Partida Rol por web

Braceó, tratando de impulsarse, hasta que sus pulmones se vaciaron de aire. Hasta que sus fuerzas le fallaron, e incluso entonces su voluntad siguió obligando a sus brazos a tratar de enfrentarse a su invisible enemigo. Pero finalmente, la oscuridad se cernió sobre su consciencia y Shiroi se hundió en la nada.

Un golpe en su pecho la arrancó de las garras de la oscuridad. Y otro más, hasta que finalmente recobró un atisbo de conciencia. Y con ella, llegó el dolor... y la asfixia.

Doblándose sobre sí misma con violencia, la ronin vació sus pulmones de agua en forma de estertores, hasta que por fin pudo tomar el aire que su cuerpo exigía.

Sus ojos negros se abrieron por fin, y poco a poco fue recuperado la vista a medida que desterraba la oscuridad que había estado a punto de llevársela consigo. Una sonrisa, débil pero sincera, se dibujó en sus labios al ver la máscara de su compañero.

-Nunca creí que fuera a decir esto... -Murmuró con su voz reducida apenas a un susurro, pero cargada de emoción.-Pero me alegro de verte. Arigato, Oni-san.

Tumbada en la arena de la playa, con sus ropas empapadas y su largo pelo negro derramándose sobre su cuerpo, la ronin ofrecía una imagen de vulnerabilidad que de algún modo parecía resaltar la belleza de su rostro, que aún sonreía con gratitud.

Pero de pronto, su expresión cambió a una de sorpresa, como si hubiera sentido algo que nadie más hubiera notado. Con los ojos muy abiertos, llevó sus manos hasta su obi y lo sujetó con firmeza.

-Nemuranai... - Murmuró en un susurro quedo.

Tameiki observó toda la escena silenciosa, atenta a todo, pero sin saber como actuar. Como siempre había sabido, ella sólo era una herramienta para la guerra, la orden de muerte que era ejecutada. Le resultaba frustrante ser tan inútil en aquellos momentos, con Shiroi en el agua necesitando ayuda y todos haciendo lo posible por salvarle, pero tenía que ser realista: ella no era Oni, si se metía al lago, moriría. Igualmente, no tenía la fortaleza física de Hidenaga, Aswad o Kyoshiro, aunque podría haber ayudado.. pero simplemente estaba helada ante lo que estaba ocurriendo.

Ni siquiera la sangre le hervía ya por dentro fruto de lo que acababa de ocurrir, simplemente estaba frustrada y tenía miedo ante la posibilidad de, por primera vez, perder a alguien frente a sus ojos y no ser realmente capaz de impedirlo.

Ni siquiera cuando Oni apareció con Shiroi emergiendo del agua como si del mismísimo Hida se tratara, Tameiki se calmó. Siguió en silencio, muda, casi sin respirar, todavía observando la escena. Sólo respondió a la orden de Oni como si de un lazarillo se tratara, como si toda su instrucción y su posición social anterior hubiera desaparecido
y volviera a ser aquella niña temerosa que una vez fue. Cuando finalmente Shiroi pareció recuperar la consciencia y se incorporó, los ojos le ardieron, y los cerró con fuerza, afirmando en silencio como agradeciendo a todos los kami aquello. Los truenos seguían al completo. Rápidamente se movió junto a su compañera, arrodillándose junto a ella y ofreciéndole su katana.

-Shiroi-sama -dijo simplemente, ofreciéndosela de nuevo. ¿Habría servido para algo su incursión en el lago?

Fue un verdadero alivio cuando el cangrejo sacó a Shiroi-dono de las aguas malditas del lago.
Pero la preocupación volvió como una pesada piedra al ver que no reaccionaba, en ese instante, Oni Negro pide su furoshiki a Tameiki-San.
La paz verdadera volvía al corazón del León cuando el tratamiento aplicado funcionó, la dama soltó toda el agua que había en sus pulmones, estaba débil, pero pudo notar una sutil sonrisa en su rostro, antes de dirijirse al Unicornio.
-Gracias Aswad-san, sin usted, no podríamos haberla salvado-
Manifestando en el rostro una profunda gratitud, seguido de una reverencia.
Posando su atención en el joven fénix, aproximándose a el.
-Hiciste un gran trabajo Kyoshiro-chan- poniendo la mano en el hombro del muchacho, y sonriendole de manera paternal, le recordaba de sierta manera a su hijo Hidemitsu.

-¿Cómo se encuentra Shiroi-do... Shiroi-sama?
Preguntando el anciano a la chica, cambiando el sufijo, la muestra de evidente gallardía por parte de la mujer, hizo que se diera cuenta que es a ella a quien debe seguir sin ninguna duda.

Lentamente, sus fuerzas regresaban y el dolor sordo que pulsaba en su pecho y en su cabeza comenzaba a remitir. De modo que, en un esfuerzo supremo, Shiroi clavó las manos sobre la arena y se obligó a sí misma a incorporarse. Al menos, estar sentada era un poco más digno que yacer indefensa sobre la playa.

A pesar del dolor y del esfuerzo, logró mantener esa tenue sonrisa tan característica en ella, una sonrisa que se ensanchó cuando tomó de nuevo su espada de mano de Tameiki. El familiar tacto de su saya pareció darle nuevas energías.

-Arigato, Tameiki-san. –Dijo mirándola a los ojos. –Sabía que mi alma estaría a salvo contigo.

-Y gracias también a todos los demás. –Continuó hablando. Su voz recuperaba su aplomo por momentos, y a pesar de que seguía sentada en la arena sin alcanzar a levantarse, sus palabras demostraban que la verdadera fuerza de la ronin nacía de su voluntad, y no de su cuerpo. –Os debo la vida, y bien saben las Fortunas que antes o después habré de devolverla en esta misión. Yo… tal vez me haya equivocado con respecto al lago. Tal vez lo que Hiroaki quería decirme no era que me dirigiera a encontrarme con su guardián directamente. Incluso, puede que no haya nada en ese islote. Pero…

Su voz se extinguió por un momento, en el que de nuevo agarró su cinturón con aspecto pensativo. Por un momento, sus grandes ojos negros se cerraron bajo sus pestañas, como si tratara de escuchar algo.

-No soy una experta en las sendas de los kami. –Añadió, cautelosa, volviendo a abrir sus párpados. Sus manos acariciaron delicadamente la superficie de su obi, con la misma ternura de una caricia. -Pero sí he escuchado hablar muchas veces de los nemuranai, los objetos cuyo espíritu ha despertado de su sueño. Y creo… que, de algún modo, mi obi ha despertado cuando estaba al borde de la muerte. Pero no alcanzo aún a comprender el significado de tal despertar.

El Cangrejo se secó el sudor de su frente con el antebrazo mientras esbozaba lo que, al parecer era una sonrisa a la vez que su mirada de suavizaba. -"No he hecho nada que ningún otro no hubiera hecho por cualquiera de nosotros, somos como los engranajes de una maquina de guerra, si falta solamente una pieza jamás volverá a funcionar correctamente".

El guerrero asintió ante el agradecimiento sincero de la ronin con un movimiento leve de cabeza, para luego retirarse de su vera proporcionándole aire fresco que respirar. -"No corras Shiroi-san,  no hay prisa, tu recuperación parece ser buena, pero no podemos olvidar que ha faltado poco... Debemos reorganizarnos y tomar decisiones, antes de regresar a las aguas del lago. Ahora conocemos el alcance del poder de nuestro enemigo... Pensemos en un plan adecuado conjuntamente".

Sin más dilación el Oni Negro se acercó a sus pertenencias y se colocó la parte superior del kimono en primera instancia, mientras mantenía la mirada fija en el islote del lago. Su ceño estaba fruncido con una mirada de rabia contenida. Sus movimientos eran medidos por la práctica al colocarse cada parte de su gruesa armadura. Finalmente se colocó el daisho en su obi y el tetsubo a la espalda.

-"Busquemos un lugar adecuado para conversar y entrar en calor. Comer algo caliente ayudará a la recuperación de Shiroi-san".

El cangrejo se alejó un instante mientras sus compañeros conversaban con Shiroi. Se colocó en la orilla del lago de espaldas al mar de aguas dulces y con sus manos creó una muralla de arena mojada y una torre en su punto central. Finalmente se arrodilló y bajó la cabeza. -"Hida-Kamisama, os estoy muy agradecido por ofrecerme la oportunidad de mantener al grupo unido. Vuestras enseñanzas son siempre útiles tanto en la paz, como en la guerra. Arigato por ofrecerme vuestra fuerza para alcanzar aquello que me propongo, pues lo hago creyendo que hago lo correcto... Arigato gozaimasu por escucharme..." 

Aswad se frotó la barbilla, los acontecimientos se iban volviendo más extraños a cada día. Empezaba a añorar la honrada vida de las estepas donde un hombre sabe que puede morir en cualquier momento por acero o flecha pero no necesita preocuparse por enemigos invisibles ni magias oscuras. La situación era lo suficientemente extraña como para, por el momento, dejar en su sitio la lengua impertinente del León.

¿Nemuranai? dijo mirando como la mujer sostenia el obi Nunca había oido esa balabra ¿Significa eso que el pergamino se encuentra escondido en el obi? ¿O es este una pista para llegar hasta él?

El Cangrejo consiguió rescatar a Shiroi de las profundidades del lago. Era un alivio ver como las dos figuras se acercaban a la orilla, ciertamente la montura de Aswad era una ayuda increíble.

Oni Negro dejo a Shiroi sobre la arena y la examino con cuidado, mas Shiroi no respiraba, pidió su fushiki y rápidamente intento estabilizarla. Era fantástico ver la destreza que el Cangrejo tenía, mi habilidad no se podía comparar con la suya, por lo que asistí en silencio hasta que Shiroi comenzó a expulsar grandes cantidades de agua por la boca.

Lentamente Shiroi abrió los ojos, parecía confundida y no era de extrañar tras la situación vivida. Tameiki se acerco a su amiga devolviéndole su hoja. Incluso Hidenaga parecía satisfecho con el resultado de la escena. 

-Hiciste un gran trabajo Kyoshiro-chan. La forma de pronunciar esas palabras por parte del León me cogieron por sorpresa.

- No, Hidenaga-sama, mi aportación ha sido escasa en esta situación. Sin Oni Negro-sama no lo hubiésemos logrado.

Observe a Shiroi, ahora mismo parecía mas delicada, mas vulnerable de lo que he visto en todo el tiempo que llevamos juntos. Pero estaba viva y eso era lo que ahora mismo importaba.

Escuchar de la boca de Shiroi la palabra nemuranai, también fue una sorpresa, quien no ha escuchado historias de los poderosos objetos despertados, no sabía demasiado de ellos pero seguro que su clan podría conocer el motivo por el cual el obi de Shiroi se había convertido en uno. Quizá mas tarde, cuando todo esta situación se calmase tendría un momento para hablar con ella.

La observación del Cangrejo le pareció acertada, tendríamos que decidir cual sería nuestro siguiente paso. Y el remolino que aún permanecía sobre la superficie del lago no le traía buenas sensaciones.

-Dudo que el pergamino esté escondido en mi obi, Aswad-san. -Respondió Shiroi, que aún acariciaba de una forma reverencial la tela de su cinturón. -Y desconozco si tiene una relación. Tal vez la magia del pergamino haya provocado que el espíritu en el interior de mi cinturón despierte. O, tal vez, lo haya hecho simplemente porque me encontraba ya frente a las puertas de Meido. 

Shiroi, que parecía recuperarse bien, echó un vistazo al lugar donde aún descansaba, perfectamente colocada, su armadura. Por un momento pareció que estaba planteándose seriamente el volver a colocársela, pero finalmente sacudió la cabeza.

-Creo que Oni Negro ha hecho la propuesta correcta. Tomémonos un descanso antes de decidir nuestro siguiente movimiento. Al menos, ahora sabemos de primera mano cómo actúa la magia de este lago.

Unos minutos más tarde, todos los Truenos estaban sentados en el interior de la cabaña en la que se habían alojado la noche anterior. Frente a cada uno de ellos humeaba un tazón de humeante sopa, que llenaba la pequeña estancia con un agradable aroma que recordaba al hogar.

Shiroi bebía de su cuenco a intervalos regulares, sin importarle demasiado que estuviera un poco más caliente de lo que resultaba agradable. El calor de la sopa estaba comenzando a acabar con la sensación de frío que la sombra de la muerte había alojado en su pecho. 

-Entonces... ¿Creéis que deberíamos volver a intentarlo, o centramos nuestros esfuerzos en recabar más información? -Preguntó al resto de los Truenos mientras dejaba el tazón frente a ella. -Tal vez sea un riesgo excesivo sin saber qué es lo que hay en ese islote, si es que hay algo. Y ni siquiera hemos visto a ese supuesto fantasma. Pero si descartamos el lago, sólo nos quedaría volver a registrar los alrededores, o dirigirnos a Kyuden Ashinagabachi, con los riesgos que eso conlleva.

El León presta atención a las palabras de la dama, pensando un plan tras otro, y evaluando cada una de las posibilidades a tener en cuenta, Bebiendo tranquilo la sopa.
-Quizás... Tengamos que apelar a la ayuda de la gente de este pueblo y utilizar todos sus recursos, tal vez, tengamos éxito-
A Hidenaga se le ocurrió un plan loco pero que tal vez funcione.
-Atemos todos y cada uno de los botes con cuerdas, como una cadena, e impulsarlos, en caso de que ocurra algo, el tripulante debe saltar a la barca siguiente, y cortar la cuerda para no verse arrastrado también-
Pero no sabía si sus compañeros tendrían un plan mejor, el tiempo apremia, y es momento de demostrar astucia ante esta situación

Tras acabar su cuenco, la Dragón se mantuvo apartada y en silencio
La idea de Shiroi no había funcionado, y no se hallaban más cerca del pergamino. En caso de que estuviera en aquel islote era obvio que el modo de cruzar no discurría por los cauces naturales, ni nadando ni en barca. Por eso esbozó una media sonrisa casi divertida al oír el plan de Hidenaga, pues correrían el riesgo de no perder sólo una vida o un bote, sino muchos. Sea como fuere la pérdida de tiempo comenzaba a hacer mella en ella. Fu Leng no sería tan paciente...

Se apoyó contra el muro de la cabaña, dobló una rodilla y apoyó lánguidamente su antebrazo sobre ella. Tras la propuesta del antiguo León sentía curiosidad por ver las reacciones de los demás, y qué otros planes se proponían, pues de verse detenidos por una simple formación terrestre en mitad de un lago poco halagüeño pintaba su futuro. Personalmente opinaba que debían seguir camino, pero consentía tácitamente en que cada uno se dejara arrastrar por sus sueños. A fin de cuentas, la Togashi también tenía los suyos

Durante la incursión de Shiroi en el lago, al principio no os disteis cuenta pero los pocos aldeanos que hay estaban observando desde lejos lo que ocurría sin hacer nada.

El plan del león quizás era bueno, el problema es que solamente había dos botes pesqueros en el lugar.

Cuando Shiroi se acercó a la cabaña donde pasasteis la noche, el aldeano mostrando sincera cortesía os preparó una sopa bien caliente.

Mientras tanto en el lago seguía el remolino como advertencia y amenaza de todo el que intentara adentrarse en él.

Acompañe a los demás a la cabaña. Shiroi tendría que descansar después de la experiencia vivida, aunque ella parecía dispuesta a continuar, ocurriese lo que ocurriese.

Se sentó en la puerta de la cabaña mirando hacia el lago a escuchar las opciones que los otros miembros quisieran proponer y el primero era Hidenaga, su opción no le agrado demasiado, la aldea ya había perdido a varias personas, seguramente intentasen pescar en las aguas y como necesitarían adentrarse en el lago, con ellos seguro se habían hundido varios barcos. En principio no me parece la mejor opción.

Intento recordar si en alguna ocasión durante sus años al servicio de Isawa Nozomi había podido observar a los Kami realizando algo similar a lo que habían podido observar en el lago. Pero tampoco tenia demasiadas esperanzas en ello pues no era Shugenja.

...Shugenja, en ese momento no había caído... pero la descripción que había dado el aldeano se ajustaba mucho a la de uno de los sacerdotes de los Kami. ¿Podía tratarse de un shugenja Escorpión?, son los miembros de los clanes que suelen tapar sus rostros con mascaras y esa desconfianza que demuestra, después del fallido golpe a la dinastía Hantei, sería razonable. 

Sin dejar de mirar hacia el lago, expongo mis dudas.

- Y si fuese un Escorpión, el fantasma digo, encaja en la descripción perfectamente, no creéis Tameiki-san. Un shugenja Escorpión posiblemente. 

Dio otro sorbo a la sopa.

- Y por que nos empeñamos en encontrarlo de día, los aldeanos que lo vieron fue de noche cuando lo hicieron, quizá podríamos acercarnos ahora hasta las cercanías del lago, tampoco perdemos nada por intentarlo.

Observo la expresión de mis compañeros intentando buscar su aprobación. Puede que fuese una perdida de tiempo, pero era la opción que ahora se le había ocurrido.

El Cangrejo guardó silencio ante la proclamación de sus compañeros. Estaba claro que la situación era comprometida y que debían tomar cartas en el asunto, pero era conocedor de que sus palabras serían escuchadas por todos los integrantes del grupo al igual que las de Shiroi. Estaba seguro de que no era uno de los líderes del grupo, pero su fuerza de voluntad era poderosa y, por el momento; había bastado para mantener al grupo unido y con vida, por lo que estaba cumpliendo con el cometido que Hiroaki-sama le había encomendado, cuando todavía estaba bajo las órdenes de Hida Kisada-uesama.

La proclamación de Shiroi era la esperada y Oni Negro la escuchó con la atención que merecían sus sabias palabras. –“Shiroi-san, creo que el denominado “fantasma” por los habitantes del pueblo es en realidad un Shugenja de alineación indeterminada. Podría haber estudiado en cualquier escuela que exista, pero al parecer es poderoso en el elemento de agua, sin embargo mis conocimientos en ese campo son bastante limitados siempre que no se trate de shugenjas del Clan Cangrejo”.

-“Cuando entraste en las aguas del lago, no había nadie en el islote, pero cuando el remolino se formó apareció una figura en el horizonte; es cuanto menos extraño, pues las coincidencias no existen y menos en la situación en la que nos encontramos”.

El Cangrejo tomó un largo sorbo de la taza de té que se encontraba frente a él antes de continuar. –“¿Qué es lo que sabemos? Sabemos que hay un shugenja en el islote, sabemos que es afín al elemento de agua, puesto que es capaz de crear un remolino poderoso capaz de tragarse todo a su paso y de caminar sobre las aguas del lago… Sabemos que utiliza a los kamis para que nadie se acerque al islote del lago, lo cual significa que protege lo que se encuentra allí, sin embargo los heimins de esta villa afirman que en el islote no hay nada, por lo que sería posible interpretar que el shugenja porta lo que quiere proteger y que se lo llevó allí precisamente porque tiene ventaja sobre todo aquel que desee arrebatárselo”.

Las palabras de Hidenaga eran meditadas y tenían sentido, pero parecía difícil encontrar tanta cantidad de navíos como para formar una plataforma suficientemente grande. Las palabras del Fénix sacaron al Cangrejo de sus cavilaciones. No era descabellado, pero necesitaban un plan para llegar al islote si el shugenja no salía de las aguas y se encontraba con ellos.

-“La idea de Shiba-san es interesante, pero necesitamos un plan en el caso de necesitar llegar al islote del centro del lago. El plan de Hidenaga-san es bueno y lo podríamos llevar a cabo con los medios de que disponemos, pero necesitamos un medio que nos permita flotar. Según tengo entendido, algunas naves Mantis disponen de depósitos de aire en forma de contenedores de madera cerrados a cal y canto. Estas cajas almacenan aire y cuando caer al mar no se hunden y permiten identificar el lugar donde se encuentra un paso o una salida. Puede que encontremos algún tipo de herramienta parecida que nos permita flotar en caso de ser tragados por el remolino. Por desgracia, no creo que sea buena idea ir a ver al Daimio de estas tierras, ¿Qué nuevas le traeríamos? ¿Confiaría en un samurái de cada uno de los clanes? Esta misión es nuestra y no creo que quiera ayudarnos. ¿Qué os parece?”

Había permanecido callada mientras el resto de compañeros hablaban, y aquel comentario del fénix le había hecho guardar un silencio más profundo, casi como si pesara y no pudiera articular palabra. Le clavó una mirada furibunda y esperó a que Oni expusiera su comentario.

-Los escorpión no matan a gente sin ningún motivo -dijo quedamente- O eso he oído... -murmuró, rodando los ojos y bajando la cabeza. En teoría, nadie del grupo a excepción de Shiroi sabía todavía que era una escorpión, aunque aparentemente había quedado más que claro desde hacía tiempo para algunos.

Luego se giró hacia Oni con los brazos cruzados.

-Tal vez... si trataramos de llegar al islote desde varios puntos... el shugenja no podría detenernos a todos a la vez... ¿no? -preguntó, más pensando en voz alta que como una idea- Por otro lado... me di cuenta, como imagino que todos, de que el remolino no había cesado ni se había movido... ¿Podría ser algún tipo de portal? Una vez mi maestro me contó una historia acerca de unos espíritus que engañaban a sus víctimas y les llevaban a sus tierras, y sólo los más astutos volvían de aquel reino... -murmuró

Los ojos de la ronin saltaban de uno a otro de sus compañeros, escuchándolos mientras continuaba tomando su bebida a sorbos. Su mente analizaba las palabras de sus compañeros mientras su cuerpo seguía recuperándose poco a poco. Unos minutos más, y estaría al menos lo bastante recuperada como para levantarse y enfrentarse de nuevo al lago. Su único gesto de sorpresa acompañó al comentario de Kyoshiro, que prácticamente asumía la anterior afiliación de Tameiki.

-Coincido con Tameiki. -Intervino tras unos momentos. -A pesar de las apariencias, la picadura del Escorpión acostumbra a ser selectiva. Hay un motivo tras cada uno de sus actos, incluso si los demás lo desconocen.

Se calló por un momento, y su atención acudió en esta ocasión al Oni Negro.

-Desconocía que alguien hubiera aparecido en el islote al aparecer el remolino. -Dijo al escuchar el relato del bushi Cangrejo. -Hacéis bien en contármelo. Porque, en efecto, si ese yorei, shugenja, o lo que quiera que sea, ha aparecido al mismo tiempo que ese abismo en las aguas, no puede sino formar parte de lo mismo. Creo que debemos resolver este asunto aquí y ahora, sin recurrir a nadie fuera de esta aldea. Que lo único que escuchen los samuráis de la Avispa sea el relato de nuestro paso por aquí.

-El remolino no se ha movido del sitio desde que me sacasteis de allí... y mi cinturón ha despertado como nemuranai. -Siguió exponiendo los sucesos con voz firme, uniendo cada uno con el siguiente hacia una inevitable conclusión. -Hasta el momento, por lo que sabemos, eso jamás había ocurrido. Pero, ¿cuál es el motivo? Tal vez sea el hecho de no haber logrado consumir mi vida. O tal vez en ningún momento haya intentado matarnos... sino darnos una señal. 

-No obstante, no asumamos nada de antemano. Cada una de vuestras ideas es valiosa. Por tanto... mi propuesta es la siguiente. -Dijo, tomando aire. -Hagamos dos grupos, y cada uno partirá en una de las embarcaciones. Veamos si al hacerlo se forma un remolino, dos, o quizás el existente ni siquiera se mueva. Si se forman dos, retirémonos. Si se forma uno, que el grupo que tenga vía libre alcance la isla. Y si el mismo que me ha arrastrado antes no se mueve... tal vez debamos utilizarlo para llegar al fondo del lago. Cuando el poder de los kamis está involucrado, todos es posible. ¿Estáis de acuerdo?

-Es factible, y buen plan, riesgoso, pero no tenemos otro, usted decida Shiroi-sama -
Hidenaga estaba complacido ante la decisión de Shiroi, y había prestado especial atención a todos.
Concordaba con Oni Negro, ya que no podían pedir ayuda al Daimyo de la región. Un peligro sin ninguna duda, Sintió el tono de molestia en la voz del joven fénix, la Dragón por su parte solo se limitaba a guardar silencio, lo que le ponía un poco nervioso.
Por lo demás, Tameiki-chan estaba firme y decidida como siempre.

Introdujo la última cucharada de la sopa en la boca, y se relamió indolente, depositando el cuenco sobre la mesa. Se estiró como un gato, para luego hacer crujir levemente su cuello. La inactividad comenzaba a pasarle factura, pues pocas ocasiones se había encontrado de momento en que pudiera entrenar y disponer del ejercicio necesario para su cuerpo. Al menos, durante todo aquel tiempo, había aprendido a controlar -algo- más su impaciencia. No había otra opción...

El plan de la ronin no le parecía bien, pues se arriesgaban innecesariamente. Ninguno de los presentes poseía el poder (o eso pensaba) de doblegar las aguas del lago, y si su muerte debía darse en el transcurso de tamaña aventura sólo esperaba que fuera en combate, y no braceando desesperada en un remolino sin fondo. Por otro lado, admitía que no se le ocurría ningún otro modo de alcanzar la isla, y que dividir sus fuerzas suponía -en caso de que tuvieran razón sobre el hipotético defensor- dividir también las del contrario. Se mantuvo en silencio, y sólo cuando su mirada se cruzó fugaz por un instante con la de Shiroi asintió levemente

El bushi Moto resopló, otra vez largas discusiones y poco actuar. Aunque el plan del ronin parecía aceptable y como mínimo implicaba algo de acción y una posibilidad de éxito razonable.

Bor mi barte adelante con el plan. Dos botes tienen el doble de obortunidades.