Partida Rol por web

-Me has empujado. -Protestó. -Sólo por eso no pude ensartarle.

-Que sí que sí. -Dijo sobradamente. -La pieza es mía así que aparta que tengo que destriparle antes de que se pudra. 

 Eso sí que sería buena pieza, no tan jugosa como ese mal bicho que andaron persiguiendo. Como no lo cacen nos vamos a reír. 

Jajja.  Se rió de buena gana del comentario del Blackstrom.   Jjaja, en efecto lo haríamos.   Pero confiemos en que no querrán dejar a sus viejos padres sin una buena cena.  Jeje.

Echó a andar también Lord Cleesten tras de Lord Buckler para atraparse algo. 

Si tan sólo nos coordináramos así de bien contra el bandidaje otro gallo cantaría.  ¿Que dice Lord Blackstorm? ¿Nos ayuda en eso también?   Si así fuera le prometo contratar coperos para atenderos que harían ver a los de Lord Buckler como si fueran tacaños lores del Banco de Hierro. 

-Ya hablaremos de esas cosas, ahora no es momento para la política le recordó. -Fue toda la mención al caso que traía su subordinado antes de romper al galope.

No tardaron los demás en picar espuelas para dar caza a aquel gordo jabalí que habían avistado, sería un buen segundo premio o el primero si los jóvenes no lograban dar muerte al gran venado que habían avistado hacía unos minutos. Afortunadamente ese tipo de piezas eran más abundantes y no tardaron en dar muerte lanceando un par de piezas de tamaño bastante generoso para un banquete.

Era demasiado pronto y el sol no estaba alto, así que Ralph Buckler resolvió dejar atrás a algunos de los sirvientes del castillo para que preparasen las piezas para su transporte permitiéndoles seguir adentrándose en la espesura. Llevaban apenas una decena de minutos cuando reconocieron a los jóvenes en la lejanía...

La discusión no se alargó mucho pues los jóvenes no tardaron en escuchar en la lejanía el ruido de los cascos al acercarse. Llegaba el señor de Puertabronce así como el resto de los Lores de las diferentes casas, en ese momento las circunstancias poco importaban y sólo quedaban los hechos.

-Veo que lo habéis conseguido. ¿Quién fue el que ha abatido a este magnífico ejemplar? -Preguntó descendiendo de su corcel.

-Fui yo milord. -Contestó Ben Horpe bien pagado de sí mismo al tiempo que volvía a guardar el arco. La discusión había hecho que lo mantuviese siempre en su mano. Bien sabido era que bajar la guardia era un camino rápido para encontrarse con los siete.

-Ha sido un buen disparo. Un único disparo. -Anunció Ser Brus quién también había descabalgado y se encontraba agachado frente a la presa juzgando la única herida. -Sois tan hábil como se presupone a todos los de vuestra casa. 

La sonrisa se dibujaba ampliamente en el rostro del interfecto sin poder hacer nada por remediarlo.

¿Tensión, discusión?  ¿Que se siente al respecto? 

Felicidades Ben.    Definitivamente los arqueros son la nueva línea de mejora en la guerra.   

Con arcos más grandes no habrá armadura que se les resista a distancia. 

Acercó el caballo a ver la pieza de caza, admirando lo capturado.

He oído que se está pensando en un arco de mano que utilice engranes para acumular la tensión equivalente al brazo de un gigante.  

Miró por si alguien reconocía de lo que hablaba.  Bueno, ya ven como son los Maestres y sus inventos. 

No había visto como se habían sucedido las cosas, muy lejos. Todos podían creer a Ben, talent no le había faltado y Gyles en su enfado podía parecer solo un mal perdedor. En cualquier caso desde cuando un empujón era un problema, tan parte de la caza como la presa. Pero de ser cierto Gyles seguro que guardaría rencor por siempre a Ben. 

Las felicitaciones y comentarios de la jornada se fueron sucediendo al tiempo que los coperos iban repartiendo sus néctares para animar la jornada. Mientras el alcohol iba siendo regado las piezas de caza una vez limpiadas de vísceras que no tardarían en podrirse fueron siendo llevadas -a lomos de bestias de carga- rumbo a Pazo Pajar. No tardó en convertirse por lo distentido de la situación aquel claro en un comedor improvisado.

En medio de aquel ambiente festivo algunos no pudieron advertir que Lord Cleon se encontraba extremadamente embotado incluso ido por momentos. Este último hecho pasó desapercibido por su propio hijo quién saboreaba la gloria adquirida hacía apenas unos breves mementos.

Mientras todo aquello daba lugar, uno de los perros de caza se acercó olisqueando a uno de los matorrales y empezó a ladrar sin ningún tipo de control. Fuese aquel ladrido el detonante o tan sólo un aviso el peligro acabó por llegar irremediablemente y un cerdo gigante con grandes colmillos empezó a cargar contra el grupo con furia buscando huir al sentirse acorralado. 

- Ben ha estado excelente -comenta a Gave. - Y tú siempre con buen ojo para verlo. 

Tras ello aprovecha para felicitar personalmente a Ben - Certero e implacable, os felicito y me alegro de que lograseis la pieza! -luego acercandose más añade en bajo - y los siete nos libren de que Gyles la hubiese ensartado. 

¡Cuidado!  -Lord Cleesten se paró ante el embate, y por instinto buscó cubrir a Lord Buckler y asu propio hijo del acercarse del cerdo.  Se levantó con lo que tenía a la mano, la lanza larga que había puesto a un lado y un pedazo de carne en la otra. 

Fuese por el susto o lo que fuese Lord Cleon poco más pudo hacer salvo trastabillar cayendo hacia atrás. El hombre caído era el único obstáculo para el mamífero en un camino que había proyectado en su mente tal vez rumbo a la libertad, o tan solo buscaba venganza por otros parientes caídos en aquel deporte del que habían dado cuenta aquella mañana.

Uno de los colmillos acabó por seccionar la garganta de costado a costado salpicando gruesas gotas de sangre que manaban como un surtidor. Parte de aquel improvisado géiser tiznó una mancha alargada en el lomo del cerdo de un color rubí. La mayoría del líquido rojizo acabó por teñir las ropas del caído por cuya boca tan sólo acababa por sonar el quejido de quien se sabe difunto.

No tardó en verse silenciado, puede que incluso lo hiciese de manera demasiado abrupta para alguien que se estaba ahogando en su propia sangre.

No tardó el maldito malnacido en huir por un hueco que logró vislumbrar en su huída. Nadie quiso vengarse, la imagen de aquel hombre con el que hacía apenas unas horas habían estado departiendo cayó sobre todos ellos como un jarro de agua fría. No tardó en verse roto el silencio por el lamento desafortunado de quién vio caer a su padre.

-Padre... Papá... ¿Estás?... Mierda... -La escena era conmovedora, sin embargo lo que le siguió sorprendió a todos los testigos de lo que allí sucedía. Todos esperaban solemnidad, un lamento, algo que reflejara el pesar sin embargo en la faz del joven no había otra cosa si no unos ojos enrojecidos. -Lord Bucker... Me dirijo a vos como mi señor, solicito que se abra una investigación al respecto, esto... Esto no es cosa nueva... Precisamente ayer padre se encontró una carta amenazadora en su alcoba. No quiso que la diésemos importancia sin embargo yace muerto. No creemos en las casualidades.

-Marcus, eres mejor que yo en esto, mira a ver si ves algo raro... -Dijo entonces a su hermano bastardo. -¿Crees que le han envenenado?

Envenenado... Aquella palabra pareció el detonante de una sucesión de acontecimientos que acabó por terminar de confirmar las acusaciones del joven doliente.

Algunas de las miradas se dirigieron al lacayo quién había sido el encargado de repartir el néctar de Lord Cleon. Éste sintiéndose acusado y con poca capacidad de defensa ante tribunal empezó a dar unos pasos en sentido contrario que lo estaban alejando de los demás.

-No mi señor... Yo no osaría. El jabalí...

¿Quien más tomó de la bota que llevabas, copero?  Si esas personas no están mal yo diría que significa que el vino tampoco lo estaba, pues no te vemos, ni vimos, ninguna otra copa?  Su mirada se dirigió al resto de los de la comitiva que estaban con él, para identificar si había alguien que mostrara otros efectos de mareo no propios del alcohol mismo.

Ben, si sospechas que alguien pudo haber envenenado a tu padre, habremos de llevar su cuerpo con el maestre pronto, para que revise sus humores a ver si hay trazas de algo.   Llevaremos esta bota también -señaló a la que llevaba el copero- sólo por ser justos y completos, pero sólo eso.  -Miró al hombre, con su semblante asegurándole que al menos de su parte no habría acusación premeditada por ello, pero a la vez con la mirada remitiendo a que Lord Buckler era realmente la primera y última autoridad, que a su bondad y justicia habría de acogerse, dándole pauta para ello.

Aquella pregunta inquisitiva tomó con la guarida baja al pobre diablo quién sólo alcanzó a musitar palabras inculpatorias:

-Sólo debía servir a Lord Horpe. -Consciente de que no tenía ningún argumento pues no era más que un villano al que se le incriminaba un Lord muerto echó a correr. Un instinto de supervivencia que denotaba que aquel hombre no estaba preparado para morir.

-No correrá mucho- Anuncio el bastardo del difunto. Con un movimiento ensayado en multitud de ocasiones tomó el arco que le cruzaba en la espalda, encajó una flecha en el cordón y lo tensó. Parecía tomárselo con calma, como si la muerte de su difunto padre quién le aceptó fuese cosa de broma.

Tras contener el aire el tiempo suficiente soltó la flecha y esta atravesó con la misma facilidad tanto el aire que llenaba el espacio que les separaba como la tráquea del bastardo que huía. 

Un sonido seco anunció su caída.

A Rickard le pareció que algo no cuadraba, envenenar con algo ligero a alguien durante la caza no sería la idea más original, ni tampoco garantiza el éxito, pero que la muerte se diese después de la cacería era del todo lo contrario al propósito de tal tipo de homicidios. Era cierto que el estado previo de Lord Cleon apunta a la veracidad de esa teoría, pero el rápido ajusticiamiento del copero y la tranquilidad del bastardo que lo ejecutaba parecía apuntar a mucho más. 

Lamentablemente los muertos eran muy dados a guardar silencio, así que ahora poco se podía averiguar por ahí. Y si alguien quería dejar clara la idea del envenenamiento de seguro encontrarán en el cuerpo una bolsa con más monedas de las que esperar en un copero. 

Quiso ir a ver pr otro lado, ahora que ese asunto ocupaba a todos. La repentina aparicion del jabali era tan improbable cogiendo justo a quien alguien quería a asesinar que penso quizás había podido ser hostigado hasta el lugar o liberado en el momento justo. De ser cierto puede que aun hubiese alguien  por ahí, o quedase alguna evidencia. y eso es lo que iba a buscar.