Partida Rol por web

Los supervivientes deciden ir en busca del doctor desaparecido. ¿Seguirá con vida?

Finalmente alcanzáis vuestro campamento y primer refugio dentro de la isla. El viaje a través de la jungla ha sido más largo de lo que esperabais pero aún así conseguís llegar hasta la proximidad del mar.
Sin embargo una sorpresa os aguarda pues el campamento se haya patas arriba. Es como si un grupo de animales salvajes lo hubiera pateado de arriba a abajo.

El mar de juncos de bambú no se haya muy lejos de aquí, allí es donde desapareció el profesor Brush.

El recuerdo del mar de bambú cuando algo te toco aunque no podías verlo hace que la piel se te ponga de gallina y te asustes. No te apetece nada volver a ese sitio pero si el profesor esta en problemas habría que ayudarle.
¿Porque el señor pone a prueba a tu fe otra vez más? O tal vez, ¿No será que todo esto lo ha tramado el maligno?

El cuerpo de Flora tiembla de arriba abajo. Un instante despues la monja se sienta en el suelo mirando el mar de bambu. Luengas lagrimas recorren sus mejillas mientras habla..

NO... ¡No quiero volver ahi dentro! Nooooo... ¡Maldito profesor! ¿acaso trabaja para el Maligno?

No... que digo... estoy perdiendo la cordura... si tenemos que entrar lo haremos... pero todos juntos por favor, no nos separemos...

Cuando contempla el estropicio en el campamento, Charlie se limita a entrecerrar los ojos y emitir un grave gruñido. Parece dispuesto a examinar la zona con más detalle cuando la hermana Flora parece a punto de derrumbarse. De manera torpe y titubeante, se situa a su lado y, tras un par de amagos, le pasa el brazo por los hombros.

-No va a pasarle nada malo. El de arriba no lo va a consentir. Y al doctor lo vamos a encontrar comiendo a escondidas algo, seguro. - le dice para animarla, aunque no esté demasiado convencido de sus palabras.

Retirando el brazo, blande una vez más el madero y contempla el laberinto de bambú.

¿Comiendo algo? -digo rompiendo mi silencio- Pues como no como insectos o piedras...

Había permanecido todo este tiempo, en silencio, pensando. Algo extraño pasaba, sin duda. Parecía como si algo o alguien quisiese boicotearnos, pero... ¿Con qué fin?. Eso era lo que me descolocaba. ¿Acaso alguien esperaba que nos muriesemos de hambre, o nos matasemos entre nosotros?. Desde luego, si nadie lo hacía era lo que parecía. Pero, si algo o alguien lo hacía, ¿con qué fin? ¿divertirse? ¿acaso no sería más fácil darnos muerte?.

Lo ocurrido me dio que pensar. ¿De verdad había hecho eso el doctor?. Solo había una manera de saberlo...

Bien, si queremos averiguar qué ha pasado, deberíamos de preguntar al Doctor. Deberíamos de buscarle... Aunque quizás sería mejor buscar primero comida...

Con la mirada perdida en el mar de juncos, Irina parece petrificada por el aire, como si alguna fuerza superior la tuviera prisionera y no la dejara actuar. Ni siquiera parece respirar...

Tendremos que meternos ahi. No queda otra. Vamos...

Las palabras precisas, tal vez no en el mejor momento, pero algo en ella extraño habia que daba cierta "seguridad" al grupo. Y sus cortos pero firmes pasos hacia la jungla nuevamente hacian imaginar lo peor de aquel, no tan solitario, lugar...

Charlie se adentra el primero, apartando la vegetación con la mano libre. Tras un par de tensos pasos, se relaja un poco y aprovecha la exploración para comprobar si podrían sacar algo de comer de esas plantas. Brotes tiernos, por ejemplo.

Flora sigue a Charlie de cerca. Su vientre ruge de ira cual bestia infernal. ¿Que hacia pensando en el Abismo? ¿acaso dudaba de su fe?

¿Algo que llevarnos a la estomago querido?

Seguro que bajo las piedras encontramos algo de alimento. Cuando entremos en la jungla podemos buscar alimento. Eso si, cuidado, a veces los insectos tiene aguijón...

Diciendo esto, sigo a Charlie, pero a una distancia razonable. Si ocurre algo, que le pille a él primero.

Al observar el campamento te percatas de las marcas de pisadas en el suelo pero son muy raras. Hay pies descalzos, pies con calzado, marcas como de animales, sin poder identificar. Tampoco hay muchas pisadas en la arena pero si que hay unas cuantas para llamar tu atención.

El camino hacía el mar de bambú no parece ser peligroso gracia a la luz del sol que os ilumina filtrándose entre la densa jungla.

Pongo una mano sobre el hombro de Charlie mientras saco el revolver que encontré.

- Charlie, déjeme ir a mi primero - digo mientras le muestro el arma.

Tras la respuesta de Charlie camino con paso firme hacia adelante sin perder la vista de los compañeros.

- Una pequeña regla, que cada uno vigile al que tiene detrás, en caso de no verle, gritad - indico acompañando las palabras con un gesto de la cabeza pidiendo confirmación.

Demonos la mano... dice Flora mientras tiende la suya.

Este lugar es traicionero

La monja saca su rosario de entre sus pechos y lo besa.

El camino hacía el mar de bambú es rápido pues principalmente esta despejado de flora, y como habéis podido apreciar no hay mucha fauna por aquí. Cuando lo alcanzáis os quedáis unos segundos parados observándolo impresionados por su majestuosidad.

Después os fijáis en los trozos sueltos de bambú que hay en el suelo cerca de vuestra posición. Se pueden ver que unos pocos habían sido trabajados para sacarle filo o para vaciar su interior.

-Bien, bien. "Eso" - se refiere al revolver - da mucha más seguridad que mi palo.

-¿De comer? No lo veo claro... y nos llevaría mucho tiempo. Aunque... - se agacha para coger uno de los trozos de bambú cortados. Introduciendo un dedo en su interior, rasca en busca de restos de pulpa comestible. - O se han comido lo de dentro, o simplemente han hecho estacas. - se pone muy serio de repente - Mucho cuidado con donde pisamos o acabaremos ensartados.

Iba a coger la mano de Flora, pero cambia de idea. Poniéndose al lado de Félix, Charlie se dedica, a partir de ese momento, a tantear el suelo a golpe de palo en aquellos puntos donde la colocación de la vegetación o la tierra removida le resultan sospechosos.

Una nubes se divisan en el horizonte y parecen venir directas hacía aquí. El lugar no da muestras de lucha sino más bien de trabajo, alguien se dedico a arrastrar los primeros trozos de bambú hasta el suelo y romperlos, muchos de los cuales de una forma no muy precisa pues el bambú se ha partido en cachos. De hecho hay una piedra grande que han debido usar para romperlo.
Sin duda serían aborígenes o tal vez algún ser humano no muy desarrollado pues usaron más la fuerza bruta que el ingenio aunque hay algunos trozos cortados por algo algo afilado.

Avanzo en silencio, con pies de plomo, intentando no quedarme el último. Voy mirando al suelo y a mi alrededor. No quiero que nada me coja por sorpresa, ya que es evidente que aquí hay alguien, y seguro que sea lo que sea, quiere comernos, o, al menos, jugar con nosotros.

Y no me gusta ni una cosa ni la otra...