por los cajones. En algún lado tendría que estar la llave.

El saco de patatas hizo lo que hacen los sacos de patatas... caer a plomo, para satisfacción personal del licántropo. Un rápido vistazo, y las palabras de Naomi, le dejaron tranquilo respecto al estado de todos; estaban más o menos en condiciones de seguir adelante... si era posible.

Ya en la cocina, echó un rápido vistazo por el ojo de buey que daba a la zona del salón, y después, sin esmerarse en mantener los modales, paseó por toda la cocina, huemeando, respirando fuertemente en el proceso, intentando captar aromas, esencias... tufos en general..

-Si los de la Orden de las narices están por aquí... me quedé con el olor de su jefecillo; debería poder dar con su rastro.

Naomi registro el cuerpo del tipo, encontrado una cartera con algo de dinero y una pistola* cargada que tenía en la parte de atrás del pantalón. Finalmente encontró unas llaves que encajaban perfectamente con la puerta trasera del edificio, pero que por desgracia no abrían la puerta de bajada al sótano por la cocina.

Aaron por si parte se dedicó a rebuscar por la cocina. Tenía que haber por la zona alguna llave si aquellas escaleras se usaban para bajar comida o bebida a la planta inferior. No podía ser que solo el jefe de cocina o el metre las tuvieran y si no estaban ellos la puerta no se abriera... ¿o si? Fuera como fuera aquella búsqueda dio con una varilla de las que se usaban para medir la temperatura de las hoyas. No es que fuera lo ideal para forzar cerraduras, pero desde luego ayudaría.

Stephen por su parte olfateaba cual sabueso. No tardó en captar el olor del padre McCall. Sin embargo era algo lejano, tenue. No tardo en descubrir que era porque no había pasado por la cocina. Parecía que estaba más allá de las puertas abatibles. Todos ellos pudieron escuchar al otro lado de aquellas puertas una voz masculina pero delicada.

— Por aquí por favor. El señor Mastret les espera y Lady March está a punto de comenzar. Bajen las escaleras y llegarán al salón principal. Pueden sentarse en cualquiera de las sillas libres. —

Naomi recibió un mensaje en su teléfono... Era el padre McCall

<<Esto va a empezar, más vale que estéis dentro porque ya no puedo ir a buscaros >>

Tenía que haber una llave de repuesto por algún lado, de eso estaba seguro. Siempre hay llaves sueltas por si pasa cualquier cosa. Estaba tan convencido que a pesar de encontrar una forma de abrir la puerta por otros medios “poco convencionales”, dejó la varilla a un lado para seguir buscando. Tiene que estar por aquí.

Había abierto hasta los cajones de los cubiertos y mirando en los armarios de las ollas, pero el lugar era grande y no tenían tiempo para remover uno a uno cada rincón. Aaron se obligó a detenerse, apartarse unos pasos para tener una vista panorámica y observar.

- Si fuera una llave, estaría en…- Susurró en voz alta mientras hacía su propio ejercicio hasta que sus ojos pararon en un lugar en concreto. Estúpido, pero tal vez efectivo.

Se acercó a un pequeño bote cuadrado que ponía “sal” y que, evidentemente, contenía el condimento. Lo levantó con dos dedos y ¡voilá! Allí abajo se encontraba una llave que parecía encajar a la perfección con la cerradura.

- Lo tengo.- Tiró la llave al vuelo y volvió a cogerla mientras se dirigía a la puerta, insertando la llave y dando un giro limpio para escuchar el “clic”. Facilito.

Naomi tomó la pistola con ambas manos, como si pesara demasiado o simplemente estuviera imitando algo que viera en la televisión. A pesar de tener el poder de la magia de su lado, o casi, el peso de arma le dio otra pequeña probada de poder, aunque distinto a todo lo conocido. Jamás en su vida tocó un arma, solo sabia lo básico mirando programas mientras se ocultaba. Solo por si acaso, la guardó en la parte trasera de su pantalón, esperando poder usarla llegado el caso o dándosela a alguno de sus compañeros si lo precisaba. También serviría de intimidación.

Ambos compañeros buscaron por los alrededores, usando las habilidades que la vida puso en sus manos, así que supuso que ninguno tenía la capacidad de abrir esas cerraduras como en las películas. Creyó que todos los policías podían usando solo un clip.

-No creas todo lo que sale en la tv… no tienes la nariz larga y llena de verrugas- aunque esas eran las brujas. La vibración de su celular casi le da infarto, revisándolo con rapidez. El viejo podría haberles hecho entrar, pero le deberían un favor… Se mordió el labio inferior antes de teclear.

Estamos por entrar… debemos evitar el ritual y recuperar el libro

Agregó lo del libro sabiendo que era lo que le interesaba a la orden, aunque no tenía idea de si querrían detener el ritual. Suponía que sí. Entonces oyó a Kaminsky, pareciendo feliz por primera vez que le conociera.

 -Oh... quería que lo abrieras con un clip- le sonrió contenta de no tener que romper la puerta y alertar a los chupasangres. Luego agregó con el rostro más serio-. La orden dijo que están por empezar…

-Rápido- apremió en voz baja- Entremos y cerremos a nuestras espaldas antes de que lleguen -Señaló con la cabeza a la puerta que daba al salón, de donde provenían voces de gente que, en breve, aparecería, sin duda

Esperó a que Aaron abriese para entrar tras él, y hacer uso de su buen sentido de la vista en entornos sin apenas iluminación

La puerta abrió, y una escalera que descendía se iluminó gracias a las luces automáticas que se encendieron en cuanto el primero pasó. Aaron fue el último en pasar y el que cerró tras de si. Las escaleras bajaban un piso solamente y daban a una nueva puerta que esta vez no tenía cierre.

Stephen, que iba en cabeza abrió con cuidado, para observar que ante él había una habitación pequeña en donde había varias neveras, una gran mesa central y varias pegadas a las paredes. Parece que allí era donde se guardaba y/o preparaba la comida antes de sacarla al salón principal.

Al otro lado de la habitación había una nueva puerta que, al igual que la de la cocina era abatible y disponía un pequeño ojo de buey...

El tiempo jugaba en su contra, siempre lo hacía, y sobre todo ahora que tenían al líder de esa extraña organización avisándoles que iban con el límite en los talones. Ya podría haberse callado. No le gustaba trabajar a contrarreloj, siempre ganaba la tensión por errar en el último segundo o el no saber de llegar, haciendo que perdieran atención o facultades.

Por eso no dudó demasiado, en cuanto vio una puerta se dispuso a abrir un pequeño resquicio y, si no había nadie al otro lado, pasar para seguir avanzando entre habitaciones.

- Vamos, no nos demoremos más.- Indicó al resto. Con suerte podrían buscar una excusa de haber llegado tarde si los descubrían por el camino.

No hubo media docena de colmilludos apenas cruzaron la puerta, eso ya era esperanzador. Las voces debieron seguir de largo o simplemente no estar tan cerca como creyeron. El armario empotrado que era Stephen el impedía ver más, pero también sería una esponja de balas.

-Perdón grandote- pensó al tener ese pensamiento, después de todo, a pesar de lo aterrado que era, estaba de su lado. Aaron parecía un cable estirado hasta el límite, tenso y a punto de romperse… o no, quizás era su forma de enfrentarse al problema. No tenía idea. Solo veía que su ceño estaba más acusador que de costumbre. No se atrevió a hablar, así que solo asintió a sus indicaciones.

Las neveras le dieron un escalofrío, pensando que dentro habría una buena ración de sangre o quizás algún cadáver entero. Incluso estuvo tentada a abrir una, solo por morbosa curiosidad, pero prefirió centrarse en la misión y curarse de espanto. La verdad es que bajarían sin un plan fijo, a la guarida de los vampiros que controlaban la noche, para evitar un ritual gracias a un libro de nivel 2…

-Estaré pensando en lo del nivel dos toda la semana- se le ocurrió comenzar un incendio, obligando a todos los vampiros a salir… pero eso pondría en peligro a los inocentes. ¿La alarma de incendios? Pues solo necesitaba corroborar que no había un incendio y ya… mejor sacó su celular y dejó todo listo para grabar. Si moría esperaba que alguien lo encontrara e hiciera una futura Blair Witch.

Mientras Aaron intentaba vislumbrar lo que había en la estancia siguiente, Stephen se aseguró de que no les seguían; parecía que aquellos a los que oyeron, accederían a la sala por otro acceso... más glamouroso; no estaba mal, eso quería decir que, al menos, había 2 accesos; el otro, y el que ellos estaban tomando.

-Bien, tenemos ruta de escape... -Murmuró, antes de hablar un poco más alto. Siempre, claro está, que tuviesen la llave localizada... Pero eso ya era tema de Aaron.

Para hacer un poco de tiempo, husmeó por lo que parecía una cocina; por la profusión de neveras.

Como parte de sus pesquisas, abrió algunas de ellas...

Stephen abrió una de las neveras. Para su sorpresa no encontró nada especialmente llamativo. Había cervezas, bolsas con comida embasada al vacío y en general estaban bastante limpias. Sin embargo... llegó a una que no pudo abrir. Se percató de que había un candado. No le costó romperlo, y al abrirlo descubrió lo que quizá esperaba encontrar desde un principio. No es que estuviera lleno, pero había un buen surtido de bolsas de sangre en las que había escrito no solo grupo sanguíneo, sino también datos sobre la persona como si era hombre mujer, raza o edad...

Mientras tanto, Aaron y Naomi abrieron el quicio de la puerta y se asomaron con cuidado. Vieron que había pasillo bastante corto desde su posición hasta el salón. Podían ver perfectamente un buen número de sillas ocupadas por gente que miraban con atención hacia lo que seguramente fuera el escenario. De pie, justo detrás de las sillas otro nutrido grupo de personas que se habían quedado sin sitio para sentarse también observaban en la misma dirección. No tardaron en encontrar tanto al padre McCall como a sus dos "lacayos", se habían separado. Las primeras filas no eran visibles desde allí, pero pudisteis escuchar una voz femenina.

— Bienvenidos. Me alegra ver que esta convocatoria ha llamado la atención de tanta gente. Quiero daros las gracias a todos, pero especialmente al sire de esta comunidad. Mastret, quiero agradecerle esta oportunidad, y pronto verá, usted y todos los presentes. De lo que seremos capaces con este libro. —

Contuvo la respiración cuando Stephen abrió una de las neveras, deteniéndose levemente anticipándose… pero la decepción fue bastante grande al ver que era una nevera como cualquier otra, incluso estuvo por bromear sobre ello cuando oyó que el licántropo abrió la última usando algo más de maña. Al fin. Bastantes bolsas de sangre, con sus etiquetas y todo, como si hicieran distinción entre comida vegana y todo lo demás.

-Al menos no contenía un cadáver- pensó preguntándose a su vez si esas muestras eran voluntarias o no. Casi seguro tenían un trato con las clínicas, siendo así mucho más sencillo conseguir alimento.

Se acercó bastante al cuerpo de Aaron cuando ambos se asomaron a ver que ocurría, localizando al fin la dichosa reunión. Incluso oyeron a Isabel orgullosa y con el libro en su poder. ¡Genial! Ya tenían todas las piezas en el lugar… ¿Ahora qué? ¿Apagar las luces? Los Vampiros seguro podían ver en la oscuridad. ¿Prender fuego todo? Estaba lo de salvar a la gente y que el libro resultaría inflamable. ¿Salir de entre las sombras armas en mano? Dudaba que tuvieran suficientes balas para todos, incluso con puntería perfecta.

Sacó su teléfono, grabando la escena, aunque aún no tenía un plan definido. Un solo guardia seguramente le fisuró una o varias costillas, no se atrevía a pensar en lo que le harían un enorme grupo de vampiros.

Noticia buena: Habían encontrado el libro. ¿Mala noticia? Hemos encontrado el libro.- Sí, también era malo porque les obligaba meterse en el meollo de la reunión, teniendo que acercarse un poco para poder idear un plan.

- Movámonos, pero con cuidado.- Susurró al grupo mientras se adelantaba para dirigirse a los bancos, fijándose en que su nuevo grupo de amigos estaban ya sentados. Veamos si podemos no llamar demasiado la atención.- Buscó un asiento libre por las últimas filas para sentarse, fingiendo ser únicamente un invitado que se había retrasado un poco.

Lo de la sangre no le había pillado por sorpresa; sí que fuese una cantidad relativamente modesta... lo justo para unos pocos en un momento puntual, es decir, no una reserva para varios días y un grupo numeroso. En otras circunstancias, se podría haber detenido para especular al respecto, pero no, no era el momento.

Asintió al plan de Aaron... acercarse, enterarse; cierto era que no eran suficientes para hacerse con el dichoso libro, ni contando con sus teóricos aliados... habría que esperar la oportunidad, y eso implicaba... moverse, esconderse entre la masa.

Avanzó, al amparo de la oscuridad, buscando la espalda del grupo que estaba de pié. Al ser alto, no tendría problemas para ver lo que sucedía desde el final del grupo, intentando que no se notase su presencia.

Naomi enarcó su ceja ante la sugerencia de Aaron, pues quería acercarse a los vampiros por detrás y fingir que estaban ahí por lo mismo… ¿Sería posible? Soltó un suspiro, tranquilizó su corazón y con apreciable sangre fría, avanzó para situarse no tan cerca de Kaminsky. Con suerte, si alguien ve a uno, no verá a los demás.

La maga hizo el mismo ejercicio que cuando realizaba un conjuro, serenando su mente para que ninguna distracción el invadiera. De no ser por su vestimenta tan característica, podría haber pasado por otro invitado, caminando con seguridad y discreción a la vez. Solo por si acaso, evitó mostrar demasiado su rostro, en caso de que la tal Isabel fuera otra maga como sospechaba y le reconociera.

La atención de los presentes estaba centrada en Isabel, y la de la propia vampira en el libro y en aquello que fuera a realizar. Nadie se percató de que había unas cuantas personas allí que no deberían estar. Stephen, Aaron y Naomi pudieron ver que Isabel se encontraba en una especie de escenario, detrás de un atril sobre el que descansaba el libro cerrado. En las primeras filas pudieron ver que había un hombre alto y fuerte que quizá consiguieron reconocer. Era Mastret. Entre la primera fila y el escenario había seis personas que pudisteis reconocer del bar. Estaban de rodillas, en una especie de trance que los mantenía en una duermevela. Con los ojos cerrados y ajenos a lo que ocurría allí.

Mastret asintió levantando la mano, dando permiso a Isabel para que comenzara. La mujer asintió, abriendo el libro por una página que ya tenía marcada con anterioridad.

— Es la hora de obtener el poder que nos dará la ventaja que necesitamos. Señor Mastret. Pronto verá que no solo soy digna de unirme a su comunidad... sino de estar a su lado. Le ofrezco, todo este poder. —

La mujer comenzó a recitar unas palabras en un lenguaje que nadie parecía reconocer...

Desde una cómoda posición en las sombras podía ver, más o menos, todo. Desde luego, había mucho público... quizá... demasiado. Una mirada aprensiva hacia los que estaban más cercanos al atril... seguramente, alguna idea tenían de por qué estaban allí, pero... por otra parte, dudaba de si realmente eran conscientes de en lo que se estaban metiendo.

Buscó con la mirada a los demás; no se les veía claramente; eso era bueno; malo habría sido que destacasen como antorchas.

Procuró moverse lo menos posible; en la oscuridad, el movimiento te delata, salvo si ves "especialmente" bien, y quien pudiese hacer tal cosa, previsiblemente estaría más que atento a lo que pasase alrededor del libro. No obstante, no pudo dejar de intentar deducir, mediante sus sentidos, cuantos vampiros podría haber allí... sin contar, claro, con sus acólitos y simpatizantes.

Parecía que era un niño que no sabía sentarse puesto que su postura era visualmente incómoda. Echado hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo y un tanto caído, como si hubiera intentado tumbarse sobre la silla de madera. Sus dedos se agitaban sobre su pantalón para quitarse alguna mota invisible de polvo mientras atendía a la escena, sabiendo que era tiempo de dejar de ser espectadores.

- Chst.- Chistó en voz baja a Naomi mientras se inclinaba hacia ella, queriendo llamar su atención.- ¿Tienes alguna forma de causar revuelo? Invocar una bola de fuego, un dragón o a mi puta ex-suegra, lo que quieras.- Tal vez una distracción fuera buena idea, aprovechando esos momentos para tomar el libro.- Haz lo tuyo.

Estuviera de acuerdo o no, se levantó de su asiento para ir justamente al lado contrario de Stephen, abarcando más terreno. Quería acercarse o dirigirse a alguna de las cortinas si es que había, recordando que tenía un mechero. En el peor de los casos, no necesitaba magia para hacer fuego.

Listo, estaban en medio de un nido de vampiros, a punto de presenciar un ritual de sangre que terminaría muy mal para cualquiera que no tuviera colmillos prominentes… ¿Ahora qué? Naomi se dio cuenta que la verdad es que no tenían ningún tipo de plan una vez estén dentro, lo que les dejaba en muy mala posición. Entonces la tal Isabel, luego de mostrarse muy servicial, comenzó su encantamiento. Tenía que detenerla antes de que lo finalizara, ya siendo sacando de la escena los sacrificios o a ella misma. No era una vampira, de otra manera no buscaría ser como Mastret, así que debía ser tan frágil como ella misma.

-Arrójale un zapato Naomi, quizás le rompas un diente- miró a su alrededor, como si las paredes oscuras pudieran susurrarle un plan no suicida. Entonces oyó el chistido de Kamisky, a lo que se acercó levemente para oírle mejor… la cara de sorpresa de la maga ante el pedido no podía ser más obvia. Pero el ex policía empezó a moverse hacia un lado, esperando que la maga hiciera “lo suyo”-. Agh – gruñó por lo bajo, antes de levantarse de su asiento y acomodar su abrigo-. Bloody hell- dijo y alzó la voz. No tenía muchas otras opciones-. ¡AL FN TE ENCONTRAMOS! ¡ISABEL!- todos voltearían hacia ella, momento en el que debía poner cara de póker y parecer controlar la situación. Dejó medio segundo de suspenso, antes de continuar-. Tu búsqueda de poder se termina ahora. Usar a estos seres para tus planes no te dará ningún beneficio. Sus vidas no servirán para el hechizo- movió su mentón hacia los vampiros, como si fueran ellos los verdaderos sacrificios-. El concejo puso precio a tu cabeza.