Partida Rol por web

Shiroi había permanecido en silencio mientras el Oni Negro exponía su postura, limitándose a asentir de tanto en cuando, como si lo que el bushi Cangrejo estaba exponiendo fuera algo que ya hubieran debatido con anterioridad. Incluso cuando éste retiró su máscara para revelar la deformidad que escondía tras ella, su única reacción fue una casi imperceptible dilatación de sus pupilas que se reflejó en el brillo de sus ojos negros.

Sin embargo, cuando finalmente Tameiki habló para expresar sus dudas, Shiroi se adelantó para hablar, con una profunda seriedad, pero también con un toque más amable de lo habitual en su melodiosa voz.

-Tameiki-san, hay muchos motivos que me llevaron a creer que eres la más adecuada para esa tarea. –Dijo, y por un momento la ronin más joven creyó ver la sombra de una sonrisa aleteando en los labios de la otra bushi. –Para empezar, y aunque eso es algo que todos sabemos, tú no has leído el Pergamino que ya hemos abierto... Lo cual nos excluye a varios. Además, eres joven, y de todos nosotros eres la que posee el espíritu más fresco, y la que más puede aprender del resto. Y tu devoción hacia el Chugo y el Bushido haría sentir orgulloso a los más honorables samuráis del Imperuio. Eres quien más merece quedar libre de mancha, y en quien más confiaría la pesada tarea de ayudarnos a mantener a raya nuestra propia oscuridad. Pero no del todo un privilegio. Es una misión difícil, y una pesada carga… quizás aún más que la nuestra.

-O así es como mi instinto me lleva a pensar. Pero eres tú quien debe aceptar nuestra propuesta, Tameiki-san.

-Reconoceré, ya que es cierto, que también hay una motivación personal tras mi elección. –Añadió tras unos instantes, como si se disculpara con el resto del grupo. –Pero eso no cambia que incluso aunque no fuera así, seguiría creyendo que Tameiki es la persona más adecuada para protegernos de la sombra de Jigoku.

-Y en cuanto a la custodia de los Pergaminos... si la corrupción del resto sigue extendiéndose y consumiendo nuestro Jade, entonces creo que sí, debemos permitir que el Oni Negro los porte. Aunque dudo que, en realidad, tengamos otra alternativa.

-"Borqué cargar a una sola bersona con la carga de broteger a seis de la Mancha? No será desbordada bor tal labor? Y no sería mejor que alguien más limbio también estuviese a cargo de los bergaminos?"- Aswad no podía imaginarse a la joven tratando de detener a los 6 otros, y menos con sus poderes aumentados por la influencia de los pergaminos. Tampoco tenía ningún deseo, el Moto, de unirse a sus hermanos oscuros en las tierras sombrías, bajo el estandarte perdido de los Moto. Sin embargo por el bien del Imperio, no dudaría en permitir la mancha de su espíritu. -"Lamentablemente muchos ya han sido corrombidos bor ese brimer bergamino, así que el siguiente recaerá sobre quienes no lo leímos."

"En cuanto a nuestra dirección, creo que tanto un camino como el otro son malos. Buede ser que los Grulla nos tomen bor esbías de los León, bero creo que sus tierras serán más cómodas de basar ya que los Matsu son demasiado beligrosos."

En todos aquellos días y en todas aquellas conversaciones, la monje se mantuvo en un segundo plano. Conocía bien su objetivo, y también intuía la sombra de un destino tan amargo como el que posiblemente esperaba al resto de Truenos. La historia de sus antecesores era más que elocuente al respecto...

Nada entendía de guerras, y poco sobre las tierras que estaban atravesando -sobre todo si se habla de cruzar por lugares inhóspitos que tanto el Fénix como el Unicornio conocían-. Por tanto se dedicaba a sus tareas diarias de acompañar al grupo, meditar y reponer fuerzas cuando fuera estrictamente necesario. Parecía como si aquella prueba, la última a la que debían enfrentarse, fuera una consecución de acontecimientos por los que la Togashi se deslizara en aparente sintonía, sin dar un paso falso o abrir demasiado la boca. Más bien aprovecha el tiempo para entender la motivación de todos sus compañeros, observarlos en silencio y destilar cada pequeño gesto e inflexión en sus voces

Escuchó cuidadosamente las palabras de Shiroi, así como la intervención posterior de Aswad. Introdujo, como ya era habitual en ella, sus brazos dentro del kimono, cruzándolos fuera de la vista del resto. Aunque sus ojos almendrados no mostraban duda, ni apenas ningún sentimiento fuera de la inocencia e infantilidad propias de su edad, en realidad estaba pensando... estaba calculando. Sus ojos se centraron en la enorme figura Moto, como tratando de memorizar sus palabras e incluso sus gestos. Después aquello que había dicho Shiroi le vino a la cabeza, ¿motivación personal?

Era cierto que Tameiki era más joven, inexperta y débil que el resto, pero lo cierto es que por encima de su devoción por Chugo estaba su verdadera y completa confianza en sus propias capacidades. Además, en caso de que tuviera que tomar medidas contra alguno de los allí presentes (así como contra alguien ajeno al grupo), sabía que no le temblaría el pulso.

-Acepto -dijo únicamente, antes de que los demás intervinieran, y sacando una de sus manos por el hueco de la pechera para apartar un mechón de pelo que le molestaba- Pero necesito vuestra total confianza y respeto -zanjó.

Esa mañana se sentía débil al despertar, había pasado una noche agobiante sumida en pesadillas sin sentido para el fénix.- "¿Tendrá que ver con la lectura del pergamino?¿Tan poderosa era la mancha que escondía?" - eso daba igual, estaba contagiado... sólo podía luchar por evitar que se extendiese en el interior de su ser.

Tras unos breves ejercicios matinales y alejarse, como cada mañana, a un sitio tranquilo donde hablar con sus ancestros, Kyo se acercó al grupo, el cual se mantenía reunido. Allí, el Oni Negro hablaba al resto del grupo, contando las aterradoras consecuencias de la lectura de los pergaminos. El fénix sacó el jade que portaba, pudiendo ver que casi la mitad había oscurecido.- "La corrupción de jade es rápida."

La conversación se desvió para girar en torno a la figura del integrante más joven del grupo... Tameiki. Se debatía si debía dejarla la labor de mantenerse pura para luchar contra los miembros manchados, en el caso de que el avance de la mancha resultase preocupante.- "¿Shiroi y el Oni Negro deciden conjuntamente las propuestas del grupo? - se dijo pensando en un posible complot entre ambos, en el cual quizás estuviese incluida la otra ronin.

Por momentos, tuvo la intención de intervenir en la conversación, pero reprimió el impulso, sabía que quizás sus palabras tendrían una visión sesgada, quizás sus propios pensamientos y prejuicios hablarían por él... lo mejor sería mantenerse callado y asentir ante la propuesta que, al parecer, la mayoría aceptaba.

Una vez disuelta la reunión, mientras se preparaban para partir, Kyo se acercó al Oni Negro.- Satsu-san.- Le llamó por su nombre de pila mientras se fijaba en el mempo que cubría su rostro. Les había mostrado su verdadera cara, un rostro demacrado por la maldad, pero que reflejaba esa lucha por mantener a la oscuridad alejada de su querido Imperio. Algo que Kyo respetaba y estaba seguro elogiaría en el futuro al hablar de cangrejo.- Me gustaría pedirle ayuda, dijo que sabía como tratar de resistirse a la mancha... quiero acompañarle por las mañanas en sus tareas diarias para luchar contra ella.- dijo colocando su puño diestro sobre la palma de su mano zurda y haciendo una leve inclinación marcial ante la petición.

Se quedó en silencio esperando la respuesta del Oni Negro.

Decidís ir hacia la costa al Palacio Doji, para desde ahí atravesar el río que os corta el camino y poder llegar al Lago Rojo como os indicó Shiroi. Pasáis de largo el Castillo Daidoji. Y al segundo día de viaje arribáis cerca del Palacio Doji. Os encontráis con que una gran cantidad de fuerzas Grulla se encuentran allí y siguen llegando. Mientras que en el Castillo Daidoji parecía que estaban huyendo hacía el Palacio Doji. 

Un rumor también llega a vuestros oídos en estos dos días. Doji Hoturi está desaparecido y es Doji Kuwanan el que en el Palacio Doji está tomando el mando del Clan de la Grulla.

La noche caía ya sobre Rokugán. A la luz de los últimos rayos de Amaterasu, los nuevos Truenos comenzaron a preparar el campamento para pasar la noche. Shiroi, en cambio, se mantuvo inmóvil, observando a sus compañeros, mientras meditaba. No se había quitado la armadura, y ni siquiera se había molestado de sacar nada de lo que portaba en las alforjas de su montura. Y es que los pensamientos de la ronin estaban lejos del campamento.

Se centraban en el palacio que se alzaba muy cerca de ellos. Kyuuden Doji. El corazón de la clan Grulla. Y en el rumor que habían escuchado acerca de la desaparición de su Campeón.

Doji Hoturi...

-Voy a partir. -Anunció de improviso Shiroi adelantándose hacia el resto, sin un ápice de duda en su voz. Ya había tomado una decisión, y para un samurái no existía distinción entre voluntad y obra. -Estaré de vuelta al amanecer, tenéis mi palabra. No os haré esperar ni un momento... soy plenamente consciente de la importancia de nuestra misión. Pero debo averiguar algunas cosas  en Kyuuden Doji antes de seguir adelante. Tal vez nos sean de ayuda. 

Con su hermoso rostro desprovisto de emoción alguna, extrajo de entre los pliegues de su kimono la tela en la que portaba la funesta reliquia que había recuperado de manos de Toturi.

-No llevaré esto en mi salida. -Anunció mientras depositaba la tela que contenía el Pergamino Negro en el suelo. -Los pergaminos no deben alejarse de los Truenos. Mañana, al alba, lo tomaré de nuevo conmigo. 

Veis a Shiroi alejarse en su montura hacia las tropas Grulla.

Al acercarte a las tropas de tu Clan, te dan el alto. Te presentas y al dejarte acercarte reconoces a Doji Seo una duelista que estuvo entrenando contigo y con la que tienes una buena relación. Ella tiene rango de Gunso y se dirige a ti con respeto. Y te lleva a su tienda personal.

Shiroi-san, bienvenida. Hace mucho que no sabía de ti. Espero que en tu regreso traigas buenas noticias. Dime ¿qué necesitas? Vienes en un momento delicado para nuestro Clan como ya sabrás.

Shiroi se deja llevar hasta la tienda de Doji Seo sin hacer comentarios. Su presencia allí podría dar que hablar, especialmente entre aquellos que reconocieran a la hermana del propio Campeón del Clan. Además, el tiempo apremiaba... había prometido estar de regreso al amanecer, y los minutos de la larga noche seguían pasando sin detenerse por nadie.

-Tal vez precisamente sea eso lo que me ha traído de nuevo a vuestras puertas, Seo-san. -Admitió Shiroi, asintiendo levemente a las palabras de su antigua compañera de armas. -Necesito... información. Sobre la guerra con los Matsu. Mi cometido actual me obliga a viajar por estas tierras, y no querría verme en mitad de dos ejércitos.

-Y, por otro lado... -Dijo, y sus ojos brillaron de un modo extraño a la luz de las lámparas de la tienda. -He escuchado que mi her... que Doji Hoturi-sama está desaparecido. ¿Es eso cierto? ¿Ha ocurrido algo? ¿Está Kuwanan-sama aquí, en Kyuuden Doji?

Aswad observó a la joven partir hacia el Kyuden Grulla, su clan ya estaba bastante claro, pero con aquellas acciones, ya era irrefutable, lo que significaba que la otra ronin era del otro clan, el clan que había desaparecido y en el que solo Bayushi Kachiko existía. Conforme se aleja, el Moto la observa... hermosa... pero les estaba obligando a acampar allí.

-"Dado que nos toca esberar, tal vez debamos tratar de recoger algo de víveres y alimentos bara el viaje. También bodremos escuchar algunos de los rumores que circulan, abrender que sucede en el Imberio."- No podían irse sin aquella que velaría por ellos, no tenía sentido reducir su número a 6 y esperar reencontrarse con Shiroi-san más adelante. -Bersonalmente no tengo broblemas en dormir en la interberie, bero en un lugar que se brebara bara la guerra, bodríamos ser considerados esbías y deberíamos dormir en la ciudad."

Kyo observó a la ex-grulla partir sin dar siquiera opción a convencerla de lo contrario.

- No me gusta esta situación, elegimos los caminos de la grulla porque Shiroi intervendría ante las patrullas Daidoji... sin embargo, se ha marchado dejándonos expuestos ante cualquiera que pueda tomarnos por enemigos, espías...- El fénix se bajó de su montura y comenzó a acariciar la cabeza de su pony para calmarlo.- "Que se puede esperar de un ronin, un samurái de verdad no dejaría interferir sus emociones ante el deber."

- Como bien dice, Aswad-san, sería mejor pasar la noche en alguna aldea o ciudad, los caminos no son seguros para hacer noche. Además podríamos aprovechar nuestra estancia para aprovisionarnos.- Kyo se quedó a la espera de que algún Trueno más secundara la idea del unicornio para reanudar la marcha... sus ojos se quedaron fijos en el pergamino que Shiroi había dejado en el suelo antes de marchar.- Satsu-san, ¿podrías portar el pergamino hasta el regreso de Shiroi?

Siguió con la mirada a Shiroi y donde imaginaba que estaría aún cuando desapareció por el horizonte. En un primer momento se planteó seguirle, pero finalmente desestimó aquella posibilidad. ¿A dónde habría ido? Estaba claro que todos ellos estaban estrechamente ligados a sus clanes, y era posible que la ronin tuviera verdadera influencia en el clan de la Grulla, pero no avisar a ninguno de los truenos de antemano era... hermético.

Volvió de su ensimismamiento solo para escuchar la propuesta de Aswad y el comentario de Kyoshiro. Se giró hacia este segundo con el ceño fruncido, clavando su mirada en los ojos del fénix, pero no dijo nada.

-Yo también opino que deberíamos ir a la ciudad para no levantar sospechas, aunque el exceso de mon nos haga sospechosos, más contando con un antiguo león entre nosotros -argumentó, dándose un par de toquecitos con el dedo índice y corazón en la sién, como tratando de pensar mejor- Claro que aún contamos con los salvoconductos de la emperatriz... -en su cabeza había surgido una idea arriesgada, pero no estaba segura de poder materializarla- Si nadie más se opone creo que deberíamos partir antes de que anochezca.

No perdió de vista al fénix en lo que restó de viaje.

Finalmente, tal parecía que el buen talante del antiguo León había resultado tan efímero como la fugaz vista que todos habían disfrutado del legendario Akodo Shiro. Pues a medida que se alejaban de aquellas augustas murallas, Hidenaga había comenzado a sumirse nuevamente en aquel hosco silencio que lo había acompañado desde que entrara al grupo.

Por supuesto, en esta ocasión aquello tenía más que ver con la terrible y maldita carga que el Akodo portaba, como más tarde todos pudieron averiguar. Pues incluso antes de comprobar con sus propios ojos come el jade que llevaba se marchitaba con cada suspiro, el joven samurai ya tenía la plena certeza de que estaba condenado...

Sin embargo, por fortuna las palabras de aquel que se hacía llamar "Oni Negro" de algún modo consiguieron tocar una fibra interna del antiguo Akodo, que se sintió extrañamente reconfortado por la templanza que demostraba su camarada, y ello permitió a Hidenaga recuperar poco a poco su fiero orgullo de León...

Para cuando sus compañeros se propusieron levantar el campamento, la mirada del curtido veterano se había despejado por completo de todas aquellas sombras que lo habían oprimido durante los últimos días.

- Puede que no sea lo más prudente... - sentenció lacónico el antiguo León, luego de haber permanecido días enteros en silencio - Kyuden Doji es un lugar enorme. Miles de personas entran y salen cada día. Y ello sin contar las numerosas tropas que parecen empezar a reunirse en sus inmediaciones.

- Aún cuando nadie nos considere sospechosos, y nos dejaran andar libremente, sería muy difícil volver a encontrarnos con Shiroi. Nos tomaría un tiempo que no tenemos. Sobre todo, pues debemos movernos con la mayor discreción.

El antiguo León parecía preocupado, y quizás también algo ofuscado, pero ciertamente, no abatido.

- Mucho me temo que nuestra joven camarada no nos ha dejado más opción que esperar aquí...

Asintió a las palabras de Shiroi así es, por desgracia Doji Hoturi-sama está desaparecido, la última vez se le vio en Otosan Uchi, no sabemos que ha podido pasarle. Y sí, su hermano pequeño Kuwanan-sama está aquí en el palacio es quien ha tomado el mando del Clan. Luego se quedó mirándote pensativa y esperando tu respuesta.

“…su hermano pequeño…”

El rostro de Shiroi se crispó por un momento cuando Seo se refirió de ese modo a Kuwanan. No podía ser de otro modo, por supuesto. Desprovista de su nombre, ella era simplemente una ronin. Pero aún recordaba con dolorosa nitidez los tiempos en los que ella también era su hermana.

-Seo-san… -Para cuando habló, ya había recuperado la compostura. -Hemos visto muchas tropas replegándose hacia esta posición ¿Ha caído acaso Shiro Daidoji? ¿Esperáis un ataque acaso?

Y tras un instante de meditación, se atrevió a añadir.

-¿Es muy mala la situación en palacio? ¿Accedería mi… Kuwanan-sama a entrevistarse conmigo?

Doji Kuwanan-sama ha ordenado... iba a seguir hablando pero calla disculpar Shiroi-san no sé si debería seguir hablando pero aunque la situación sea grave, creo que a nuestro daimyo dice refiriéndose a Kuwanan le gustaría hablar contigo, dame tiempo y acompañame salís de la tienda y va a hablar con algunos samurai grulla y luego te hace un gesto para que la acompañes y os dirigís hacia el Palacio Doji junto con otros samurais de menor rango. Después de una corta espera, en la que Doji Seo te deja con el resto de samurais mientras ella va adentro, aparece Doji Seo y dice que vayas a los jardines que allí te espera él.

Te diriges a los jardines, están vigilados pero él te espera allí solo para mantener una conversación privada contigo. Al verte, a pesar de todo lo que está ocurriendo, te sonríe Bienvenida hermana, a que debo el placer de tu visita

Shiroi acompañó a su antigua compañera en silencio por los pasillos del palacio Doji, tratando de mantener a raya la melancolía que amenazaba con superarla. Cada rincón, cada lugar que visitaban, cada salón iluminada por las lámparas de papel, estaba lleno de recuerdos. Seo la guiaba, pero no era en absoluto necesario. La ronin conocía a la perfección el lugar. Podría haber caminado con los ojos cerrados, e incluso así le sería imposible perderse.

Finalmente, llegaron hasta los jardines, donde la esperaba el que en ese momento era uno de los hombres más poderosos de Rokugán. Doji Kuwanan… su hermano menor. Cuando él se refirió a ella como “hermana”, sintió cómo su corazón se llenaba de calidez. Una calidez que pareció desterrar todo el frío que había ido almacenándose en su interior.

-Parpadea una vez y verás pasar cien años. –Respondió Shiroi a modo de saludo, esbozando también una sincera sonrisa en respuesta a la de su hermano. -Ayer superaste tu gempukku, y hoy me encuentro frente al daimio de la Grulla. Me alegro de que las Fortunas me hayan brindado la oportunidad de volver a encontrarnos… hermano.

-Pero mi visita no se debe a la mera cortesía. –Añadió, con expresión más seria, mientras se acercaba hacia él. –Funestos augurios se ciernen sobre Rokugán. Y la estupidez de los Matsu no hace sino agravarlos. ¿Cómo va la guerra? ¿Resiste Shiro Daidoji? ¿Qué ha ocurrido con Hoturi nii-sama? Yo…

La bushi bajó durante unos instantes la mirada, debatiéndose consigo misma. Por un lado, había prometido a los demás Truenos no revelar su misión. Sin embargo… Kuwanan era su propio hermano. Y debía estar prevenido.

-Estoy investigando algo que podría ser importante. –Dijo finalmente, mirando a los ojos a su hermano con decisión. –Aún no puedo revelar su naturaleza… pero es posible que pronto Rokugán se enfrente a un enemigo que ponga a prueba toda nuestra fuerza. Sé precavido, hermano… si nuestros ejércitos quedan debilitados por los León, no estaremos preparados para lo que está por venir. Busca la paz, por ahora… y prepara al clan para la guerra.

-Y… hermano… -Dijo finalmente, mientras retiraba la tela que cubría la tsuba de su espada. El mon Doji resplandecía, pulido, a la luz de los faroles. –Mi hoja sigue tan afilada como siempre. Si me necesitaras en el campo de batalla… si este conflicto pudiera resolverse con un duelo… sabes que puedes contar conmigo.

El rostro de tu hermano se torna sombrío la paz no es posible, Matsu Tsuko quiere acabar con nosotros y no es negociable, no te voy a decir otra cosa que no sea la verdad voy a ser totalmente sincero. Creo que vamos a perder esta guerra. Hace una pausa para dar más peso a lo que acaba de decir y que será de nosotros, si esto se resolviese con duelos ganaríamos, sólo tengo que poner a nuestro maestro Toshimoko-san a enfrentarse uno a uno con todos los León y la victoria sería nuestra. Pero la realidad es otra, estuve estudiando las tácticas León y sé como enfrentarnos a ellos pero aunque nuestros samurais son los mejores duelistas del imperio no se mueven tan bien en la batalla como los León. Hace otra pausa Hermana si me brindas tu ayuda la voy a coger, no sé la importancia de tu misión pero todo por lo que padre luchó está ahora en peligro, si te unes a nosotros volverías a ser del Clan y pondría una unidad de 700 samurais a tu servicio. Piensa que si yo desaparezco te mira fijamente a los ojos sólo quedarías tú.

Por desgracia nuestro hermano mayor a desaparecido, albergo esperanzas de volverlo a ver pero ¿dónde está cuando más se le necesita?