Partida Rol por web

Los cuervos de Llandwydd

Un disparo en la tormenta

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25/02/2015, 20:29
Director

Notas de juego

Esta escena es sólo para leer (leer paralelamente a la escena de partida).

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25/02/2015, 20:29
Narrador.

Febrero de 1915.
Ladera oriental del Monte Carnedd, por encima de la orilla occidental del Lago Gweld.

Era Febrero, y el hielo y la nieve lo cubría todo. Sin embargo, era una buena época para la peligrosa práctica de pesca sobre hielo. Atrapar peces sin hacer crujir la capa de hielo bajo tus pies (con la consecuente caída) era una actividad que os divertía bastante, solíais practicarlo.

Claro que, ese día, llevásteis tres botellas de whisky para celebrar vuestro futuro envío al frente francés. Aún no habíais visto trincheras en vivo, ni armas reglamentarias, ni cascos, ni uniformes ni... muertos en el frente. La pesca no iba demasiado bien (no había suerte), pero, ¡diantres! ¡Tampoco os lo estábais pasando muy mal! ¡El whisky corría por vuestra sangre!

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15/03/2015, 12:31
Narrador.

Aún disfrutando de aquellas botellas de whysky, vísteis a dos figuras aproximarse, dirigiéndose al pueblo. Tras un rato, vísteis que eran Daniel y Gwylim. Se acercaron para saludaros e incluso les ofrecísteis algo de bebida, lo cual rechazaron. No parecían, tampoco, traer buenas caras (al menos Gwylim). Tras sentaros todos en unas piedras, observar el lago allá abajo, bajo vuestros pies, y charlar un rato, Gwylim os confesó algo: tenía miedo. Tenía miedo del frente, de ese alistamiento forzoso cuando cumpliera la mayoría de edad en el próximo mes de marzo (para quien no fuera un voluntario), y estaba aterrorizado después de haber escuchado las historias de la guerra que le había contado su hermano mayor.

Vostros, los Evans, comenzásteis a reíros de sus miedos. A reíros y a acusarle despectivamente de ser un cobarde, y lo que era peor: de un traidor a su país. El pequeño punto de ebriedad potenció aquella discusión, la cual, momentos después, llegó a las manos. Christopher y Gwylim llegaron a las manos. Daniel y y Huw separaron respectivamente a sus hermanos menores, y vuestros dos amigos se marcharon de allí, dejándoos otra vez bebiendo y riendo mientras les gritábais al alejarse con amenazas e insultos.

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20/03/2015, 11:22
Narrador.

Herido en su orgullo, Gwylim se retorcía por dentro. A él nadie le había enseñado a enfrentarse a ese miedo del frente. No era un cobarde, sólo tenía reticencias, incertidumbre... un temor ilógico. Pero no era cobardía. Tras regresar los dos hermanos a su casa, y sin pensárselo dos veces, Gwylim salió a escondidas, dejando a sus padres y a Daniel en el pueblo.

Vísteis, entonces, mientras seguíais pescando en el hielo y bebiendo ya en plena tarde, cómo una figura se acercaba desde el pueblo hacia vosotros. Era Gwylim. Traía una caña. Una buena caña, quizá para ponerse a pescar con vosotros amistosamente y arreglar la situación. Nada más lejos de la realidad.

Gwylim llevaba en sus manos una escopeta. La escopeta de su padre. Os encontró finalmente, ahí donde os había dejado con vuestra juerga, bebiendo y riendo. Os gritó una y otra vez, con ojos cuajados de lágrimas, que no era un cobarde. Todo ello lo hacía mientras os apuntaba, tembloroso, con la escopeta. ¡¡NO SOY UN COBARDE!! ¡¡NO SOY UN COBARDE!!, repetía para excusarse de su miedo a ir al frente cuando tuviera la mayoría de edad en pocos meses.

No sabíais muy bien qué hacer, no sabíais si dispararía. Temíais que Gwylim hiciera una locura. Era muy joven, y arruinarse así la vida no daba de ganar a nadie. Sin que el muchacho se diese cuenta, y mientras los Evans lo distraían, Dylan se acercó por detrás (dando un pequeño rodeo), se arrojó contra él y le empujó, y Gwylim se despeñó por la ladera, no sin antes disparar su arma al aire involuntariamente, aunque sin herir a nadie.

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28/03/2015, 12:07
Narrador.

Gwylim cayó por la ldera del Monte Carnedd.

En el borde del precipicio, se despeñó.

Tras acercaros al borde rocoso, vísteis que el cadáver del joven Gwylim yacía ahora en un terraplen junto al lago, casi en la orilla del mismo, muchos metros bajo vuestros pies. Horrorizados por lo que había sucedido, y sobrecogidos por el remordimiento y la culpa, decidísteis ocultar lo ocurrido. La pesca se suspendió en ese momento, y las botellas de whisky dejaron de pasar de mano en mano... Huw y Dafydd descendieron con dificultad hasta el pie del terraplén, donde se encontraba el cadáver, y lo arrojaron al lago Gwenddau con los bolsillos llenos de piedras. Tras ver cómo el chico se hundía en el agua os volvísteis a reunir y casi no os podíais mirar a la cara unos a otros, pero sabíais que no podíais decir nada.

Todo el mundo sabía que Gwylim era algo reacio a entrar en el frente, y tras volver a Llandwydd, antes de marchar a la guerra en Francia, os quedó algo de tiempo para comprobar cómo todo el pueblo se convencía de que el joven Gwylim había huido de allí para evitar el frente. Como un fugitivo. Como un traidor.

En esos días, Daniel estuvo destrozado por la aparente marcha de su hermano.

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13/04/2015, 17:02
Narrador.

Junio de 1915.

Llevábais varias semanas vagando por algunos batallones. No sólo vosotros, sino gran parte de los reclutados y voluntarios procedentes de las islas. Vuestro último destino había sido integraros en la Fuerza Expedicionaria Británica, en la zona norte de Francia. Nada más instalaros en el frente, vuestros oídos se acostumbraron a bombardeos de artillería y granadas constantes. Las complejidad de las trincheras se basaban en galerías y pasajes estratégicos, justo en los límites de los frentes alemanes. Vuestra trinchera poseía doce galerias descendentes. Donde dormíais había un par de túneles secretos, que iban en dirección enemiga bajo tierra. En pocos días estarían listas las trampas de cargas explosivas para detonar cerca de las trincheras alemanas, desde el subsuelo. El río Somme descansaba una milla al sur de vuestra posición.

Daniel y otros muchachos de Llandwydd y otros pueblos galeses estuvieron con vosotros en vuestra aventura en la guerra. Sin embargo, vosotros, conforme avanzaba el tiempo, evitábais su presencia (la de Daniel). La vida en la trinchera era aburrida, y más no pudiendo hablar abiertamente con vuestro amigo. Daniel, por su parte, se daba cuenta de ésto, aunque no sabía el porqué. Pese a que se preguntaba cuál era el motivo, se respondía a sí mismo que "la guerra agria el carácter de los hombres", y tal vez por eso no le dió la suficente importancia... hasta los últimos días de junio.

En las inmediaciones de Beaumont-Hamel, el lugar donde estaba emplazada vuestra trinchera, la música de arrullo y de despertador no eran sino granadas y ametralladoreas. Daniel sospechaba que los Evans pudieran haberle dicho algo a Gwylim meses antes, algo que le habría hecho huir. ¿meterle miedo en el cuerpo con historias de la guerra?

Una noche que Dylan y Daniel estaban a solas y algo bebidos, éste le interrogó directamente. El efecto del alcohol hizo insinuar al mediano de los Evans que nadie volvería a ver a Gwylim. Ni vivo, ni muerto. Fue entonces cuando Daniel se asustó y se preguntó que qué estaba contándole Dylan. Aunque Dylan no admitió su culpa, la expresión de remordimiento de su cara fue suficiente para que Daniel supiera que Dylan (y tal vez los Evans, que estaban muy unidos siempre) habían participado en la muerte de su hermano (de una u otra forma).

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23/04/2015, 11:43
Narrador.

Pocos días después, el primero de Julio de 1916

Vuestro batallón recibió órdenes de atacar durante el inicio de la Batalla del Somme. Recordábais ahora ese día algo lluvoso. Los cañones aliados dispararon sobre las trincheras alemanas durante media hora antes del ataque para abrir camino a la infantería. El traqueteo de disparos era mayor que las semanas previas. Sin embargo los ojeadores de su zona confirmaron que el fuego no estaba alcanzando algunos de los principales nidos de ametralladoras. Aquella estratagema carecía de resolución.

El teniente coronel al mando del batallón envió a Daniel a las posiciones de artillería con órdenes de corregir el fuego, pues sin un primer tanteo acertado el equilibrio de frentes no sería el correcto. Pero Daniel... Daniel vio allí, en plena batalla mundial, su oportunidad de vengarse de los asesinos de su hermano.

Aguantábais en la trinchera, dispuestos a dar vuestra vida en junto con el resto de soldados de la Fuerza Expedicionaria. No supísteis que, con las órdenes en la bolsa, Daniel se aseguró de tardar lo suficiente en entregarlas como para que el fuego de
artillería aliada ya se hubiera detenido y fuera demasiado tarde para poder reanudarlo. Sin saber que los proyectiles no habían barrido los búnkeres alemanes, el teniente coronel dio la orden de avanzar, y el batallón cargó desde sus trincheras hacia una muerte segura. Era el fuego de la Venganza.

 

Christopher Evans murió incluso antes de acabar de subir la escalera, alcanzado por un disparo alemán.

Dylan Evans murió poco después, al pisar una mina pocos metros dentro de la tierra de nadie.

Huw y Dafydd Evans lograron avanzar algo más, hasta quedar atrapados por las alambradas y ser destrozados, el primero por una granada de mano y el segundo poco después por el fuego de las ametralladoras.