Partida Rol por web

Uso el comunicador:

- "Chimera, Tipo Duro, Niñera. Necesitamos algo de apoyo en el frente Este, tenemos bajas y heridos y no es probable que aguantemos nosotros solos." -

Me acerco a la última posición de Flavion y le llamo.

- "¡Doctor! ¿Está usted bien?" -

Una vez me confirma que sigue vivo comienzo a apartar cascotes para liberarlo.

Sanaia, vamos, coge el bolter - le dijo a su ayudanta mientras Venria emprendía la marcha hacía los miembros de la colonia penal. Llevaba el arma bien asida, e iba andando con cierta cautela hasta que corrió todo lo que pudo y se puso a cubierto en el puente de la presa - ¡EH! ¡QUE MIERDA DECÍS! - les espetó a los que discutían - La ordenes son muy claras, mantenemos la puta posición hasta que se nos ordene lo contrario ¿¡ ME HABÉIS OÍDO?!

¡¿Señor?! ¡¿Es usted?! No me lo podía creer, el sargento estaba vivo, bueno, el capitán en estos momentos... Estaban ahí fuera y me habían oído. Me sentía terriblemente atrapado en mi pequeña cueva donde no podía ni cambiar de postura como era debido. Todo me dolía muchísimo, pero la pierna era un problema grave. ¡Señor estoy atrapado en los escombros! ¡Me encuentro... de una pieza, pero aquí hay muchos restos... ¿Cómo se ve desde fuera? ¿Hay heridos señor?! Sabía que Drake había muerto, y probablemente había más heridos en el campo de batalla, y yo estaba ahí, atrapado sin poder atenderlos.

- "¡Flavion! No se preocupe de eso ahora. Cuando note que tiro de un cascote, empújelo para ayudarme a sacarlo, así podré liberarlo antes de ahí. No nos queda mucho tiempo..." -

Empiezo a retirar escombros con mayor premura que antes.

Claro señor. Cuando usted diga. En ese momento se me ocurrió algo. Señor, quizás entre Phi-Rho 87 y con ayuda del chimera si está disponible... Dejé las palabras en aire, no sabía si podría moverse para ayudarme a salir de aquel atolladero, o si Phi-Rho 87 estaba herido o estaba bien o nada. Era agobiante la falta de información. Oía los cascotes moverse, y busqué posibles gritas de luz para ayudar en la tarea. Miraba con un ojo hacia el techo de escombros, sin perderlo de vista. No quería morir ahí, desde luego.

Continuaba disparando mientras retrocedía poco a poco, parecía que ahora le estaba cogiendo el truco a este arma, o que al menos era fácil impactar a esa cantidad tan ingente de mutantes corriendo juntos. Aún tenía un par de granadas de fragmentación, y si se acercaban a mí alcance se llevarían una sorpresa.

Mientras retrocedía otro poco comencé a escuchar al sargento hablando con ¿los escombros? pero parecía que alguien le contestaba. El médico. Eché una mirada rápida y no pude evitar envidiar esos servobrazos de los astartes.

-¿Está vivo, sargento? -dije refiriéndome al médico.

El padre Karras, con un brazo inutilizado, levantó su lanzallamas con una mano sobre la barricada, y apretó el gatillo en la dirección general de los herejes. - Ponte a salvo, Markus. Los retendré aquí.

Tipo Duro había dejado de disparar y discutían entre ellos, su deserción era inminente.

Con el instante de tranquilidad el sargento aprovechó para echar una mano al médico, intentando liberarle de su prisión. El médico le indicaba dónde estaba, guiándole a través de los cascotes. El tecnosacerdote seguía retrocediendo con los detonadores, la presa, con amplias zonas en llamas, podría volar en cualquier momento y dos de los soldados aún permanecían al otro lado.

Uno de ellos era el padre Karras quien, resurgiendo de sus cenizas como el ave fénix que simbolizada su unidad se alzó y escupió el fuego del pájaro eterno. Las llamas golpearon a los mutantes en aquel estrecho terreno y provocaron el pánico en sus débiles y corruptas mentes. Tras las llamas había un sacerdote del Dios-Emperador, bendecido con su confianza y enfervorecido por su propia fe. Un sacerdote contra un ejército.

Venria frunció el ceño y se movió hacía atrás, mirando a donde estaban los exreclusos. Preparó el lanzamisiles para disparar si la cosa se ponía turbia, pero no llegó a apuntarles, solo se quedó agachada tras el muro del puente y esperó. Entonces reparó en que tenía al lado un tipo duro - eh tú, ¿hablas con tus compañeros?

Viendo el caos que parece reinar en las líneas de Tipo Duro en nuestra guardia abro un canal de comunicación con todos ellos.

- "¡Hombres de Tipo Duro! Os habla el Sargento Nihilius. ¡Recordad que el Emperador os ve y os juzga! ¡No le defraudéis! Imperator Vult." -

Las palabras de Nihilus hicieron que los soldados del regimiento penal volvierana  sus posiciones para reanudar el combate. Por su parte el soldado que estaba junto a Venria se hizo el loco, dijo no saber nada (en esa jerga suya que casi no se entendía) y regresó a media carrera a la cobertura.

     La claridad volvió poco a poco al cerebro de Grish. Aunque aun estaba agotado y aturdido, al menos el pitido de sus oídos había amainado lo suficiente como para comenzar a entender a Mark. Con esfuerzo al principio, se encaramó a la protección de los sacos terreros, asomando la carabina sobre ellos. - ¡¡A por ellos!! Gritó a Mark. Apuntó y disparó presionando el gatillo hasta el fondo. Aunque no estaba en sus mejores condiciones, al menos no sería difícil acertar a alguien de entre todos los que se acercaban.

Al ver que la presa empezaba a negarme la visión del enemigo opté por girarme y emprender el camino algo más rápido. Lo último que había visto fue una llamarada brutal, digna de los textos más sagrados en los que se hablaba del castigo a los impuros.

En cambio aún tenía uun fuego delante, opté por bordearlo y saltar el murete que usábamos de protección. En ese momento escuché al sargento dar órdenes e intentar imponerse a algo mientras que excavaba entre los escombros.

-¿Necesita ayuda, sargento? -pregunté al ver que empezaba a estar cerca de él.

- "No puedo con estos cascotes, Phi-Rho, y no quiero abandonar al buen Doctor. Ayúdeme a apartarlos, pero si esos malditos mutantes y blasfemos herejes llegan hasta aquí retroceda y cumpla la misión. Es una orden." -

Con la cabeza cada vez más ligera, a través de la visión borrosa y del amortecido dolor de su brazo izquierdo, Karras pudo percibir cómo el soldado que tenía a su lado mantenía la línea. - Soldado ... Grish - tardó un poco en recordar su nombre.- Cómo se te da manejar Sus divinas llamas? - dijo, apenas consciente, mientras un segundo chorro de prometio partía de su arma hacia la entrada este de la presa.

Eran los últimos coletazos del combate. El enemigo se batía en retirada y sólo quedaba una pequeña escuadra al otro lado de la presa, tan reducida que no podría tomar la presa por asalto. Se produjo una pausa en los disparos y el pantano apreció quedarse en silencio. ¿Habían vencido? Aún quedaba por saber qué había a sus espaldas pero todo parecía indicar que estaban defendiendo su lado de la presa mientras aquel misterioso chimera seguía avanzando hacia su orilla.

Venria y su ayudante salieron corriendo para ayudar salir al médico de entre los escombros...