Partida Rol por web

Zebith suelta un grito, El dolor del cuello llega a la vez que el placer en su miembro. Explota en el interior de ella, cumpliendo sus órdenes de darle hasta última gota. Los primeros disparos en un grito de placer brutal, los últimos de menos cantidad más pegado a ella, temblando en un abrazo con su rostro en el pecho de ella. Sintiendo como la ansiedad abandona su cuerpo, como han pagado su tributo a la corrupción que invade el aire. Pese a que le tiemblan las piernas, aguanta, para besarla un poco en esta misma posición y luego ayudarla a volver al suelo.

-Nunca había disfrutado de esta manera fuera de una ciudad-cueva de nuestro pueblo.  

Tras el éxtasis llega la calma y el reposo sobre su pecho, sus brazos me rodean y llega una sensación muy distinta, pasaba de la lujuria a una sensación que jamás había sentido, entre sus brazos, me sentía segura, al menos de momento, jamás un elfo oscuro me había tratado así, por voluntad propia claro esta, pues forzarlos lo había hecho en numerosas ocasiones. Recibo generosamente su beso abrazándo su cuello y disfrutando de sus labios, sin embargo noto como al ayudarme a incorporarme su simiente comienza a salir de mi interior, con una sonrisa de complicidad, pues no esperaba semejante torrente, con mi mano diestra recojo lo que sale para instantes más tarde tragármelo por completo mientras le guiño un ojo y me siento cerca de donde estaba la escena entre Rakdrak, Adriendil y la driada, dejando un hueco a mi lado para Zebith mientras añado:

-Pues cuando estéis listos, podemos partir a por el hada perdida, ¿debéis buscar algo también en este bosque? - pregunté con interés pues no quería volver a este bosque en un tiempo considerable. 

Sonrió ante la muestra de impaciencia de mi consorte. La acción de Adriendil con la dríada puede haber minado un poco mi intento de traerla a nuestro lado, pero tan solo un poco. Como dije, es nuestra, solo está resistiendo algo que ya ha ocurrido.

-Aunque lo niegues esto te gustara. Te lo aseguro.- Le susurro a la guardiana del bosque, volviendo a hablarle al odio. Jugueteo un poco con su oreja, y luego la levanto, lo justo para frotar su entrada con mi miembro erecto, primero un poco para que la sensación y la expectación de lo que viene cale en su mente. Después la empalo en mi falo con lentitud, usando su cuerpo a mi antojo. En lugar del rimo brutal y bestial, uso movimientos largos y cadencioso, frotándome con las paredes de la dríada sin dejar de masturbarla en el exterior. Quiero que se derrita y que comprenda, que yo tengo el poder, la fuerza y la lujuria; y que ella debe inclinarse a mis deseos.

La dríada no podía hablar ya que se encontraba amordazada y mucho menos defenderse por las ataduras por tanto no encontraste ninguna resistencia a la penetración forzosa que recibió. Por mucho que la hablabas ella negaba intentando débilmente impedir que la penetraras. En cuanto el miembro entro en el sexo de la dríada, un par de lagrimas salieron de los ojos de la señora de los bosques mientras era subida y bajada por los brazos del incubus. Se podían escuchar unos gruñidos que por culpa de la mordaza eran difíciles de identificar como gemidos. El sexo de la dríada en cambio lubricaba lo necesario para que no la dañaran y quizás por parte de excitación. Pero era difícil de asegurar.

Aun se resiste. Pero su cuerpo es más sincero.- Déjate llevar. No niegues que lo disfrutas. No estoy siendo violento. Y podría serlo, es algo que me gusta. Pero disfruto con el placer de mi compañera.- Aparto sus lágrimas con cuidado. Sin follar con ella, este despliegue de sentimientos solo es una fase. Algo que tiene que pasar. La levanto y le doy la vuelta para que me mire, mientras la levanto y dejo que la gravedad la haga descender sobre mi falo.- ¿Cuánto llevas sola? ¿No echabas de menos de menos el calor de un hombre?- La rodeo con los brazos, y hago que mis caderas trabajen para proporcionarnos el placer a ambos, moviéndolas rítmicamente.

La miro a los ojos, dejo que el calor de mi cuerpo y el suyo se fundan.- ¿Tan malo es? ¿Tan malo sería dejarte llevar?- Busco en su mirada, y en sus movimientos, tratando de adivinar si estoy teniendo éxito o no. Desde luego la dríada tiene un punto delicioso, y esta forma aunque distinta a lo acostumbrado también es placentera.

Luego de masturbarme algo me quitó la inspiración, era verdad lo que mis ojos intentaban ver... Al parecer si. El incubo se había puesto en modo romántico, algo que en cierta forma aborrecía, me levanto del lugar para caminar un rato por los alrededores sin irme demasiado lejos, sentí que esto debía ser para el incubo solo y nada tenía que hacer yo ahí mirándolos.

Por suerte la pareja de elfos habían terminado y estaban con intenciones de irse, por lo tanto me dirijo a ellos. - Esto será para rato, el incubo se está enamorando de la driada y hasta que no le "Haga el amor" no parará, iré a recorrer un poco el perímetro para ver si existe algún rastro de otro habitante o guardián del bosque.  - me alejo un poco sin perder de vista al grupo buscando alguna señal o indicio de algo.

Estaba sentada junto a Zebith mirando la escena cuando veo que Adriendil se acerca a nosotros para hablar. Asiento y mirando mi cuerpo que aun estaba semidesnuda añado mientras me levanto:

-Si claro, dame un segundo que me arregle de nuevo y te acompaño- no me fiaba ni un pelo de ese bosque y no iba a permitir que Adriendil fuera sola, así que me pongo la armadura y el resto de ropa lo más rápido posible y le ayudo en su tarea de rastrear cualquier otra criatura en el perímetro. Mientras tanto viendo que los métodos de Rakdrak no funcionaban o tardaban más de lo esperado miro a Zebith y añado:

-Que yo sepa debe tener varios orificios tanto de entrada y salida esa driada, échale una mano a Rakdrak si consideras oportuno que lo necesita- dije mientras le guiñaba un ojo y le mandaba un sonrisa.

Los sonidos y gemidos de la dríada eran inaudibles. No podías entender como se sentía por dentro, pero por fuera podías notar como su cuerpo reaccionaba a cada embestida de tu miembro y cada caricia de tu cuerpo. Su sexo se lubricaba cada vez mas presa de la excitación, los pezones de sus pechos asomaban por encima de la aureola queriendo también atención por parte del incubo y cada vez la dríada le costaba mas ocultar sus mejillas sonrojadas por lo que estaba haciendo.

En el momento en que Adriendil y Tania se alejaron para comprobar si había perseguidores o quizás alguien que pudiera localizar vuestra posición. Un gran aullido de lobo cruzo el bosque. Os pusisteis en guardia, los que podíais y no teníais las manos ocupadas en otros asuntos. Una figura apareció de entre las ramas, era fácil de distinguir sus rasgos elficos, tanto las orejas picudas como su porte regio. Sus ojos eran oscuros, no se podía identificar el iris y os observaba con detenimiento, centrándose tanto en la sangre del suelo como en como corrompíais a la dríada.

-Seres corruptos que vienen a los bosques para llevarse todo lo puro... Desenvaina lentamente la espada. -Deberíais haber abandonado este lugar. Con fuerza clava la espada en el suelo, un gran temblor sacude la tierra mientras unas zarzas dividían el terreno en dos, separando a Adriendil y Tania, de Rakdrak y Zebith. -Ahora pereced, el bosque reclama venganza por lo que habéis hecho. Como si fuera por arte de magia, algunos arboles comenzaron a moverse por voluntad propia. Se os acercaban dos treants a cada uno, criaturas hechas de madera con almas de espíritus del bosque en su interior dispuestos a defender su bosque. El druida quito la espada y también se preparo para el combate. No parecía tener tanta seguridad como la dríada, lo daría todo desde el primer momento.

Al ver que Tania la acompaña sonríe por el gesto y se lo agradece.- Gracias por acompañarme es evidente que somos las únicas que pensamos con esta. - le señalo la cabeza.
Durante el rastreo no veo nada que nos llame la atención, eso me preocupaba porque estas criaturas estaban dispuestas a defender el bosque con su vida y nunca tendríamos tanta libertad.
Al parecer mis presagios no eran eerróneos, al haber explorado durante tantos años lugares peligrosos no me sorprendio que surgiera una nueva driada. Sin decir una palabra me coloco detrás de un árbol el mas cercano y tenso el arco con intenciones de disparar.
Una flecha impacta directamente en la nueva driada y permanezco expectante para ver si la he herido o mejor aún bajado.

Zebith no está de humor para otro combate, después de su encuentro con Tania le apetecía más tumbarse a descansar y escuchar al súcubo corromper a la driada. Iba a hacer porque esto fuera rapido y letal. Antes de que los ents se acerquen a golpearle, echa una rápida carrera hacia el árbol más cercano. Cuando entra en su sombra se oscurece hasta desaparecer.

La flecha cruza rápidamente el espacio que separaba la elfa del druida, clavándose pesadamente en el brazo. Con un gesto de dolor, el druida parece que va a retroceder pero se planta con firmeza en el suelo. Con una de sus manos rompe la flecha con facilidad, dejándose la punta dentro pero siéndole mucho mas fácil el moverse.
-Entonces....sera una muerte dolorosa. Susurra el druida mientras su boca se abre de una forma bastante exagerada y un gran bramido barre las hojas del suelo. Rápidamente la magia rodea al druida obligando a que se pusiera a cuatro patas mientras su masa muscular crecía rápidamente al igual que una mata de pelo de un tono marrón oscuro. Antes de que pudierais daros tiempo a reaccionar, un enorme oso se encontraba en el lugar en el que estaba el druida y no mostraba herida alguna.

Sin quedarse quietos, los treants se acercaron rápidamente a Tania y Adriendil con sus garras de madera listas para atacaros. Pero por suerte parecía que la carrera los había desestabilizado ya que no atacaron con mucha fuerza y no os llevasteis mas que unos arañazos en el costado

Aprovechando la distancia de mi látigo decido hacer objetivo en aquel druida que nos avasallaba desde un principio con tal magia, que esperaba se deshiciera si acabáramos con él, así pues empleando toda mi fuerza, trato de alcanzarle en un ojo a aquel oso que había aparecido ante nosotros, esperaba que nuestros compañeros se movieran rápido o aquellos arboles nos destrozarían:

-Ríndete ahora y déjanos marchar y a cambio te devolveremos a tu estúpida driada- evidentemente mentía, solo quería ganar algo de tiempo y esperaba que la "pureza y la bontdad" de aquel druida le hiciera al menos dudar.

El comentario y gesto de Adriendil me molesta más de lo que quisiera admitir. Las acciones de la elfa afectan demasiado. La sigo con la mirada mientras se marcha y yo continuo con la tarea de corromper lentamente a la dríada, que parece empezar a dejarse llevar. Sin embargo parte del placer comienza a desaparecer, la comezón por la molestia de mi concubina me carcome como una mosca tras la oreja. Trato de centrar mi atención en la guardiana del bosque. Lamiendo sus pezones y aumentando el ritmo más, debo interrumpirme cuando el ajetreo comienza. Me levanto y parto a la prisionera, dejándola a un lado.- Continuare después. Pero antes tendré que encargarme de tu amigo.- Tomo la espada de mi equipaje si molestarme en cubrirme, pero un muro de espino me separa del combate, hasta que veo a dos seres arbóreos aproximándose.

Descargo mi arma sobre el primero de ellos buscando destrozarlo lo más pronto posible. Tengo asuntos que resolver con mi elfa. Y no permitirá que aquellos guardianes volvieran a interponerse.- Adriendill.- Bramo llamándola sin dejar de golpear al arbóreo ser.

La situación se complicaba cada vez más, pero gracias a mi preciada visión logro impactarle al Druida en el brazo. - ¡Al menos le he dado a ese malnacido! - festejaba hasta que los Threstat comienzan a atacarnos de forma abrupta. Mientras intentaba apartarlos con el arco usándolo como garrote algo que en realidad no servía para nada me subo como puedo al árbol en donde permanecía parada disparando al druida. 

-A ver ahora con una mejor visión. -pienso. Preparo el arco y tengo al druida observándolo fijamente para dispararle pero el grito de Rakdrak me distrae por completo al llamarme apartando a los Threstat de su camino. Sabía que era alguien de carácter y en definitiva si me buscaba era por muchas cosas pero una de ellas era una reprimenda y la otra era que le importaba. Desde la rama mas baja del árbol porque no pude ascender mas le grito al incubo. - ¿Qué pasa cariño? Entiendes que si no fuera porque se me ocurrió explorar, este ataque te hubiera quitado la bella escena de sexo que tenías. Para algo útil sirvo. - le tiro un beso en el aire mientras intento mantenerme en pie ya que una de las criaturas del druida no me dejaba permanecer en el lugar.

Gran parte del treant es astillado por el golpe brutal de Rakdrak pero aun se mantenía en pie y sin ningunas ganas de parar el combate. El látigo de Tania restalla en la fuerte piel del oso. Pero no consigue acertarle al ojo ya que el druida no paraba de moverse, en cambio se puede ver la marca del látigo en su cuello, en el lugar de impacto. Los treants no pierden el tiempo y atacan con fuerza a Rakdrak el cual recibe heridas considerables por culpa de las garras de madera. Pero el golpe fuerte se lo lleva Adriendil ya que el oso cargaba contra ella con fuerza, golpeando con su dura cabeza en el vientre de la elfa. El oso vuelve a soltar un rugida antes de preparar sus garras.

Hombre en vez de eliminar post pon un orden de iniciativa (se hace en los combates: 1- adriendil, 2-tal , etc) asi uno se organiza, borrar post que llevan lo suyo es indignante. Segundo nunca se sabe cuanta vida tiene lo que atacamos, el combate se hace demasiado largo. Las bestias son indestructibles mientras que nosotros no sabemos como vencerlos.