Partida Rol por web

-Jijijiji Me salió una risilla al contemplar como ese grupo de humanos caian a nuestros pies derrotados. Dejaria a Tania y a los demás el conversar con las sacerdotisas para convencerlas de que les convenia seguirnos a la ciudadela por las buenas.

Hice brotar un gran número de tentáculos viscosos con los que empecé a retirar las armaduras metálicas a los dos guerreros alejando sus armas tambien. -Hay que atarles. Le dije a Adelenia relamiendome por la excitación.

Aunque Tania entregue a una de las sacerdotisas podríamos vender a la otra en el mercado de esclavos. Una virgen nos daria muchisimo dinero. Y estos dos hombres y mujeres nos pueden servir de diversión. Después los vendemos ya que necesitamos pagar unas buenas curas y mejorar el equipo....uhm y estaria bien un refugio propio, para en las próximas incursiones ir encerrando futuras mascotas.

Zebith prefiere dejar que ellas hablen, intuye que se fiaran más de las mujeres. Agarra al vuelo uno de los tentáculos de Shazira y con suavidad (solo si ella quiere) lo acerca a su piel, a la zona del tajo donde aún queda parte de su sangre liquida. La hemorragia cesa enseguida, es un elfo joven, ¿pero por qué dejar su sangre para abonar el campo pudiendo regalársela a una amiga?

Cuando su piel está limpia saca cuerdas del petate. De momento atara las manos a las espaldas. Tiene pensado hacer un nudo de la horca y ponerlo al cuello de uno y atarlo a las muñecas del anterior para formar una fila de esclavos donde ninguno se le pase por la cabeza pararse, pero prefiere que de momento las sacerdotisas no vean esos nudos.

La sacerdotisa se queda parada ante lo que acababa de escuchar y mas por el gesto que estaba recibiendo. Pero mira con temor al grupo. Tenian miedo de tu latigo o mas bien las infundia respeto ya que tu solo habias golpeado. Pero el resto estaban ya haciendo de las suyas con sus compañeros y eso hizo que se derrumbaran un poco.
-Te...seguiremos pero..no...no con ellos...por favor... Dijo con un hilillo de voz mientras agarraba con la mano a su amiga.

Los guerreros se encontraban KO, no podian defenderse ante que le quitarais las armaduras ni mucho menos la amenaza de las cuerdas. Debajo de las armaduras llevaban unas ropas de tela gruesas, preparadas para el viaje que habian hecho.

Saqué una cuerda y se las amarré muy suavemente a las manos, pues no quería que aquella manos sufrieran daño alguno, podrían perder el valor que tenían.

-No os preocupéis no os haremos daño alguno- no sabía muy bien si aquello era cierto, casi seguro que con sus amigos teníamos un gran momento, pero con ellas al menos intentaría que no les pasara gran cosa, salvo que osaran desobedecernos, aunque realmente no sería por ganas, porque miraba sus curvas con unos ojos inyectados en lujuría.

Al terminar y con algo de preocupación antes de volver, rozo la piel del elfo que aún tenía sangre en ella y llevándomelo a la boca mientras le guiñaba un ojo le pregunto:

-¿Cómo estás Zebith? Te veo muy herido, pero has sido un gran luchador, me encargaré personalmente de agradecértelo en cuanto lleguemos a la ciudad, no lo dudes.

- Malditos engendros con su magia luminosa... ¡quema! -me froté las partes del cuerpo dañadas y adoloridas, pero al ver las sacerdotisas derrotadas mi entrepierna empezó a humedecerse, y el dolor pareció desaparecer. Le guiñé un ojo a la slime, que parecía tener una especie de complicidad conmigo, y me acerqué a una de las sacerdotisas. 

- Ésta es para mí, ¿de acuerdo? -dije con una sonrisa, observando a esa chica que temblaba en el suelo, lista para que la atara y me la llevara a la ciudad- ¿Vosotros dos podéis con esos cuatro? -me dirigí a los elfos.

-No hay nada que agradecer, a esto habíamos venido. Aunque aceptare cuidados y mismos durante la rehabilitación. Tú también te has llevado unos cuantos golpes. Le hemos enseñado a esos seres de luz el coraje y poderío drow.

-No te preocupes,… ya están atados.-Responde a la súcubo.

Tras atar a nuestras nuevas esclavas y esclavos y tomar un breve descanso en el cual no dejo de mirar que no les ocurra nada sobre todo a las sacerdotisas pues era mi encargo, volvemos a la ciudadela del pecado para tratar de sanar nuestras heridas y conocernos algo más... en profundidad.

Miré con desprecio a Tania, aunque con la eterna sonrisa.

- Esta sacerdotisa... -dije, firme y tomando una sacerdotisa- Es mía.

Esperemos que esas tres encuentren una forma de repartirse a esas dos, piensa el elfo. Sinceramente a él le da igual que le toquen sacerdotisas que soldados, de hecho él lo que quiere es venderlos al mejor postor, y si no tocarlos los revaloriza pues eso haría. Aunque se moría por darle un repaso a alguno de aquellos seres de luz... Quizá alguno podían venderlo ya usado. Finalmente se decide a intervenir.

-Bueno, si la maestra de Tania le ha pedido una sacerdotisa, le llevaremos una sacerdotisa. Necesitamos el apoyo de nuestros maestros... al menos de momento. Nos toca media sacerdotisa para cada uno, asi que yo le regalo mitad a Tania.- Alinearse con la elfa le es más ventajoso. Las tres eran poderosas, pero en las ciudades drow, había un cierto racismo. Ni la slime ni la sucubo podrían llegar a ser un apoyo político dentro de la alta política elfica.

Adelenia parecía dispuesta a enfrentarse conmigo por una de las sacerdotisas, no quería enfrentarme con ella pues quería forjar una amistad que durara bastante así pues terminé de ceder, y con una sonrisa en mis labios añado para ellos sin que los seres de luz puedan escucharnos:

-Bueno no creo que mi maestra se enoje si en vez de llevarle dos sacerdotisas le llevo una sacerdotisa y una guerrera, ¿cierto?- quería pensar que no, pues Morgana era muy exigente- Puedes quedarte con la otra solo mientras me permitas ver como disfrutas de ella- dije entre risas, pues estaba realmente interesada en aquella sucubo.

Sin embargo había llamado mucho mi atención aquel gesto de Zebith, ¿sería aquel elfo oscuro distinto a los demás?, su gesto noble para ser un sirviente de la corrupción llamó mucho mi atención y si conseguía llevarle al menos una o dos esclavas a Morgana, estaría en deuda con él, pues además había sufrido muchos daños.

Las tierras corruptas de los alrededores, una tierra corrompida por la mano de Mezria, haciendo que cualquier cosa pura que hubiera anteriormente cayera ante su poder. Al alejaros un poco de la ciudadela, pudisteis escuchar el sonido clásico de caballos en movimiento. Aunque en la misma ciudadela no se usaban por lo que no tardasteis en ocultaros en un pequeño montículo de tierra. Tal como pudisteis haber supuesto eran humanos.

Una comitiva de unos 5 guerreros, dos de ellos mujeres, cruzaban los caminos corruptos. A la cabeza se podía observar un hombre bien ataviado con armas y una medalla en su pecho. Miraba constantemente el camino a la guardia de cualquier ser corrupto que se pudiera acercar. Que hacéis?

En los alrededores de la ciudadela, nos topamos con una patrulla de seres de la luz. Humanos osan adentrarse en los dominios de Mezria. Apresto el arma pero no llego a salir son muchos más que nosotros, y no deseo poner en peligro innecesario a Adriendil. Sin embargo aquel humano se veía como un jugoso bocado que valdría una suma interesante.

-¿Quieres que ataquemos? Puede ser arriesgado. Si lo hacemos, quiero que permanezcas atrás y dejes que centren su atención en mí.- Le advierto.

Voy caminando junto a Rakdrak con intenciones de buscar información, de repente vemos a un grupo de personas que eran seres de la luz, me escondo rápidamente mientras escucho las palabras del incubo. - Podríamos atacarlos, yo me quedo atrás ya que tengo el arco. Es una diferencia considerable pero mucho no tenemos que perder. - estaba dispuesta a todo, por lo tanto me preparaba para atacar.