Partida Rol por web

Consigues trepar un poco al árbol que más cerca tienes, aunque pronto te das cuenta de que no podrás subir tan alto como desearías. De todos modos obtienes una visión bastante amplia del claro donde acabas de ver al ciervo pequeño.
Sin embargo no ves a Walter por ninguna parte y eso te preocupa. Debe de estar cerca en alguna parte, al fin y al cabo no hace tanto que os separásteis y sabes que él también andaba en las cercanías del animal indefenso.

No pasan ni un par de minutos cuando un ciervo enorme aparece en el lugar donde su pequeña cría sigue sollozando y lamiéndose la herida de la pata trasera. El ciervo pasa su cabeza junto a la del pequeño, olisquea su herida y luego el aire, con la cabeza bien alta, visiblemente en busca del responsable de aquello.

Y es entonces cuando, a pesar de no lograr verle, escuchas no muy lejos unos pasos e intuyes que es Walter. Parece que por el momento la madre no se ha percatado de ello pero el muchacho está tratando de esconderse. Y de pronto dejas de oírle y vuelves a sentirte sola, subida al árbol.

-¡Walter! - Si realmente se trata de él, no quiero que se vea en peligro. De esta forma estoy alertando a la madre del cervatillo sobre dónde me encuentro, sin saber si estoy a salvo, pero no importa.

Si pudiese conseguir al cervatillo... Pero no hay forma de distraer a la madre por el tiempo suficiente.

Espero a advertir algún movimiento antes de hacer o decir algo más.

Walter aparece tras unos arbustos después de escuchar tu grito y te ve subida al árbol. Sin embargo él ha quedado irremediablemente expuesto a la mirada del ciervo grande, y el animal no pretende dejar escapar a quien ha osado herir a su pequeña cría.

La madre se lanza a la carrera hacia tu compañero y, una vez cerca de él, trata de golpearlo con la cabeza y los dos pequeños cuernos que tiene, pero a Walter le da tiempo a verla llegar y esquiva con facilidad la cabeza del animal.
Su primer instinto es golpear al animal con algún arma, pero entonces se da cuenta de que lo único que tiene es el arco con sus flechas. Un disparo a bocajarro es impensable así que trata de huir de allí mientras tú contemplas la escena desde las alturas con horror.

¡Maldita sea!

Mi intento de advertirle tan solo ha conseguido ponerlo en peligro. 

Tengo que ayudarlo, ¿pero cómo?

No tengo tiempo para pensar en algún plan decente, tan sólo quiero ayudarlo a salir ambos de ésta. Después de todo, yo he provocado la situación. Bajo apresuradamente del árbol y me dirijo al lugar donde había caído la lanza con la intención de recogerla y perseguir al ciervo para tratar de ahuyentarlo.

Consigues bajar por el árbol sin mucho esfuerzo dado que no habías llegado a subir muy alto.
A causa de los nervios te diriges corriendo al lugar donde tu propia lanza cayó y la recoges con presteza del suelo lleno de hojas mojadas. Las manos se te empapan pero no te importa, te diriges hacia el lugar por donde deben estar tanto Walter como el ciervo grande.

Walter, sin armas que usar cuerpo a cuerpo contra el animal, se dedica a intentar esquivar los ataques del mismo y luego huirr lo más lejos posible.
- ¡Maldita sea! - exclama Walter visiblemente frustrado.
Así que según te estás acercando al lugar donde les viste por última vez, te das cuenta de que tu compañero de Distrito echa a correr muy deprisa, incluso a pesar del cansancio acumulado y el hambre que os ha minado las fuerzas. Pero al parecer huye sin un rumbo determinado, y el ciervo no duda en seguirlo en cuanto se percata de que el atacante de su pequeño trata de escapar.

¿Por qué no trata de subirse a un árbol?

Con las prisas del momento no caigo en la cuenta de que su habilidad para trepar es menor que la mía y, en cualquier caso, subir rápido cuando un animal enfadado te está persiguiendo nunca es fácil.

Al caer al suelo, me dirijo a la lanza y la recojo sin mirar al cervatillo, ya que en estos momentos no es lo que me preocupa. Sacudo la lanza un instante antes de cogerla con fuerza y ponerme a correr tras ellos. A la velocidad a la que van, sería difícil alcanzarles, y en cualquier caso lo que quiero es desviar la atención del ciervo, así que me pongo a gritar mientras corro.

-¡EY! ¡Por aquí!

Sin dejarte llevar por el hambre que hace que los sonidos de tu estómago casi se oigan tan alto como tu respiración al correr, llegas bastante cerca de donde se encuentran Walter y el ciervo, que ahora mismo ambos están parados entre algunos árboles. Abres los ojos y gritas al animal para que se percate de tu presencia a su espalda.

Pero no parece que te escuche, o quizá no quiera escucharte al saber que está rodeada.
Presa del pánico se lanza de nuevo hacia Walter, pero erra por unos escasos milímetros su golpe, aunque el muchacho no parece capaz de moverse y permanece con ambos pies clavados en el suelo, en el mismo sitio desde que llegaste a escena. En un rápido vistaz percibes que tiene mala cara aunque no ves que tenga ninguna herida visible, y antes de gritar de dolor se lleva ambas manos al estómago.

-¿Walter? - La preocupación se percibe en mi voz. No es normal que actúe de esa forma, y el grito consigue que mi preocupación aumente. Pero aparte de su estado, he de hacer algo con el ciervo, que lo persigue por mi culpa. Aprovecho el golpe fallido para acercarme aún más, ya que no quiero arrojar la lanza por el riesgo de darle a Walter. En este lugar, tan solo hay cabida para los problemas...

Walter te mira cuando llegas frente a él y en su mirada ves dolor y preocupación. Sin embargo no es momento de flaquear y dudar, así que corres, lanza en mano, hacia el ciervo que no parece haberse percatado de tu presencia y tiene intención de volver a golpear a tu compañero.

Walter cae al suelo de rodillas, con ambas manos aún en su estómago, mientras tú adelantas varios pasos y logras colocarte a espaldas del animal.

Termino la carrera hacia el ciervo y aprovecho el impulso para clavarle la lanza en el cuervo. Siento el impacto en las manos, pero no noto el dolor, ya que estoy concentrada en el problema.

Dado que llegas al animal de una carrera, no detienes en exceso tu impulso y te aprovechas de ello para clavarle la lanza en el costado. El ciervo emite un sonido de dolor que ahora rivaliza con los gemidos de Walter, que sigue en el suelo intentando colocarse en posición fetal por lo que te parece en un rápido vistazo.

La furiosa madre, ahora con una fea herida en uno de sus costados, se gira hacia ti e intenta darte un cabezazo con sus pequeños cuernos como arma, pero erra el ataque quedando expuesta a un siguiente golpe por tu parte.
Sin embargo el no saber qué le sucede a Walter te mantiene intranquila, ligeramente desconcentrada de tu mayor prioridad.

El ataque no acaba con el ciervo y como era previsible, intenta atacarme para defenderse, pero por suerte no lo consigue, confío en que el motivo sea que se está debilitando. Hago fuerza para desclavar la lanza y volver a atacar. En cualquier otro momento, en cualquier otro lugar, consideraría seriamente el sufrimiento provocado al animal, pero la vida de Walter corre peligro, así como la mía, y en cualquier caso necesitamos alimentarnos.

De nuevo clavas la lanza en la piel del animal, no muy lejos de la anterior herida, y esta vez su gemido de dolor es más fuerte que nunca. En sus ojos negros como el tizón atisbas el miedo, pero sabe que no puede dejarse vencer sin luchar y, con movimientos un poco desacompasados, intenta golpearte sin conseguirlo. Su cabeza y su cuerpo pasan a tu lado a una rápida velocidad pero apenas tienes que dar atrás un paso para evitar el choque.

¡Por favor, muérete ya!

Interiormente me resigno a acabar con la vida del animal. No es la primera vez que cazo, pero el dolor que le estaba causando al animal era cruel y desproporcionado. Después de todo, había atacado a su cría, y solo trataba de defenderla.

Respiro con fuerza por el estrés del momento y el esfuerzo realizado. Tenía que acabar con eso cuanto antes. 

Te lanzas con demasiado impulso en tu siguiente ataque contra el animal y, al hacerlo, no controlas tu propia velocidad y te pasas de largo, pero al tratar de frenar tropiezas cayendo al suelo torpemente.

Entonces el ciervo, viendo una oportunidad para golpearte se lanza hacia ti e impacta con su cabeza en tu pierna izquierda. Pero apenas tiene fuerzas y no es más que un simple rasguño lo que te consigue hacer. Presa del pánico después se pone de espaldas y trata de alejarse de vosotros.