Partida Rol por web

Escucho con atención lo que me dice aquel hombre hasta que nombra a mi familia. Nadie tiene derecho a hablar de mi familia cierro mi puño conteniendo mi ira y por mi mente comienza a pasar la idea de que este es solo otro mafioso más buscando asesinos a sueldo.
Me contengo y finalmente decido seguirle la corriente, al fin y al cabo información siempre hace falta en esta ciudad y si se va a cometer otro crímen, mejor es saberlo.
Lo escucho digo mirando por la ventana.

-Al parecer sigue sin resistirse nada a tus dotes, ¿eh, seño Leyton?- Dice el tipo que estaba a los mandos del vehículo. - Davide me ha pedido que le comunicara que se siente muy feliz de disponer de sus servicios...- Mientras el tipo hablaba tomais asiento en un impecable Ford A.

-Y usted señor Bianchi, tiene que saber que los desperfectos de su bar corren a cuenta de la família... de hecho tengo entendido que en estos momentos ya se esta dando solución al problema... si se me entiende...- Dice el hombre con una sonrisa cuando el coche ya empieza a andar por las calles. Veis el Wasington Square Park a vuestras espaldas y tomais la larga avenida que recorre dirección sur la pequeña italia. -...Hay que ver lo bueno que és aveces el Don...-

-Todo a su debido tiempo...- Te dice el hombre clavandote la mirada. -...De momento solo tiene que saber que soy el único amigo que le queda... porque tenga por seguro que Davide volverá a por usted...- Dice el hombre repasando las calles. -...Solo manténgase con vida.- Tras decir esto el tipo hace un ademán al conductor que detiene el vehiculo y te abre la puerta.

-Recibirá notícias mías, señor Connors...- Te dice el hombre através de la ventanilla. -Y recuerde, estamos en el mismo barco...-

Te das cuenta que te han dejado justo enfrente de tu despacho. El coche retoma la marcha.

- Don Davide es un gran hombre no hay duda de eso, le gusta cuidar de su gente.- Respondió el abogado al subir en la parte trasera del vehículo que les esperaba, si quiera en el interior de este el abogado se despojó de su sombrero ni dejó el maletín que portaba, manteniendo este sobre el asiento a su lado. - No creo que vayamos a tener problemas con el Señor Bianchi, parece un caballero razonable y serio. ¿Verdad señor Bianchi?.- Parecía hablar del barman como si no estuviera presente pero con la clara intención de que este escuchara sus palabras, parecía apunto de agregar algo más pero ya tendría tiempo de comunicárselo directamente al Señor Davide.

Tony suspira aliviado en parte. Parecía que todo se iva a solucionar, su querido bar, ya estaba siendo arreglado... Tony no sabía que decir en aquella situación, solo podía, pues, alabar la generosidad del don. Nunca le había gustado mucho tener algo que ver con las mafias, pero le daba la sensación, que tras todo esto, le debía algo al abogado y al Don.
- Sí, es muy generoso el Don si se arreglan los desperfectos del bar... siempre serán bien recibidos en mi bar, que lo sepan, señores...
Tras estas breves palabras, Bianchi mira las calles por las que el conductor les llevaba.
- Pueden estar seguros, si no piso la cárcel, les deberé mucho...
Y finalmente, siguió mirando por la ventana, esperando llegar a su bar.

Tras un buen rato de recorrido por las calles, el chófer para enfrente de un club de Jazz. Un gran letrero en el que se leía "Blue Note Club" iluminaba la calle cuando el día ya había pasado entre pormenores y las horas os habían llevado hacia la oscura noche. Una noche de jueves con ambiente festivo.

-Davide os estará esperando...- Dice el conductor con su voz algo ronca.

Llegas de nuevo a las puertas del local. Pagas al taxista que se despide con un gesto. La gente no suele entablar demasiada conversación con matones... y saben que les conviene.
De nuevo te encuentras con Franky que ahora se encontraba solo en la calle a las puertas del Blue Note. Ves como hay multitud de trafico de personas, al parecer el espectaculo había terminado y la gente vuelve a sus hogares. Y es que se había hecho tarde, de hecho ya estaba empezando a amanecer.

-Ey Dylan!- Te saluda el joven D'Eustachio. -¿Ya has guardado al inutil ese de Bianchi?- Te comenta alegre.

- No es un tipo muy hablador la verdad... -mira alrededor y no veo a 'Sangui', por lo que me extraño - Donde has dejado al compañero?

-Ya sabes como es Sangui... las faldas le pierden...- Dice con una sonrisa pícara.
De repente cambia su tono. -Dylan, se donde podemos encontrar pistas sobre el gilipollas que había quedado con la zorrilla esa...- Dice apremiándote mientras tiraba su cigarro al suelo y lo pisaba con nerviosismo. -... conozco al taxista que lo llevó... seguro que ese tío sabe algo... incluso fué con él a la comisaría...-
Entonces Franky señaló su coche. Un Ford A Victoria impecable. -Vamos, se donde vive... se va a enterar de quién es Franky...-

Esa última frase me preocupa de sobremanera, hasta ahora no había coincidido con Franky, pero sus hazañas lo preceden. Recuerdo una historia que oí sobre él que decía que le partió a un tipo que debía dinero a la familia, los brazos y las piernas y lo dejó en la orilla de una playa de no se dónde, esperando a que subiera la marea. Todo un personaje. Pero mi trabajo ahora es seguirlo, y aunque me pese, obedecer sus ordenes. Así que me decido a contestarle.

-Vale, vamos -tanteo mi cintura intentado encontrar el revólver, una vez lo toco, me quedo más tranquilo- .

-Hey Dylan! ¿Tu también te apuntas a la fiesta?- Te sorprende ver el rostro de Mark con esa sonrisa estúpida dibujada en su cara. Estaba sentado en el sitio del conductor.
-Callate Mark... - Increpa Franky con desdén. -... espero que no me rayes el coche esta vez.- Dicho esto se sienta de acompañante y tu tomas tu posición en los asientos de atrás. A tu lado reposaban dos bates de baseball, algo mellados y mugrientos cabe decir.
-Fue sin querer jefe...- Se disculpa el hombretón mientras arranca el coche y os dirijís vete a saber donde... -Uno de esos es para ti Dylan.- Te dice señalando con el pulgar por encima del hombro a los bates que tenías al lado.
Franky a su vez estaba callado. Actitud poco normal en ese tio.

Tras un buén rato de rodeos por la pequeña italia, llegais a un local dejado en una esquina. Parecía que alguen hubiese escupido en la pared de aquel sitio y el umbral de la puerta crujía bajo los picaportes.
Al entrar, un hedor a bómito provocaba náuseas. El local se encontraba vacío, escepto por un chaval que estaba apoyado encima de una mesa. Su camisa estaba sucia y llena de algun pegajoso líquido. Su mirada perdida al veros entrar, como si no fuera capaz de enfocar, junto con sus torpes movimientos al intentar recostarse en la silla, os indican su estado de embriagadez.

Se le acerca Mark con su habitual chulería.
-Vaya... mirad que tenemos aqui...- Se interrupe al contener una nausea tras llegarle el tufo a alcohol. -... huele a perro muerto!- Dice con desprecio. -Asi que tu eres el amiguito de la jovencita Millers...- Tras oir estas palabras, los ojos del chaval se enfocaron y sus movimientos parecieron más coordinados.

-Ah.. asi que os .... os envía Millers...- Dice el chico con gran dificultad. -Iros a la mierda...- Escupe con ira.

-Pero que és esa falta de respeto... -digo mientras camino lentamente rodeandólo con una inquietante calma- no deberías hablarnos así, chico.

En este tipo de situaciones es como si una parte de mi se esforzara a salir, y la chulería y la calma casi parecían cambiarme por completo. Quizás en el fondo ese fuera mi verdadero yo.

Te das cuenta que Franky había borrado aquella sonrisa estupida de su rostro desde hacía ya algún tiempo. Ahora miraba a aquel desdichado con un desprecio infinito.

Se acercaba con paso tranquilo hasta ponerse al lado de aquel chico. De repente con un fuerte golpe con la planta del pié lo tira al suelo.

-Levantate maldito hijo de puta...- Escupe Franky mientras le golpea con brutalidad el costado. Acción que proboca que el chico escupa una bocanada de sangre ensalibada mientras se debate para poder respirar. El tono usado por Franky helaba la sangre, hasta le punto que Mark se quedó plantado, mirandote y con una expresión interrogativa. La mirada de Franky era la mirada de un animal, no la de una persona. -...¡Vamos! Levantate!- Exclama fuera de sí mientras recoge una silla y la levanta por encima de su cabeza.

La reacción violenta de Franky me sorprende pero lo dejo hacer. De pronto levanta la silla por encima de su cabeza y noto la mirada de Mark pegandome justo en la cara.

Salgo corriendo al instante con la intención de agarrarle la silla antes de que sea demasiado tarde. Muerto no nos va a servir de nada, además del lío en el que nos podriamos meter.

-mierda... Para!

Llegas a tiempo de estirar el brazo para evitar el golpe.
El chico tenía la cara desencajada del susto. Incluso lo encontrabas más sobrio.
-Pero... ¡Esta loco!- Exclama. -¿Que quereis de mi?... Avisaré a la policía!-

-Mierda Dylan!- Exclama Franky. -¿Que coño haces? Le devo una a este malnacido.- Dice con un desprecio infinito.

- si te lo cargas no nos servirá de nada. -intento convencerle - tranquilizate.... Vamos a llevarnoslo.

Cojo al chico por el brazo con la intención de llevarmelo al coche. Intento no fijarme en la expresión de Franky durante el proceso con la esperanza de que me deje hacer.

-Peee... ¿pero que quereis de mi?- Espeta el joven. -Os equivocais de persona!- Exclama mientras forcejea torpemente. -No se que os habra contado Millers, pero juro que yo no he sido!- No sabeis de que habla.

Mark se coloca junto a Franky que, a su vez, apretaba con fuerza los dientes conteniendo su ira. -Joder... este tio esta hehco un asco...-