Partida Rol por web

El lugar entero centró su mirada sobre Naomi. La mujer detuvo sus palabras mirando a Naomi, pero el escalofrío que sintió no era por aquello. Pudo sentir como uno de los vampiros, uno especialmente grande clavaba su mirada en los ojos de la maga. Pudo sentir como no solo observaba su cuerpo, estaba entrando en su mente, en su alma... Mastret sonrío mostrando sus colmillos.

— Chiquilla... no tienes ni idea de donde te has metido. — Fueron las palabras que Naomi pudo escuchar en su cerebro, arañándolo.

En ese momento un disparo resonó por la sala, desviando momentáneamente la atención del foco que habían puesto en Naomi. El disparo impacta directamente en el pecho de la vampiresa, haciendo que pierda el equilibrio hacia atrás, y comience a sangrar profusamente al tiempo que emite un grito de dolor.

El padre parece desaparecer entre el gentío, mientras el otro hombre de negro saca un cuchillo y se agacha, dispuesto a enfrentarse a quien se le acerque...

Gran parte de la atención está ahora en los dos hombres de negro*, sin embargo Mastret parecía obviar aquella "distracción", y no solo se fijó en Naomi... sino además se fijó en el hombre lobo. No dijo nada. Solo sonrió.

La mirada de Mastret encontró la suya, y no pudo dejar de notar el desdén en esa sonrisa de chupasangres engrído. Su instinto le decía que ese tipo era... cuanto menos, poderoso; no un mindundi de los que se asustan cuando le haces saber que tus colmillos son, cuanto menos, tan grandes como los suyos, y su "mordida", más potente, capaz de romper huesos... No, este tipo destilaba un aura de autoconfianza... y no era joven, mejor dicho, parecía un jodido veterano.

Lentamente, con el gesto arrugado en una mueca, se fué acercando a la posición de Naomi, evitando el arco en que se desarrollaban el resto de acontecimientos; este era un pequeño mundo aparte... Ese tipo, Naomi y él; el libro, la golfa lectora, los otros chupacabras y los pseudo-curas, tenían sus movidas; aquí había otro temita.

Tal vez un enfrentamiento entre machos alfa de distintas especies... algo primitivo..

Según se acercaba a Naomi, dejó de disimular su gesto, y mostró abiertamente la boca, los dientes... colmillos lupinos capaz de desgarrar y destrozar lo que atrapasen. El pelo de la nuca, erizado, era signo de que preveía una pelea inminente.

-Creo que sí tenemos una ligera idea -respondió al vampiro. Su respiración iba acompañada de un sonido ronco... de lobo.

Le había pedido a la maga que buscara la forma de distraerlos lo suficiente como para acercarse, pero nunca pensó que esa distracción sería inmolandose.

Se quedó un corto intervalo de tiempo mirándola confundido antes de escuchar un disparo, siendo una especie de pistoletazo de salida. Tenía que moverse.

Stephen se encargaría de proteger a Naomi, él tenía la misión de tomar el libro.. Y eso haría, o lo intentaría al menos.

Aaron echó a correr en dirección al libro, esperando no encontrarse con demasiados obstáculos. 

Apenas muchos pares de ojos rojizos de centraron en ella, un único y poderoso pensamiento se repitió en su cerebro: Eres una estúpida. Pero al notar la intensa mirada de Mastret, el jodido vampiro mayor de ese nido de vampiros, sintió el verdadero terror. Ya no tenían una tapadera y al querer hablar notó que tenía la boca seca. El disparó le hizo reaccionar, aunque fue para presionar su pecho, imaginado que uno de esos vampiros quiso acabar con su vida.

-Blo… bloody hell- no era con ella, sino con la maga que intentaba hacer ese ritual, aunque eso no importaba. Mastret ni siquiera pestañeó, totalmente enfocado en su nueva y jugosa presa. La maga no tenía ningún tipo de hechizo, apenas algo de fuerza de voluntad y unas uñas a las que le vendría bien una manicura, no tenía defensa alguna. Pero un enorme sujeto se metió en medio, reconociendo su nunca, allá en lo alto-. No te fíes- le dijo a modo de agradecimiento, pues estaba plenamente segura que ese tipo seria extremadamente poderoso. Al menos esperaba que los “regalos” que les dio a ambos sirvieran contra él.

Vio como Aaron intentaba llegar al libro, lo que le dejaba a ella sin un objetivo claro. Hasta que recordó que ella tenía un arma, la que sacó de su pantalón teniendo ese breve sentimiento de seguridad. Iba a intentar ayudar a Aaron, disparando a cualquiera que pareciera querer acercarse el libro. No intentaría disparar a alguien que estuviera muy cerca de él, pues tampoco quería herirle por error. Y si alguno se acercaba a ella: balazo en toda la cara.

-Buen plan Naomi… trata de no darte en un pie.

Aaron comenzó a caminar hacia el libro, mientras varios vampiros se avalanzaban sobre sus enemigos. Tuvo que esquivar varios chupasangres que solo veían a aquellos dos pobres diablos de negro. No durarían demasiado, así que tendría que ser rápido. Conforme avanzaba pudo ver que además de él mismo había otra persona moviéndose entre las sombras. Era McCall, que parecía tener el mismo objetivo que él. Por su parte Isabel se había recuperado, y de su herida comenzaba a salir un pequeño hilo de humo. Sus ojos se habían tornado agresivos, y mostraba sus colmillos buscando a su presa...

Naomi sacó su pistola mientras observaba como unos ocho vampiros se lanzaban contra los dos hombres de negro. El primero volvería a disparar, el segundo sin duda trataría de clavar el cuchillo en el primero que llegara... pero estaba claro que no tendrían ninguna oportunidad contra todos ellos.

Mientras tanto Stephen centraba toda su atención en Mastret. Y no era para menos. Si se iniciaba un combate un despiste podría ser fatal.

— Vaya vaya... ¿Qué ha traído a uno de los tuyos a mis dominios? — 

Mastret parecía tranquilo. Dió un par de pasos, apartando las sillas con su propio cuerpo. Todavía estaba demasiado lejos como para abalanzarse. Abrió sus manos, mostrando el lugar. Sonrió mostrando sus colmillos.

Centró toda su atención en el jefazo de los de allá abajo; los demás, serían meras comparsas... relativamente, claro.

-Se dice... que el libro ese lo habéis conseguido de mala manera. Verás... su legítimo dueño quiere recuperarlo. Está muy feo andar tomando lo que no es de uno, ya lo sabes. Venimos a recuperarlo, simplemente; que esté en "tus dominios"... como si está en San Pablo.

Lentamente, se puso el guante que le pasase Naomi hacía ya un rato largo, ajustándoselo correctamente a la diestra, pero sin perder de vista al vampiro, que con toda la calma del mundo, se iba acercando.

No esperaba que la tal Isabel se levantara con unos dientes bastante vampíricos. Creyó que hizo todo eso para pertenecer a los chupasangres, pero parecía que ya lo era. Eso o era otra criatura. Como fuera, Aaron y McCall (quien dejó vendidos a sus hombres) iban a por el libro. Mientras tanto, Stephen y Mastret se acercaban para terminar aquello a los golpes.

-Bueno, veamos cómo sale…- como Aaron tendría que llegar al libro, Naomi decidió apuntar a Isabel. Tanto si fallaba como si le daba, lograría atraer su atención y hacer las cosas más sencillas para el ex policía.

El disparo le asustó, perdiéndose dios sabe dónde y sin lograr darle a nada. Definitivamente aquello no se le daba para nada bien. Pero esperaba haber logrado su objetivo. El cual era suicida.

Si había un mal momento para demostrar que el deporte no era el suyo, era precisamente ahora.

Aaron corrió, o más bien caminaba rápido esquivando sillas y gente, terminando por empujar algún rezagado que le hizo ir más lento de lo que debería o directamente frenar para buscar un hueco.- ¡Apartaos joder! – Terminó por gritar frustrado al ver que no llegaba, siendo lo más seguro el último.

No sabía qué estaba haciendo sus compañeros al no querer perder más tiempo, confiando en que ambos pudieran encargarse de su parte. Bastante tenía él con la suya.

Isabel, ya totalmente recuperada* observaba como la herida de bala de su pecho se había cerrado casi por completo. Escuchó un disparo, pero hizo caso omiso. Centrándose en el hombre que claramente iba a hacia ella. De un salto se colocó encima del atril de forma animal. Apoyando sus botas sobre el libro. En cuanto tuvo al alcance al padre saltó como un felino y calló sobre el padre. Podría haber sido mortal, pero McCall sacó su porra policial golpeó casi al mismo tiempo a la vampiresa, que había logrado arañar con sus uñas parte de la cara del sacerdote. 

Los dos rodaron por el suelo, dando a Aaron un tiempo valioso para su siguiente movimiento. ¿Ayudaría al padre McCall o lo dejaría a su suerte contra la vampiresa para ir a por el libro?

Mientras tanto, Naomi pudo ver como un par de vampiros fueron golpeados por los dos hombres de negro, incluso uno pareció caer al suelo cuando una bala atravesó su frente. Retrocedían luchand con garras y dientes, pero el primero de ellos, el del cuchillo, no tardó en soltarlo al tiempo que uno de los vampiros le mordía el brazo y lo tiraba al suelo. El otro seguía retrocediendo.

- ¿Estáis aquí por el libro? Jajaja - Mastret se detuvo y rió. Miró a su alrededor, observando la situación. - ¿Un hombre lobo, una muchacha que no sabe disparar y un grupete de la orden? Parece que el libro es más interesante incluso de lo que esa extranjera quería hacerme ver. Os daré una oportunidad. Decidme lo que sabéis del libro. Y vosotros dos podréis iros a vuestro nidito de amor, intactos. -  

El vampiro giró su cabeza a un lado, mirando a la hechicera...

Se quedó parado, sorprendido, aunque sin bajar por ello la guardia; había algo extraño. Su instinto así se lo estaba diciendo a gritos, y la causa... eran las últimas palabras del vampiro.

-Espera... Me vas a decir... ¿que no sabes exactamente lo que puede haber en ese libro?

Recalcó la palabra "exactamente", y enfatizó la frase señalando en dirección al libro, mientras las cejas, fruncidas, arrugaban aún más sufrente... Estaba más sorprendido que hacía unos momentos.

-Su dueño quiere recuperarlo, y en sí es poderoso, tanto como para que los curas lo quieran tener a buen recaudo. A tí ¿Qué te han contado de él? -Sonrió- ¿Qué te han vendido?

Era lo que no le cuadraba... Mastret... ¿habrían jugado con él? ... Vampiros ingenuos... quizá alguien se la estaba jugando.

Todo esto, ajeno a lo que pasaba alrededor... algún disparo, algún sonido de golpes, gritos... pero estaba centrado sólo en Mastret y sus respuestas.

De nuevo estaba entre esa situación de ayudar a alguien contra un vampiro o huir, en este caso en dirección al libro para dejar a su suerte a McCall. Por supuesto la opción más fácil era la segunda, en realidad era la que la lógica le pedía por pura supervivencia, pero estaba justamente ahí por dejar de escuchar a su lado justiciero.

- Joder… - Masculló entre dientes mientras viraba la dirección para intentar ayudar a McCall, sacando la pistola y apuntando a Isabel.- ¡Suéltale o disparo! – Tenía la bala especial que le preparó anteriormente Naomi, esperando tener la puntería suficiente como para darle.

Era pésima disparando. Tanto que ni siquiera sirvió para atraer la atención de la vampiresa… aunque en cierta forma lo agradecía viendo como atacaba al padre McCall y casi le arrancaba la garganta de un zarpazo. Definitivamente fue mejor que su plan surtiera efecto. Aunque el plan de todos ellos se estaba yendo al garete, normal cuando no tienes un plan y decides improvisar.

-¿En serio crees que si tuviera el poder hacerlo no lo intentaría en ella misma?- le dijo a Mastret, aprovechando que Stephen estaba de charla con el vampiro-. Y no, no se disparar, se me da mejor otras cosas…

Naomi se agacho, justo detrás de Stephen, soltando unas palabras atropelladas en una lengua muerta, creando una zona de protección alrededor del licántropo. Si algún vampiro se acercaba lo suficiente, seria rostizado… o algo así.

El disparo sonó como cualquier otro. Aaron le había costado concentrarse con todo aquel jaleo alrededor, pero Naomi había invertido tiempo y esfuerzo en aquella bala, y al igual que sus cigarros solo le quedaba una. No podía fallar y no lo hizo. La bala impactó en el hombro de la vampiro. No debería de haberle causado demasiado daño, pero, Isabel salió despedida hacia un lateral, estrellándose contra la pared del vestíbulo. Una gran cantidad de sangre salió de su boca cuando por fin cayó al suelo de rodillas.

Su respiración se entrecortaba mezclándose con la tos mientras observaba su hombro. Miró a McCall, quizá preguntándose que había pasado. Entonces reparó en Aaron y en la pistola todavía humeante. 

El grito aterrador aturdió al detective lo suficiente como para que Isabel pudiera acercarse a una velocidad sobrehumana. Golpeó con su mano abierta en el abdomen del detective, perforándolo como si fuera mantequilla. Un relámpago de dolor le recorrió la espalda y no tardo en sentir el aliento de la mujer en su rostro. Sonreía.

McCall recogió las patas de una de las sillas del suelo y fue a atacar a la vampiresa; pero esta pudo reaccionar a tiempo. Girándose, sin sacar la punta de sus dedos del cuerpo de Aaron, y usando su otra mano para detener el ataque justo antes de que le intentara atravesar la espalda...

Gruñó...

Mastret había levantado su mano. Al principio Stephen no sabía porqué, pero pronto se dió cuenta que se había formado un círculo de aquellos chupasangre al rededor de ellos, sus rostros mostraban un ansia asesina. Habría unos veinte. Naomi pudo ver como, aunque el hombre lobo le protegía del líder, poco podría hacer contra los vampiros que comenzaban a arremolinarse detrás de ella. Parecía que ya habían acabado con los dos agentes de la orden de San Beda.

Ya no veían a Aaron ni a McCall ni a Isabel, pero estaban seguros que había escuchado un disparo. Lo más curioso de todos modos es que parecía que solo les interesaba lo que ocurría con Mastret; habían dejado a Isabel de lado.

Thibaut Mastret pensó unos segundos su respuesta.

— Desde el principio no me dió buena espina esa Isabel. — Giró la cabeza hacia un lado, crujiendo su cuello. — No me gusta la orden. Esos sacerdotes son... perversos. Pero como he dicho no tengo nada contra vosotros. Y no me interesa una guerra abierta con los licántropos; al menos no ahora. —

El vampiro paseó su lengua por sus labios y sonrío. Hablaba solo a Stephen, obviando a Naomi deliveradamente.

— Te ofrezco dos opciones. Os marcháis de aquí. Yo me quedo el libro, y vosotros dos vuestra vida. Nos encargaremos de Isabel a nuestra manera. La segunda... te enfrentas a mí. Tu hembra podrá dar fe a tu manada que ha sido tu decisión y que tu muerte fue honrosa. —

— ¿Qué decides? —

Ignorando a los demás vampiros que les hacían corro, no apartaba los ojos de los de Mastret. No era difícil reconocer en él a un líder, y por ello, le respetaba. Había sonado algún disparo en la oscuridad, pero parecía no importarle.

Respetaba, pero no temía, a quien tenía frente a él.

Meneó la cabeza.

-Te haré una contraoferta; devolvemos el libro a su dueño legítimo; luego la ya Orden tratará con él para intentar quedárselo, aunque preveo que no estará muy de acuerdo, y necesitará contratar a alguien para "solucionar el asunto". Vosotros seguís con vuestra vida y actividades habituales, y dejamos que la vida siga su curso. -Hizo una pausa- Probablemente pasen cosas malas a partir de ese momento, y si estáis listos, podéis tomar alguna ventaja, sin entrar en conflicto con nadie.

No dejó de mirar al vampiro líder cuando soltó la última parte de su oferta negociadora.

-Y si no,... aceptaría la segunda opción que propones, pero por si acado... antes aclara con los tuyos quien será el líder si pierdes. Nunca se sabe.

Sonrió, confiado.

- Hostia puta… - Se quedó unos segundos mirando a Isabel sorprendido, todavía con la pistola en sus manos. Esperaba que la bala fuera especial, por algo la mala “había hecho lo que sabía hacer”, pero no que el arma se convirtiera en una especie de potente cañón… Y lo peor de todo es que parecía no haber servido de nada. Bueno, sí, para cabrearla.

Aaron recibió una dosis de realidad en forma de una corriente de dolor que recorría cada parte de su cuerpo, al igual que el calor de la sangre. Había sido demasiado rápido, demasiado directo, ni siquiera sabía qué le había hecho ni dónde.

- ¡Jodidos chupasangres! – Estaba furioso, levantando el arma e intentando volver a disparar aunque fuera una bala normal.- ¡Vete al infierno!

Obviamente Mastret tendría un buen golpe al querer acercarse a Stephen, sumando a las garras del licántropo y al mismo guante, se llevaría sus cicatrices… ¿Ganaría? Eso ya era otra cosa y no pondría las manos en el fuego por nadie. Sobre todo al ver que veinte colmilludos les miraban con hambre. No tenían la más mínima posibilidad, aunque siempre podía jugar a la carta del engaño… Tenía su celular grabando todo desde que entró, aunque fuera solo para negociar si es que Mastret decidía matarles a todos de forma violenta.

-El libro es un farol. No solo atraerá a su gente- señaló a Stephen-. También magos y a la orden- levantó su celular, encuadrando el rostro de Mastret-. Entre otros seres molestos. Sé que no le gusta llamar la atención y esto es pintarse una diana…- casi pareció darse cuenta que estaba filmando-. Lo siento, grabo todo como forma de tener algo con que negociar- entonces giró el celular hacia sí misma-. Suscríbanse y denle Like.   

No esperaba que funcionara, pero sí que le hiciera dudar lo suficiente como para que Aaron, Stephen y ella pudieran escapar…

Isabel negó con la cabeza mirando al padre McCall. Le acababa de intentar clavar aquella estaca improvisada, pero Isabel había sido capaz de preveer y detener el ataque. Sacó la punta de sus dedos del abdomen de Aaron y propinó un tremendo puñetazo que mandó al padre contra el atril, haciendo que el libro cayera al suelo.

Aarón trató de disparar y dar a la vampiresa, pero el dolor hizo que no pudiera apuntar. Cuando se quiso dar cuenta el rostro de la mujer estaba a escasos centímetros. Desde allí, Aaron pudo contemplar el rostro de la muerte. El miedo se apoderó de él.

— Voy a saborear cada gota de tu sangre —

Isabel abrió su boca, pero se detuvo en el último momento. Emitió un grito corto. Sus ojos se pusieron en blanco y cayó con todo su peso sobre el detective. Al apartarlo pudo ver que el padre McCall estaba de pie, con media cara ensangrentada y jadeando. En la espalda de la mujer un crucifijo clavado con una cadena. Debía de llevarlo el padre en el pecho...

Mastret se giró al escuchar el grito de Isabel. Los vampiros que rodeaban el inminente combate se abrieron, permitiendo no solo a su líder, sino a Stephen y Naomi también contemplar la escena. Durante aquela "conversación" Aaron y el padre McCall habían logrado reducir a la mujer vampiro. Ambos parecían relamente dañado. El padre McCall miró a Mastret y cayó de rodillas, agotado. Su rostro estaba cubierto casi por completo por sangre que aparentaba ser suya.

— Supongo que esto facilita las cosas. —

De nuevo el líder vampiro miró a Stephen primero y a Naomi después. Lo amenazaba con el móvil como si fuera una pistola especial contra vampiros. Parecía que aquello lo había cabreado. Emitió un suspiro y sonrío.

— Hacéis una extraña pareja. Un hombre lobo que amenaza con matarme... claramente no tienes ni idea de con quien te enfrentas perrito. Y una mujer cuya mejor baza para salir de MIS DOMINIOS, es una grabación que podría pasar por una película de serie B. —

Señaló al padre sin retirar la mirada de Naomi.

— ¿De verdad crees que esos papanatas de La Orden te lo van a permitir? JAJAJA, Acabarán contigo con menos piedad de la que yo pueda mostraros.

Volvió a Stephen. Se acercó a él. 

— Os podéis llevar el libro. Pero me quedo con el sacerdote y el nombre de a quien se lo váis a... devolver. —

Se detuvo a un metro del hombre lobo y extendió su mano. Stephen pudo sentir la amenaza que emanaba con su mera presencia. Naomi por su parte pudo sentir la violencia que se estaba generando entre los dos "hombres". Diría que una sola chispa podría provocar una terrible explosión de muerte y caos.

— ¿Hay trato o hay muerte? —

Sopesó las palabras del vampiro... Como siempre, con esos tipos, había truco. Después miró a sus compañeros, y a los demás vampiros que había allí; habían ido a meterse en un avispero, y no estaban atacándoles a saco; ciertamente, parecía que la tipa esa a la que se había cargado el Páter, era una ajena a la "familia" de Mastret,

Tuvo que pensar rápido, aunque no era lo suyo, especialmente. Dar el nombre de quien les había contratado, implicaba que, seguramente, una noche de esas fuese "amablemente visitado", e "invitado" a entregarles el libro, o al menos su ubicación exacta. Después, también era probable que sufriese una pérdida de sangre letal.

En cuanto al páter, McCall ... no le debía nada, no era de su grupo; dejarle sería una especie de sacrificio u ofrenda para salir de allí. Pero claro... 

"¿Y por qué me ofrece este trato?"

Y claro... el cura... y su jodida conciencia... y mira que pensaba que no tenía de eso...

-Creo que sería mal negocio para quien nos contrató. -Midió de arriba a bajo al vampiro, para terminar sonriendo- Te haré una contraoferta.

Miró a los suyos.. tal vez se estuviese despidiendo.

-Un uno contra uno, sin injerencias por activa ni por pasiva. Tu y yo. Gane o pierda, mis amigos se pueden largar sin problemas. Si ganas, te quedas el libro... y al cura. Si gano, nos vamos todos tan tranquilos, y te olvidas del libro..