Partida Rol por web

Al momento de quemarme el rostro, retrocedí gruñendo mientras me recuperaba del ardor. Pensé que quizás iba a encontrar alguna pista, pero solo recibí un recuerdo nada agradable. Todo el mundo empezó a ayudar con el fuego, pero los daños han sido fuertes. Comida, agua, materiales, el barco. Todo se ha visto afectado, y nuevamente me pongo a pensar. ¿Por qué alguien haría esto? ¿Con que fin? Dudaba que fuese un accidente, pues es un lugar clave para la supervivencia de todos. Claramente fue alguien... Hay un traidor entre nosotros, y así como sucedió con el que robo la identidad de Ronan, nombre que cargare, así como el de aquellos que mueran en el camino... No puedo confiar en nadie a la primera. Debo de ser cauteloso...

Al momento de que el capitán me llego a hablar, decidí seguirlo a su recamara. Lo que él había dicho confirmaba mis suposiciones. — Lo había imaginado. Es un lugar vital como para generarse un accidente tan estrepitoso, pero... ¿Tiene sospechas de alguien, capitán? — le pregunte, levantando la ceja levemente. Analizando. Uno de los tripulantes puede ser, pero... ¿Y si el capitán pudiera serlo? Es descabellado que un capitán dañe su propio barco, pero en estos tiempos... 

Al escuchar la alerta de un nuevo barco, al parecer nos enfrentaremos a otro problema. Pero con tal de confirmar mis ideas, o al menos saber si en verdad puedo confiar en el capitán, decido registrar rápidamente su camarote.

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—No, pero pronto le encontraremos... Gritaré su nombre si le necesito en la barricada. Si es un cañón naval no hará falta avistarle, imagino. —El capitán se levanta y te deja a solas en su camarote. Antes de salir, te da permiso para revisar el pergamino con la tripulación oficial—. Uno de esos nombres es el saboteador.

Con un ojo puesto en la puerta, efectúas un rápido registro en los cajones de la lustrosa mesa donde se halla la carta de navegación. Hay nombres de todo tipo y más que nada, motes de alta mar; deduces que muchos de ellos nunca tuvieron un nombre real. No parece haber en ellos nada fuera de lo corriente. Encuentras sobre todo cartas, mapas de islas e instrumentos náuticos.

Estás a punto de abandonar este inútil registro cuando reparas en una pequeña palanca oculta bajo el tablero de la mesa. Al tirar de ella se descorre un panel y deja al descubierto una cajita de madera con una cerradura metálica.

—¡Lobo Solitario! —oyes al capitán desde cubierta, estás tardando demasiado. Necesita tu ayuda.

Poder sobre la Materia

Concentras el poder de tu mente en la pequeña cerradura de metal. Al cabo de unos pocos segundos oyes un leve clic que te indica que el pestillo interior se ha descorrido. Dentro de la cajita hay un pergamino con el sello real de Sommerlund que contiene órdenes confidenciales acerca de tu misión en Durenor. Al colocar la cajita en su escondrijo, adviertes que su tapa oculta una

trampa mortal.

Tu disciplina del Kai te ha salvado de una rápida muerte producida por una aguja venenosa. Cierras los cajones y compruebas que su aspecto no delate que han sido registrados. Después te reúnes con el capitán en cubierta.

—Al parecer, nuestro pájaro ha volado —dice el capitán señalando una lancha que se aleja hacia otro barco visible en el horizonte—. No lleva bandera y su casco tiene una forma extraña. Nunca había visto un navío semejante.

Observas cómo la lancha llega hasta el misterioso barco. Como por arte de magia, una densa bruma aparece desde no se sabe dónde y se traga al velero. Momentos más tarde, el barco y la bruma han desaparecido.

—... buque fantasma... viaje maldito... —susurran los marineros.

Los rumores cesan cuando el capitán llama a cubierta a toda la tripulación. En el Cetro Verde se hace un profundo silencio cuando el capitán Kelman se dirige en voz alta.

—Marineros, estamos a tres días de travesía de Port Bax, pero con buen viento y ánimo esforzado podremos echar el ancla y festejar el fin de nuestro viaje dentro de dos. El fuego ha destruido gran parte de nuestras provisiones y tenemos que racionarlas tomando una sola comida al día. Se pondrá bajo guardia el barril de agua potable. Pero somos fuertes y resistiremos. Si alguien es descubierto robando agua o comida, recibirá cien latigazos. Eso es todo.

A la tripulación no parece agradarle la decisión del capitán, pero nadie se atreve a discutir su autoridad. Cuando la cubierta vuelve a dispersarse, el capitán se dirige a ti.

—Ven a cenar conmigo esta noche, debo enseñarte algo.

Observe en un simple vistazo la lista, recordando a todos los marineros que he conocido hasta ahorita. En verdad que pudiese ser cualquiera, y no he entablado mucho vínculo con alguno en específico para poder tener una idea. Estaba frustrado, pues al estar en medio del mar no hay mucho que pudiese hacer. De igual manera, no es que lo importaba. Aproveche a buscar en el camarote del capitán. 

 Sino fuese por mi paciencia, no hubiese encontrado la palanca que me demostraba ese compartimiento secreto. Pude haber intentado abrirlo con mis manos, pero por inercia utilicé las técnicas que me enseñaron mis maestros. El hecho que el Capitán tenga información vital de mi misión es sospechoso, ya que el es el único que sabe en verdad la importancia de todo esto. De igual manera, su subordinado murió. ¿Habrá sido el quien lo mato para tenderme una emboscada? Todo apunta a que en verdad puede ser el traidor, pero aún no tengo suficientes pruebas. Si no, ¿entonces cómo? No quiero pensar que el pudiese serlo, pero...

Corrí hacia afuera, para observar la situación. El hecho de un barco fantasma es preocupante para mí, ¿Alguna fuerza oscura que está acechando por mí, o algo parecido? El mar acecha muchos mas misterios de los que yo puedo imaginar. —Hemos de agradecer nuestra suerte entonces, capitán. No estamos en condiciones de soportar otro ataque, seguramente. — no quería subestimar su barco, pero con nuestras energías... Lo mejor es no jugar con fuego, otra vez. 

Las noticias de las raciones tampoco me ponían muy contento, pero al menos aun estamos con vida y tenemos algo para soportar. Al momento de invitarme a cenar con el, siendo mi primer sospechoso, me hizo enarcar la ceja. ¿Sera que desea mantenerme ocupado? Sea cual sea el objetivo, planeo obtener respuestas para descartarlo de una vez y por todas, con la mayor precaución. 

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El capitán, con una mirada penetrante, respondió:

—No te preocupes, nuestro barco está bien equipado para defenderse. Pero tienes razón en ser cauto. El mar es un lugar peligroso y nunca se sabe lo que nos espera...

La comida es pobre. Se compone de las sobras del día anterior y lo que el capitán te dice al acabar la frugal cena confirma tus sospechas.

—Tengo algo que confesarte, Señor del Kai. El fuego ha destruido todas nuestras provisiones. Apenas disponíamos en la cocina de alimentos para esta cena. Temo que tendremos que sobrevivir con una dieta de pescado fresco hasta que lleguemos a Port Bax —no sonaba muy esperanzador.

A menos que lleves algo de comida en la mochila, la pobre cena te deja con hambre.

—Esto de aquí es un tablero de samor, un juego parecido al ajedrez que exige una hábil estrategia y engañar al adversario. Yo solo juego con apuestas, 10 coronas... ¿Te apetece?

El capitán Kelman abre una vitrina y saca un tablero de samor. Las piezas del juego, bellamente talladas, ya están dispuestas cuando él con mucho cuidado coloca el tablero sobre la mesa.

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Al amanecer estalla una feroz tormenta y te despiertan las violentas sacudidas del barco. El suelo de tu camarote está ya inundado y los gritos de los marineros apenas se oyen con el ulular del viento. Te vistes rápidamente, recoges tu equipo y subes a cubierta.

Pronto te sale al paso el capitán, quien te agarra del brazo y te ordena que vuelvas a tu camarote. De repente, cuando inicias el descenso, un chasquido atronador retumba en la arboladura de la nave y parte del palo mayor se rompe. Miras hacia arriba y adviertes que el trozo roto del mástil se te echa encima.

Te lanzas en plancha hacia atrás a tiempo de evitar que el trozo de mástil te aplaste al estrellarse con gran estrépito contra la cubierta. Te pones en pie tambaleándote y examinas el montón de maderas astilladas.

Inmovilizado por el mástil roto está el cuerpo sin vida del capitán Kelman.

Mientras contemplas horrorizado el cadáver, un tremendo crujido resuena en el aire: la tormenta parte en dos el dañado casco del Cetro Verde. El barco se deshace y tú eres arrojado al rugiente mar. La gruesa cota de malla te hunde al interior de las aguas y lo más sensato era deshacerse de ella.

Gritos de socorro a tu alrededor, todos luchan por sobrevivir.

Jadeando en busca de aire, braceas para salir a flote, pero te golpeas la cabeza contra los restos de una escotilla. Tomas impulso y te subes a esta improvisada balsa. A la débil luz de la tempestad ves cómo el barco destrozado se hunde en el turbulento mar. Estás aturdido y muy débil. Te agarras a la escotilla con todas tus fuerzas y poco a poco pierdes el conocimiento.

Al despertar, la tormenta ha pasado. La única huella que queda del Cetro Verde es el trozo de la escotilla sobre el que estás tendido. Por la posición del Sol deduces que está a punto de anochecer. A lo lejos, divisas un pequeño barco pesquero y más allá la línea de la costa recortándose contra el horizonte.

— Entonces estaré tranquilo de descansar esta noche, capitán. — una sonrisa de tranquilidad fue la que recibió la mirada fulminante de Kelman, intentando relajar su tensión. Supongo que eso de subestimar los navíos es algo que no aprecian mucho los marineros, eh... 

Al momento de hablar con el, lo de las provisiones en verdad me desesperanzo. Pensé que iba a ser algo más, pero al menos esta noticia era algo de esperar. — El mar provee, capitán. Me considero un buen cazador, así que iré a pescar luego para más comida y me asegurare de que sea suficiente para ambos, como muestra de gratitud. — me comprometí para ir a cazar pescado y comer decentemente. Aun tengo una provisión de comida en mis reservas, pero el viaje es largo. Necesito utilizar mis recursos lo mejor que pueda y si en algún momento no hay ningún lugar donde pueda cazar, se que me servirá...

Cuando este me hablo de apuestas, mi mirada brillo en emoción. — 10 Coronas, eh... Espero no sea un mal perdedor, mi capitán. Que gane el mejor de los dos. — dije, mientras me dedique a ganarle al capitán y obtener mi dinero. Fue en verdad placentero poder descansar y intentar sacarle platica a Kelman, aunque nada que me dijese que el fuese el que quemo las provisiones. Quizás en verdad soy demasiado cuidadoso, pero debo de serlo...

Luego de un tiempo de jugar, me fui a descansar, pensando que todo sería mejor. 

Siempre pienso que será mejor. 

Pero...

¡¿Pero qué demonios...?!

Un inicio violento fue mi manera de despertar. Una sacudida hizo que cayera de mi camarote al suelo de manera estrepitosa, soltando un gruñido de dolor. Al incorporarme nuevamente tambaleando por la extrema turbulencia decido salir de mi lugar de descanso para ver que está sucediendo. — ¡Capitán, que es lo que...! — no pude terminar mi frase cuando este me dijo que regresara a mi camarote. Ante la adversidad, me molesto que me pidiese eso cuando claramente podía ayudar. Quizás podía ayudar de otra manera, pero antes de siquiera poder hacer algo...

  ¡KELMAN, CUIDA-! 

Antes de terminar mi frase, tuve que tirarme a un costado para evitar una muerte segura siendo aplastado.  Cuando me intento recuperar y levantarme, alzo la vista hacia donde se encontraba el capitán. — ¡Capitán, ¿Se encuentra bie-!?... Oh, no... No otra vez... — mi mirada se horrorizo inmediatamente. Aquella persona con la que ayer estaba jugando samor estaba aplastado de manera injusta por su propio barco. En mi impotencia no pude evitar pensar: ¿Es esto en verdad una prueba, o acaso es un castigo de los Dioses? ¿Por qué...? ¿Qué es esto...?

Intente recomponer mi mente, pero para los pocos días que han pasado estoy viviendo desgracias tras desgracias sin descanso alguno. Intente ayudar, pero al momento del impacto del rayo no pude hacer nada más que caer en las implacables olas violentas del mar, intentando aferrarme a lo que pudiese. La cota de malla que me iba a proteger iba a terminarme hundiendo en la oscuridad del mar, así que tuve que dejarla ir mientras nadaba hacia arriba con tal de respirar. 

Mientras intentaba salir, algo golpeo mi cabeza. Ni siquiera pude ver que fue, pero claramente me dejo debilitado. Mi cuerpo perdió fuerzas, mi mente estaba aturdida, y como pude logre aferrarme a algo que me mantuviese a flote. Escuchaba los gritos de los marineros intentar aferrarse a la vida, pero por más que intentaba moverme, mi cuerpo no me respondía. Mi consciencia se desvanecía frustrado con mi destino en ese momento mientras balbuceaba un "lo lamento, lo lamento..." por aquellos que murieron una vez más por verse involucrados en esto, un nuevo peso que llevar hasta que llegue al final de esta travesía. 

Luego de eso...

No se cuánto tiempo ha pasado, horas, días, algo que me dé una idea, pero recupero la consciencia. No veo nada del Cetro Verde, y la oscuridad pronto me bañara nuevamente en la noche. Me sentía muy débil, pero pude observar a duras penas un barco pesquero en la lejanía. Con mi capa, intente hacerle señas al barco, esperando que se apiadasen de un débil naufrago en el mar. 

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Desesperadamente agitas la capa del Kai por encima de la cabeza hasta quedar agotado.

Deduces que los marineros del barco pesquero deben de estar ciegos o no quieren socorrerte. El barco continúa su curso hacia alta mar y, sin que al parecer te haya divisado, se pierde de vista en el horizonte. Agarrando una tabla suelta de la trampa y utilizándola como improvisado remo, avanzas hacia la costa.

Cuando estás ya cerca de la costa te tiras al agua y nadas hacia tierra. Al llegar a la playa, hundes los dedos profundamente en la arena húmeda y te arrastras muy despacio hasta el abrigo de unas dunas. Al comprobar tus pertenencias descubres que has perdido las armas que poseías. Afortunadamente sigues teniendo el resto de equipo y, sobre todo, el sello de Hammerdal.

A escasa distancia del lugar donde estás observas unos grupos de arbolitos de ramas retorcidas y cargadas de unos frutos de color morado. Estás agotado y hambriento, necesitas sentir su sabor en la boca.

Caza

El adiestramiento que has recibido en el arte de la Caza te ha enseñado a reconocer la mayor parte de los frutos venenosos y no venenosos que pueden encontrarse en el norte de Magnamund. Estos frutos de color morado son Larnuma, muy dulces y nutritivos. Comes de ellos hasta hartarte y guardas en la Mochila suficientes para 2 Comidas.

Más allá de los árboles de larnuma divisas un ancho camino costero que desaparece hacia el este y hacia el oeste.

Al momento de observar cómo fui ignorado de tal manera me puse triste. ¿Por qué no ayudar cuando alguien lo necesita? Aunque me sentía debilitado y deprimido, sabía que debía seguir remando hasta llegar a la orilla. Como pude con mi ingenio logre llegar hasta la costa después de tragar solo los Dioses saben cuanta sal he tragado. Con poca fuerza finalmente encontré abrigo del sol en unas dunas, en donde unas lágrimas escapan de mi rostro. Era increíble que haya sobrevivido después de eso.

Después de comprobar mis pertenencias y secar mis lágrimas, ahora me encuentro desarmado. Pero lo mas importante se encuentra conmigo, que es el sello de Hammerdall. Si mis enemigos piensan que he muerto en el Cetro Verde fuese lo ideal, pero dudo que sea así...

Al alimentarme de las bayas y evitar envenenarme, fue en verdad un alivio tener comida natural una vez más y poder seguir mi camino. Estoy perdido y necesito ubicarme. no tengo ni idea de donde estoy. Sin pensarlo mucho y de manera debil empiezo a caminar hacia el Este, rezando porque mi suerte no me abandone. 

27

Caminas durante más de tres horas por el solitario camino de la costa antes de que empiece a hacerse de noche. Estás muy cansado y decides dormir un poco y proseguir viaje al amanecer. Recuerdas lo que tus maestros del Kai te contaron acerca del desierto entre Sommerlund y Durenor, las Tierras Salvajes, donde por la noche vagan manadas de perros salvajes.

Pensando en esas historias, decides pasar la noche al abrigo de un frondoso árbol al borde del camino.

A la mañana siguiente, te despiertas en un frío y lluvioso amanecer, pero las ramas del árbol y la capa del Kai te han mantenido seco y caliente durante la noche. Por el camino de la costa, a lo lejos, aparece una diligencia que avanza hacia el lugar donde tú te encuentras.

Caminar sin rumbo alguno era algo que detestaba. Aun teniendo mi objetivo fijo, sin saber exactamente hacia donde ir era algo inútil, estaba sin nada que protegerme en tierras desconocidas. Todo el tiempo lo pase abatido pensando que fue lo que sucedió en el Cetro Verde, si hubieron otros sobrevivientes, y como es que yo logre salvarme por suerte. En el abrigo de la oscura noche, deje ir mis pensamientos con cada suspiro que daba para poder descansar y seguir avanzando. 

Una mañana lluviosa me levanta, aunque por suerte logre descansar plácidamente. Era momento de seguir avanzando en mi travesía, no importara aun si estuviese cayendo fuego del cielo. Por la lejanía observe una clase de diligencia acercándose a mi... Fácilmente podria intentar subirme en ese carruaje, pero no soy lo suficientemente discreto aun para hacerlo...

Asumiendo los riesgos de mi incompetencia en ese aspecto, decido hacerle señas para que se detengan, esperando no entrar en un conflicto.

117

Es una gran diligencia de pasajeros similar a las que se usan para largos viajes en Sommerlund. El conductor tira de las riendas para detener los caballos y te mira bajo el ancha ala de su sombrero. Le preguntas a dónde se dirige.

—Vamos a Ragadorn y llegaremos allí hoy al mediodía. El billete para el viaje cuesta 3 Coronas de Oro.

Pagas por ellas pues sabes que quedarte en las Tierras Salvajes es perder la vida.

El interior de la diligencia está caldeado y seco. Mientras te sacudes la lluvia de la capa del Kai, observas a los otros tres pasajeros que viajan en el carruaje: dos mujeres y un hombre que ronca sonoramente. Una de las mujeres te mira sonriendo.

—Llegaremos a Ragadorn dentro de seis horas —dice colocando su cesta en el suelo para que puedas sentarte a su lado.

Luego te informa de que ella vive en Ragadorn y te cuenta algunas cosas sobre esa ciudad portuaria.

—Desde que Killean, el señor de Ragadorn, murió hace tres años, la ciudad es gobernada por el malvado Lachlan, su hijo. Él y sus mercenarios no son otra cosa que piratas. Desangran al pueblo con sus pesados impuestos y, si alguien protesta, le despachan. La situación es penosa. Siga mi consejo y márchese de Ragadorn lo antes que pueda.

Durante el viaje necesitaste tomar algo más y consumiste la comida con la que dejaste el Monasterio del Kai.

Entonces oyes a lo lejos el tañido de una campana. Te asomas por la ventanilla y divisas las murallas de Ragadorn. La diligencia entra por la puerta occidental y se detiene. Al saltar a tierra, percibes el olor repugnante de este sórdido puerto de mar. Un letrero enmohecido clavado en una pared dice:

BIENVENIDO A RAGADORN

—La diligencia hacia Port Bax está en una estación que hay cerca de la puerta oriental de la ciudad. Dese prisa, no permanezca mucho tiempo en este pueblo —dice la señora.

Por suerte, había encontrado una diligencia que me pudiese llevar a salvo sin preocuparme mas. He tenido suerte, en verdad. — Les agradezco por detenerse, aqui tienen sus monedas. — y me incorporaba con los demás mientras hacia un gesto de agradecimiento a la señora que me dio chance de sentarme a su lado. — Muy amable por la información.  — ¿Seis horas. eh? Esperaba estar mas lejos incluso, pero por suerte estamos cerca. 

Mi molestia se hizo notable al hablar más de lo que sucede en Ragadorn, honestamente me gustaría poder ayudarlos mas pero en esta situación que me manejo y por cómo está el ambiente debo de salir rápido de la ciudad antes de involucrarme en problemas innecesarios. — Le agradezco su aviso, seré rápido en mi camino por la ciudad. Espero tengan cuidado ustedes de igual manera. 

Al llegar finalmente y sentir ese olor putrefacto a mar, normalmente me molestaria el olor pero es un alivio saber que estoy aqui. Con la ayuda de las amables señoras que me dieron informacion baje de la diligencia. — Que la luz acompañe sus caminos con bien, han sido muy amables. Hasta nunca. 

Colocando mi capucha para tapar mi rostro, me dirigo inmediatamente hacia el Este para poder llegar lo mas pronto posible a Port Bax. 

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Sigues esta calle maloliente hasta que dobla bruscamente hacia el este desembocando en la calle de la Atalaya. A lo lejos ves el río Dorn, que separa la parte este y oeste del pueblo.

Mientras caminas bajo la fuerte lluvia, de una bocacalle salen tres hombres sospechosos que empiezan a seguirte.

Al empezar a caminar, pude sentir sin ninguna dificultad la presencia de ciertos tipos siguiéndome. La lluvia poco a poco se pone peor, y su aparición me hace dudar de que sea para algo bueno. Después de todo lo que he vivido y en mi actualidad que me encuentro desarmado ponerme a socializar en este momento es lo peor, pues no tengo armas mas que mi propio cuerpo para defenderme. 

Al caminar por unos instantes decido correr inmediatamente, pues si me siguen significa que son una amenaza que deberé tratar de algún modo... ¿Quiénes serán, otra de las fuerzas de la oscuridad buscando detenerme...?

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Corriendo por la calle de la Atalaya llegas en seguida al lugar donde el río Dorn separa las zonas este y oeste de la ciudad. A tu izquierda está el puente Ragadorn, una fea construcción de hierro oxidado que constituye la única conexión entre las dos partes del pueblo. Con los gritos de los ladrones callejeros resonando aún en tus oídos, te abres camino a empujones entre la multitud que abarrota el puente. Cuando lo has cruzado, los ladrones abandonan la persecución y tú te metes por una vía pública repleta de basuras que es conocida con el nombre calle del Comercio Oriental.