Partida Rol por web

Los asuntos del Emperador

Parte I: ”Grande celda para un fraile; corto albergue para un César”

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05/09/2022, 10:25
Director

INTRODUCCIÓN

Tras los numerosos conflictos que golpeaban a su Imperio (las guerras contra Francia y los turcos Otomanos, las revueltas peninsulares, sus desencuentros pasados con Roma o su infructuosa lucha contra el Luteranismo) las fuerzas e intereses de Su Majestad Carlos I de España se centraban ahora en administrar su legado territorial y político en los últimos periodos de su vida: traspasó en Bruselas (a finales de 1555) el gobierno del Sacro Imperio a su hermano Fernando I de Habsburgo y abdicó el territorio de España y las Indias en favor de su hijo Felipe II.

De esta manera, el rey Carlos regresó en 1556 a la Península, en lo que sería su último viaje, con la intención de retirarse en un monasterio jerónimo ubicado en una remota localización de serranías para favorecer el alivio de la gota, enfermedad que padecía. Desembarcando en Laredo, inició una ruta de 550 kilómetros a través de diferentes provincias y ciudades en una travesía de casi dos meses, llegando finalmente al monasterio de Yuste, cerca de la localidad de “Quacos” (Cuacos de Yuste). Allí, hubieron de iniciarse algunas obras de ampliación para albergar a su séquito (unas 60 personas) y adaptar los caprichos y deseos del antiguo emperador a su nuevo retiro.

Notas de juego

Otro dato: los siervos del Emperador en Yuste son los siguientes (aparte de vosotros):

• 38 frailes jerónimos con prior y vicario.
• Juan de Regla (confesor Jerónimo)
• Luis Mendez de Quijada (mayordomo noble que le acompaña en su retiro).
• Juanelo Turriano (relojero, astrónomo y matemático) y Juan Valín (ayudante del relojero)
• Martín de Gaztelu (secretario) y Martín de Soto (escribano)
• Enrique Mathesio (doctor) y Van Overstraeten (boticario)
• Guillermo van Male, Carlos Prévost, Ogier Bodart y Mateo Routart (ayudas de cámara)
• Guillermo Wyckersloot, Nicolas Bénigne, Dierick Tack y Gabriel de Suert (barberos)
• Jorge Nepotis (limosnero) y Juan de Halis (clérigo que administra los Sacramentos a los súbditos del Emperador)
• Varios siervos/as y una veintena cocineros/as españoles, flamencos, italianos y germánicos

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05/09/2022, 10:29
Director

En el último mes dentro del monasterio, has escuchado un rumor: algunos criados de don Carlos y ciertos clérigos jerónimos han visto en las inmediaciones del monasterio a una mujer caminando sola por la falda de la sierra. No parecía acercarse para pedir limosna, y ni tampoco parecía estar de paso. No se sabe quién es.

- Tiradas (2)
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05/09/2022, 10:32
Director

Eres consciente que, en las últimas semanas la enfermedad de gota del Emperador ha empeorado, pero no por ello éste deja de comer y beber en abundancia. Por lo visto la salud del monarca empeora cada día, aunque no deja de atender a sus aficiones dentro de su retiro.

- Tiradas (1)
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05/09/2022, 10:34
Director

En las últimas semanas en el monasterio, se dice que el relojero de Su Majestad, el italiano Juanelo Turriano, tiene la mente del Emperador turbada con esos aparatos tan complejos que construye y que, a su vez, fascinan a Su Majestad. Con unos nuevos catalejos, el monarca vigila durante horas, desde su cámara, las inmediaciones del monasterio, más allá de sus muros.

- Tiradas (2)
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05/09/2022, 10:37
Director

 

Mayo de 1557.

Lleváis algo más de tres meses en el retiro del monasterio, y en la jornada actual os encontrábais de regreso hacia el monasterio, en la falda de la sierra de Tormantos, procedentes de la vecina y cercana localidad de Cuacos. Durante esa mañana, el Emperador viajó en carroza hasta dicha aldea junto con diversos súbditos (por supuesto, vosotros también), donde todos escuchásteis misa en la iglesia de la Asunción, en aquella aldea. El revuelo en la misma ha sido máximo, pues Su Majestad, además, ha donado una bonita talla de San Jerónimo para el santo templo.

Ahora os encontráis de vuelta al monasterio, atraveando el camino natural que une Quacos y el monasterio.

Notas de juego

Comenzamos.

Podéis hacer un post de introducción de vuestros PJ, comentando lo que queráis (cómo sois, cómo ha sido la misa en Quacos, lo que queráis). Y acompañado del post haced una tirada con el d100 de Descubrir. Para ello, buscad en la ficha vuestro % en la competencia "Descubrir" (si no la tenéis nos basaremos en su base, que es PERCEPCIÓN). Esa será la difcultad de tirada (y tenéis que sacar ese valor o menos con el d100). Cualquier duda, en la escena de Off Rol.

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05/09/2022, 17:03
Manuela Mendoça

No me agrada el camino de vuelta. Ir y volver en el día es pesado. Me duelen los pies. Sudo. Nos comen las moscas. Me quema el sol. Pero trago con ello... es el deseo de Su Majestad Imperial. Dios le guarde.

Me santiguo en silencio. Lo contrario sería pecar, por nombrar al Altísimo en vano. Aunque sea en pensamiento. Como bien ha dicho hoy el cura de Quacos. Me gustan sus misas. Me gusta Quacos. Más que el Monasterio.

Pensando voy, sí. En las prendas que habré de remendar tras esta caminata. En las labores de hoy que tengo pendientes. En las palabras de padre antes de mandarme a Yuste: Hay hombres buenos. Casa pronto y casa bien. En las palabras de madre antes de mandarme a Yuste: Hay hombres buenos. Escoge antes de casar, no como yo.

Pero las semanas pasan. Y no es oro todo lo que reluce. No son tantos los hombres buenos en Yuste. Y los monjes, los que menos. Pero Dios me guarda, de momento. Me santiguo otra vez en silencio.

 

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Edito: duda resuelta, hago la tirada.

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06/09/2022, 01:40
Nicolao de Maella

Una misa mas, otra caminata mas, el emperador busca un milagro que cure su gota y por ahora no ha hecho mas que empeorar, tal vez si no comiera como un cerdo se recuperaría un poco, mi alquimia poco puede hacer en una situación tan extrema como esta, pero es esto o estar solo en un país que habla un idioma que no domino, necesito llegar para poder recostarme un poco.

- Tiradas (1)
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07/09/2022, 16:08
Beltrán Ruís

Beltrán tropezó con otra Piedra en el camino y soltó un improperio, muy bajo para ser escuchado si acaso por Dios. Los pies le dolían cosa mala y solo pensaba en llegar de una vez al monasterio. No es que no gustara de cumplir los mandatos divinos y dar gracias al señor, pero ¿Tan necesario era ir hasta aquella apartada aldea?

“Bueno, es el rey el que lo ordena. Así que no hay más que decir”

Soltó un soplido de resignación mientras miraba el camino que delante de él se abría y que todo el séquito del rey seguía. El sol se alzaba alto en el horizonte y eso podría ser un problema si con ello comenzaba a sudar. Beltrán ODIABA sudar. Era tan vulgar, tan prosaico y el olor que se desprendía. Pero a pesar de que la situación actual no le gustaba, debía dar gracias al señor por la oportunidad que este le había brindado al congraciarse con su majestad el rey. No pensaba acudir a la comida que ofrecía su padre en honor al rey pero el señor hizo que cambiara de opinión, permitiéndole presenciar los dolores del rey y recomendarle unas hierbas que su buena mujer le había dado una o dos meses que había tenido problemas similares, permitiéndole ayudarle presto y salvar su regia vida. Y solo la virgen pudo interceder cuando, tras encontrarse mejor, su majestad quiso intercambiar palabras con él, cayéndole en gracia y haciendo que le solicitara gentilmente que le acompañara en su retiro. Ahora tenía la oportunidad única de labrarse un futuro mejor, quizás algún título o mejor posición que el que le brindaría nunca ser el séptimo hijo de un noble que casi se había olvidado de él. Soñaba con su propia hacienda, y tal vez unas tierras más allá de las que su padre tuviera a bien dejarle (Si es que le dejaba alguna). No podía desaprovechar esta oportunidad.

Beltrán levantó la cabeza y tuvo que ponerse la mano sobre la frente para que los rayos del sol no cegaran su vista. Unos pasos por delante iba el italiano que siempre acompañaba al rey ¿Cómo se llamaba? Beltrán no caía pero no terminaba de gustarle que un foráneo anduviera cerca de su majestad. La expresión de su rostro tampoco le gustaba, le daba mal fario el aura que desprendía aquel hombre.

Entonces pasó a su lado una joven de bello rostro que parecía sufrir de dolor de pies. Si algo le habían enseñado bien, era a ser caballeroso por lo que le ofreció su mano.

- Préstese a apoyarse en mi señora si ve que lo necesita. Dura es la caminata por esta tierra más no habéis de sufrir en vano –

Acabó de hablar cuando la ceguera provocada por el sol, le hizo fijarse en cómo iba vestida y se dio cuenta de su error. No era una cortesana con la que congraciarse, sino una simple sirviente. Dubitativo, se preguntaba si apartar la mano no sería menor vergüenza que el que el vieran ofreciéndose a una villana. Pero a pesar de todo, no apartaba la mano.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues empezamos y como no veo nada, lo justifico con la ceguera que me ha provocado el sol de frente y vamos a interactuar porque, por supuesto, la ayuda se la he ofrecido a Manuela.

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07/09/2022, 20:06
Director

Cada uno de vosotros tenía distintos pensamientos de camino al monasterio, pero lo que unía a todos ellos es que parecían estar en torno, en mayor o menor medida, al sacro Emperador. Allá adelante iba Su Majestad, en ese cubículo que no era sino una cama con brazos de madera para que lo llevaran a hombros; pareciera, tal vez, una especie de holgado ataud de viaje, pero cualquiera sabe que era más cómodo viajar ahí que a pie, sobre todo por éstos caminos.

Mientras en tales momentos el hidalgo Beltrán le ofrecía la mano a Manuela, quien iba pensando seguramente en lo que aún le quedaba por zurcir; y cerca de ambos caminaba Nicolao, también de confianza para el monarca, al igual que Manuela y el propio Beltrán. Y es que don Carlos, hecho ya a esos muros y columnas de claustro, gustaba tanto de la vida natural y alejada del mundanal ruido como de la compañía de hombres y mujeres naturales, campechanos, de sus siervos y siervas, cosa que no desdeñaba.

Y mientras el de Medina de Pomar alargaba su brazo a su compañera, alcanzásteis en vuestra andadura de regreso a alguien que estaba por delante de vosotros. La comitiva continuaba avanzando y tal sujeto estaba apoyado con las manos en jarras. Se trataba de será don Luis Méndez de Quijada, mayordomo del Emperador (su mano derecha para todo), hombre que ya conocíais bien desde hacía bastantes meses (un hombre bastante razonable, quien ya había luchado años atrás a las órdenes de Su Majestad, y que había recalado en Yuste de forma similar a Beltrán).

Cuando estuvísteis a su altura, notásteis su serio rostro. Entonces os habló.

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07/09/2022, 20:07
Luis Méndez de Quijada

¡Aguardad! -os dijo a alguno de vosotros tres, pues marchábais los tres unos cerca de los otros*-. Sabéis lo que piensa Su Majestad de las mujeres... -miró a Manuela, pero no se refería a ella-, de las mujeres que van a pedir limosna a las puertas del monasterio... ¿no es así?

No hizo falta mucho para que recordárais enseguida lo que estaba refiriendo don Luis.

Y es que, prácticamente desde la llegada de la comitiva a Yuste meses atrás, era conocido por todos que el Emperador había mandado a los frailes jerónimos del monasterio entregar provisiones y limosnas a las gentes más pobres de las aldeas cercanas al monasterio en tales lugares, evitando de esta manera su deseo de que se aproximaran a las puertas y muros del mismo para pedir limosna (tal vez no le gustara verlos a sus puertas...). Este mandato incluía, además, un precepto muy concreto con respecto a las mujeres, salido de su propia boca: que las pobres pedigüeñas no se acercasen a menos de doscientas varas del monasterio, so pena de dedicarles unos cuantos latigazos. Esto era para evitar, según el monarca, las chanzas que a veces se producían entre los monjes jerónimos y las mismas... que ya saben vuacedes a qué podría conducir...

Bien... -el mayordomo entendió enseguida que recordábais el precepto-. Pues allá, fuera del camino y entre aquellos arbustos -señaló con el mentón mientras hablaba, pero de forma discreta- , hay una mujer prendas viejas. Parecía mirarnos, y a punto de extender la mano... Id los tres, pues, a advertirla que se marche de allí, no sea que alguien más la vea y que don Carlos ordene... -se paró un poco-, prenderla y azotarla, por inclumplir el suyo mandato.

Lo cierto es que aquel gesto de don Luis era demostración de cierta benevolencia para con aquellos humildes, y lejos de no desobedecer los mandatos de su superior, tal vez pensara que no había porqué presenciar azotes de alguien que sólo trataba de sobrevivir. Tal vez aquel fuera uno de los sujetos más honrados que tenía el gran monarca junto a él.

Y no esperó más.

El mayordomo se dio la vuelta, entendiendo que contribuiríais a su mandato, y siguió andando, alejándose de vosotros.

Al mirar al punto donde señaló, no vísteis nada, pero efectivamente estaba lleno de matorrales, canchos grandes, y arbustos y árboles, por lo que alguien podría estar rondando perfectamente por allí.

Notas de juego

*No queriendo limitar ni evitar la interacción de vuestros personajes, considero que el mandato del mayordomo puede ocurrir paralelamente a las interacciones, asique en los próximos post no os cortéis en intervenir con respecto a ambas cosas. Suelo hacerlo así para hacer dinámica las intervenciones y no dilatarnos en exceso en esto del rol por web (cuyas partidas ya sabéis que pueden alargarse demasiado).

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07/09/2022, 23:22
Manuela Mendoça

La mano ofrecida de Don Beltrán Auís me hizo dar un respingo que casi me tira por la montaña. Si yo casi no había cruzado palabra o mirada con él en este tiempo en el Monasterio... ¿Y venía con éstas en público? Virgen Santísima, algunos eran más mujeriegos que los monjes jerónimos.

Vu-vuesa merced... creo me confunde con otra... dama... de la corte... Balbuceé como pude, deseando que esa fuese la realidad y no que quisiera empotrarme contra una piedra en algún recodo del camino. Yo no era de esas. Ay madre, ¡son peor los hombres del Emperador que los mozos de Jarandilla!

Por suerte, Don Luis rompió aquella extraña situación. Pero la cambió por otra peor.

¿De verdad tenía yo que ir al monte que esos dos caballeros? Me quedé pálida. De Nicolao poca opinión tenía pero de Beltrán... Ojalá que no tuviese malas intenciones.

Asín haré... mas si prefieren, puedo ir yo a ver. Mejor sola que mal acompañada, pensé.

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08/09/2022, 15:23
Beltrán Ruís

Beltrán agradeció que la joven conociera su lugar y no aceptase su mano ofrecida.

- Ciertos es que con este sol de justicia a veces cuesta diferenciar rostros. Le pido acepte mis disculpas por haberla incomodado y… -

No terminó de hablar pues el señor Luis Méndez de Quijada estaba plantado frente a ellos. Al ver sus brazos en jarra el joven noble pensó que ya había metido la pata y había contrariado a la mano derecha del rey. ¿Cómo podría explicar tamaña deshonra en casa? Abrió la boca para explicar la situación cuando el aparecido explicó el motivo de su enfado y no pudo por menos que suspirar tranquilo. Nada tenía que ver con lo que había pasado. Cuando escuchó la petición, finalmente se recompuso y se puso tieso. Por fin podía hacer algo para irse ganando favores. Estar a buenas con el señor de Quijada podría acercarle más al rey. La mujer a la que le había ofrecido la mano se ofreció a ir sola. No sería así. Mientras daba un paso adelante, Beltrán se fijaba en el otro al que le habían hecho la petición, el extranjero, y se preguntaba si se habría enterado de algo.

- Quedaos tras de mí, por favor. Permitidme abrir la marcha, pero acompañadme por si hicierais falta para hacer entrar en razón a la mendiga. Y tú… - Dijo mirando al italiano - ¿Me entiendes? Ir detrás mio. Mirar bien. Que no escapar. –

Y abrió la marcha, poniendo sus oídos en la labor de encontrar a esa pequeña ratilla.

- Tiradas (1)
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08/09/2022, 15:39
Nicolao de Maella

Al escuchar a Don Luis me quede congelado esperando no haber hecho nada de lo cual merecer un castigo. Al terminar de explicar sobre alejar a la mujer se preguntaba por que tenia que ir el curandero? No importaba, debía hacerlo igual. Al escuchar a Beltrán este le respondió con un muy claro acento italiano.

-Entender, atrás yo ir, agarrar si correr a caravana.

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10/09/2022, 10:04
Director

No tardásteis mucho en poneros en camino hacia los arbustos. Se veía allí, junto al camino, y se internaba un poco en la falda del monte. La caravana marchaba hacia delante, hacia el monasterio, y quedábais vosotros allí, con aquel recado entre manos. Al cruzar la vereda y pisar la hierba de la cuneta, vuestros pies tocaron el campo: roca, arbustos, ramas y raíces por doquier. Desde allí no veíais a nadie, por lo que hubísteis de caminar un poco monte adentro para vislumbrar lo que ocurría.

Tras unos minutos de andadura (en las que Beltrán abría la marcha y sus dos compañeros le seguían por detrás), no tardásteis en advertir a unas veinte varas a una mujer de pelo largo, oscuro, y llevaba humildes ropajes, muy sucios y malgastados, en plena falda del monte. Don Luis parecía tener buena vista. La mujer se encontraba de pie entre los arbustos, mirándoos sin discreción alguna. Enseguida dio un paso lateral, a su izquierda, y se ocultó en medio de un gran zarzal. Ya no la veíais.

 

Notas de juego

Estáis fuera del camino, en el monte en sí. La comitiva ya no la véis (avanza de regreso al monasterio).
Con vuestra siguiente intervención podéis hacer cualquier tirada si lo consideráis.

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10/09/2022, 13:45
Beltrán Ruís

Beltrán casi se tropezó con una piedra de aquel campo y maldijo para sus adentros. Esto era trabajo para plebeyos, pero si quería estar a bien con Quijada no le quedaba otra. Intentó no obstante mostrarse seguro y decidido, aunque sus pies le dijeran a cada paso que se iba a enterar en cuanto se enfriara.

Y finalmente la vieron. Una joven allí, plantada como si nada. Una sonrisa se dibujó en el rostro del noble. Ahora le diría que se fuera y podría darle la buena nueva al que era la mano derecha del rey. Pero entonces la joven hizo algo que de estúpido que le parecía, hizo que Beltrán se parara y quedara quieto unos instantes. La joven se había escondido entre unos matorrales. Negó con la cabeza y le hizo un gesto al resto para que se detuviera y le dejara hablar.

- Buenos días Joven, no hay que tener miedo. No venimos a provocaros mal alguno. Es más, es posible que, si nos permite explicarnos, le podamos ahorrar agravios peores. Mi nombre es Beltrán de Auis y mis compañeros... - Beltrán dejó que se presentaran antes de seguir - necesitaríamos hablar con usted cara a cara si le pareciera bien. ¿aceptaría mi ofrecimiento? –

Mientras hablaba, avanzaba lentamente hacia donde se había escondido. No quería asustarla avasallándola, pero tampoco tenía intención de que se les escapara.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dios, ni una tirada saco. NI UNA XDDDDD

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10/09/2022, 16:16
Nicolao de Maella

Nicolao avanzo con sus pies ya maltrechos por ese horrible monte para dejárselos aun peor, al llegar a la presencia de la mujer Beltrán decidió presentarnos.

-Buen día buena mujer.

Nicolao ve con detalle a la pobre mujer pasa saber su estado tanto de animo, lastima que los ojos ya estaban cansados por ese brillante sol. Para sentirse mejor Nicolao mira a su alrededor (esperando un éxito en una tirada hoy) para apreciar el campo... Después de un examen detallado, Nicolao pudo confirmar que efectivamente ese campo tenia... plantas.

- Tiradas (2)
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11/09/2022, 14:01
Manuela Mendoça

Marché con los dos hombres hacia el zarzal que nos indicó Don Luis. Tras ellos, en silencio. No quería importunarles ni distraerles. Tampoco captar su atención. Aproveché a ir atenta por si hubiese alguien más por allá.

Al poco, dimos con la mendiga. Aunque de mendiga tenía poco. Era una joven de buen ver. Seguro fuese sirvienta como yo. Quizás quisiese servir al Emperador también. El jornal era mejor que en otras casas nobles, desde luego.

Don Beltrán, si me se permite, puedo ir hablar con ella. De moza a moza. No me se parece mendiga, si acaso mujer humilde como yo.

No me moví, esperando a que él o Nicolao me autorizaran.

- Tiradas (2)

Notas de juego

He puesto mal el nivel de Escuchar. Es 48%, no 42%. Sería un Éxito.

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12/09/2022, 12:50
Director

Andábais examinando los alrededores del camino, cuando escuchásteis algo detrás de vosotros (mientras que veíais a la mujer delante, allá a tantas varas de distancia). Unos pasos que no eran sino los de Cristovao, cazador del Emperador en Yuste, quien andaba por tales camino. Lo cierto es que éste no había acudido a la misa en Quacos, pero habíase quedado por los alrededores del monasterio, tratando de cazar alguna paloma u otra ave para entretenimiento del monarca en su regreso. Y el caso es que se hubo de encontrar con la comitiva esa mañana, y el mayordomo don Luis Méndez le hubo de enviar también a buscar entre los zarzales; realmente le ordenó que cuidara Beltrán Auis, Nicolao y la sierva Manuela, quienes habían ido a echar un ojo junto al camino, entre los arbustos, por algún motivo (que no le dio al cazador).

Por ende, que estando ya los cuatro juntos, hubísteis pues de poner atención de nuevo en la joven que estaba allí enfrente, a varias varas de distnacia. Parecía que el primero en hablar era Beltrán, joven dicharachero y bien dado a los parlamentos, aunque pese a su gran educación no hizo sino hacer dudar a la joven (y ni siquiera asintió a su ofrecimiento, tras la pregunta de Auís). Tras el comentario de Nicolao, quien también quería mostrar empatía con la joven, dio Manuela unos pasos hacia delante, para tal vez entablar confianza con la aparecida.

No ocurrió sino lo siguiente: que la joven dio un paso lateral, a su izquierda, y se ocultó en medio de un gran zarzal. Ya no la veíais*.

Tras andar hasta donde instantes antes estaba, mirásteis tras los zarzales, y vísteis que volvía a desaparecer metros más allá, tras un pequeño conjunto de árboles, tras sus troncos. Entonces, la mujer apareció y desapareció tras los castaños, los almendros y las rocas de la zona, y mientras andábais de acá para allá, tratando de cumplir el mandato de don Luis, la figura os daba esquinazo aquí y allá de una forma inverosímil. No sabíais si jugaba con vosotros, pues a veces le veíais el final de sus ropas o su pelo antes de esconderse de nuevo. Se escondía por un lugar y reaparecía justo por otro, como un ave de las que siempre solía cazar, por divertimento o mandato, Cristovao (pero claro, esa mujer no tenía alas para moverse tan rápido).

Llegó un momento que no la encontrásteis entre la espesa vegetación de la ladera. Y os daba la sensación que se aparecía a diferentes distancias en pocos segundos (cosa imposible de asimilar o entender...). Eso sí, ahora la ladera del monte estaba callada, sin ningún sonido (ni tan siquiera el vientecillo aún frío de aquellas épocas y alturas de la sierra...).

Notas de juego

*:Como comenté más arriba, la mujer ya desapareció (cuando habéis tratado de hablar con ella ya no estaba o estaba desapareciendo).

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12/09/2022, 12:53
Director

De lo único que te percataste, al tratar de escuchar por la zona, es que los pasos de la mujer pisaban la hojarasca y ramas de la ladera. Pero los escuchabas aquí y allá; tan pronto a izquierdas como a derechas, a varias varas delante y otras tantas detrás: parecía que esa persona... estaba en todos sitios... Algo muy extraño.

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12/09/2022, 12:53
Director

Antes o después, con la idea en la mente de regresar con la comitiva (porque si no aparecía, al menos habríais conseguido cumplir el mandato, que era que la mujer se alejara de allí), encontrásteis en mitad de aquella zona fresca y natural una escena poco usual: una roca se alzaba en medio de un claro, en la ladera. Tenía una altura media (a cualquier de vosotros os llegaría por la cintura), y sobre él había una especie de medallón descansando sobre ella. ¿Qué significaba aquello?

 

Notas de juego

Bien, pues como veis ya hemos introducido a Cristovao. Vais todos juntos.